sábado, 29 de junio de 2024

"ANNABEL LEE". Un poema de Edgar Allan Poe

Nombrar al escritor norteamericano Edgar Allan Poe nos hace pensar inmediatamente en algunos de sus relatos cortos, género en el que fue un auténtico maestro. Sus cuentos de terror nos siguen fascinando. Sin embargo, esa faceta eclipsa a veces al poeta que también fue y en cuyos poemas, al igual que en toda su obra, hay algunos temas recurrentes como es la muerte de una hermosa mujer, reflejo tal vez de la pérdida de varias mujeres importantes en su vida. Ese es el caso del poema ‘Annabel Lee’, que hoy comparto. Fue el último poema que Poe escribió poco antes de su muerte. (Andrea Villarrubia Delgado)

ANNABEL LEE

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
vivió una doncella, que puede que conozcáis,
de nombre Annabel Lee;
y esta doncella no con otra idea vivía
que amar y que yo la amara.
Era una niña y un niño yo era,
en este reino junto al mar,
nos amábamos con un amor mayor que el Amor
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los serafines alados del Cielo
codiciaban, de ella y de mí.

Y esta fue la causa por que, hace tiempo,
en este reino junto al mar,
de nocturna nube se levantara un viento
que estremeció a mi Annabel Lee;
de modo que sus parientes nobles se congregaron
y la arrancaron de mí,
y la confinaron en un sepulcro
en este reino junto al mar.

Los ángeles, ni la mitad de felices en el Cielo,
seguían envidiándonos, a ella y a mí;
¡sí!, esa fue la causa (como cualquiera sabe,
en este reino junto al mar)
por que un viento se levantara de la nube, estremeciera
y matara a mi Annabel Lee.

Mas como nuestro amor era, con mucho, más fuerte que el amor
de aquellos que mayores que nosotros eran,
de los muchos que más juiciosos que nosotros eran,
ni los ángeles, arriba, en el Cielo,
ni los demonios, abajo, en el mar,
podrán nunca desligar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee;

porque la luna nunca fulge sin evocarme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni las estrellas nacen sino para que vea brillo en los ojos
de la hermosa Annabel Lee;
de modo que, durante la marea nocturna, reposo al lado
-de mi amada, mi amada, mi vida y mi esposa-
de su sepulcro junto al mar,
de su tumba junto a la riba del mar.

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