El poema que hoy comparto podría pasar por uno de nuestros días, pero fue publicado en 1938. Se titula ‘Yo misma fui mi ruta’ y está incluido en el libro ‘Poema en veinte surcos’ que la poeta puertorriqueña Julia de Burgos publicó ese año. Considerada en su momento ‘la más ultramoderna y de vanguardia entre las poetas de América’, su obra está impregnada de la lucha que mantuvo contra las normas sociales y los convencionalismos de su época. Sin estos datos sería fácil pensar que su autora podría ser contemporánea nuestra. Es el valor de las pioneras, de quienes pusieron palabras, versos, a un sentimiento, el de la emancipación de la mujer y la necesidad de ser dueñas de sus propias vidas, que ahora nos parece obvio, pero que no deja de estar cuestionado y atacado, como vemos cada día. Recordar a aquellas mujeres valientes y lúcidas nos da esperanza.
YO MISMA FUI MI RUTAYo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
JULIA DE BURGOS
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