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jueves, 26 de abril de 2018

Discurso íntegro de Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017.

Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República. Vengo de un pequeño país que erige su cordillera de volcanes a mitad del ardiente paisaje centroamericano, al que Neruda llamó en una de las estancias del Canto General “la dulce cintura de América”. Una cintura explosiva. Balcanes y volcanes puse por título a un ensayo de mis años juveniles donde trataba de explicar la naturaleza cultural de esa región marcada a hierro ardiente en su historia por los cataclismos, las tiranías reiteradas, las rebeliones y las pendencias; pero, en lo que hace a Nicaragua, también por la poesía. Todos somos poetas de nacimiento, salvo prueba en contrario.

“Poeta” es una manera de saludo en las calles, de acera a acera, se trate de farmacéuticos, litigantes judiciales, médicos obstetras, oficinistas o buhoneros; y si no todos mis paisanos escriben poesía, la sienten como propia, gracias, sin duda, a la formidable sombra tutelar de Rubén Darío, quien creó nuestra identidad, no sólo en sentido literario, sino como país: “Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño/tantas rubias bellezas y tropical tesoro/tanto lago de azures, tanta rosa de oro/tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño…”, escribe al evocar la tierra natal.

En mi caso, me declaro voluntariamente un poeta, en el sentido que Caballero Bonald recordó desde esta misma cátedra al recibir el premio Cervantes del año 2012: “esa emoción verbal, esas palabras que van más allá de sus propios límites expresivos y abren o entornan los pasadizos que conducen a la iluminación, a esas «profundas cavernas del sentido a que se refería San Juan de la Cruz»”.

La poesía es inevitable en la sustancia de la prosa. Lo sabía Rubén quien, además de la poesía, revolucionó la crónica periodística y fue un cuentista novedoso. Y es más. Creo que alguien que no se ha pasado la vida leyendo poesía, difícilmente puede encontrar las claves de la prosa, la cual necesita de ritmos, y de una música invisible: “la música callada/la soledad sonora”. Es lo que Pietro Citati llama “la música de las cosas perdidas” en La muerte de la mariposa, al hablar de la prosa de Francis Scott Fitzgerald: “para la mayoría de la gente, las cosas se pierden sin remedio. Pero para él, dejaban una música. Y lo esencial en un escritor es encontrar esa música de las cosas perdidas, no las cosas en sí mismas”.

No todos en Nicaragua escriben versos, pero Rubén abrió las puertas a generación tras generación de poetas siempre modernos, hasta hoy, con nombres como los de Carlos Martínez Rivas, y Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, honrados ambos con el premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana; o el de Gioconda Belli. CONTINUAR LEYENDO


domingo, 23 de abril de 2017

Discurso de Eduardo Mendoza al recibir el Premio Cervantes 2017.

No creo equivocarme si digo que la posición que ocupo, aquí, en este mismo momento, es envidiable para todo el mundo, excepto para mí.

Han transcurrido varios meses desde que me llamó el señor Ministro para comunicarme que me había sido concedido el premio Cervantes y todavía no sé cómo debo reaccionar. Espero no haber quedado mal entonces, ni quedar mal ahora, ni en el futuro.

Porque un premio de esta importancia, tanto por lo que representa como por las personas que lo han recibido a lo largo de los años, no es fácil de asimilar adecuadamente, sin orgullo ni modestia. No peco de insincero al decir que nunca esperé recibirlo.

En mis escritos he practicado con reincidencia el género humorístico y estaba convencido de que eso me pondría a salvo de muchas responsabilidades. Ya veo que me equivoqué. Quiero pensar que al premiarme a mí, el jurado ha querido premiar este género, el del humor, que ha dado nombres tan ilustres a la literatura española, pero que a menudo y de un modo tácito se considera un género menor. Yo no lo veo así. Y aunque fuera un género menor, igualmente habría que buscar y reconocer en él la excelencia.

Pero no soy yo quien ha de explicar las razones del jurado ni menos aún justificar su decisión. Tan sólo expresarle mi más profundo agradecimiento y decirles, plagiando una frase ajena, que me considero un invitado entre los grandes. CONTINUAR LEYENDO

 

domingo, 15 de noviembre de 2015

El estudiante y la reina. Un cuento de Fernando del Paso, Premio Cervantes 2015

Erase que se era un estudiante. Y era una reina. Y eran amantes. Y el estudiante visitaba a la reina casi todos los días, y no los domingos porque iba al cine con su novia. Y a veces llegaba con sándwiches y coca-colas y él, el estudiante, y ella, la reina, comían juntos, sentados en el lecho húmedo de su amor. Cuando él viajaba en el tranvía y caminaba después por los oscuros callejones donde relumbraba su suéter amarillo y negro, los libros de medicina bajo el brazo y en uno de los libros un crisantemo disecado, nadie habría imaginado que iba a visitar a una reina, que tendría que arrollarse al verla y besarle la mano y despojarla de sus vestiduras con actitud de amante para después amarla como lo puede hacer un príncipe. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 25 de abril de 2015

Discurso de Juan Goytisolo al recibir el Premio Cervantes. Luces y sombras.

El discurso que pronunció el escritor Juan Goytisolo al recibir el Premio Cervantes ha suscitado distintos pareceres. Hay quienes, como Imanol Zubero, lo han alabado por su sinceridad y compromiso, calificándolo de maravilloso y recomendando su escucha, su lectura, su relectura y su práctica; y hay quienes lo ha criticado, como Fernando Aramburu, por su falta de coherencia. Aquí os dejo el discurso y una de esas críticas desfavorables en la seguridad de que será vuestro buen juicio el que continuará con el debate.


En términos generales, los escritores se dividen en dos esferas o clases: la de quienes conciben su tarea como una carrera y la de quienes la viven como una adicción. El encasillado en las primeras cuida de su promoción y visibilidad mediática, aspira a triunfar. El de las segundas, no. El cumplir consigo mismo le basta y si, como sucede a veces, la adicción le procura beneficios materiales, pasa de la categoría de adicto a la de camello o revendedor. Llamaré a los del primer apartado, literatos y a los del segundo, escritores a secas o más modestamente incurables aprendices de escribidor.  ACCEDER AL DISCURSO

CRÍTICA AL DISCURSONo me gustó el discurso de Juan Goytisolo (Fernando Aramburu)


Le concedieron el Premio Cervantes a Juan Goytisolo. Bien. Ha escrito, ha trabajado, ha reflexionado, forma parte de nuestra educación llamémosla intelectual. Merece un reconocimiento. Su discurso no me gustó, tampoco las maneras. Pero hay algo peor: la falta de coherencia y, quizá, quizá, de sinceridad.
Un escritor que se define como estepario y después postula la intervención del intelectual en los asuntos de la sociedad incurre en una cruda contradicción. O estás en la estepa o estás en la urbe. Esta contradicción es de naturaleza menor; pero, en el caso de Juan Goytisolo, es una de tantas.
He visto en Twitter el recorte de periódico donde figuraba la pomposa declaración de Goytisolo, formulada a principios de este siglo, según la cual jamás aceptaría el premio que recibió ayer, cosa que estaría dispuesto a asentar por escrito ante un notario. Una bravuconada, como se ve, que no pasó a mayores.
Gusta Goytisolo de repetir, no sin cierta escasez de matices, que el escritor debe intervenir en la realidad. Yo, que también resido en el extranjero, me pregunto cuál es la realidad de un escritor que vive en Marruecos. Y también me pregunto si el referido escritor no podría intervenir en forma crítica en la realidad que lo rodea o que le es físicamente más cercana, en la cual, por cierto, se dispensa un trato vejatorio a las mujeres, a los homosexuales (él, declaradamente, lo es) y no hay libertad de opinión y, al menor desliz, lo espera a uno la cárcel, el látigo y cosas peores. ACCEDER AL ARTÍCULO