miércoles, 12 de diciembre de 2018

La migala. Un inquietante cuento de Juan José Arreola.

La migala discurre libremente por la casa, pero mi capacidad de horror no disminuye.

El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino. Peor que el desprecio y la conmiseración brillando de pronto en una clara mirada.

Unos días más tarde volví para comprar la migala, y el sorprendido saltimbanqui me dio algunos informes acerca de sus costumbres y su alimentación extraña. Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar. Recuerdo mi paso tembloroso, vacilante, cuando de regreso a la casa sentía el peso leve y denso de la araña, ese peso del cual podía descontar, con seguridad, el de la caja de madera en que la llevaba, como si fueran dos pesos totalmente diferentes: el de la madera inocente y el del impuro y ponzoñoso animal que tiraba de mí como un lastre definitivo. Dentro de aquella caja iba el infierno personal que instalaría en mi casa para destruir, para anular al otro, el descomunal infierno de los hombres.

La noche memorable en que solté a la migala en mi departamento y la vi correr como un cangrejo y ocultarse bajo un mueble, ha sido el principio de una vida indescriptible. Desde entonces, cada uno de los instantes de que dispongo ha sido recorrido por los pasos de la araña, que llena la casa con su presencia invisible.

Todas las noches tiemblo en espera de la picadura mortal. Muchas veces despierto con el cuerpo helado, tenso, inmóvil, porque el sueño ha creado para mí, con precisión, el paso cosquilleante de la araña sobre mi piel, su peso indefinible, su consistencia de entraña. Sin embargo, siempre amanece. Estoy vivo y mi alma inútilmente se apresta y se perfecciona.

Hay días en que pienso que la migala ha desaparecido, que se ha extraviado o que ha muerto. Pero no hago nada para comprobarlo. Dejo siempre que el azar me vuelva a poner frente a ella, al salir del baño, o mientras me desvisto para echarme en la cama. A veces el silencio de la noche me trae el eco de sus pasos, que he aprendido a oír, aunque sé que son imperceptibles.

Muchos días encuentro intacto el alimento que he dejado la víspera. Cuando desaparece, no sé si lo ha devorado la migala o algún otro inocente huésped de la casa. He llegado a pensar también que acaso estoy siendo víctima de una superchería y que me hallo a merced de una falsa migala. Tal vez el saltimbanqui me ha engañado, haciéndome pagar un alto precio por un inofensivo y repugnante escarabajo.

Pero en realidad esto no tiene importancia, porque yo he consagrado a la migala con la certeza de mi muerte aplazada. En las horas más agudas del insomnio, cuando me pierdo en conjeturas y nada me tranquiliza, suele visitarme la migala. Se pasea embrolladamente por el cuarto y trata de subir con torpeza a las paredes. Se detiene, levanta su cabeza y mueve los palpos. Parece husmear, agitada, un invisible compañero.

Entonces, estremecido en mi soledad, acorralado por el pequeño monstruo, recuerdo que en otro tiempo yo soñaba en Beatriz y en su compañía imposible.


FIN

lunes, 10 de diciembre de 2018

20 libros para regalar en Navidad. La recomendación de LA CASA DE TOMASA

Este año, y es el sexto, en nuestra lista no predomina el álbum ilustrado. Nos encanta poder decir que hemos encontrado 6 cómics estupendos para todas las edades. Y escarbando, escarbando, hemos dado con 4 libros informativos magníficos.

La lista contiene 20 libros de 18 editoriales distintas, solo 3 repiten (2 títulos): Takatuka, Libros del zorro rojo y Kalandraka. Si necesitas información detallada de cada libro consulta los Candidatos. Aunque la mayoría son novedades, conviene que los encargues en tu librería de confianza. Y arriesga con algún género que no suelas leer. Cómpralos (repasa bien las edades recomendadas) cuanto antes, que te los envuelvan y escóndelos hasta que llegue el momento.


La rebeldía de lo bello, lo lento, lo humano. Entrevista en el periódico PÁGINA12 al investigador especializado en educación Carlos Skliar, autor de Pedagogías de las diferencias.

Defiende la escuela como el último lugar posible del tiempo libre para chicas y chicos, la conversación como espacio de enseñanza y aprendizaje, la variación de las elecciones en “el mundo de verdad”. Frente a la uniformidad, el espíritu pragmático y el mandato de la productividad, el investigador advierte sobre la necesidad de liberar la infancia de las urgencias y las lógicas adultas.

En el último tiempo las ideas de Carlos Skliar en torno a la educación ganaron una popularidad que todavía para él resulta extraña. Su libro Pedagogías de las diferencias (Noveduc), publicado a comienzos del año pasado, ya va por su quinta reimpresión. Investigador principal del Conicet, reconocido internacionalmente por sus aportes pedagógicos y filosóficos al campo de la educación, algunos de sus planteos parecen atentar contra el estado de las cosas de esta época en el que impera la velocidad, la hiperconectividad, el pragmatismo. Propone la defensa de lo que considera virtudes olvidadas por la humanidad, entre otras la conversación como forma de transmitir conocimiento, y el silencio como imprescindible para indagar los desafíos vitales. Pero sus reflexiones no van dirigidas a una tribu de anacoretas sino a maestros y maestras del Sur del mundo. Porque es en las escuelas, dice, donde todavía se puede apostar por espacios de libertad, que se rebelen contra los mandatos productivistas, y que se permitan la posibilidad de mostrar otros mundos posibles. “Hay una generación de chicos agotados, que además están confundiendo saber con saber buscar”, afirma. De lo que se trata es de que niños y niñas puedan vivir la infancia sin las urgencias adultas. Cuenta que los chicos le preguntan todo el tiempo qué les puede enseñar que no esté en Youtube. “Y lo que pienso es que lo que no está ahí son los vínculos que se han tenido, que se han dado a lo largo de la historia, con una cosa llamada libro, con una cosa llamada canción, con una cosa llamada pintura”, reflexiona en diálogo con PáginaI12.


domingo, 9 de diciembre de 2018

"Para leer en contextos adversos y otros espacios emergentes". Un libro de descarga gratuita editado por el CERLAC y la Secretaría de Cultura del Gobierno de México (Blog "Linternas y bosques)

“Perder el lugar de origen es quizá una de las experiencias más difíciles, junto con la ausencia de un ser querido y el abandono”, escribe Fanuel Hanán Díaz en Palabras en mi maleta de Samuel Castaño (Ediciones Castillo, 2018). Cuando uno lee o escucha los desgarradores testimonios de los migrantes en caravana varados en Tijuana o todavía camino a la Ciudad de México, es inevitable pensar que muchas de estas personas experimentan las tres: irse, extrañar a alguien o perderlo en el camino y sentirse abandonado por gobiernos y personas. ¿Cómo sobrevivir emocional y físicamente a una realidad así de dura?

Las autoridades y los ciudadanos tenemos la responsabilidad de ofrecer refugio y ayuda. La lectura y la escritura, la literatura pueden ser vías. Son un paso, dice Evelyn Arizpe en el presente texto, hacia “la construcción de un sentido del ‘yo’ y de la pertenencia, a la vez, que crean conexiones con los ‘otros’ y con sus mundos”. Ofrecen espacios para reconstituirse, espacios para recuperar la dignidad, como ha insistido Michèle Petit y con quien dialoga la reflexión de Arizpe.
  
Una parte del gobierno, por lo menos, en coordinación con instituciones privadas y muchos voluntarios, ha asumido ese compromiso desde la mediación de lectura. El invaluable libro Para leer en contextos adversos y otros espacios emergentes (Secretaría de Cultura/DGP, 2018), de descarga gratuita aquí, da cuenta de ello de forma generosa. Hace accesible y reproducible una triada de programas coordinados por Angélica Vázquez del Mercado: “Leer con migrantes”, que opera a través de Salas de Lectura desde Chiapas hasta Baja California; “Metáforas para la reconstrucción”, creado para atender la crisis después de los sismos de 2017; y “Leer para la vida”, un seminario de fomento a la lectura para estudiantes de primer ingreso de las Escuelas Normales Públicas. Los primeros dos programas tuvieron como base la metodología empleada por Evelyn Arizpe para conformar la Red Internacional de Investigación: Literatura infantil en contextos críticos de desplazamiento: La creación de “espacios seguros” para niños y jóvenes a través de prácticas basadas en el cuento y el arte. CONTINUAR LEYENDO


La lectura en contextos adversos y otros espacios emergentes 7
Marina Núñez Bespalova
Transfigurar el horror en belleza 15
Michèle Petit
Literatura infantil en contextos críticos de desplazamiento: El Programa “Leer con migrantes” 23
Evelyn Arizpe
El Programa de capacitación “Leer con migrantes” 65
DGAFLL
Metáforas para la reconstrucción Proyecto de lectura y escritura en contextos adversos 123
DGAFLL
Leer para la vida. Seminario de Fomento a la Lectura y la Escritura en Escuelas Normales 163
DGAFLL



jueves, 6 de diciembre de 2018

El lagarto está llorando. Un poema de Federico García Lorca.


El lagarto está llorando.

La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta

Con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer

su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,

ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente

monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,

lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!

¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran, ¡ay!,

¡ ay!, cómo están llorando!


miércoles, 5 de diciembre de 2018

Camposanto en Colliure. Un poema de Ángel González.

Tumba de Antonio Machado

Camposanto en Colliure
Aquí paz,
y después gloria.
Aquí,
a orillas de Francia,
en donde Cataluña no muere todavía
y prolonga en carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco’s Show»
esa curiosa España de las ganaderías
de reses bravas y de juergas sórdidas,
reposa un español bajo una losa:
paz
y después gloria.
Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
paz
y después…
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria sombría e inclemente.
Sí; después gloria.
Al final del verano,
por las proximidades
pasan trenes nocturnos, subrepticios,
rebosantes de humana mercancía:
manos de obra barata, ejército
vencido por el hambre
paz…,
otra vez desbandada de españoles
cruzando la frontera, derrotados
…sin gloria.
Se paga con la muerte
o con la vida,
pero se paga siempre una derrota.
¿Qué precio es el peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes, hojas…,
ante la gloria ésta
…de reseco laurel
que yace aquí, abatida
bajo el ciprés erguido,
igual que una bandera al pie de un mástil.
Quisiera,
a veces,
que borrase el tiempo
los nombres y los hechos de esta historia
como borrará un día mis palabras
que la repiten siempre tercas, roncas.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Memorias de una horca. Un cuento de José María Eça de Queirós.

De un modo sobrenatural llegó a mí la noticia de la existencia de este papel, donde una pobre horca podrida y negra relataba algunas cosas de su historia. Esta horca procuraba escribir sus trágicas Memorias. Debían ser profundos testimonios sobre la vida. Como árbol, nadie conocía tan bien el misterio de la Naturaleza; como horca, nadie conocía mejor al hombre. Nadie puede ser tan espontáneo y genuino como el hombre que se retuerce al extremo de una cuerda, ¡a no ser ese otro que se le sube a los hombros! Por desgracia, la pobre horca se pudrió y murió.

Entre los apuntes que dejó, los menos completos son estos que transcribo, resumen de sus dolores, vaga apariencia de gritos instintivos. ¡Si ella hubiera podido escribir su vida compleja, llena de sangre y de tristezas! Es hora de que sepamos, por fin, cual es la opinión que la vasta Naturaleza, montes, árboles y aguas, tiene del hombre imperceptible. Tal vez este sentimiento me lleve algún día a publicar papeles que guardo avaramente y que son las Memorias de un átomo y las Notas de viaje de una raíz de ciprés.

Así discurre el fragmento que copio y que es, tan sólo, el prólogo de las Memorias:

«Pertenezco a una antigua estirpe de robles, raza austera y fuerte, que ya en la antigüedad dejaba caer de sus ramas pensamientos para Platón. Era una familia hospitalaria e histórica: ella había dado vida a navíos para la ruta tenebrosa de las Indias, lanzas para los alucinados de las Cruzadas y vigas para los techos sencillos y aromáticos que cobijaron a Savonarola, Spinoza y Lutero. Mi padre, olvidando las altas tradiciones sonoras y su linaje vegetal, tuvo una vida inerte y profana. No respetaba las morales antiguas, ni la ideal tradición religiosa, ni los deberes de la Historia. Era un árbol materialista. Lo habían pervertido los enciclopedistas de la vegetación. ¡Carecía de fe, de alma, de dios! Profesaba la religión del sol, de la savia y del agua. Era el gran libertino de la selva pensante. En verano no bien sentía la fermentación vívida de las savias, cantaba agitándose al sol, cobijaba los grandes conciertos de pájaros bohemios, escupía la lluvia sobre el pueblo encorvado y humilde de las hierbas y de las plantas, y por la noche, en el abrazo de las hiedras lascivas, roncaba bajo el silencio estelar. ¡Cuando llegaba el invierno, con la pasividad animal de un mendigo, alzaba hacia la impasible ironía del azul sus brazos flacos y suplicantes! CONTINUAR LEYENDO