Se sentaba al lado de la ventana de su pequeño taller en Westgate Street, encima de la mesa con las piernas cruzadas, desde la mañana a la noche.
Durante todo el día, mientras duraba la luz cortaba y cosía el raso, el brocado y la lustrina; telas con nombres extraños y muy caras para su época. CONTINUAR LEYENDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario