Las posibilidades de pensar lo simbólico en la literatura infantil son engañosas. Porque son muchas y, a la vez, una sola.
Una sola porque parece imposible pensar la literatura, cualquier literatura, separada del lenguaje simbólico.
Y muchas, en tanto que el lenguaje simbólico ha intentado, desde la primera palabra, desde el primer dibujo que se hizo al interior de una cueva, nombrar los distintos caminos por los que transita la experiencia humana.
Ahí estaba, ahí sigue estando, el mundo para mostrarnos su belleza y su dificultad y ahí estábamos, ahí seguimos estando los hombres, intentando dar cuenta.
De entre todas las posibilidades, hoy me detendré especialmente en la capacidad del lenguaje simbólico para nombrar el dolor y de la insistencia de ciertos símbolos que parecieran reclamar su derecho a irrumpir en nuestro, a ratos adormecido, mundo.
Como punto de partida usaré dos libros de reciente aparición en Chile. Un diamante en el centro de la tierra, de Jairo Buitrago y Daniel Blanco e Historia de un Oso (adaptación de un cortometraje del mismo nombre) de Antonia Herrera y Gabriel Osorio.
Dos libros que cuentan la historia de dos abuelos, dos exilios y dos familias quebradas por la dictadura. Los chilenos reconocemos el paisaje, sabemos que se trata de nuestra dictadura, pero bien podría ser cualquier otra. Lamentablemente la historia nos ha enseñado que todas las dictaduras se parecen. Todas dejan abuelos tristes, territorios perdidos y familias rotas.
Han pasado 43 años desde que tuvieron lugar los hechos que retratan estos libros y su aparición nos muestra la necesidad que tenemos de volver a ellos, insistir, seguir nombrando desde las imágenes y las palabras.
Periodista y escritora chilena, licenciada en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales, estudió Lingüística aplicada a la Traducción en la Universidad de Santiago de Chile y realizó un máster en Estudios Asiáticos en la Universidad de Barcelona. Es una de las escritoras de literatura infantil y juvenil más prolíficas y reconocidas de Iberoamérica. Desde 2005 ha publicado cerca de 30 libros en Chile, Argentina, Colombia, Brasil, México, España e Italia, y recibido numerosos premios. En 2012, fue ganadora el Premio Internacional de Poesía para niñas y niños «Ciudad de Orihuela» por su poemario El idioma secreto (Kalandraka, 2013). En 2014, sus libros Niños (Grafito Ediciones) y Notas al margen (Alfaguara) ganaron los premios literarios más importantes de Chile; el primero hizo historia al recibir el Premio Academia, de la Academia Chilena de la Lengua, a la mejor obra literaria publicada en Chile (primera vez que es otorgado a un título infantil), y el Premio Municipal de Literatura de la Municipalidad de Santiago, en la categoría Juvenil; Notas al margen ganó el Premio Marta Brunet, otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura a la mejor obra de literatura infantil, así como la Medalla Colibrí, de IBBY Chile. Las ilustraciones en esta entrada acompañan sus poemas en Escondido (Ocho Libros, 2014) que en 2016 ganó el Premio Fundación Cuatrogatos. Para conocer más de esta destacada autora te recomendamos esta entrevista que le hizo Bernardita Cruz para la Revista Había una vez.
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