te invita a trabajar
—mientras te mata—
y te invita a llorar
—mientras te seca—.
La Soledad nos limpia, sí, nos limpia,
—hasta dejarnos mondos y lirondos—;
nos acompaña, sí, nos acompaña,
pero se cobra bien la compañía—.
La Soledad es ese mal criado
que está solo esperando el testamento,
atisbando,
poniéndose nerviosa si mejoras,
si por fin llega carta o llega cita…
¡Qué asco de soledad!
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