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viernes, 29 de diciembre de 2017

Las mujeres de Cervantes. Un documental de RTVE.

Documental sobre las mujeres que han formado parte de la vida del autor de "El Quijote", y que tanta influencia tuvieron en su obra literaria. Leonor de Torreblanca, abuela de Cervantes, su tía María de Cervantes, su madre Leonor de Cortinas, sus hermanas Luisa, Andrea y Magdalena, su esposa Catalina de Salazar y su hija Isabel son algunas de las mujeres de su entorno familiar y amoroso que aparecerán en este trabajo. Además de los personajes literarios de Mariana, Dorotea y Dulcinea.
Un estudio en Coslada, la Casa de Cervantes en Esquivias, el Palacio del Infantado de Guadalajara, La Puebla de Montalbán, Colmenar de Oreja y Chinchón son algunos de los lugares que el equipo de realización ha utilizado para grabar este documental con mezcla de ficción.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Cervantes y Shakespeare no escribieron para niños. …pero casi todo niño conoce a Cervantes y a Shakespeare. Pronto saben de ese hombre seco de carnes y enjuto de rostro, montado en un caballo, rival de molinos y aliado de un panzón. (Adolfo Córdova)


Niños y niñas pequeños leen estas historias dentro de un mundo en el que todavía no se separan las obras en géneros literarios ni tradiciones artísticas; en él hay personajes bíblicos, leyendas, dichos populares, cuentos de hadas. Escuchan fragmentos de los textos, disfrutan las películas y los dibujos animados que hacen parodias o pastiches. Ven una pintura del Quijote o una obra de teatro guiñol de Romeo y Julieta y, listo, ya habrán leído a Cervantes y a Shakespeare. Iniciará un proceso de construcción de esa obra en su imaginario que quizá nunca incluya al texto original.

Personajes, libros, que son parte de un paisaje en el que vivimos: presentes, pero periféricos, alejados, virtuales, irreales. Libros irreales, lecturas virtuales: todos los comentan, nadie los ha leído, son el centro de un permanente teléfono descompuesto que prescinde del original. Estrellas allá arriba, sumidas en la galaxia.

Decimos Ser o no ser, hablamos de quijotadas, de tener un sancho como palabras corrientes que ya no es necesario buscar en el diccionario.

Shakespeare o Cervantes como el Che Guevara en cualquier camiseta. Ídolos, héroes, muñecos. Romeo y Julieta y el Quijote como marcas de identidad.

Cervantes y Shakespeare no escribieron para niños. Charles Perrault nació en 1628, 12 años después de la muerte de estos grandes autores, y pasarían varias décadas antes de que inaugurara, con sus cuentos de hadas, el género literario que ha tardado unos 300 años en ser reconocido, más o menos, como tal: el infantil.

Existen, por supuesto, algunas adaptaciones notables para niños.
La cuestión será si ¿leer o no leerlas? Recomendaría, en todo caso, preferir las versiones que hagan crecer la historia por otras vías: un cómic, los cuentos de Shakespeare de Mary y Charles Lamb (un clásico en sí mismo –aquí una reseña de la edición de Castillo), un libro ilustrado cuidadoso de los textos (pienso en El libro de Don Quijote para niños de Haroldo Maglia, ilustrado por Jesús Gabán), o el poema del acto I de Romeo y Julieta en La Reina Mab: El hada de las pesadillas (Pequeño Editor).

 Si no estamos seguros, intentemos cultivar la espera, hagamos la promesa: un día podrás andar en bicicleta, un día podrás viajar solo, un día podrás leer a Cervantes y a Shakespeare. Crecer con el deseo de descubrir nuevas lecturas.

En el artículo aparecen algunas recomendaciones de ediciones con textos íntegros de Shakespeare y Cervantes o adaptaciones cuidadas, que respetan al lector.


Fuente: Blog Linternas y bosques. Literatura infantil y juvenil

sábado, 3 de septiembre de 2016

El curioso impertinente. Un cuento del Quijote. Miguel de Cervantes.

Leyendo el libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, me topé con un apartado que rezaba así: "Amar para poseer mata el amor" en el que, hablando de los celos, el autor pone como ejemplo un trozo del Quijote, concretamente el que va en los capítulos 33-35, donde se cuenta la novela del Curioso impertinente.

"En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman Toscana, vivían Anselmo y Lotario, dos caballeros ricos y principales, y tan amigos, que por excelencia y antonomasia de todos los que los conocían “los dos amigos” eran llamados. Eran solteros, mozos de una misma edad y de unas mismas costumbres, todo lo cual era bastante causa a que los dos con recíproca amistad se correspondiesen. Bien es verdad que el Anselmo era algo más inclinado a los pasatiempos amorosos que el Lotario, al cual llevaban tras sí los de la caza. Pero cuando se ofrecía dejaba Anselmo de acudir a sus gustos por seguir los de Lotario, y Lotario dejaba los suyos por acudir a los de Anselmo; y de esta manera andaban tan a una sus voluntades, que no había concertado reloj que así lo anduviese.


Andaba Anselmo perdido de amores de una doncella principal y hermosa de la misma ciudad, hija de tan buenos padres, y tan buena ella por sí, que se determinó, con el parecer de su amigo Lotario, sin el cual ninguna cosa hacía, de pedirla por esposa a sus padres; y, así, lo puso en ejecución; y el que llevó la embajada fue Lotario, y el que concluyó el negocio tan a gusto de su amigo, que en breve tiempo se vio puesto en la posesión que deseaba, y Camila tan contenta de haber alcanzado a Anselmo por esposo, que no cesaba de dar gracias al cielo y a Lotario, por cuyo medio tanto bien le había venido.

Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solía, la casa de su amigo Anselmo, procurando honrarle, festejarle y regocijarle con todo aquello que a él le fue posible. Pero acabadas las bodas, y sosegada ya la frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle a él, como es razón que parezca a todos los que fueren discretos, que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mismos hermanos, cuanto más de los amigos." CONTINUAR LEYENDO

jueves, 26 de mayo de 2016

Shakespeare y Cervantes, esa es la cuestión. La coincidencia hace 400 años de la muerte de estos dos grandes de la literatura universal alienta la búsqueda de una identidad compartida. Alberto Manguel.

Nuestra aptitud para ver constelaciones de estrellas distantes entre sí y por lo general muertas se vuelca en otras áreas de nuestra vida sensible. Agrupamos en una misma cartografía imaginaria hitos geográficos disímiles, hechos históricos aislados, personas cuyo solo punto común es un idioma o un cumpleaños compartido. Creamos así circunstancias cuya explicación puede ser encontrada solamente en la astrología o la quiromancia, y a partir de estos embrujos intentamos responder a viejas preguntas metafísicas sobre el azar y la fortuna. El hecho de que las fechas de William Shakespeare y Miguel de Cervantes casi coincidan hace que no solo asociemos a estos dos personajes singulares en obligatorias celebraciones oficiales, sino que busquemos en estos seres tan diferentes una identidad compartida.

Desde un punto de vista histórico, sus realidades fueron notoriamente distintas. La Inglaterra de Shakespeare transitó entre la autoridad de Isabel y la de Jaime, la primera de ambiciones imperiales y la segunda de preocupaciones sobre todo internas, calidades reflejadas en obras como Hamlet y Julio César por una parte, y en Macbeth y El rey Lear por otra. El teatro era un arte menoscabado en Inglaterra: cuando Shakespeare murió, después de haber escrito algunas de las obras que ahora universalmente consideramos imprescindibles para nuestra imaginación, no hubo ceremonias oficiales en Stratford-upon-Avon, ninguno de sus contemporáneos europeos escribió su elegía en su honor, y nadie en Inglaterra propuso que fuese sepultado en la abadía de Westminster, donde yacían los escritores célebres como Spencer y Chaucer. Shakespeare era (según cuenta su casi contemporáneo John Aubrey) hijo de un carnicero y de adolescente le gustaba recitar poemas ante los azorados matarifes. Fue actor, empresario teatral, recaudador de impuestos (como Cervantes) y no sabemos con certeza si alguna vez viajó al extranjero. La primera traducción de una de sus obras apareció en Alemania en 1762, casi siglo y medio después de su muerte.

Cervantes vivió en una España que extendía su autoridad en la parte del Nuevo Mundo que le había sido otorgado por el Tratado de Tordesillas, con la cruz y la espada, degollando un “infinito número de ánimas,” dice el padre Las Casas, para “henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas” con “la insaciable codicia y ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo”. Por medio de sucesivas expulsiones de judíos y árabes, y luego de conversos, España había querido inventarse una identidad cristiana pura, negando la realidad de sus raíces entrelazadas. En tales circunstancias, el Quijote resulta un acto subversivo, con la entrega de la autoría de lo que será la obra cumbre de la literatura española a un moro, Cide Hamete, y con el testimonio del morisco Ricote denunciando la infamia de las medidas de expulsión. Miguel de Cervantes (nos dice él mismo) “fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo. Perdió en la batalla de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa”. Tuvo comisiones en Andalucía, fue recaudador de impuestos (como Shakespeare), padeció cárcel en Sevilla, fue miembro de la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento y más tarde novicio de la Orden Tercera. Su Quijote lo hizo tan famoso que cuando escribió la segunda parte pudo decir al bachiller Carrasco, y sin exageración, “que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aún hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca”.

Fuente: cultura.elpais.com

domingo, 1 de mayo de 2016

“Cervantes era un prefeminista”. Entrevista a Natalia Menéndez, directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que este año dedica gran parte de su programación al autor del 'Quijote'.

—Hablando de minorías, ¿por qué se ha tardado tanto en dar visibilidad a las mujeres creadas por este autor?

—Porque no convenía decir que Cervantes era un prefeminista. Es un hombre que hace decir a mujeres como una gitana, una dama, una tabernera o una campesina que son libres. Ya era hora, así se le comprende mejor. En la próxima edición del Festival de Almagro queremos acercarlo, eso en algún momento no interesó. Se puede aprender mucho de él y es lo que vamos a intentar.


Fuente: Babelia. El País

lunes, 9 de marzo de 2015

De la mano de Cervantes: la lectura moderna de los clásicos. Mª Teresa Caro Valverde, María González García. Universidad de Murcia

"Grosso modo, existen dos diseños metodológicos de la lectura: el controlador y el liberador. El primero se basa en la corrección para lograr la universalidad o el consenso, que homogeneiza y estabiliza el sentido en una verdad objetualizada y establece los límites entre lo decible y lo indecible. El segundo se basa en la vinculación para crear las condiciones de la pluralidad de sentido en una verdad recontextualizada que implica la facultad de comunicarse con el otro y de ensayar posibilidades de vida que proporciona la imaginación al pensamiento humano. Sucede que el primer diseño ha oprimido tradicionalmente al segundo en las escuelas degradando el estatuto epistemológico de la imaginación como subjetividad alucinada y mero pasatiempo. Pensamos que aquí radica uno de los problemas fundamentales con los que tropieza el actual proyecto de educación en competencias básicas, pues ciertamente la imaginación es indispensable para activar la competencia lectora que reporta reflexión creativa y crítica, tal y como enuncia la máxima aristotélica “nihil potest homo intelligere sine phantasmate”. Son los defensores de la lectura controladora los que han querido confiscarla como mimesis que reproduce la realidad cuando su función genuina es la poiesis que genera intelectivamente conocimiento de mundo."

"De modo complementario a los diseños metodológicos referidos, existen dos tipos de experiencia lectora: la consumista y la sentida. En la primera, el lector acepta el acto de la comunicación lectora desde la lógica de la mercancía, rica en estímulos y pobre en experiencias, pues se apropia de las lecturas como quien archiva recuerdos que acumula sin que le afecten ni transformen. En la segunda, el lector mezcla lo que sabe con lo que es, lo que pasa y lo que le pasa, y vive así la lectura como ‘producción de sentido’. La lectura sentida es una apetencia interior que despierta la curiosidad, motor primero del fomento de la investigación."