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jueves, 20 de marzo de 2025

Gemma Lluch, investigadora: “Leer clásicos no solo da cultura a los chavales, sino beneficios psicológicos”. Ignacio Zafra, El País 08 MAR 2025

La catedrática de la Universidad de Valencia publica sus conclusiones sobre cómo son los libros que leen los niños y adolescentes tras 20 años de investigación

La comprensión lectora de los estudiantes españoles ha empeorado, según las evaluaciones internacionales. Los de 15 años están peor que en 2009 (según el Informe PISA), y los de 10 años, peor que en 2016 (la primera edición en la que participó España del estudio PIRLS). Gemma Lluch, catedrática de Filología de la Universidad de Valencia, acaba de publicar junto a siete colegas las conclusiones de 20 años de investigación. Los libros que leemos, ¿quién, dónde y cómo se decide? es una obra que dedica muchas páginas a los niños y adolescentes, y al papel de la escuela. La entrevista tiene lugar en el despacho de Lluch, nacida hace 67 años en el Puerto de Sagunto (Valencia), con el sol que se filtra por la ventana mientras se derrama sobre montones de volúmenes.

Pregunta. Su investigación resume las características de los libros que recomiendan a los chavales los influencers. ¿Cómo son?

Respuesta. Llevamos investigándolo desde 2003. Empezamos analizando los foros de Laura Gallego, después los blogs, los booktubers, ahora Instagram y TikTok, y a pesar del tiempo transcurrido y de las diferentes plataformas, las características son las mismas. El tipo de libro que les recomiendan es ficción narrativa, épica, fantasía épica, y cada vez más, romántica. Mayoritariamente, traducidos del inglés y con un patrón narratológico repetido. Son los mismos libros continuamente. Si le pides a una adolescente que te cuente los argumentos, muchas veces cuesta distinguirlos.

P. ¿Hay diferencias con lo que encuentran en las bibliotecas públicas y en la escuela?

R. En las bibliotecas españolas hay una diferencia abismal entre lo que los adolescentes piden en mostrador, sin mediación, de lo que leen en los clubes de lectura organizados por propias bibliotecas públicas o escolares, en los que existe dicha mediación por parte del bibliotecario o de un docente. En mostrador piden prácticamente lo mismo que les recomiendan los book influencers. Podemos decir que siempre están leyendo lo mismo, es como un patrón que necesitan repetir continuamente. En el caso de los clubes de lectura, la mediación resulta mágica. Los bibliotecarios abren las propuestas a diferentes géneros. Se lee también poesía, álbum ilustrado, teatro. No son solo novedades, sino libros de diferentes momentos históricos. Provienen de culturas diferentes, por ejemplo, en los clubes de lectura se leen las diferentes lenguas del Estado, algo que sucede muy pocas veces cuando piden en mostrador.

P. ¿Y en los centros escolares?

R. Hay algunos libros que serían de las mismas características que los del book influencer. Encontramos tres o cuatro títulos repetidos, pero también vemos obras que pertenecen al patrimonio cultural.

P. En su investigación señalan que niños y adolescentes tienden a demandar historias con las que se identifican.

R. Sí. Se produce de diferentes maneras, pero hay un tipo de libro que está muy arraigado a su realidad, a su cotidianidad. Hay investigaciones que apuntan a que de aquí a unos años estos libros se podrán leer como un diario de época. Y hay un tipo de libro que les da soluciones a sus problemas de vida. Tanto PISA como una encuesta del Gobierno sobre consumos culturales coinciden en señalar que a los adolescentes y los postadolescentes les gusta cada vez menos leer ficción, pero que sí les gusta leer, digamos, de cosas de la vida, y que les ofrezcan soluciones. Y este tipo de ficción narrativa, que les pone delante, por ejemplo, de un problema de bullying, de identidad sexual, etcétera, y aporta algún tipo de solución, liga perfectamente con esa preferencia. Por una parte es ficción, y por otra les muestra que hay salida a los conflictos vitales que tienen en esa época de construcción personal que es la adolescencia. Después, dentro de la ficción narrativa, Harry Potter representa un ejemplo paradigmático de identificación. Se inicia con un niño de 11 años, que empieza la escolaridad, y el lector va creciendo a medida que lo hace el protagonista. J. K. Rowling (su autora) utiliza diferentes mecanismos para captar su atención. El protagonismo coral de la obra hace que si tú eres una lectora, te identifiques con la chica. Si eres un poco más patoso te identifiques con el chico... Cada lector encuentra su alter ego. Y la abundancia del diálogo, habitual en estos libros, que hace que los ritmos sean muy rápidos, se adapta mucho al lector juvenil actual. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 19 de noviembre de 2023

"POR QUÉ LEER A LOS CLÁSICOS". Por Italo Calvino

Empecemos proponiendo algunas definiciones.

I. Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo ...».

Es lo que ocurre por lo menos entre esas personas que se supone «de vastas lecturas»; no vale para la juventud, edad en la que el encuentro con el mundo, y con los clásicos como parte del mundo, vale exactamente como primer encuentro.

El prefijo iterativo delante del verbo «leer» puede ser una pequeña hipocresía de todos los que se avergüenzan de admitir que no han leído un libro famoso. Para tranquilizarlos bastará señalar que por vastas que puedan ser las lecturas «de formación» de un individuo, siempre queda un número enorme de obras fundamentales que uno no ha leído.

Quien haya leído todo Heródoto y todo Tucídides que levante la mano. ¿Y Saint-Simon? ¿Y el cardenal de Retz? Pero los grandes ciclos novelescos del siglo XIX son también más nombrados que leídos. En Francia se empieza a leer a Balzac en la escuela, y por la cantidad de ediciones en circulación se diría que se sigue leyendo después, pero en Italia, si se hiciera un sondeo, me temo que Balzac ocuparía los últimos lugares. Los apasionados de Dickens en Italia son una minoría reducida de personas que cuando se encuentran empiezan en seguida a recordar personajes y episodios como si se tratara de gentes conocidas. Hace unos años Michel Butor, que enseñaba en Estados Unidos, cansado de que le preguntaran por Emile Zola, a quien nunca había leído, se decidió a leer todo el ciclo de los Rougon-Macquart. Descubrió que era completamente diferente de lo que creía: una fabulosa genealogía mitológica y cosmogónica que describió en un hermosísimo ensayo. CONTINUAR LEYENDO

Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets (Marginales, 122), 1993  

domingo, 10 de septiembre de 2023

"UN LIBRO PERTURBADOR EN LA MOCHILA". Un artículo de Lola Pons Rodríguez publicado en El País el 9 de septiembre de 2023

[...] Yo sé que es preocupante el abandono escolar de la lectura. Pero también es preocupante que pensemos que leer es solo una forma de entretenerse o, peor aún, una mera forma de socializar simpáticamente en las redes. Si no obligamos a leer los clásicos, de la manera acompañada o adaptada que estimen los especialistas, estamos dejando a los estudiantes desnudos de referentes de una cultura secular compartida y entregados al fenómeno editorial del momento.

En la Lomloe, la última ley educativa (no lo olviden: ocho leyes educativas y siete presidentes del Gobierno desde la democracia), se anima a que las lecturas en secundaria y Bachillerato se dediquen a “obras y fragmentos relevantes de la literatura juvenil contemporánea y del patrimonio literario universal”. Queda al arbitrio de la concreción normativa posterior elegir la configuración del canon. Por si, en manos autonómicas o en manos de los propios institutos, alguien saca la bandera de la resignación y cede al atajo de la lectura como diversión poco esforzada, yo escribo estas líneas a favor de que se incluya al pícaro y a su libro perturbador en la mochila de la secundaria. Es lo mínimo que le debo al perdedor de Tormes, al Lázaro que hay en mí y al que hay en todos ustedes, hayan o no leído su obra.


martes, 29 de agosto de 2023

"LA DESAPARICIÓN DE LA LITERATURA". Un artículo de Christopher Domínguez Michael publicado en la revista Letras Libres (México) el 15 de agosto de 2023

"Descolonizar", en los nuevos libros de texto, es hacer tabula rasa de los clásicos de la literatura, alejando a los niños de las obras que podrían estimular el apetito de unos pocos aventureros.

No soy el primero en señalar que entre las muchas falencias y aberraciones de los nuevos libros de texto que la llamada 4T pretende hacer circular está la desaparición, en sus contenidos, de la gran literatura. Adrede escribo “gran”, porque una de las características de los novatores de nuestro tiempo instruidos por las variadas escuelas del Resentimiento es el desprecio a una tradición literaria inmemorial que asocian a un supuesto Occidente colonizador, patriarcal y racista, el cual, desde los tiempos de Homero y Jenofonte (cuya obra, para dar un ejemplo, prueba que la frontera entre razas y religiones, entre griegos y persas, entre naturales y extranjeros, siempre fue muy móvil) se empeñaría –nos dicen– en imponer la “blanquidad” y su corolario de esclavitudes. Que los promotores de un despropósito semejante, en su versión mexicana, lleven Marx de nombre propio y escriban (aunque muy mal) en una lengua neolatina, sería cosa menor si el objetivo no fuera el alma cautiva de millones de niñas y niños, los cuales, en un país sin lectores, serán alejados, aún más irremediablemente de lo que ya están, de los clásicos antiguos, modernos y contemporáneos, lo mismo los nacionales que los extranjeros.

Descolonizar, se entiende, para los comisarios en el poder, es hacer tabula rasa de los clásicos, alejando a los niños de las obras, aun fuesen un puñado de páginas selectas e introductorias para estimular el apetito de unos pocos aventureros. Nada de La República, El sueño de una noche de verano, El avaro, El Quijote, Frankestein, Fortunata y Jacinta, La muerte de Iván Ilich, Los tigres de la Malasia, Juan de Mairena, El Aleph, El llano en llamas, El viejo y el mar, Siddhartha, La semana de colores, Hojas de hierba, Balún Canan, Crónicas marcianas,ni de versos de Sor Juana, de Nervo, de Poe, de Verlaine, de Alfonsina Storni, de Lugones, de Villaurrutia, de Pellicer, de Paz, de Pacheco y de tantos poetas vivos a los que deberíamos introducir a los niños. Eso sí, algunos de quienes diseñaron los LDT tuvieron la humorada de “autoantologarse” o de mencionar a autores de última fila (todos los intelectuales de la autoproclamada 4T se hacinan allí) solo por ser amiguetes del gobierno en turno. Pero indigna (y eso es lo que importa) que la tradición literaria, en su origen y en su vitalidad, haya sido sustituida por los “múltiples lenguajes”, otro eufemismo para nombrar el vacío. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 26 de noviembre de 2022

"EL MÓVIL DE HANSEL Y GRETEL", por Hernán Casciari

Anoche le contaba a la Nina un cuento infantil muy famoso, el Hansel y Gretel de los hermanos Grimm. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: "No importa. Que lo llamen al papá por el móvil".

Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura —toda ella, en general— si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.

¿Ya está?

Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.

¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo? CONTINUAR LEYENDO

sábado, 8 de julio de 2017

Amor, esa palabra odiosa. Un artículo de Elvira Lindo (El País)

Un clásico es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y esa ha sido mi experiencia con 'Apegos feroces', de Vivian Gornick
 
Siempre me ha sorprendido ese momento vital que a algunos les llega, tan cansinamente descrito, de leer solo a los clásicos, o como se suele decir con coquetería por estas fechas veraniegas, de releerlos. Sucede, dicen, cuando uno comienza a tener conciencia de la fugacidad del tiempo y no está dispuesto a perderlo con bobadas. Visto así, tiene su lógica, pero también la tiene el pensar que hay clásicos de los que no tuvimos noticia, que es tanto lo que ignoramos como lo que conocemos, y que un clásico, en el canon estrictamente personal, es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y marcar lo que a partir de ahora leas o escribas. Ésa ha sido mi experiencia con Apegos feroces, de Vivian Gornick, periodista y escritora que nació en el Bronx en 1935, y que cuenta, desde una primera persona que es la suya, la difícil, dramática, estrecha y agobiante relación que mantiene con su madre a lo largo de la vida. Estas memorias se publicaron en 1987 pero es ahora cuando nos llegan a nosotros, y tal vez tiene su sentido que se hayan publicado con retraso, porque retrasados andábamos en ciertos asuntos. No es el libro de Gornick un ensayo académico o un análisis del lazo materno-filial, al contrario, es pura, hermosa y elevada literatura, pero aborda asuntos que ahora nos interesan más o que han entrado en el debate social: la maternidad, el siempre denso, fructífero y correoso lazo de una madre con su hija; el amasamiento de la propia vida para crear literatura, y la certificación, como sonido de fondo, del devenir histórico y de cómo afectaba a la vida íntima de las mujeres. CONTINUAR LEYENDO
 

domingo, 30 de octubre de 2016

La editorial Herder lanza una serie de Clásicos en versión Manga

La editorial Herder ha lanzado una serie de clásicos en versión manga. Entre ellos, El Capital, de Karl Marx. Bajo el título original de “Manga de dokuha, Das Kapital“, se han publicado un total de tres tomos para resumen los conceptos clave de dicha obra. Ni que decir tiene que ha sido un éxito total, habiéndose vendido más de 120.000 ejemplares en Japón.

 


lunes, 24 de octubre de 2016

Los clásicos nos hacen críticos. Carlos García Gual.

Las grandes obras nos ayudan a entender aspectos esenciales de la condición humana: su mensaje se reinterpreta con los años, abre nuevos horizontes y moldea a personas más críticas e imaginativas

Como señala Alfonso Berardinelli, los libros que calificamos de “clásicos” no fueron escritos para ser estudiados y venerados, sino ante todo para ser leídos(Leer es un riesgo, traducción de S. Cobo; Círculo de Tiza; Madrid, 2016). El renovado y largo fervor de sus lectores ha dado prestigio a algunos libros que se mantienen vivos a lo largo de siglos. Acaso por eso hay quien cree que esos escritos de otros tiempos no son de fácil acceso, son inactuales y se han acartonado por la distancia y están mantenidos por una retórica académica. Contra tan vulgar prejuicio me parece excelente el consejo de Berardinelli: “Quien lea un clásico debería ser tan ingenuo y presuntuoso como para pensar que ese libro fue escrito precisamente para él, para que se decidiese a leerlo”. Sin más, cada clásico invita a un diálogo directo, porque sus palabras no se han embotado con el tiempo, y pueden resultar tan atractivos hoy como cuando se escribieron, para quien se arriesga a viajar sobre el tiempo con su lectura.

Leer un clásico no presenta mayor riesgo que la lectura de algo actual de cierto nivel literario. Es decir, exige una vivaz atención, y tal vez cierta lentitud, para llegar a captar con precisión lo que nos dice por encima de los ecos de su trasfondo de época. Más allá de las convenciones de estilo, lo que caracteriza a un libro clásico es el hecho de que pervive porque fue interesante y emotivo y capaz de sugerir apasionadas lecturas al lector de cualquier época. Classicus quería decir en su origen “con clase” o “de primera clase”, según los mandarines de la crítica; pero los grandes clásicos no requieren lectores muy selectos ni con título especial, sino inteligentes y despiertos, porque versan sobre aspectos esenciales de la condición humana. Un libro clásico es el que puede releerse una y otra vez y siempre parece inquietante y seductor porque nos conmueve y cuestiona, a veces en lo íntimo, y, como escribió Italo Calvino, “siempre tiene algo más que decir”.Por eso se ha salvado del gran enemigo de toda cultura: el abrumador olvido (hablo de los libros, pero vale lo mismo para los clásicos de la música o de otras artes). CONTINUAR LEYENDO
Fuente: El País

sábado, 17 de septiembre de 2016

Cervantes y Shakespeare no escribieron para niños. …pero casi todo niño conoce a Cervantes y a Shakespeare. Pronto saben de ese hombre seco de carnes y enjuto de rostro, montado en un caballo, rival de molinos y aliado de un panzón. (Adolfo Córdova)


Niños y niñas pequeños leen estas historias dentro de un mundo en el que todavía no se separan las obras en géneros literarios ni tradiciones artísticas; en él hay personajes bíblicos, leyendas, dichos populares, cuentos de hadas. Escuchan fragmentos de los textos, disfrutan las películas y los dibujos animados que hacen parodias o pastiches. Ven una pintura del Quijote o una obra de teatro guiñol de Romeo y Julieta y, listo, ya habrán leído a Cervantes y a Shakespeare. Iniciará un proceso de construcción de esa obra en su imaginario que quizá nunca incluya al texto original.

Personajes, libros, que son parte de un paisaje en el que vivimos: presentes, pero periféricos, alejados, virtuales, irreales. Libros irreales, lecturas virtuales: todos los comentan, nadie los ha leído, son el centro de un permanente teléfono descompuesto que prescinde del original. Estrellas allá arriba, sumidas en la galaxia.

Decimos Ser o no ser, hablamos de quijotadas, de tener un sancho como palabras corrientes que ya no es necesario buscar en el diccionario.

Shakespeare o Cervantes como el Che Guevara en cualquier camiseta. Ídolos, héroes, muñecos. Romeo y Julieta y el Quijote como marcas de identidad.

Cervantes y Shakespeare no escribieron para niños. Charles Perrault nació en 1628, 12 años después de la muerte de estos grandes autores, y pasarían varias décadas antes de que inaugurara, con sus cuentos de hadas, el género literario que ha tardado unos 300 años en ser reconocido, más o menos, como tal: el infantil.

Existen, por supuesto, algunas adaptaciones notables para niños.
La cuestión será si ¿leer o no leerlas? Recomendaría, en todo caso, preferir las versiones que hagan crecer la historia por otras vías: un cómic, los cuentos de Shakespeare de Mary y Charles Lamb (un clásico en sí mismo –aquí una reseña de la edición de Castillo), un libro ilustrado cuidadoso de los textos (pienso en El libro de Don Quijote para niños de Haroldo Maglia, ilustrado por Jesús Gabán), o el poema del acto I de Romeo y Julieta en La Reina Mab: El hada de las pesadillas (Pequeño Editor).

 Si no estamos seguros, intentemos cultivar la espera, hagamos la promesa: un día podrás andar en bicicleta, un día podrás viajar solo, un día podrás leer a Cervantes y a Shakespeare. Crecer con el deseo de descubrir nuevas lecturas.

En el artículo aparecen algunas recomendaciones de ediciones con textos íntegros de Shakespeare y Cervantes o adaptaciones cuidadas, que respetan al lector.


Fuente: Blog Linternas y bosques. Literatura infantil y juvenil

martes, 13 de septiembre de 2016

Grandes y pequeños clásicos. Luis Daniel González

Desde la perspectiva de la educación literaria, está claro que obligar a los chicos a leer el Quijote o darles a leer un «Quijote para niños» no garantiza, ni mucho menos, que cuando sean mayores lleguen a leer y apreciar el Quijote. Este objetivo de ponerlos en condiciones de comprender y disfrutar los grandes clásicos, que dicho sea de paso señala que tal educación no consiste sólo en adquirir conocimientos literarios y competencia lectora sino que apunta también a la recepción de valores permanentes, será más fácil conseguirlo si los educadores saben ayudar a los chicos a dar sus primeros pasos con relatos de calidad contrastada. 

Y si hay libros de los que se puede afirmar eso sin duda es de los clásicos de la Literatura infantil y juvenil (LIJ), que han pasado la criba de generaciones y ambientes distintos y que han probado ser tan o más capaces de despertar entusiasmo por la lectura como los de Harry Potter, aunque ciertamente sea necesario en algunos casos que los adultos los conozcan y sepan presentarlos bien.

Sin entrar ahora en grandes dibujos, a los clásicos de LIJ se les puede aplicar la definición que hacía Chesterton, refiriéndose a Dickens, como «un rey del que se puede desertar, pero a quien no cabe destronar». O la de Borges, cuando dice que son libros que se leen siempre «con previo fervor y una misteriosa lealtad». O la de Italo Calvino cuando asegura que «un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir», una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos..., que sin embargo se sacude continuamente de encima. Los clásicos, sigue diciendo el autor italiano, son libros que cuando más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos, resultan al leerlos de verdad. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 19 de marzo de 2016

Adaptación de clásicos de la literatura al cómic

He aquí algunas noticias y novedades sobre las adaptaciones de distintas obras clásicas al cómic.

1. Página 2 de RTVE (reportaje).


2. LITEBEO (= Literatura + Tebeo), es un catálogo de adaptaciones de obras literarias a cómics, sobre todo de clásicos.
3. Series de Clásicos de la Literatura en Cómics.

domingo, 28 de febrero de 2016

Las 10 mejores adaptaciones de clásicos literarios al cine.

Aunque Hollywood siempre nos ha deleitado con grandes guiones originales, el cine también está plagado de brillantes adaptaciones de toda clase de obras literarias. Aunque en los últimos años hemos disfrutado infinidad de adaptaciones de literatura fantástica, novelas contemporáneas e incluso comics y novelas gráficas, la industria también ha destacado por tomar algunos de los grandes clásicos literariosde todos los tiempos para llevarlos a la pantalla grande, ya sea de manera completamente fiel o con actualizaciones que busquen darle un nuevo ángulo para las audiencias actuales.

Tal es el caso de Anna Karenina, nueva cinta de Joe Wright que hizo todo lo posible por mantenerse fiel al clásico literario de León Tolstói, pero que buscó la innovación con escenarios arriesgados y fotografía innovadora, los cuales pretenden dar una estética nunca antes vista a esta historia.

1. Drácula, de Francis Ford Coppola (1992)
2. Anna Karenina, de Joe Wright (2012)
3. Doctor Zhivago, de David Lean (1965)
4. Orgullo y prejuicio, de Joe Wright (2005)
5. Diez cosas que odio de ti, de Gil Junger (1999)
6. Romeo y Julieta, de Franco Zeffirelli (1968)
7. Grandes esperanzas, de Alfonso Cuarón (1998)
8. Matar a un ruiseñor, de Robert Mulligan (1962)
9. Los miserables, de Tom Hooper (2012)
10. Lo que el viento se llevó, de Victor Fleming (1939)

Fuente: El placer de la lectura





domingo, 21 de febrero de 2016

El Quijote adaptado. Editorial Weeble.

Hay distintas adaptaciones de El Quijote. La que desde aquí os hago llegar es la que ha realizado la editorial Weeble. El que aparezca aquí esta editorial es porque permite descargar gratuitamente todos los libros que publica´, entre ellos este de Don Quijote. Además, en esta ocasión, puedes, si quieres, colaborar con la ONG: uno entre cien mil que se dedica a financiar investigaciones sobre la leucemia infantil. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Cómo se debe celebrar un clásico. Un artículo de Juan Antoniio Gonzáles Iglesias.

Cervantes y Shakespeare se incorporaron al club de los elegidos con las mismas cualidades que los grandes de Grecia y Roma. La única diferencia es que la inmortalidad de los modernos se mide por siglos, y la de los antiguos por milenios. Si en 2016 honraremos a los autores de Otelo y de El Quijotepor su cuarto centenario, en 2017 recordaremos al poeta que escribió el Arte de amar y lasMetamorfosis, porque se cumple su bimilenario.

Hace unos años, cuando acababa de explicar en la facultad que clásico podía entenderse como sagrado en un sentido cultural y laico, una alumna replicó que eso era una contradicción en los términos, porque desde una perspectiva laica no había nada sagrado. Intenté hacerle ver que la sacralidad cultural hace que, por ejemplo, nos horrorice la idea de ver que se quema un libro (no ya El Quijote, sino cualquier libro). Que esa sacralidad incluso puede ser contraria a la religiosa, porque las grandes religiones no han dudado en destruir a los clásicos que las contrariaban. Por último, procuré enfocarlo de otro modo: clásico quiere decir sagrado porque se refiere a una obra atemporal. Con los clásicos actúa la convención (una hermosa ficción aceptada como realidad) de que pasan por el tiempo sin que el tiempo pase por ellos. Los clásicos son lo más parecido a la eternidad laica que tenemos los occidentales. Seamos creyentes, ateos o agnósticos, podemos compartir ese tesoro, que parece intangible, pero es tan tangible como un libro o la pantalla de un lector electrónico. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: El País. Cultura

sábado, 6 de febrero de 2016

Aniversarios de doce grandes obras de la literatura infantil y juvenil. (Fundación Cuatro gatos)

En este año 2016 son varios los libros significativos de la literatura infantil y juvenil universal que celebran “aniversarios redondos”. La Fundación "Cuatro gatos" ha seleccionado doce de esas obras para recordarlas, con el propósito de invitar a su relectura o a su “descubrimiento” (si es que aún no las conocen y pueden tener la suerte de disfrutarlas por primera vez).

  1. Los viajes de Gulliver, del escritor satírico inglés Jonathan Swift (1667-1745), publicado por primera vez en 1726, cumple 290 años.
  2. Las aventuras de Tom Sawyer (1876) , del estadounidense Mark Twain (seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, 1835-1910),
  3. Los chicos del ferrocarril (1905), de la británica Edith Nesbit (1858-1924)
  4. Se cumplen 90 años de la publicación en 1926 de Winnie the Pooh, de A. A. Milne (1882-1956), otro clásico de la narrativa inglesa para chicos.
  5. Un clásico del cuento ilustrado estadounidense:Harry, el perrito sucio, cumple 60 años y sigue reeditándose con renovada aceptación. Creado en 1956 por el matrimonio formado por el escritor Gene Sion (1913-1975) y la ilustradora Margaret Bloy Graham (1920-2015).
  6. Este año celebramos los 50 años de la primera edición de un clásico de la literatura infantil de Argentina: Cuentopos de Gulubú (1966), de la gran María Elena Walsh (1930-2011).
  7. Colmillo blanco, de Jack London, vio la luz en el lejano 1906, hace 110 años
  8. Los muchachos de la calle Pál (1906), de Ferenc Molnár, es la obra de la narrativa hñungara para niños y jóvenes que más difusión internacional ha alcanzado. ACCEDER AL TEXTO
  9. Uno de los títulos más deliciosos de la saga que la escritora e ilustradora finlandesa Tove Jansson dedicó a los Mumín, su inefable familia de diminutos trolls, es el titulado La llegada del cometa. Esta novela, que inaugura la serie y cumple 70 años.
  10. En 1956, hace 60 años, apareció la séptima y última parte de la saga Las crónicas de Narnia, del escritor británico C. S. Lewis.
  11. Se cumplen 40 años de la aparición de un clásico brasileño de la literatura infantil contemporánea: La bolsa amarilla, de Lygia Bojunga Nunes
  12. Cuentos de Guane (1976), de la escritora cubana Nersys Felipe.


jueves, 4 de febrero de 2016

Grandes y pequeños clásicos. Un artículo de Luis Daniel González

Desde la perspectiva de la educación literaria, está claro que obligar a los chicos a leer el Quijote o darles a leer un «Quijote para niños» no garantiza, ni mucho menos, que cuando sean mayores lleguen a leer y apreciar el Quijote. Este objetivo de ponerlos en condiciones de comprender y disfrutar los grandes clásicos, que dicho sea de paso señala que tal educación no consiste sólo en adquirir conocimientos literarios y competencia lectora sino que apunta también a la recepción de valores permanentes, será más fácil conseguirlo si los educadores saben ayudar a los chicos a dar sus primeros pasos con relatos de calidad contrastada. 

Y si hay libros de los que se puede afirmar eso sin duda es de los clásicos de la Literatura infantil y juvenil (LIJ), que han pasado la criba de generaciones y ambientes distintos y que han probado ser tan o más capaces de despertar entusiasmo por la lectura como los de Harry Potter, aunque ciertamente sea necesario en algunos casos que los adultos los conozcan y sepan presentarlos bien.

Permanente novedad

Sin entrar ahora en grandes dibujos, a los clásicos de LIJ se les puede aplicar la definición que hacía Chesterton, refiriéndose a Dickens, como «un rey del que se puede desertar, pero a quien no cabe destronar». O la de Borges, cuando dice que son libros que se leen siempre «con previo fervor y una misteriosa lealtad». O la de Italo Calvino cuando asegura que «un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir», una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos..., que sin embargo se sacude continuamente de encima. Los clásicos, sigue diciendo el autor italiano, son libros que cuando más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos, resultan al leerlos de verdad. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 27 de enero de 2016

miércoles, 23 de diciembre de 2015

10+1 “clásicos africanos”. Sonia FQ (https://literafrica.wordpress.com)

Además de la recomendación de esos libros, me parece muy interesante la reflexión que hace al inicio de esta entrada y en la que pone los criterios para hablar de clásicos y africanos.
¿Qué es un clásico?. Casi siempre unimos este adjetivo a aquellas obras que logran perdurar en el tiempo, de modo que se sobreentiende que una obra clásica procede del pasado. Tiene que poseer una pátina que lo lleve a través de los años y siga manteniendo intacto el interés por ser leído en cualquier época y en cualquier lugar. Para Italo Calvino (¿Por qué leer a los clásico?) “es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, son textos que “cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”.  Para él cada cual tiene los suyos, siendo el clásico de cada cual “aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él“. En cambio, Borges (Sobre los clásicos) desmitifica esa idea común que se identifica con los libros considerados clásicos. Él piensa que es peligroso “afirmar que existen obras clásicas y que lo serán para siempre” porque el carácter de clásico no le viene dado a una obra por sus cualidades o méritos intrínsecos, sino por acuerdos y decisiones previas de generaciones de lectores que “han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término”. Para él, “Clásico no es un libro que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”. 
Y, ¿qué es un “clásico” “africano”?. Las comillas vienen al caso porque me parece que ambas palabras conducen a la imprecisión. Indefinición porque (además de lo comentado) podemos encontrar clásicos de otras épocas o más contemporáneos. Simplificación porque africano vuelve a ser una categoría inmensa. Máxime si tenemos en cuenta que los “clásicos africanos” suelen estar escritos en lenguas africanas. Clásico es la Epopeya de Sundiata, un poema épico del pueblo mandinga que relata la historia del héroe Sundiata Keita, fundador del Imperio de Malí. La historia ha sido transmitida durante siglos gracias a la narración oral de los poetas griot de África Occidental.  Olaudah Equiano “El africano” nos narró su vida de esclavo y Shaaban Robert, fue el primer poeta y ensayista de África oriental en lengua swahili, cuya obraKusadikika (1951) está considerada un clásico en el continente.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Leer a los clásicos, por Carlos García Gual. Universidad Internacional de La Rioja.

Si la literatura es, como pensamos, no sólo una senda para admirar un paisaje, sino un medio pasa interpretar y conocer el mundo, y las personas que lo pueblan, y las pasiones, ilusiones y emociones que las agitan, y la grandeza y debilidad de los seres efímeros en su extraña variedad y en su íntima estructura patética, y para saber de nosotros mismos, más allá de las circunstancias y las apariencias superficiales y cotidianas, más allá del mero presente banal, los clásicos son las raíces de ese árbol de tan extensas ramas y de infinitas hojas. En esa antropología cultural -como han señalado filósofos de la cultura como E. Cassirer y H. G. Gadamer-, los clásicos tienen un papel central y ellos nos enseñan a observar en profundidad la belleza y extrañeza del mundo y de los seres humanos, e imponen sobre la fragilidad de lo efímero un sutil y apasionado testimonio que, como un espejismo, nos consuela porque parece hablar de algo perenne, más allá del olvido.

Estamos hechos de la misma materia de los sueños, efímeros, desdichados, fugaces, errantes. Por eso nos reconforta ir más allá de nuestro limitador presente para conversar con algunos maestros en el arte de pensar, sentir, y soñar: que son nuestros silenciosos amigos, nuestros clásicos.


Fuente:Nueva Revista de Cultura, Política y Arte.

viernes, 13 de noviembre de 2015

La historia interminable (Michael Ende): ¡Salvar el reino de Fantasia! Un artículo de Daína Chaviano.

Hasta el presente, la Edad Media primitiva ha sido la principal fuente de la que se han nutrido los más famosos libros para niños. Parece como si la infancia de la humanidad hubiera servido para crear los eternos escenarios del mundo infantil. Incluso títulos relativamente recientes, como El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, apuntan hacia las fantasías que nacieron o se fortalecieron durante ese período de la historia. No obstante, algunos otros –recordemos La familia Mumín, de Tove Jansson; Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, y Peter Pan y Wendy, de James Matthew Barrie– han logrado escapàr en cierta medida al poderoso influjo de las hadas medievales y, utilizando poquísimos elementos antiguos, recrean el mundo moderno sin despojarlo de magia y candor.

La historia interminable, del alemán Michael Ende –publicada por primera vez en 1979– puede considerarse uno de los clásicos contemporáneos para niños. Tal afirmación podría resultar atrevida para cualquiera que no haya leído el libro. En efecto, ¿cómo calificar de "clásica" una obra que apenas tiene tres décadas de vida? ¿Quién podría asegurar en tan poco tiempo que pasará la difìcil prueba de las generaciones?

Es que el libro contiene todos los elementos para ello: desbordante imaginación; el despliegue de una mitología propia sin que eso signifique el olvido de personajes legendarios; un enjuiciamiento de ciertas costumbres e ideas y, por tanto, la posibilidad de una lectura "entre líneas" que permita descubrir algo más que una simple narración; drama y tragedia conjugados con la sonrisa; y algunos otros factores que, de ser mencionados, harían demasiado larga la enumeración.

A esto debe agregarse una lista de recursos marcadamente modernos: la interesante estructura que permite a cada capítulo comenzar por una letra distinta del alfabeto, en orden ascendente desde la A hasta la Z; el buen balance que el autor logra al conjugar los más prosaicos hechos de la vida real con las más desatadas muestras de su imaginación, en ocasiones casi surrealista; la yuxtaposición de dos mundos (¿o dos dimensiones?) que en el libro se reflejan por el cambio de color en las letras (rojas para el mundo real, y verdes para el reino imaginario de Fantasia); la ingeniosidad del tono con que su autor alude y reafirma la "eternidad" de su historia, pues antes de dejar atrás algún elemento o personaje que no aparecerán de nuevo los encamina en pos de alguna nueva narración que dejará inconclusa, afirmando siempre que "esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión". CONTINUAR LEYENDO
Fuente: Fundación Cuatro Gatos