jueves, 19 de noviembre de 2020

El muro. Un cuento de Eraclio Zepeda.

Al principio fue sólo una sensación. Pero al paso de las horas, la fábrica de aquella resuelta pared progresaba a ritmo franco. El más pequeño ademán de él o la más simple inflexión en la voz de ella colaboraban, eficazmente en su erección. 

Había sido un descubrimiento repentino logrado al mismo tiempo por él y por ella, un hallazgo simultáneo reservado sólo a la pareja. Fue cuando él relataba la historia repetida en todas las reuniones, en que como siempre, la risa de los oyentes rubricaba el pasaje exacto, la frase precisa siempre igual. Aquella historia que tanto había celebrado ella las primeras veces, al principio de su matrimonio, y que ahora, a fuerza de oírla odiaba. El relato reveló el primer síntoma de lo que estaba ocurriendo. Las miradas de él y de ella se encontraron como si vinieran de muy lejos para cruzarse sin especial intención. Sin embargo ambos advirtieron que la muralla estaba allí, recién nacida a la altura de las rodillas. 

Ya no fue posible ocultarla. En realidad hacía tiempo que esperaban su advenimiento, pero no dejaba de ser extraño que ello sucediera precisamente en la fiesta de su aniversario. 

Los invitados, los amigos íntimos, permanecían ajenos a la construcción que ante sus ojos ausentes progresaba. Para ellos era una espléndida ocasión de hablar de lo que siempre se había conversado. 

Cuando el último invitado se despidió, el muro llegaba ya muy cerca del techo y la sala había quedado dividida, sin posibilidad de contemplarse uno a otro los rostros ni los cuerpos ni nada. 

Al salir del baño encontró que la sala estaba definitivamente cercenada por un cancel de cal y canto, pintado hermosamente de blanco, con grandes contrafuertes de piedra a cada extremo. Lo más sorprendente era la falta de asombro. 

Serenamente, él golpeó el muro con el puño, suaves golpes espaciados cuidando los intervalos, de modo tal que al otro lado pudiera entenderse la intención de un mensaje. Aguardó con atención: al cabo de un momento escuchó, muy lejanas, las noticias de ella al otro lado de la muralla. CONTINUAR LEYENDO

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