Texto de la ponencia presentada por la autora en el II Congreso Internacional de Literatura para Niños “Producción, Edición y Circulación” (Buenos Aires, agosto de 2010). Imaginaria agradece su gentileza y autorización para publicarla en estas páginas.
Charles Perrault vivió entre 1628 y 1703, en pleno siglo de Luis XIV. Fue contemporáneo de Molière, Racine y La Fontaine. Miembro de la Academia Francesa, así como de las Academias de Pintura, de Escultura y de Ciencia, tuvo los cargos de Canciller de la Academia de Letras y Controlador general de los edificios y jardines de Francia. Habitaba una casa con acceso a los jardines del Palacio Real y tenía, además, un gabinete en la casa de su protector, Colbert, el primer ministro, y una cámara en Versalles. Desde joven se dedicó a escribir. Escribió libros en verso, sátiras, libros de arte y de caza, biografías de hombres ilustres, obras de tema mitológico. La obra por la cual fue famoso en su época es Paralelos, una serie de volúmenes en los que trata de demostrar la superioridad de los modernos sobre los antiguos. Hizo traducciones del latín y escribió sus memorias. Sin embargo, pasó a la posteridad por un librito de cuentos, escrito ya pasados los sesenta años, que ni siquiera se molestó en firmar.
Los tres primeros cuentos de Perrault son relatos en verso: “La paciencia de Griselda”, “Los deseos ridículos” y “Piel de Asno”. A partir de 1691 comenzaron a aparecer en periódicos y en antologías hasta que en 1694 estos tres relatos fueron publicados en un solo volumen en La Haya por Adrián Moetjens. Poco después, hubo una reedición acompañada de un prefacio. Los cuentos en verso no se volvieron a publicar hasta el año 1781 en que aparecieron junto a los cuentos en prosa.
Se conserva un manuscrito de 1695 con cinco cuentos en prosa: “La Bella Durmiente del bosque”, “Caperucita Roja”, “Barba Azul”, “El gato con botas” y “Las hadas”. La obra lleva por título Cuentos de Mamá Oca. Dos años después, en 1697, el editor Barbin publicó un libro con el título de Historias o Cuentos del tiempo pasado con moralejas. Tenía ocho cuentos en prosa, los cinco que estaban en el manuscrito de 1695 más otros tres: “Cenicienta”, “Riquete el del copete” y “Pulgarcito”.
Los cuentos de Perrault, en el momento en que fueron escritos, tenían un doble destinatario: las personas concurrentes a la corte de Versalles y los niños. La moda de los cuentos de hadas entre la gente de la clase alta había empezado unos años antes, en 1685, con la condesa d’Aulnoy. Testimonios de la época prueban que los cinco cuentos en prosa que figuran en el manuscrito de 1695 fueron leídos en voz alta y discutidos en las reuniones literarias cortesanas. Ahora bien, el mismo autor, en el prefacio a la cuarta edición de los tres cuentos en verso de 1694, indica que su obra está dedicada a los niños:
“Por más frívolas y bizarras que sean estas fábulas en sus aventuras, es seguro que despiertan en los niños el deseo de parecerse a aquellos que ven arribar a un final feliz y al mismo tiempo el temor a las desgracias en que caen los malvados a causa de su maldad. ¿No es acaso elogiable de parte de los padres y las madres, que cuando sus niños no son todavía capaces de paladear las verdades sólidas y desnudas de todo encanto, se las hagan amar y, si se me permite decirlo, se las hagan tragar envueltas en relatos agradables y proporcionados a la debilidad de su edad?”
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