martes, 24 de noviembre de 2020

"La Ilíada o el poema de la fuerza". Un original y profundo ensayo sobre la obra de Homero de Simone Weil.

El verdadero héroe, el verdadero tema, el centro de La Ilíada es la fuerza. La fuerza manejada por los hombres, la fuerza que somete a los hombres, la fuerza ante la cual la carne de los hombres se retrae. El alma humana sin cesar aparece modificada por sus relaciones con la fuerza, arrastrada, cegada por la fuerza de que cree disponer, doblegada por la presión de la fuerza que sufre. Los que soñaron que la fuerza, gracias al progreso, pertenecía ya al pasado, pudieron ver en este poema un documento; los que saben discernir la fuerza, hoy como antes, en el centro de toda historia humana, encuentran en él el más bello, el más puro de los espejos.

La fuerza es lo que hace de quienquiera que le esté sometido una cosa. Cuando se ejerce hasta el extremo, hace del hombre una cosa en el sentido más literal, pues hace de él un cadáver. Había alguien y, un instante después, no hay nadie. Es un cuadro que La Ilíada no se cansa de presentar.

... los caballos
haciendo resonar los carros vacíos por los caminos de la guerra.
en duelo de sus conductores sin reproche. Ellos sobre la tierra
yacían, de los buitres más queridos que de sus esposas.

El héroe es una cosa arrastrada tras un carro en el polvo:

... Alrededor, los cabellos
negros estaban esparcidos, y la cabeza entera en el polvo
yacía, antes encantadora; ahora Zeus a sus enemigos
había permitido envilecerla en su tierra natal.

A la amargura de tal cuadro la saboreamos pura, sin que ninguna ficción reconfortante venga a alterarla, ninguna inmortalidad consoladora, ninguna insípida aureola de gloria, o de patria.

Su alma fuera de sus miembros voló, fue hacia el Hades,
llorando su destino, abandonando su virilidad y su juventud.

Más patética todavía, por lo doloroso del contraste, es la evocación súbita, rápidamente borrada, de otro mundo, el mundo lejano, precario y conmovedor de la paz, de la familia, ese mundo donde cada hombre es para los que lo rodean lo que más cuenta.

En la casa ella ordenaba a sus sirvientas de hermosos cabellos que se
quedasen
para poner cerca del fuego un gran tr ́ıpode, a fin de que hubiera
para Héctor un baño caliente al retornar del combate.
¡Ingenua!. No sabía que muy lejos de los baños calientes
el brazo de Aquiles lo había sometido, a causa de Atenas la de los ojos
verdes.

En verdad, estaba lejos de los baños calientes el desdichado. No estaba solo. Casi toda La Ilíada transcurre lejos de los baños calientes. Casi toda la vida humana ha transcurrido siempre lejos de los baños calientes. CONTINUAR LEYENDO

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