martes, 17 de noviembre de 2020

Rumpelstikin, el enano saltarín. Un cuento de los hermanos Grimm

Había una vez un pobre molinero que tenía una bellísima hija. Y sucedió que en cierta ocasión se
encontró con el rey, y, como le gustaba darse importancia sin medir las consecuencias de sus mentiras, le dijo:

-Mi hija es tan hábil y sabe hilar tan bien, que convierte la hierba seca en oro.

-Eso es admirable, es un arte que me agrada -dijo el rey-. Si realmente tu hija puede hacer lo que dices, llévala mañana a palacio y la pondremos a prueba.

Y en cuanto llegó la muchacha ante la presencia del rey, éste la condujo a una habitación que estaba llena de hierba seca, le entregó una rueca y un carrete y le dijo:

-Ahora ponte a trabajar, y si mañana temprano toda esta hierba seca no ha sido convertida en oro, morirás.

Y dichas estas palabras, cerró él mismo la puerta y la dejó sola.

Allí quedó sentada la pobre hija del molinero, y aunque le iba en ello la vida, no se le ocurría cómo hilar la hierba seca para convertirla en oro. Cuanto más tiempo pasaba, más miedo tenía, y por fin no pudo más y se echó a llorar.

De repente, se abrió la puerta y entró un hombrecito. 

-¡Buenas tardes, señorita molinera! -le dijo- . ¿Por qué está llorando? CONTINUAR LEYENDO

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