Pocos autores en el mundo de los libros para niños han tenido el impacto de Astrid Lindgren. Su célebre personaje Pippi Calzaslargas cumple 75 años, entusiasmando aún con sus peculiares aventuras a lectores de distintas generaciones y culturas. Sus treinta y cuatro libros de narrativa y sus cuarenta y un libros ilustrados han superado los 165 millones de ejemplares vendidos y han dado origen a series televisivas, películas y un amplio abanico de productos en otros formatos (juguetes, canciones, videojuegos). Sin duda, Lindgren es la escritora sueca más leída dentro y fuera de las fronteras de este país nórdico.
Pippi, una niña desgarbada, impulsiva, terriblemente divertida, pelirroja y pecosa, con dos prominentes coletas y un estrafalario atuendo, ha logrado instalarse en el corazón de muchos niños, porque representa genuinos deseos infantiles, como la libertad plena para jugar, el desafío del mundo reglado de los adultos y una visión del entorno con la altura que un niño puede darle. Pippi Calzaslargas, en sueco Pippi Länsgtrump, fue creada a partir de la petición que le hizo su pequeña hija, quien se inventó este nombre para garantizarse nuevos relatos que la animaran durante una aburrida convalecencia. Sin proponérselo, Lindgren estaba abriendo la puerta para la creación de un personaje impetuoso e irreverente, cuya primera historia apareció en 1945. En este contexto histórico, el sentimiento antibelicista abonaba la construcción de un nuevo concepto de infancia y de sujetos más proactivos en la creación de un estado de bienestar social.
De alguna forma, Pippi representa esa infancia empoderada y jubilosa, que desacredita la insensatez del mundo creado por los adultos, con reglas absurdas, un desmedido valor al dinero y pocas opciones para disfrutar de la amistad, el juego, la comida y el entorno natural. A pesar de que hoy día podamos apreciar el perfil contestatario y osado de este personaje, para la época eran inadmisibles e inquietantes muchas de las actitudes de esta niña de ficción que podía sembrar un germen subversivo en los lectores.
En los tres libros que tienen por protagonistas a Pippi y a sus amigos Tommy y Annika, varios episodios consolidan un universo particular para la infancia, con motivos tradicionales de la ficción para niños como el viaje, la isla y la exploración, a los cuales se suman diferentes convenciones del humor, el arquetipo del niño salvaje, una lógica invertida y una relación cercana con el entorno. Pippi posee una fuerza descomunal, de hecho puede levantar un caballo en vilo; mantiene un cofre lleno de monedas de oro, que le permiten comprar cosas sin preocuparse por trabajar, y vive sola en una casa muy pintoresca, ya que su madre ha muerto y su padre, el capitán Calzaslargas, permanece casi todo el tiempo en una remota isla donde es rey de los caníbales. En ella encarnan muchos deseos infantiles, como el hecho de no tener que cumplir un horario, no sufrir preocupaciones para ganarse el sustento y decidir libremente sobre su vestimenta, su dieta y el uso de su tiempo libre.
La infancia se muestra como un territorio supremamente feliz: resulta difícil abandonarlo. Negarse a crecer se instala como una añoranza en los protagonistas, que junto a Pippi piensan que los adultos “tienen que trabajar en cosas aburridas, llevan vestidos ridículos, les salen callos y tienen que pagar recibos”.
A pesar de que Lindgren es ampliamente conocida, por la trilogía de Pippi: Pippi Calzaslargas (1945), Pippi Calzaslargas se embarca (1946) y Pippi Calzaslargas en los mares del sur (1948), la autora sueca escribió otras obras muy potentes, como Los niños de Bullerbyn (1947), Mio, mi pequeño Mio (1954), Los hermanos Corazón de León (1973) y Ronja, la hija del bandolero (1981), que consolidaron la construcción literaria de un tipo de niño decidido, independiente y con un sentido muy claro de la justicia. CONTINUAR LEYENDO
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