martes, 12 de octubre de 2021

ÁLBUM ILUSTRADO Y SALUD MENTAL. Selección y textos de Carolina Lesa Brown

En una frontera invisible, piel adentro, las palabras luchan por su territorio. Las nuevas iluminan rincones antes desapercibidos; las viejas se resisten a moverse. Cuando la claridad gana, las viejas palabras se hacen pequeñas e, incluso, admiten una caricia como un leve indicio de acercamiento. En cada sesión de lectura, este ritual se repite en los pacientes con problemas de salud mental. 

Pero la literatura no se deja intimidar: avanza lenta y segura, porque donde hay belleza hay luz y donde reina la luz la oscuridad se desvanece. «Yo duermo en tus sesiones porque es el único espacio donde paran las voces de mi cabeza. Oyendo tu voz sé que estoy a salvo», le dice un paciente a Silvia García Esteban, mediadora de lectura en diversos centros de Madrid.

El lenguaje literario nos guía, con sus palabras de pan, hacia la belleza y, desde ahí, anima a construir nuevas narrativas con las cuales aprender a ser y a afrontar la vida. Cuentos y poemas nos frecen un nuevo lenguaje para nombrar los silencios más íntimos, escriben una tregua para reconciliarnos con los recuerdos y ponen en su lugar sentimientos inclasificables. El diálogo con los libros abre espacios de libertad y proporciona el oxígeno que permite descansar de la realidad y, al mismo tiempo, tomar fuerzas para habitarla.

Dentro del ámbito de la salud  mental, uno de los mayores aliados en la promoción de la lectura es el álbum ilustrado. Palabras e imágenes se hilan para crear un entorno seguro, acogedor, en el que todas las personas, independientemente de su condición, son bienvenidas. Los efectos secundarios de la medicación afectan a la memoria, la atención y la capacidad cognitiva de los pacientes, lo que dificulta la lectura de novelas o cuentos largos.

Por el contrario, el álbum tiene su peso narrativo en la imagen. A simple vista podemos empatizar —o no— con los personajes, conocer el ambiente, el tiempo histórico y seguir el hilo de las acciones. Esta característica le confiere un firme carácter democrático: no importa el idioma que hables, la cultura a la que pertenezcas, tu edad o tipo de inteligencia. Puedes, incluso, no saber leer. La imagen nunca deja a nadie atrás. En su discurso de formas, perspectivas y colores todo el mundo cabe.

El álbum utiliza los lenguajes gráfico y verbal para llegar al otro y, en esa comunicación, por su calidad de obra de arte, establece un vínculo afectivo de «subjetividad a subjetividad» que se arraiga en lo más hondo y hace que estén, como dice Silvia, «más vivos y menos derrotados», porque «la palabra ha  tenido un efecto profundamente humanizador».

En 2019 la Fundación de Educación para la Salud (Fundadeps) y la Asociación Âlbum firmaron un convenio en el que se comprometían a unir fuerzas para realizar actividades conjuntas y dar visibilidad a este género literario en distintos ámbitos hospitalarios. De ese acuerdo nació un curso de formación destinado a los profesionales del área de salud mental, que contó con la presencia activa de editores y, también, con dos maletas de libros para crear sesiones de lectura con los pacientes. Muchos de esos libros se exponen en estas páginas; mientras otros se incorporan con el fin de ampliar rutas y recorridos.

Ahora bien, ¿cuál fue el criterio de selección? Cuando impartimos un taller de lectura siempre es más lo que no conocemos sobre los participantes que aquello que sabemos. Por ejemplo, somos ajenos a su  momento vital, a las huellas de la experiencia, a los matices de la nostalgia o a la aspereza de la angustia. Desconocemos el ritmo de sus latidos hacia lo inesperado o qué preguntas esenciales hacen que le cambie la mirada.

Sin embargo, tenemos algunas certezas solo por el hecho de ser humanos: todos, sin excepción, necesitamos ser amados, darle sentido a la vida, saber quiénes somos. Tenemos miedo y anhelamos reír; participamos de innumerables luchas cotidianas y nos intriga qué hay detrás de la  frontera de la muerte. Esta zona común, de la que bebe nuestro habitar en el mundo, es el silencio al que debe apuntar la promoción de la lectura en el ámbito de la salud mental. En esa tierra simbólica somos iguales y podemos construir un diálogo no solo para acercarnos a la realidad de las personas que viven con esta problemática, sino para elaborar en conjunto un discurso que las dignifique. Ofrecer literatura sin adjetivos es apelar a nuestra dimensión simbólica y, por lo tanto, a lo que nos hace únicos y humanos. Nos asoma a los abismos más primitivos y nos obliga a darnos la mano para no caer.

De ahí que la selección de este catálogo esté orientada a incentivar espacios de diálogo, elaboración e invención sobre esa materia intangible que nos atraviesa como personas y que afectan a la subjetividad, atendiendo a los intereses y singularidades propias de este colectivo.

Alejandra Pizarnik dijo alguna vez: «Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos». Esperamos que este catálogo pueda enriquecer la práctica de profesionales, voluntarios y otras personas cercanas al ámbito. Que la belleza os acompañe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario