Clementine es una adolescente sin problemas. Llega del campo para integrarse en un instituto en el que se siente a gusto. Un día se cruza en la calle con una pareja de chicas. Una lleva el pelo teñido de azul, y le sonríe, mientras Clementine baja la vista. A partir de este preciso momento todo va a cambiar para ella: su relación con sus nuevos amigos, su sitio en la familia, sus prioridades y sobre todo su sexualidad. Es difícil saber qué aspecto tiene el amor. A veces duele y siempre hay obstáculos en el camino. Pero un calor inabarcable se instala en el estomago, que te hace vibrar y te empuja a superarte. Estamos delante de una obra que describe con mucha delicadeza lo cotidiano de una joven mujer mediante la lectura de sus diarios. La ilustración de Julie Maroh permite identificarse con sus protagonistas sin apenas darnos cuenta. El trazo de la autora propone unas perspectivas, unas posturas tan inesperadas como la vida misma. Clementine y Emma intentan amarse a pesar de las dificultades que supone la visión de la homosexualidad por parte de la sociedad actual y los propios prejuicios de Clementine. Pero descubrimos una historia de amor que, a pesar de ser trágica, podría ser la de cualquiera, y sin diluir su intensidad en una profusión de reivindicaciones sociales. Aprender, crecer, amar. Eso es lo que nos enseña este emotivo y absorbente slice-of-life, adentrándonos en lo más personal y lo más intimo de dos jóvenes valientes.
-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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