viernes, 7 de octubre de 2022

"POR QUÉ LEER A UN ROBOT HABIENDO HUMANOS". Por Irene Lozano en elDiario.es del 3 de octubre de 2022

La inteligencia artificial aplicada a la escritura deja una inevitable pregunta formulada con voz trémula por los que nos dedicamos a esto: ¿serán los robots quienes escriban los libros en el futuro? ¿Puede un algoritmo escribir como Cervantes? Si hasta ahora éramos el único animal que cuenta historias y que se cuenta historias, ¿perderemos esa especificidad humana?

Paul Masson, escritor y sobre todo bromista, trabajó en la Biblioteca Nacional de París a finales del siglo XIX. Un buen día notó que la biblioteca estaba mal surtida de libros del siglo XV en latín e italiano. Para subsanar este defecto confeccionó una lista con títulos inventados por él con la intención de añadirlos. Cuando una buena amiga le preguntó para qué servía una lista de libros inexistentes, Masson, indignado, contestó: “¡Caramba! ¡No se me puede pedir que piense en todo!”. 

La anécdota, recogida por Alberto Manguel en Una historia de la lectura, me ha venido a la memoria a propósito de GPT-3 y otros programas capaces de generar textos propios ex novo. El usuario les puede pedir, por ejemplo, un relato sobre un naufragio, combinando el estilo de Emilia Pardo Bazán y Risto Mejide. Como por arte de magia, el ordenador lo tiene listo en cuestión de segundos. Escriben como humanos, se dice. Salvo por un pequeño defecto: son algoritmos. Pero, caramba, ¡no se les puede pedir todo!

La inteligencia artificial aplicada a la escritura deja una inevitable pregunta formulada con voz trémula por los que nos dedicamos a esto: ¿serán los robots quienes escriban los libros en el futuro? ¿Puede un algoritmo escribir como Cervantes? Si hasta ahora éramos el único animal que cuenta historias y que se cuenta historias, ¿perderemos esa especificidad humana?

De momento, la inteligencia artificial escribidora presenta muchos defectos. No hay más que leer el texto que el diario británico The Guardian le encargó a GPT-3. Los periodistas le asignaron la siguiente tarea: convéncenos de que los robots vienen en son de paz. El resultado (aquí) es inquietante y siniestro: incluso si la imaginación lectora no lo recrea con voz metalizada, logra el propósito contrario. CONTINUAR LEYENDO

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