lunes, 3 de marzo de 2025

"LOS MILLONARIOS". Un poema de la cubana Fina García-Marruz seleccionado y presentado por Andrea Villarrubia Delgado

Son muy diversas las maneras por las que llego a los poemas o, mejor dicho, por las que los poemas llegan a mí. En numerosas ocasiones mi conocimiento es fruto del azar. Es el caso del poema que hoy comparto. Lo he descubierto en la revista ‘Abril’, que desde 1991 se edita en Luxemburgo, semestralmente, en papel y en español, un pequeño y entusiasta grupo de traductores. El poema de este domingo, que aparece en el último número de la revista, una de cuyas secciones está dedicada a Cuba, es de Fina García-Marruz, una de las voces poéticas más relevantes de la literatura hispanoamericana. De su compromiso social y su mirada fraternal hacia los que poco o nada poseen es buen testimonio el poema ‘Los millonarios’, que no son los indecentes plutócratas del mundo, sino los que en cada país sostienen con su esfuerzo y su trabajo el bienestar de los demás, los que dan sentido y continuidad a la vida.

LOS MILLONARIOS

Día a día vienen en el periódico sus fotos.
Los carboneros de la región, por cuatro años
destacados. Los de la industria textilera. El níquel.
Los de la caña. Los millonarios del trabajo.
No los que tienen cuarenta mil pesos en el banco
sino cuarenta mil horas de esfuerzo acumulado.
Ahí están, los de rostros sudorosos, y sonrientes
siempre. Cambian y son los mismos. Así es también el mar.
¿Quién precisa los rasgos que se borran
para rehacerse, y seguir? Hay como una sonrisa
propagándose, como un incendio suave, de rostro a rostro.
Una fila está en pie: la otra se agacha
porque salgan bien todos. Hay el que parece
que escucha la canturía lejana. El serio. El
que bromeó un rato antes. El del sombrero
redondo como un halo. El viejo que sostiene
en las manos nudosas, el suyo, ocultando
algún roto del pantalón. El joven de la novia,
jugueteándole por la comisura
del labio, la playa, el bolerón
del domingo que se dejó para después. El que tiene
aún como una huella de fuego entre los surcos
de la frente. Los hombres en camisa y sin adornos.
Siempre estarán ahí, rostros anónimos,
ojos del mucho sol a la intemperie.
Sus trabajos sostienen hasta el último ocio.
Nuestra oficina limpia, sus manchados
zapatos de ir a pie. Quejas menudas
rebotan contra la roca de su enorme silencio
que sabe reír al fuerte sol sin queja
del resisterio de las dos pasadas.
Ustedes, los que tienen por solo premio
la banderita, el sello, y el inmenso respeto
de su pueblo, no vean estas palabras
que aún no tienen la belleza merecida.
Sé que todo pan salió de vuestros hornos.
Duro bregar y tan humilde risa. No hay estatuas
que cuenten sus arrugas, entre bromas, del oscuro
enorme, pasar diario. Ninguna huella
quedará entre papeles que el viento lleva tanta y tanta
entrega de vida, cañeros columnarios, oh mineros sin precio,
oh pobres millonarios de mi patria.

FINA GARCÍA-MARRUZ

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