jueves, 26 de mayo de 2016

LA NOCHE BOCA ARRIBA. Un cuento de Julio Cortázar.

Un ejemplo interesante de esto es el cuento “Equipaje” de Pablo de Santis, incluido en su libro Rey secreto. Como suele suceder en el fantástico, el narrador es una tercera persona focalizada en el personaje. Es decir, su visión de lo que cuenta está sujeta a la perspectiva del protagonista, pero no es el personaje quien habla, sino una voz que en tercera persona nos ofrece cierta garantía de “objetividad”. Por lo tanto, la visión de lo narrado es parcial, pero se reviste de imparcialidad permitiendo al lector creer en lo que se dice, pero a su vez restringiéndole la información necesaria para la resolución del enigma planteado. Es este tipo de narrador el que suele utilizar Cortázar en sus cuentos, como en “La noche boca arriba”, un buen ejemplo también del tema del doble, de la transgresión del límite hasta la inversión entre sueño y vigilia, y de la vulneración de las categorías temporales y espaciales según las comprendemos de ordinario. (Manuela Carranza)

LA NOCHE BOCA ARRIBA
Julio Cortázar


Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos; 

le llamaban la guerra florida. 

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él ­porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre­ montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones. 

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe. 

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio. CONTINUAR LEYENDO EL CUENTO


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