lunes, 23 de octubre de 2017

En memoria de W. B. Yeats (muerto en enero de 1938). Un poema de W.H.Auden.

1

Desapareció en lo más crudo del invierno;
helados los arroyos, casi vacíos los aeropuertos;
desfiguraba la nieve las estatuas públicas;
se hundió el mercurio en las fauces del moribundo día.
Los pocos instrumentos que tenemos confirman
que el día de su muerte fue muy oscuro y frío.

Lejos de su enfermedad
rondaban los lobos el bosque siempre verde;
el campesino río no se tentaba con muelles elegantes;
las lenguas enlutadas
ocultaron al verso la muerte del poeta.

Para él fue la última tarde como él mismo,
una tarde de enfermeras y rumores;
se rebelaron las provincias de su cuerpo,
se vaciaron las plazas de su mente,
el silencio invadió los suburbios,
falló la corriente de sus sensaciones
y se fundió el poeta en sus admiradores.

Ahora está desparramado en cien ciudades,
dado por entero a desconocidos afectos;
deberá ser feliz en un bosque distinto
y ser castigado por un código ajeno de conciencia.
Las palabras de un muerto
se modifican en las entrañas de los vivos.

Pero en la importancia del ruido del mañana
cuando los agentes rujan como bestias en la Bolsa
y los pobres sigan con su sufrimiento acostumbrado,
y cada cual en su prisión casi se convenza de que es libre,
unos pocos millares pensarán en este día
como se piensa en un día en que se hizo algo apenas desusado.

Los pocos instrumentos que tenemos confirman
que el día de su muerte fue muy oscuro y frío. CONTINUAR LEYENDO

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