Autorretrato en Bugatti verde', Tamara de Lempicka (1925) |
Desde Ende o Sofonisba Anguissola a Tamara de Lempicka o Maruja Mallo. Manuel Jesús Roldán recupera a las artistas olvidadas por la tradición androcéntica del arte
El Museo del Prado se marcó hace justo un año un tanto (con décadas de retraso, todo sea dicho) cuando dedicó por primera vez en sus dos siglos una exposición dedicada en exclusiva a una mujer. La pintora flamenca barroca Clara Peeters fue la encargada de romper el tabú del patriarcado artístico. Para muestra, un botón: en la pinacoteca nacional hay obra de más de 5.000 hombres y tan solo de 53 mujeres. De las cerca de 8.000 pinturas catalogadas (expuestas y en los almacenes), solo cuatro de artistas mujeres se exhiben.
La Historia del Arte la han protagonizado infinidad de féminas. Han sido las modelos y musas. Las protagonistas de algunos de los cuadros más importantes de todas las épocas. Ahí están las señoritas de Avignon, las majas, la Mona Lisa, las venus, las bailarinas de Degas o las prostitutas de Touluse-Lautrec. Son solo algunos ejemplos evidentes porque mientras las mujeres se dejan ver en las paredes de los museos, muy pocas son las que firman los lienzos que cuelgan de ellas.
Cuenta Manuel Jesús Roldán en ‘Eso no estaba en mi libro de Historia del Arte’ (Almuzara) que la concepción decimonónica de la mayoría de los manuales del tema las excluyeron aunque hubiera mujeres retratistas de Corte, escultoras de cámara o pintoras religiosas. “Han sido silenciadas y su rescate del olvido, afortunadamente recuperado en los últimos años, merece todos los empeños”, escribe en esta obra que recopila ‘anécdotas’ artísticas como aquellas obras cumbres del arte que en su momento fueron rechazadas y censuradas, los primeros selfis hechos al óleo, las facetas más escabrosas de algunos creadores y, sobre todo, recupera el nombre y la historia de varias de las artistas más importantes pero aún así olvidadas. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: elconfidencial.com
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