martes, 30 de noviembre de 2021

EL CUENTO, UN ANTIGUO EN EL MUNDO VIRTUAL. Un artículo de Alberto Chimal publicado en Milenio (Ciudad de México / 26.11.2021)

En vísperas del Encuentro Internacional de Cuentistas de la FIL de Guadalajara, Alberto Chimal explora la evolución del género breve en el siglo XXI, desde la predicción de su muerte hasta su popularidad entre las nuevas generaciones.

Hace apenas una década, todavía estaba de moda escribir acerca de la “muerte” del cuento. De la novela también, y de la poesía, y qué sé yo de qué más, pero especialmente del cuento. Era una discusión bastante aburrida, en realidad, pero articulistas y blogueros se las arreglaban para presentarla como un asunto sensacional. ¡No se han dado cuenta de que el género está extinto! ¡La novela se vende más! ¡Los videojuegos ofrecen la misma experiencia! ¡La gente ya no lee, sólo los académicos! ¡Es más entretenido visitar un sitio punto com! El tratamiento chillón era un pariente, o un precursor, de la estridencia perpetua de nuestras redes sociales actuales.

Desde luego, el tema nunca fue realmente popular, al modo de las noticias de deportes o espectáculos, pero ahora lo es mucho menos. Es que la escritura literaria sigue siendo comparativamente minoritaria —incluyendo a la novela—, pero sobre todo que la época presente es de contenidos, más que de formas discursivas. La gran mayoría de la narrativa contemporánea está sometida a las reglas de la explotación transmedia que llevan a cabo las grandes corporaciones, y las nuevas generaciones aprenden a interesarse en personajes y argumentos sostenidos a lo largo de mucho tiempo y en tantos “canales” como sea posible, desde películas y series hasta videojuegos para celular, toallas y vasitos tequileros. En ese contexto importa muy poco cualquier otra consideración.

Esto, por otra parte, tiene el efecto curioso de que la narrativa breve sigue existiendo. No se ha extinguido, se le sigue practicando, y hasta lectores tiene. Las historias escritas de escasa extensión, concentradas en una sola línea argumental, provistas de pocos personajes —la definición convencional del cuento como género que tenemos, cuando menos, desde tiempos de Boccaccio— aún están entre nosotros. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 29 de noviembre de 2021

LA MUERTE. Un cuento de Thomas Mann

10 de septiembre

Por fin ha llegado el otoño; el verano no retornará. Jamás volveré a verlo...

El mar está gris y tranquilo, y cae una lluvia fina, triste. Cuando lo vi esta mañana, me despedí del verano y saludé al otoño, al número cuarenta de mis otoños, que al fin ha llegado, inexorable. E inexorablemente traerá consigo aquel día, cuya fecha a veces recito en voz baja, con una sensación de recogimiento y terror íntimo...

12 de septiembre

He salido a pasear un poco con la pequeña Asunción. Es una buena compañera, que calla y a veces me mira alzando hacia mí sus ojos grandes y llenos de cariño.

Hemos ido por el camino de la playa hacia Kronshafen, pero dimos la vuelta a tiempo, antes de habernos encontrado a más de una o dos personas.

Mientras volvíamos me alegró ver el aspecto de mi casa. ¡Qué bien la había escogido! Desde una colina, cuya hierba se hallaba ahora muerta y húmeda, miraba el mar de color gris. Sencilla y gris es también la casa. Junto a la parte posterior pasa la carretera, y detrás hay campos. Pero yo no me fijo en eso; miro sólo el mar.

15 de septiembre

Esa casa solitaria sobre la colina cercana al mar y bajo el cielo gris es como una leyenda sombría, misteriosa, y así es como quiero que sea en mi último otoño. Pero esta tarde, cuando estaba sentado ante la ventana de mi estudio, se presentó un coche que traía provisiones; el viejo Franz ayudaba a descargar, y hubo ruidos y voces diversas. No puedo explicar hasta qué punto me molestó esto. Temblaba de disgusto, y ordené que tal cosa se hiciera por la mañana, cuando yo duermo. El viejo Franz dijo sólo: "Como usted disponga, señor Conde", pero me miró con sus ojos irritados, expresando temor y duda.

¿Cómo podría comprenderme? Él no lo sabe. No quiero que la vulgaridad y el aburrimiento manchen mis últimos días. Tengo miedo de que la muerte pueda tener algo aburguesado y ordinario. Debe estar a mi alrededor arcana y extraña, en aquel día grande, solemne, misterioso, del doce de octubre...

18 de septiembre

Durante los últimos días no he salido, sino que he pasado la mayor parte del tiempo sobre el diván. No pude leer mucho, porque al hacerlo todos mis nervios me atormentaban. Me he limitado a tenderme y a mirar la lluvia que caía, lenta e incansable.

Asunción ha venido a menudo, y una vez me trajo flores, unas plantas escuálidas y mojadas que encontró en la playa; cuando besé a la niña para darle las gracias, lloró porque yo estaba "enfermo". ¡Qué impresión indeciblemente dolorosa me produjo su cariño melancólico! CONTINUAR LEYENDO


domingo, 28 de noviembre de 2021

TU OTOÑO BRILLA. Un artículo de Irene Vallejo publicado en Milenio (Ciudad de México / 26.11.2021)

Nuestra mirada está infectada por el afán de perfección, pero hay algo heroico en quien hoy luce con orgullo las canas, las arrugas y los achaques.

Tu hijo imagina el tiempo como una carretera de doble sentido. Mamá, dice, jugaremos juntos cuando seas pequeña. Hace planes para tu niñez convencido de que alguna vez en la vida volverás a la infancia. Igual que él, las leyendas antiguas fantaseaban con escapar al flujo irreversible de los años: el sueño de ser jóvenes de nuevo es muy viejo. El preste Juan, legendario viajero, aseguró que quien se bañase en la fuente de la juventud retornaría a la edad ideal de treinta y dos años. Se dice que otro Juan, Ponce de León, buscó en vano el famoso manantial en Florida, península convertida hoy —irónicamente— en retiro dorado para jubilados. En China, los cuentos populares describían las Tierras de la Inmortalidad, pobladas por gentes que nunca envejecían ni morían. El emperador Qin Shi Huang envió a un alquimista con un séquito de tres mil soldados para descubrir el elixir. Jamás regresaron.

También los antiguos griegos estaban obsesionados con la juventud perpetua y la vida eterna, pero eran muy conscientes del peligro que entrañaba esa aparente bendición. Los Himnos homéricos narran la conmovedora historia de Titono, un troyano que enamoró a Eos, diosa de la aurora. Incapaz de aceptar que un día su amado moriría, suplicó a Zeus la inmortalidad para Titono. Sin embargo, atolondrada, olvidó pedir explícitamente que no envejeciera. Mientras Eos permanecía siempre idéntica, dormía junto a un amante cada noche más decrépito, y acabó encerrándolo con llave tras unas puertas doradas. Allí, Titono se arrugó y menguó hasta convertirse en una cigarra cuyo monótono canto es la súplica de morir. A partir de esta leyenda, los modernos gerontólogos han acuñado “el dilema de Titono”: puesto que las células humanas están programadas para deteriorarse, no es sensato alargar la duración de nuestra vida sin cuidar del buen vivir.

En la estela de Eos, nuestro mundo oculta la vejez bajo siete cerrojos. Temerosos de mencionar lo innombrable, el lenguaje fabrica eufemismos insólitos como “cremas antiedad” o personas “de cierta edad”, en una extravagante aplicación del principio de incertidumbre. La publicidad nos martillea con mensajes de rebeldía y hedonismo siempre juvenil: sé auténtico, pero sin arrugas. Obsesionados por un ideal irrealizable, olvidamos que la perfección es una cualidad de los objetos, nunca de las personas. En latín, “perfecto” significa “terminado y pulido”, es decir, algo finalizado, intachable, expuesto en una vitrina, pero en la parálisis de lo intocable. Hablar de cuerpos perfectos es una paradoja y, tal vez, lo opuesto al deseo, siempre hambriento de acción y roce tempestuoso. En la Antología palatina, una variada colección de versos griegos recopilados hace más de un milenio, los poemas anhelan la belleza viva de la imperfección. “Aun vestida de arrugas, querida Filina, eres más hermosa que las jóvenes —escribe un poeta del siglo vi—. No me atrae la juventud, tu otoño brilla más que una mortal primavera y tu invierno es más cálido que el sol del verano”. Otro escritor dice de su amada Melita: “Han pasado muchos años, pero no su risa aniñada. Los estragos del tiempo no alcanzan a rendirla”.

Nuestra mirada está infectada por ese afán de perfección que, como una epidemia, contagia la obsesión por adelgazar, estirar y rejuvenecer los cuerpos. A finales de los setenta, antes de la revolución digital y las pulidas imágenes de las redes, la película La fuga de Logan, de Michael Anderson, profetizó esta obsesión por eliminar las huellas del tiempo. En su estilo naif e ingenuo —canto del cisne de la antigua ciencia ficción—, retrató un mundo de personas aparentemente felices que cultivan una belleza en serie mediante operaciones estéticas instantáneas. Esa vida de hedonismo juvenil tiene un precio: a los treinta años, todos deben morir. En ese mundo desquiciado y superficial, donde la experiencia ha sido borrada, el protagonista huye en pos del privilegio de envejecer. Hay algo heroico en quien hoy luce con orgullo las canas, las arrugas, los achaques, las varices, los signos y los surcos de la vida: saben que el peso de las horas vale oro.


sábado, 27 de noviembre de 2021

El corazón de la Tierra. Un Poema de Gloria Fuertes.


El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.

jueves, 25 de noviembre de 2021

LA VENTANA TAPIADA. Un cuento de Ambrose Bierce

En 1830, sólo a unas cuantas millas de distancia de lo que es ahora la gran ciudad de Cincinati, se extiende un bosque inmenso y casi intacto. La región fue escasamente habitada por gente de la frontera, espíritus inquietos que no en poco tiempo levantaban casas relativamente habitables en medio de la soledad y alcanzaban un grado de prosperidad que hoy llamaríamos indigencia para después, impelidos por algún misterioso impulso de su naturaleza, abandonarlo todo y avanzar más hacia el oeste, para encontrar allí nuevos peligros y privaciones en su esfuerzo por recuperar las exiguas comodidades a las que habían renunciado de manera voluntaria. Muchos ya habían abandonado la región para irse a lugares más remotos, pero entre los que aún quedaban había uno que pertenecía a aquellos que llegaron primero. Vivía solo en una casa de troncos rodeada completamente por el inmenso bosque, con una lobreguez y un silencio de los que él parecía formar parte, pues ninguno lo había visto sonreír ni pronunciar una palabra innecesaria. Sus sencillas necesidades las cubría vendiendo pieles de animales salvajes en el pueblo del río, pues no cultivaba ni una sola cosa en esa tierra que, de ser necesario, él podría haber reclamado como propia por derecho de posesión pacífica. Había evidencias de “mejoras”: algunos acres del terreno circundante a la casa habían sido despejados de árboles, cuyos troncos quedaban medio ocultos por los nuevos brotes que surgían para reparar la destrucción llevada a cabo por el hacha. Aparentemente, el entusiasmo de aquel hombre por la agricultura se había extinguido con una débil llama, expirando en cenizas de expiación.

La pequeña cabaña de troncos, con una chimenea de palos, el techo de tablas torcidas prensadas con travesaños y su “grieta” de arcilla, tenía una única puerta y, directamente opuesta, una ventana. Esta última, sin embargo, estaba tapiada; nadie podía recordar una época en la que no lo hubiera estado. Y nadie sabía por qué permanecía cerrada de esa manera; desde luego no se debía a una aversión de su ocupante hacia la luz y el aire, pues en las contadas ocasiones que algún cazador cruzó por ese solitario rincón, al recluso se le había visto asoleándose en la puerta de entrada, al menos cuando el cielo le proporcionaba el sol necesario. Imagino que habrá muy pocas personas vivas que hayan conocido alguna vez el secreto de esa ventana, pero yo soy una de ellas, como verán.

Se decía que el hombre se llamaba Murlock. Por su apariencia parecía de setenta años, pero en realidad tendría unos cincuenta. Algo además del peso de los años había tenido que ver con su envejecimiento. Tenía blancos el pelo y la larga y espesa barba, hundidos los ojos grises y sin brillo, el rostro arrugado de una manera particular, con pliegues que parecían pertenecer a dos sistemas que se interceptaran. De físico era alto y enjuto, con los hombros encorvados como si soportaran un gran peso. Nunca lo vi personalmente; estos detalles los aprendí de mi abuelo, a quien también le oí la historia del hombre cuando yo era un muchacho. Él lo conoció cuando vivía por los alrededores en aquella época pasada.

Un día encontraron a Murlock en su cabaña, muerto. No era época ni lugar para jueces de instrucción ni para periódicos, y supongo que se resolvió que el hombre había muerto por causas naturales o eso fue lo que me habrán dicho, y lo que habré recordado. Sólo sé que probablemente para cumplir con un sentido de compensación de las cosas, el cuerpo fue enterrado cerca a la cabaña, a un lado de la tumba de su mujer, quien lo había precedido desde hacía tantos años que la tradición local apenas si había conservado un atisbo de su existencia. Así se cierra el capítulo final de esta historia verdadera; exceptuando, claro está, la circunstancia de que muchos años después, en compañía de un alma igualmente intrépida, penetré hacia el lugar y osé acercarme lo suficiente a la cabaña en ruinas para tirarle una piedra, y alejarme corriendo para huir de ese fantasma que todo informado muchacho de los alrededores sabía que rondaba por el lugar. Pero existe un capítulo anterior, proporcionado por mi abuelo. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 24 de noviembre de 2021

¡EY! ESTA ES MI CASA. Un álbum ilustrado-libro informativo de Blanca Lacasa y Gómez.




¿Sabías que los orangutanes se hacen la cama todos los días? ¿Y que las hormigas sacan la basura? ¿A que parece increíble que los osos se pasen todo el invierno sin ir al baño para hacer pis o caca? ¿O que las termitas construyan sus casas sin olvidarse de diseñar un sistema de ventilación? Descubre el hogar de murciélagos, abejas, castores, arañas, pájaros, conejos, tortugas, mejillones, ¡hasta piojos! Porque la vida salvaje está en todas partes y cada animal tiene su propia y particular residencia, incluso en lugares que jamás adivinarías. También tú eres la casa ideal para algún que otro bichejo.



martes, 23 de noviembre de 2021

UN PAR DE MEDIAS DE SEDA. Un cuento de Kate Chopin

La pequeña señora Sommers se encontró inesperadamente un día con que era la feliz poseedora de quince dólares. Para ella esa era una gran suma de dinero y la manera en que abultaba su viejo y gastado porte-monnaie la hacía sentirse importante como no se había sentido en años.

La cuestión de cómo invertir el dinero la mantuvo muy ocupada. Por uno o dos días caminó en un estado de ensoñación, aunque en realidad estaba absorta en especulaciones y cálculos. No quería actuar de manera apresurada o hacer algo de lo que más tarde se arrepintiera. Pero fue en las horas quietas de la noche, mientras las ideas se multiplicaban en su mente, que creyó ver con claridad cómo usar ese dinero de la manera más juiciosa y correcta.

Agregaría uno o dos dólares a la cantidad que gastaba usualmente en los zapatos de Janie; así se aseguraría que duraran mucho más tiempo. Compraría metros y metros de percal para las camisas de los niños y para Janie y Mag. Siempre se esforzaba en hacerlas durar con su habilidad para los arreglos. Mag necesitaba otro vestido. En las vidrieras había visto algunos diseños preciosos, verdaderas gangas. Y todavía quedaría bastante para unas medias —dos pares para cada uno—. ¡Y cuantos zurcidos que se ahorraría! Podría conseguir gorras para los varones y unos sombreros de marinero para las niñas. La visión de su pequeña prole, luciendo elegante y de estreno por una vez en la vida la llenó de entusiasmo y la expectativa la desveló por completo.

Los vecinos comentaban a veces las “épocas mejores” que la pequeña señora Sommers había conocido antes de haberse imaginado siquiera como la señora Sommers. Ella misma no se permitía esa amarga retrospección. No tenía tiempo, ni un minuto de tiempo, para dedicarle al pasado. Las necesidades del presente absorbían todas sus facultades. La visión del futuro como un oscuro y pequeño monstruo a veces la abatía, pero por suerte el mañana nunca llega, como suele decirse.

La señora Sommers era una de esas mujeres que sabían reconocer el valor de una oferta; podía pasarse horas de pie hasta llegar paso a paso hasta el objeto anhelado que se vendiera al mejor precio. Sabía cómo abrirse camino si era necesario; había aprendido a mantenerse con perseverancia y determinación aferrada a la prenda hasta que fuera su turno, no importaba cuánto tiempo tardara.

Pero ese día se sentía un poco débil y cansada. Había comido algo ligero… ¡no! Ahora que lo pensaba, entre la comida de los niños, el orden de la casa y prepararse para la batalla de las compras se había olvidado por completo de su almuerzo. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 22 de noviembre de 2021

COMARCA EXTRAÑA. Un poema de Mario Benedetti

País lejos de mí / que está a mi lado
país no mío que ahora es mi contorno
que simula ignorarme y me vigila
y nada solicita pero exige
que a veces desconfía de mis pocas confianzas
que alimenta rumores clandestinos
e interroga con cándidas pupilas
que cuando es noche esconde la menguante
y cuando hay sol me expulsa de mi sombra

viejo país en préstamo / insomne / olvidadizo
tu paz no me concierne ni tu guerra
estás en las afueras de mí / en mis arrabales
y cual mis arrabales me rodeas
país aquí a mi lado / tan distante
como un incomprendido que no entiende

y sin embargo arrimas infancias o vislumbres
que reconozco casi como mías
y mujeres y hombres y muchachas
que me abrazan con todos sus peligros
y me miran mirándose y asumen
sin impaciencia mis andamios nuevos

acaso el tiempo enseñe
que ni esos muchos ni yo mismo somos
extranjeros recíprocos extraños
y que la grave extranjería es algo
curable o por lo menos llevadero

acaso el tiempo enseñe
que somos habitantes
de una comarca extraña
donde ya nadie quiere
decir

país no mío


Mario Benedetti. Geografías (1984)


domingo, 21 de noviembre de 2021

La tentación vive entre líneas. Un artículo de Irene Vallejo publicado en el Semanal de El País el 17.11.2021.

La literatura es, a veces, un temerario intento de escribir bien sobre el mal. Tal vez por eso, un halo de sospecha envuelve a quienes se aventuran en las perniciosas páginas de los libros, frecuentando compañías tan poco recomendables como la perversión, el vicio y la indecencia moral. En su particular Infierno, Dante convirtió en poesía los relatos de los condenados. En las tinieblas del florentino hay comilones, vagos, proxenetas, astrólogos y políticos corruptos, incluso escritores de cierto prestigio como Homero y Ovidio. Además, reserva un oscuro rincón para los malhechores carnales, temibles lujuriosos como Dido, Tristán o Helena de Troya. Los castigos del averno no incluyen el silencio, así que el poeta les permite dar su versión de los hechos: cuentan con el consuelo de su propia voz.

Entre los voluptuosos pecadores de la Comedia se encuentran Francesca de Rímini y Paolo Malatesta, personajes reales que protagonizaron la crónica negra medieval. Como era habitual en la época, el padre de Francesca la casó por intereses políticos. Sin embargo, ella se enamoró del hermano menor de su esposo. Al descubrir el adulterio, el marido asesinó a ambos sin piedad. En el poema de Dante, las sombras de los dos amantes condenados vuelan juntas “como palomas llamadas por el deseo”. La misma Francesca narra cómo nació su pasión. Una tarde, ella y su cuñado, “en una soledad sin sospechas”, se encontraron para compartir la lectura de una novela sobre Lanzarote del Lago, caballero de la Tabla Redonda y amante de la reina Ginebra. Al llegar al pasaje en que Lanzarote besa por primera vez a su amada prohibida, Francesca y Paolo se miraron pálidos “y no leímos ya más desde ese instante”. Siglos después, Rodin esculpiría El beso inspirándose en este relato de amor, libros y perdición eterna.

El truculento crimen pasó a la historia no por la asfixiante situación de las mujeres o la crueldad del asesino celoso, sino por una mala decisión lectora: la tentación habitaba en las páginas del libro. Si en vez de leer hubieran bailado la tarantela o zurcido calzas, ni remotamente habrían pensado en acariciar y saborear sus cuerpos. Al parecer, la moraleja del asunto es que el desenfreno lector aboca al desenfreno real. Esta idea es muy antigua: durante milenios se ha pensado que leer era un impedimento para la vida decente porque inspiraba deseos y fantasía. Rousseau escribió en el prólogo de La nueva Eloísa que las jóvenes castas no leen novelas, y un columnista inglés afirmó en 1825 que “la literatura es una seductora, casi podríamos llamarla ramera”. Ahora nos preocupan los bajos índices de lectura, pero, a lo largo de la historia, cuando había muchos menos libros y personas alfabetizadas, alarmaba más bien el peligro de leer demasiado. Como explica la ensayista Francesca Serra, en la Europa del siglo XVIII despertó un gran temor una nueva e incontrolable enfermedad: la bulimia de letras. “Antes de tragarse la última página de un libro, ya miran en derredor con avidez para buscar otro”, escribió un sacerdote alemán, censurando la glotonería literaria de quienes engullían volúmenes como salchichas. Una heredera de don Quijote, la empedernida lectora Emma Bovary, se hundió en una espiral de sexo, consumismo, deudas y muerte seducida por el influjo de las novelas románticas.

Parecidas denuncias se esgrimen contra películas, videojuegos, letras de rock o reguetón. Malas influencias, compañeros nocivos. En La rosa púrpura del Cairo, de Woody Allen, la familia de la protagonista piensa que su verdadero problema no es la Gran Depresión, su marido borracho, el paro o la miseria, sino su excesiva afición a las películas. Las ficciones sufren desde siempre la acusación de asomarnos a lo perverso, pero ahí reside su poder. Gracias a la imaginación, exploramos en territorio seguro los dilemas y conflictos que nos arrojará la vida. Conocerlos nos permite aprender, elegir, equivocarnos casi siempre, acertar tal vez. Resulta ingenuo creer que, si nadie menciona las malas ideas, no se nos ocurrirán: como si pudiéramos ser sabios por ignorancia.

sábado, 20 de noviembre de 2021

LA VENTANA ABIERTA. Un cuento de Saki.

-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.

Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.

-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.

Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.

-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.

Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.

-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.

-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.

-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.

-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.

-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.

-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?

-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 17 de noviembre de 2021

QUERIDA IJEAWELE. CÓMO EDUCAR EN EL FEMINISMO. Un texto de Chimamanda Ngozi Adichie.


"En lugar de enseñarle a tu hija a agradar, enseñale a ser sincera. Y amable. Y valiente. Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad. [...] Dile que, si algo la incomoda, se queje, grite."

El feminismo empieza en la educación. Con su voz cálida y directa, Chimamanda Ngozi Adichie dirige esta emotiva carta a una joven madre que acaba de dar a luz. En sus quince consejos, reivindica la formación de nuestros hijos e hijas en la igualdad y el respeto, el amor por los orígenes y la cultura. Una invitación a rechazar estereotipos, a abrazar el fracaso y a luchar por una sociedad más justa. Una bella misiva con reflexiones tan honestas como necesarias, sencillas y profundas. Un texto para todas las edades.


lunes, 15 de noviembre de 2021

LO QUE PUEDE EL DINERO. Un poema del Arcipreste de Hita (1283-1350)

Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar
al torpe hace discreto y hombre de respetar
hace correr al cojo y al mudo le hace hablar
el que no tiene mano bien lo quiere tomar

También al hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor
cuanto más rico es uno más grande es su valor
quien no tiene dinero no es de si señor

Y si tienes dinero tendrás consolación
placeres y alegrías y del Papa ración
comprarás paraíso, ganarás la salvación
donde hay mucho dinero hay mucha bendición

Yo vi en corte de Roma, donde está la santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias con gran solemnidad:
todos a él se humillan como a la majestad.

Él crea los priores, los obispos, los abades
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades
a los clérigos necios da muchas dignidades
de verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades

Él hace muchos clérigos y muchos ordenados
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados
el dinero les da por bien examinados
a los pobres les dice que no son ilustrados

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, presiones peligrosas;
al que no da dinero, le ponen las esposas:
hace por todo el mundo cosas maravillosas.

Yo he visto maravillas donde mucho se usaba:
al conde dada muerte, la vida le otorgaba;
a otros inocentes, muy pronto los mataba:
muchas almas perdía; muchas almas salvaba..

Yo he visto a muchos curas en sus predicaciones
despreciar al dinero, y a las sus tentaciones
pero al fin por dinero otorgan los perdones
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones

Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir
por quien ha de cogerlo empiezan a reñir

En resumen lo digo entiéndelo mejor;
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor,
toda cosa del siglo se hace por su amor.



domingo, 14 de noviembre de 2021

EL PELIGRO DE LA HISTORIA ÚNICA. Chimamanda Ngozi Adichie.



Nuestras vidas, nuestras culturas, están hechas de muchas historias interrelacionadas. La novelista Chimamanda Adichie cuenta cómo encontró su voz cultural auténtica y advierte que si solo escuchamos una historia sobre una persona o un país, corremos el riesgo de caer en una incomprensión grave.

"Todas estas historias me hacen quien soy, pero si insistimos sólo en lo negativo sería simplificar mi experiencia, y omitir muchas otras historias que me formaron. La historia única crea estereotipos y el problema con los estereotipos no es que sean falsos sino que son incompletos. Hacen de una sola historia la única historia."

«Las historias importan. Importan muchas historias. Las historias se han utilizado para desposeer y calumniar, pero también pueden usarse para facultar y humanizar. Pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden restaurarla.»

"... cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una suerte de paraíso."





sábado, 13 de noviembre de 2021

VIAJE CIRCULAR. Un cuento de Émile Zola.

Hace ocho días que Luciano Bérard y Hortensia Larivière están casados. La madre de la novia, viuda del señor Larivière, que posee, desde hace treinta años, un comercio de juguetes y bisutería en la calle de la Chaussée d'Antin, es una mujer seca y angulosa, de carácter despótico, que no pudo negar la mano de su hija a Luciano, único heredero de un quincallero del barrio; pero que tiene intenciones de vigilar, constantemente y muy de cerca, al nuevo matrimonio. En el contrato, la señora Larivière ha cedido a su hija la tienda completa, reservándose apenas una habitación de su casa, pero en realidad es ella misma quien continúa dirigiéndolo todo con pretexto de poner a sus hijos al corriente de la venta.

Estamos en el mes de agosto; el calor es intenso y los negocios van mal. La señora Larivière tiene un carácter más agrio que nunca; no tolera que Luciano descuide sus quehaceres, al lado de Hortensia, ni un solo minuto. Un día que los sorprendió abrazándose en la tienda, dos semanas después de la boda, hubo un escándalo en la casa. Acordándose de que ella no permitió nunca a su difunto esposo la menor familiaridad en el almacén, decía a sus hijos que sólo con mucha seriedad y con mucha compostura podía lograrse una clientela y una fortuna.

-Yo, al menos -repetía- no conseguí sino de esa manera la fama de mi establecimiento...

Luciano, pues, no queriendo aún enojarse, se contenta con enviar a su mitad besos furtivos cada vez que su buena suegra vuelve las espaldas.

Un día, sin embargo, se toma la libertad de recordar en alta voz que sus familias les han prometido el dinero necesario para hacer un viaje de novios y pasar la luna de miel en santa calma.

A lo cual contesta la señora Larivière, apretando sus labios delgadísimos:

-Pues bien, váyanse a pasar un día al bosque de Vincennes.

Ante tal respuesta los jóvenes esposos se miran consternados; y Hortensia comienza a encontrar verdaderamente ridícula a su madre. No pudiendo estar juntos sino durante la noche, tienen que guardar el mayor silencio, so pena de que la señora Larivière venga, al menor ruido, a preguntarles si están enfermos. Y cuando aun no están callados a media noche, les grita:

-Mejor sería que se durmieran ¡caramba! para no quedarse, mañana también, dormidos sobre el mostrador.

No siendo ya tolerable aquella manera de vivir, Luciano habla, por segunda vez, del viaje soñado y cita los nombres de los comerciantes del barrio que hacen paseos de varios días, mientras sus padres o sus empleados cuidan de sus tiendas:

-El vendedor de guantes de la esquina de la rue Lafayette, por ejemplo, está en Dieppe; el cuchillero de la rue San Nicolás acaba de irse a Luchón; el joyero del bulevar fue a Suiza con su mujer... Ahora todo el que tiene algún dinero se permite un mes de vacaciones. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 12 de noviembre de 2021

NUEVA TERTULIA EN LA FUNDACIÓN PEÑASCAL-BOLUETABARRI (BILBAO)

Ayer tuvimos una nueva sesión de Lectura Dialógica Compartida/Tertulias literarias en el centro que la Fundación Peñascal tiene en Bolueta. Esta vez, además de los habituales, nos acompañaron Aitor, Leire, y Loreto, director, jefa de estudios y profesora, respectivamente, del IES Eskurtze de Bilbao. El tema sobre el que estuvimos compartiendo lecturas y dialogando a partir de distintos artefactos culturales fue el de la Discriminación.

Comenzamos la sesión leyendo un poema de Audre Lorde, titulado El poderEs un poema escrito acerca de Clifford Glover, un niño negro de diez años de edad, quien recibió un disparo de un policía. Posteriormente, el policía fue absuelto por un jurado donde uno de los miembros era una mujer negra".

Después pasamos a un álbum ilustrado: Tres con Tango, que cuenta un suceso real ocurrido en el zoo de Central Park de Nueva York en el que dos pingüinos machos forman pareja, incuban un huevo y acogen, alimentan y enseñan a la criatura que surge de ese huevo.

Posteriormente charlamos acerca de una novela gráfica, El azul es un color cálido, de Julie Maroh, que nos presenta la historia una relación lésbica con gran parte de sus variables.

A continuación trabajamos sobre un artículo de Irene Vallejo, Llorad, llorad, valientes, en el que la autora nos hacer ver el contraste, en cuanto al llanto de los hombres en público, entre la actualidad y lo que refleja la literatura de las grandes epopeyas del mundo clásico.

También escuchamos un podcast de la Cadena SER, "Acontece que no es poco", de Nieves Concostrina, titulado: "Oscar Wilde, guerra a muerte a los puritanos", en el que nos relata el juicio y la condena al escritor por su homesexualidad, el rechazo hacia el escritor que esto produjo en aquella sociedad tan pazguata, y lo que ocurrió con su tumba.

Finalizamos con esta viñeta de El Roto que, como se puede apreciar, nos propone un diálogo sobre muchas cuestiones de actualidad.

Y con esto terminamos la sesión. Hoy hacen la evaluación de la sesión, pero, aunque no sé el resultado, sí que puedo decir que las dos hora se pasaron volando, que hubo muchas y argumentadas intervenciones sobre los diferentes temas que iban apareciendo, y que nuestros invitados del IES Eskurtze dijeron que les había gustado mucho la sesión y que habían sacado ideas para llevarlas a su Instituto. Poco más se puede añadir, salvo que seguiremos trabajando para que la próxima sesión llegue a ser tan o más fructífera que esta.

jueves, 11 de noviembre de 2021

MEDITACIÓN EN EL UMBRAL. Un poema de la periodista, escritora y diplomática mexicana Rosario Castellanos (1925-1974)

No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.

lunes, 8 de noviembre de 2021

RETRATO DE UNA PRINCESA DESCONOCIDA. Un poema de Sophia de Mello Breyner

Para que ella tuviera un cuello tan fino
para que sus muñecas tuvieran un curvar de tallo
para que sus ojos fueran tan frontales y limpios
para que su columna fuera tan recta
y ella llevara su cabeza tan erguida
con un brillo tan natural sobre la frente
fueron necesarias sucesivas generaciones de esclavos
de cuerpo doblado y rudas manos pacientes
sirviendo a sucesivas generaciones de príncipes
aún un poco toscos y groseros
ávidos crueles y fraudulentos.

Fue un desperdicio inmenso de gentefue un desperdicio inmenso de gente
para que ella fuera aquella perfección
solitaria exiliada sin destino 

(Traducción de Carlos Clementson)
….

Retrato de uma princesa desconhecida

Para que ela tivesse um pescoço tão fino
Para que os seus pulsos tivessem um quebrar de caule
Para que os seus olhos fossem tão frontais e limpos
Para que a sua espinha fosse tão direita
E ela usasse a cabeça tão erguida
Com uma tão simples claridade sobre a testa
Foram necessárias sucessivas gerações de escravos
De corpo dobrado e grossas mãos pacientes
Servindo sucessivas gerações de príncipes
Ainda um pouco toscos e grosseiros
Ávidos cruéis e fraudulentos

Foi um imenso desperdiçar de gente
Para que ela fosse aquela perfeição
Solitária exilada sem destino

domingo, 7 de noviembre de 2021

LOS CUENTOS DE CANTERBURY. El zorro pagado con su misma moneda (Cuento narrado por el cura)

Erase una vez una pobre viuda que vivía en una casa en cuyo reducido patio tenia un arrogante gallo llamado Chantecler. Una mañana despertó éste sobresaltado y contó a su compañera Pertelot la horrible pesadilla que había tenido, y en la que un animal parecido a un perro de caza le había estado amenazando continuamente. La señora Pertelot rióse de los imaginarios temores de su señor Chantecler.

-Eso es -dijo- resultado de una indigestión, y para combatirla debes tomar alguna medicina.

Mientras Chantecler iba enumerando historias de pesadillas, que luego habían resultado verdad, miraba fijamente a la cara de la señora Pertelot, y viéndola palidecer, convinieron en cambiar de conversación. Como había ya salido el sol, bajó Chantecler de su percha y dio varias vueltas alrededor del patio, como haría un león en su jaula, cloqueando cada vez que encontraba un grano de maíz.

Pero un día, mientras se paseaba arrogantemente e iba cantando por el patio bañado de sol, quedóse pasmado al contemplar un zorro que se había metido allí la noche anterior y se había escondido en un lecho de hierbas. Recordó entonces Chantecler su pesadilla y quiso huir, pero el zorro, dirigiéndose a él, dijole:

-¡Ay, gentil señor!; ¿por qué querías marcharte? No temas, que soy tu amigo. Vine solamente para oirte cantar, pues posees una voz tan dulce como la de los propios ángeles. Tu padre y tu madre han estado en mi casa y jamás oí a nadie, excepto a ti, cantar tan admirablemente como tu padre. Oigamos, pues, ahora si ores capaz de imitarlo.

Orgulloso Chantecler por las observaciones del astuto zorro, irguióse cuanto pudo, alargó el cuello, cerró los ojos y comenzó a cantar con toda la fuerza de sus pulmones.

En ese momento, el zorro, dando un salto, lo asió por el cuello y huyó con su presa hacia el bosque. La alarma que produjeron los gritos de la señora Pertelot y las demás gallinas, hizo que la viuda y sus hijas saliesen de la casa para enterarse de lo que ocurría, y viendo que el caso era grave, llamaron a los vecinos, quienes se unieron a ellas para dar caza al zorro. Jamás había aquella buena gente trabajado tanto como el rato que dedicaron a la caza del zorro y de Chantecler. Y mientras iba éste tendido y sin amparo en el lomo del zorro, ocurriósele al gallo un plan para fugarse.

-Querido señor mío -dijo a su raptor-, si yo estuviese en su lugar me volvería hacia aquellos orgullosos de allá abajo y les diría: “Ahora estoy cerca del bosque, el gallo se quedará en él, y yo me lo podré comer cuando se me antoje, por más que hagáis para impedirlo”.

-Razón tienes que te sobra -contestó el zorro-; eso haré.

Y mientras hablaba, escapóse el gallo, yendo de un rápido vuelo a posarse en la rama de un árbol, fuera del alcance del zorro. Púsose éste a gritar diciendo que sentía muchísimo haber asustado al pobre gallo.

-Lo hice -decía- con la más sana intención; y si Chantecler tuviese la bondad de bajar del árbol, le contaría por qué he obrado de esa suerte.

Replicóle Chantecler que ya lo había engañado una vez. y que no lograría engañarlo de nuevo. Y así el astuto zorro fue pagado con su misma moneda: con adulación.

FIN

viernes, 5 de noviembre de 2021

ASFALTO. Un cuento de Carlos Buiza.

El intenso brillo del sol reverberaba en las calles y en las blancas fachadas de las casas; el hombre deambulaba, sudando, bajo el calor del verano.

—¡Dios, debe hacer mil grados!

Debía andar, sin embargo; el médico le había dicho que cinco o seis kilómetros diarios, por lo menos. Era, quizá, la primera vez que lamentara la corta distancia entre su casa y el trabajo. Veía de vez en cuando algunas personas apresuradas que huían del calor de la calle, visiones fugaces que desaparecían por cualquier esquina. La goma del bastón y la guarda metálica de su pierna derecha, escayolada, establecían un ritmo de percusión, lleno también de calor y abotargamiento. El sombrero de esterilla le protegía, pero hacía bajar por su frente gotas de sudor que él enjugaba de vez en cuando, deteniéndose.

«Es un día agobiante…, un día de infierno», pensaba el hombre.

Después de haber recorrido algunas manzanas procurando mantenerse siempre al resguardo de la sombra, emprendió, como todos los días, el regreso a su casa.

Un perro sin collar, vulgar y feo, le asustó al salir inesperadamente de una esquina. Alargó el bastón para ahuyentarle, y el perro cambió de dirección, cruzando la calle. A su vez, el hombre se dispuso a cruzarla. Miró a ambos lados, inútilmente, pues no pasaba ningún vehículo. Apoyó el bastón en el caliente asfalto y adelantó una pierna; pero el bastón permaneció rígido en el mismo punto y casi le hizo perder el equilibrio. El hombre juró entre dientes. Tiró de él. Estaba bien fijo en el reblandecido alquitrán. Bajó de la acera, sintiendo cómo la guarda metálica de la pierna se hundía también en la pastosa mezcla.

—¡Maldita sea, debo ser imbécil! —dijo en voz alta.

Apoyándose en su pierna sana hizo presión con el pie. Pero el hierro se había clavado rígidamente y parecía no querer salir de allí. Se ayudó con las manos, tirando de la escayola y, a cada intento, la cara se le ponía más colorada; después se dio cuenta que el zapato también se había hundido un poco, privando a la pierna sana de movimiento.

Comprendió que se había clavado en el asfalto, sin posibilidad de salir, a no ser que recibiese ayuda.

Miró a ambos lados de la calle, pero no pasaba nadie.

—Tendré que esperar…

Había transcurrido una hora y el hombre continuaba en su prisión. La calle seguía solitaria. En una ocasión creyó ver a alguien; después comprobó que se trataba del perro que él mismo había espantado momentos antes.

Había hecho algunos intentos para desasirse de la negra pasta, sin resultados. Ahora esperaba, simplemente. «Esto, pensaba, me pasa por estúpido; ¿quién me manda pasear a estas horas?… Aunque la culpa no es mía…, el alquitrán no debería derretirse por mucho calor que haga. Por lo menos no de esta forma.» Pero, fuese como fuese, estaba allí encerrado y tenía que salir. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 3 de noviembre de 2021

¿Que cuántos años tengo? Un poema de José Saramago.




 ¿Qué cuántos años tengo? 

¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido...
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo otros "que estoy en el apogeo".
Pero no es la edad que tengo,
 ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero,
para reconocer yerros viejos,
rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
¡Estás muy viejo, ya no podrás!...
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
y otras... es un remanso de paz,
como el atardecer en la playa..
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé
al ver mis ilusiones truncadas...
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!... ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!
Qué importa cuántos años tengo.
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!