Pensar en el cuento, en la intención que le impulsa, en la narración que le anima, en las palabras que evoca, en aquellos quienes prestan su voz, en aquellos otros que ofertan su oído y en las diversas e infinitas rela ciones que se tejen entre todos los sujetos implicados en el dialógico ejercicio de la narración; es iniciar la génesis del descubrimiento de su asidero, de su subterfugio y de su razón de ser.
El cuento, la palabra y la narración son elementos consustanciales a la escuela, han estado allí desde los primeros tiempos cronológicos, han soportado la movilidad propia de un mundo activo y han generado miles de sentires entre todos aquellos que le han visitado. El tiempo del cuento supera por mucho la linealidad del tiempo cronos y en cambio, nos exhorta a visitar los infinitos sentidos y los miles de significados que habitan en los mágicos tiempos Kairós.
Apostarnos por el cuento como estrategia pedagógica, señala nuestro autor, es resemantizar el incal culable y el insondable valor de la palabra que habita en nuestras muy incalculables e insondables aulas escolares; es retornar al conocimiento que se devela en tanto descubre la más íntima esencia de aquel quien dice la palabra. Nos narramos cuando advertimos algo de nuestro interlocutor en nuestro propio discurso, la palabra no existe únicamente para decir el mundo, pues ella nos incita irremediablemente a decirnos en el mundo que habitamos y a diseñar neófitos mundos y nuevas formas de habitarles.
El territorio del cuento es la geografía de la existencia misma, su decir se escribe en los escenarios en los que decimos la vida y su sentir y su experiencia nos convocan a la ampliación de los horizontes de sen sibilidad con los cuales conocemos el mundo, la escuela, la escuela del mundo y el mundo de la escuela.
En una época y en un tiempo donde la velocidad es considerada virtud, la virtud es entendida como poder y el poder se asemeja a todo aquello que rememora lo furtivo, lo rápido, lo fluido y lo efímero, esta apuesta pedagógica propende, mediante el cuento, por recuperar la calma que ha de habitar en la voz del maestro, por re-significar el sentido de la escucha que ha de coexistir en el ser del estudiante, por re semantizar las relaciones que se tejen entre ambos y por exhortar a la comunidad educativa a un sereno ejercicio de la palabra, de la voz y del acto mismo de narrar. El cuento como estrategia pedagógica: una apuesta para pensar-se y narrar-se en el aula
En la actual obra se presentan diez reflexiones sobre el cuento, la palabra, la narración, el currículo y la escuela; así como una colección de treinta cuentos, todos ellos referidos al mundo de la educación, al quehacer del docente en tan maravilloso universo y al despliegue del estudiante en ese espacio asom broso. El cuento como estrategia pedagógica, sostiene nuestro autor, ayuda a formar en valores, genera estados de contemplación y conciencia, incrementa los niveles de escucha, origina vínculos con el pasado y la tradición, potencia la imaginación, enseña a pensar intuitivamente, provee de nuevas preguntas y nos recuerda, mientras nos vincula con el futuro, que lo más humano en el hombre también puede decirse en lógicas narrativas y en lógicas no lineales.
La invitación a tener un cuento que decir, a ser dueño de un cuento para escuchar y a poseer un cuen to para pensar; no solamente espera quedar plasmada en estas líneas, sino que pretende hacerse vida en cada una de las narraciones presentes y encarnarse en cada una de las narraciones futuras. Flor Uveny Ortiz Vélez
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