
El sacerdote y su amor
De acuerdo con La esencia de la Salvación, de Eshin, los Diez Placeres no son
nada más que una gota de agua en el océano comparados con los goces de la
Tierra Pura. El suelo es, allí, de esmeralda y los caminos que la cruzan, de
cordones de oro. No hay fronteras y su superficie es plana. Cincuenta mil
millones de salones y torres trabajadas en oro, plata, cristal y coral se
levantan en cada uno de los Precintos sagrados. Hay maravillosos ropajes
diseminados sobre enjoyadas margaritas. Dentro de los salones y sobre las
torres una multitud de ángeles tocan eternamente música sagrada y entonan
himnos de alabanza al Tathagata Buda. Existen grandes estanques de oro y
esmeralda en los jardines para que los fieles realicen sus abluciones. Los
estanques de oro están rodeados de arena de plata y los de esmeralda, de arena
de cristal. Hay plantas de loto en las fuentes que brillan con mil fuegos
cuando el viento acaricia la superficie del agua. Día y noche el aire se colma
con el canto de las grullas, gansos, pavos reales, papagayos y Kalavinkas de
dulce acento que tienen rostros de mujeres hermosas. Estos y otras miríadas de
pájaros cien veces alhajados elevan sus melodiosos cantos en alabanza a Buda.
(Aun cuando sus voces resuenen dulcemente, esta inmensa colección de aves debe
resultar extremadamente ruidosa). CONTINUAR LEYENDO
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