Este poema lo escribió tras perder al hijo que esperaba. No se ha hablado tan a menudo ni con tanto desgarro del dolor que causan los abortos espontáneos y la muerte del bebé en el parto (Irene Vallejo)
Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Se repartió mi alma para formar tu alma.
Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia
de días sin reposo y noches desveladas.
Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.
¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?
Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,
porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,
te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.
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