lunes, 3 de octubre de 2016

"La niña que pisoteó el pan" (Andersen) y "Hansel y Gretel" (Hermanos Grimm). Dos cuentos bajo la mirada de José Ovejero en su ensayo: "Ética de la crueldad".


Estos dos cuentos muestran la diferencia entre una crueldad moralizante y una crueldad entendida como instrumento para investigar una realidad que, al empezar a escribir, aún se desconoce. Mientras que Andersen tiene como punto de partida un objetivo moral y toda la narración está al servicio de ese objetivo -por lo que no aparecen elementos extraños a la historia central y tampoco contradictorios ni confusos-, del cuento de los Grimm no salimos sabiendo lo que debemos pensar, cómo interpretar las distintas situaciones, a los distintos personajes. Andersen ofrece claridad donde los Grimm se adentran en las sombras sin esforzarse por disolverlas. CONTINUAR LEYENDO

La niña que pisoteó el pan


Hans Christian Andersen
Seguramente habrás oído hablar de la niña que pisoteó el pan para no ensuciarse los zapatos, y de lo mal que lo pasó. La historia está escrita y anda por ahí impresa.

Era una niña hija de padres pobres, pero orgullosa y altanera; tenía mal fondo, como suele decirse. Ya de muy pequeña se divertía cazando moscas, arrancándoles las alas y soltándolas luego. Cazaba también escarabajos y abejorros, los clavaba en una aguja y los ponía sobre una hoja verde o un pedazo de papel; la bestezuela se agarraba a él y hacia toda clase de contorsiones para librarse de la aguja.

-¡El abejorro está leyendo! -exclamaba la pequeña Inger, que así se llamaba-, fíjense cómo vuelve la página.

A medida que fue creciendo, en vez de mejorar puede decirse que se volvió peor. Hermosa sí lo era, para su desgracia, pues de otro modo habría llevado buenos azotes.

-¡Una buena paliza, necesitarías! –le decía su propia madre-. De pequeña me has pisoteado muchas veces el delantal; mucho me temo que de mayor me pisotees el corazón.

Y así fue.

Entró a servir en una casa de personas distinguidas, que la trataron como a su propia hija, vistiéndola como tal, con lo que creció aún su arrogancia.

Al cabo de un año le dijo su señora:

-Deberías visitar a tus padres, mi querida Inger.

Fue, pero solamente para exhibirse. Quería que viesen lo guapa que se había vuelto. Mas al llegar a la entrada del pueblo y ver a las muchachas y los mozos charlando en el estanque, y a su madre descansando sentada en una piedra, pues venía cargada con un haz de leña que había recogido en el bosque, Inger dio media vuelta. Se avergonzaba de tener por madre a aquella tosca mujer cargada con un haz de leña, ahora que iba tan lindamente vestida. No le remordió haberse vuelto; sólo sentía enojo por haberse acicalado para nada. CONTINUAR LEYENDO


HANSEL Y GRETEL
Hermanos Grimm

En el borde de un bosque inmenso vivía un leñador muy pobre con su mujer y sus dos hijos. 

El niño se llamaba Hansel y la pequeña, Gretel. El padre era tan pobre que apenas tenía para dar de comer a la familia y una vez, cuando hubo una gran hambruna en el país, el padre ni siquiera pudo ganar el pan de cada día. Una noche, afligido por sus pensamientos y dando vueltas en su cama, suspiró y le dijo a su mujer: 

¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo podremos alimentar a nuestros pobres hijos si no tenemos siquiera para nosotros mismos? 

Y la mujer, que no era la madre sino la madrastra de los niños, dijo: 

-Mañana mismo llevamos a los niños a lo más profundo del bosque; les encenderemos allí un fuego y dándoles un pedacito de pan a cada uno, marcharemos a nuestros trabajos y los dejaremos solos. Como no podrán encontrar el camino de vuelta, quedaremos libres de ellos. 

-No, mujer -replicó el hombre- yo no puedo hacer tal cosa. Mi corazón no podrá soportar el remordimiento de haber abandonado a mis hijos en el bosque; pronto vendrían las fieras y los harían pedazos. 

-Pues nos moriremos los cuatro de hambre. Ya puedes empezar a preparar las tablas para hacer los ataúdes. 

La mujer estuvo dale y dale repitiendo una y otra vez lo mismo hasta que convenció al padre, aunque a él le daba mucha pena dejar a sus hijos en el bosque. A causa del hambre los dos niños tampoco habían podido dormir, así que escucharon todo lo que había dicho la madrastra. CONTINUAR LEYENDO


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