Hay en mi barrio una mujer de 95 años que vive sola y siempre va guapísima. Viste con primorosa elegancia, se peina y maquilla a la perfección y camina sandunguera sobre unos taconazos con los que yo sería incapaz de dar media docena de pasos sin descalabrarme. Tiene un perrito diminuto al que saca a pasear bien protegido de los fríos con abrigos monísimos y que trota alegremente a su lado, los dos tan gallardos, tan limpios, tan radiantes. Tan alejados de la idea de la vejez marchita, desorientada y devastadora. Esta mujer es un milagro; su energía y su fortaleza son inhumanas. Desde luego la lotería genética debe de jugar un papel fundamental en este triunfo, pero no creo que se trate sólo de eso. Para llegar a los 95 años y salir a la calle así todos los días hace falta una tenacidad heroica. Cuánto valor, cuánto respeto a la idea de uno mismo hay que tener para seguir levantándote cada mañana disciplinadamente, para lavarte y maquillarte y escoger tus ropas con coqueto cuidado y calzarte los zapatos vertiginosos y vestir al perrito con sus avíos. Y todo eso sola (nunca la he visto acompañada) y para nada, es decir, para todo, para ella misma, para poder mantener la dignidad. CONTINUAR LEYENDO
-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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