“El ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) recomienda a los papás y a las mamás no regalar celulares inteligentes a los niños menores de 14 años. Son muchos los riesgos!!!”, exclamó la directora Cristina Plazas en su cuenta institucional, con ese esquematismo de los 140 caracteres de Twitter, que puede convertir cualquier tema, por complejo que sea, en frase hecha.
Su recomendación fue leída como una prohibición o como una directriz impartida nada menos que por la máxima autoridad del Estado en políticas de infancia, niñez y adolescencia, y suscitó diversas reacciones, desde la preocupación de las familias (¿habría que esconder los celulares en presencia de la autoridad?) hasta la polémica sobre el papel de un instituto que parecía confundir su misión de garantizar los derechos de los niños con la de aconsejar a los padres sobre el manejo de los dispositivos electrónicos.
[...] En un mundo abierto de par en par al conocimiento y a la invención y, paradójicamente también, a los peligros que entraña esa apertura, es necesario repensar y recuperar el sentido de las viejas palabras que enmarcan las relaciones entre niños y adultos. ¿Qué significan, por ejemplo, conceptos como la confianza, la comunicación, el tiempo y el cuidado? ¿Qué significan los límites, en un mundo sin fronteras? ¿Cómo acompañar paulatinamente a estos nativos digitales que saben muchísimo más de tecnología que nosotros, pero que necesitan más que nunca de nuestros saberes ancestrales sobre las emociones de la vida?
Es sintomático que este debate sobre la comunicación (pero no solo celular) se haya “activado” en 140 caracteres frente a estas pantallas que emiten destellos permanentes de nosotros y que nos mantienen absortos, sin levantar apenas la cabeza para mirar a nuestros seres queridos. Me pregunto qué pensarán los niños de esta disociación entre lo que hacemos los adultos todo el día con nuestros talismanes electrónicos y lo que esperamos que ellos NO hagan. ¿Cómo hablarles de intimidad si les hemos enseñado a posar, antes que a hablar? ¿Cómo pedirles que no exhiban fotos de sus cuerpos si, en vez de mirarlos a los ojos, los hemos visto crecer pegados al ojo de una cámara?
Es sintomático que este debate sobre la comunicación (pero no solo celular) se haya “activado” en 140 caracteres frente a estas pantallas que emiten destellos permanentes de nosotros y que nos mantienen absortos, sin levantar apenas la cabeza para mirar a nuestros seres queridos. Me pregunto qué pensarán los niños de esta disociación entre lo que hacemos los adultos todo el día con nuestros talismanes electrónicos y lo que esperamos que ellos NO hagan. ¿Cómo hablarles de intimidad si les hemos enseñado a posar, antes que a hablar? ¿Cómo pedirles que no exhiban fotos de sus cuerpos si, en vez de mirarlos a los ojos, los hemos visto crecer pegados al ojo de una cámara?
Fuente: eltiempo.com
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