sábado, 9 de marzo de 2019

¿Puede la Neurociencia cambiar nuestras mentes?. Un interesante libro con un planteamiento crítico hacia la neuroeducación de Hilary Rose y Steven Rose editado por Morata.



El prefijo neuro está de moda y se aplica a toda clase de especialidades. Esto explica los excesos del neurocentrismo, de las neuroculturas y de las neurotecnociencias y los peligros asociados de tratar de reducir a procesos neuronales la riqueza de nuestros pensamientos, sentimientos, recuerdos y conductas. El poder seductor de este tipo de investigaciones reduccionistas coincide con una consolidación del neoliberalismo y es compatible con sus necesidades e intereses. Se prescinde de lo social, de la ciudadanía y de la polis y se explican las conductas y motivaciones de las personas como procesos neuronales; se redefine la pobreza cuya solución se le ofrece a la neurociencia y no se considera la desigualdad social que la origina. La neurociencia aparece así como una especialidad muy útil para la teoría del Capital Humano y para las políticas educativas que trabajan con esta filosofía de fondo. Uno de los objetivos prioritarios se centra en llevar a cabo intervenciones tempranas para aumentar el capital mental, mejorar el rendimiento académico y modificar conductas infantiles inadecuadas para que así, el día de mañana, todos podamos contribuir al crecimiento económico. La comprensión del cerebro y de sus aprendizajes nos dirá cómo maximizar el potencial de la infancia, reemplazando la complejidad sociológica por la certeza biológica; ahí está, por ejemplo, el crecimiento de los aparatos y juegos de entrenamiento cerebral. 
La visión conjunta de Hilary y Steven ROSE que auna sociología y neurociencia, es escéptica con las afirmaciones de que la neurociencia puede informar a la educación y las políticas de intervención temprana, y les preocupa el mal uso que la política neoliberal está haciendo de sus líneas de investigación. Para ello, desmantelan algunos de los neuromitos actuales y sacan a la luz factores sociológicos que son relevantes, pero que están siendo descuidados. Lo que objetan no es la propia neurociencia, reconocen que está aumentando nuestra comprensión del cerebro, sino su expansión a dominios no apropiados de aplicación. Consideran que el cientificismo implícito en la mayoría de las neurociencias educativas ignora casi por completo las cuestiones de desigualdad estructural y localiza problemas y soluciones a complejos problemas de aprendizaje en los cerebros de los individuos. Un importante libro para contribuir al análisis crítico y al debate público y contrarrestar la neuromanía de la actualidad y, en especial, la de la neuroeducación. Obra muy aconsejable para personas interesadas por la ciencia y la política, para profesionales y para profesoras y profesores.

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