martes, 31 de diciembre de 2024

"Happy New Year". Un poema de Julio Cortázar


"Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres."

lunes, 30 de diciembre de 2024

"Los 20 mejores libros en español del siglo XXI (según expertos hispanohablantes)". The Conversation

Cuando el pasado mes de julio el diario The New York Times presentó su lista de los mejores libros publicados en lo que llevamos del siglo XXI, muchas voces se alzaron para reclamar lo que parecían ausencias sonadas. Sin embargo, donde algunos vieron un problema, The Conversation vio una oportunidad.

Y cuando nuestros compañeros de Australia y Nueva Zelanda presentaron las listas de sus respectivos países, nos reafirmamos en esa idea de oportunidad.

La lista del periódico estadounidense solo incluía seis menciones a escritores latinoamericanos, y dos de esos libros (“La maravillosa vida breve de Oscar Wao”, de Junot Díaz, y “Fortuna”, de Hernán Díaz) habían sido escritos originalmente en inglés. Pero nosotros siempre hemos defendido la potencia, la pluralidad y la riqueza de nuestro idioma como transmisor de conocimiento.

Así que, para que la representación de la literatura en español no quedase solo a cargo de quienes habían logrado hacerse un hueco en aquella selección, contactamos con 38 expertos de diversas universidades españolas y latinoamericanas para elegir los 20 mejores libros escritos originalmente en español desde el 1 de enero de 2000.

Les pedimos a nuestros voluntarios que eligiesen un primer libro y dos menciones. En base a eso elaboramos la lista de veinte, que hemos preferido no numerar por los diversos empates que se han dado en ella. Algunos de los autores que votaron los libros elegidos han escrito unas líneas para explicar qué tiene de especial esa obra. Y al final del artículo se incluyen todos aquellos números 1 de los seleccionadores que no entraron en la lista de ningún otro compañero pero que merecieron un primer puesto en su corazón.

Las listas, al final, más que para establecer un orden de preferencia o de calidad, sirven para recuperar títulos que algunos no recordábamos, o que no sabíamos que habían gustado tanto. Nadie duda de la calidad de los tres primeros seleccionados, que están en boca de todos desde su publicación, pero algunos de los otros libros seleccionados pueden suponer un descubrimiento para muchos lectores.

Como siempre sucede con los ránquines, aunque son todos los que están, por supuesto no están todos los que son. Así que animamos a los lectores a dejar en comentarios sus libros favoritos (originalmente en español) de este siglo.


domingo, 29 de diciembre de 2024

"La compuerta número 12". Un estremecedor cuento de Baldomero Lillo.

Un cuento que refleja el trabajo infantil originado por la desesperación que produce la pobreza y la explotación de los trabajadores. Un grito, como casi todos los de este autor, que denuncia esas terribles situaciones.

LA COMPUERTA NÚMERO 12

Pablo se aferró instintivamente a las piernas de su padre. Zumbábanle los oídos y el piso que huía debajo de sus pies le producía una extraña sensación de angustia. Creíase precipitado en aquel agujero cuya negra abertura había entrevisto al penetrar en la jaula, y sus grandes ojos miraban con espanto las lóbregas paredes del pozo en el que se hundían con vertiginosa rapidez. En aquel silencioso descenso sin trepidación ni más ruido que el del agua goteando sobre la techumbre de hierro las luces de las lámparas parecían prontas a extinguirse y a sus débiles destellos se delineaban vagamente en la penumbra las hendiduras y partes salientes de la roca; una serie interminable de negras sombras que volaban como saetas hacia lo alto.

Pasado un minuto, la velocidad disminuyó bruscamente, los pies asentáronse con más solidez en el piso fugitivo y el pesado armazón de hierro, con un áspero rechinar de goznes y de cadenas, quedó inmóvil a la entrada de la galería.

El viejo tomó de la mano al pequeño y juntos se internaron en el negro túnel. Eran de los primeros en llegar y el movimiento de la mina no empezaba aún. De la galería bastante alta para permitir al minero erguir su elevada talla, sólo se distinguía parte de la techumbre cruzada por gruesos maderos. Las paredes laterales permanecían invisibles en la oscuridad profunda que llenaba la vasta y lóbrega excavación.

A cuarenta metros del pique se detuvieron ante una especie de gruta excavada en la roca. Del techo agrietado, de color de hollín, colgaba un candil de hoja de lata cuyo macilento resplandor daba a la estancia la apariencia de una cripta enlutada y llena de sombras. En el fondo, sentado delante de una mesa, un hombre pequeño, ya entrado en años, hacía anotaciones en un enorme registro. Su negro traje hacía resaltar la palidez del rostro surcado por profundas arrugas. Al ruido de pasos levantó la cabeza y fijó una mirada interrogadora en el viejo minero, quien avanzó con timidez, diciendo con voz llena de sumisión y de respeto:

-Señor, aquí traigo el chico.

Los ojos penetrantes del capataz abarcaron de una ojeada el cuerpecillo endeble del muchacho. Sus delgados miembros y la infantil inconsciencia del moreno rostro en el que brillaban dos ojos muy abiertos como de medrosa bestezuela, lo impresionaron desfavorablemente, y su corazón endurecido por el espectáculo diario de tantas miserias, experimentó una piadosa sacudida a la vista de aquel pequeñuelo arrancado de sus juegos infantiles y condenado, como tantas infelices criaturas, a languidecer miserablemente en las humildes galerías, junto a las puertas de ventilación. Las duras líneas de su rostro se suavizaron y con fingida aspereza le dijo al viejo que muy inquieto por aquel examen fijaba en él una ansiosa mirada: 

-¡Hombre! Este muchacho es todavía muy débil para el trabajo. ¿Es hijo tuyo?  CONTINUAR LEYENDO

sábado, 28 de diciembre de 2024

"GRITO HACIA ROMA". El gran poema de Federico García Lorca contra los totalitarismos recitado por Vicky Peña


Manzanas levemente heridaspor finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas ahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melenas de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los
directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

domingo, 22 de diciembre de 2024

"LEER EN LA ADOLESCENCIA". Guadalupe Jover

¡Qué difíciles son las adolescencias!» Cuántas veces no habremos oído -o repetido- esta expresión. Edad difícil para quien la atraviesa y edad difícil también para quien ha de acompañar desde la sombra este delicado tránsito en que niñas y niños -hasta hace poco dóciles, cariñosos y comunicativos- parecen transmutar en otra especie. 

Empecemos por reconocer entonces que sí, que la adolescencia es una edad difícil. Que padres y madres no sabemos, a menudo, dónde situarnos. A mitad camino entre ese referente de autoridad al que no podemos renunciar y una deliberada complicidad no siempre bien recibida, es difícil acertar. Aceptemos estas dificultades de entrada para no cargarnos de una responsabilidad proclive a teñirse de culpabilidad. Asumamos, por tanto, que nuestro papel como mediadores entre nuestras criaturas y los libros está limitado, ya de partida, a un lugar a menudo secundario. Y asumamos también, qué le vamos a hacer, que a muchos adolescentes no les gusta leer. No les gusta leer. Tampoco a muchos adultos. No desesperemos, pues.

Pero es verdad que muchas niñas y muchos niños han sido lectores voraces en su infancia. La narración oral de cuentos y mitos o la lectura en voz alta antes de dormir, la biblioteca de aula en la escuela, las colecciones y sagas interminables trazaban un itinerario que parecía no había de quebrarse nunca. Y sin embargo, apenas cruzado el umbral de los doce o trece años, a veces parece abrirse el vacío. Es cierto que nuestros adolescentes a menudo están zambullidos en una sopa mediática a la que no son ajenos los libros: películas, juegos de ordenador, series de televisión, páginas web que, antes o después, incorporan el objeto libro en su panoplia: en el momento de escribir estas líneas, ahí figuran El diario de Greg, Canciones para Paula, Los juegos del hambre, y un largo etcétera. Libros que consiguen atrapar a los lectores, pero que en poco -intuimos- contribuyen a su educación literaria. Aunque en esto, es verdad, hay criterios contrapuestos. ¿Se trata de que los adolescentes lean, lo que sea, pero que lean? ¿De que coman, lo que sea, pero que coman? Más allá de posturas apocalípticas o integradas, no debiera ser difícil llegar a puntos de acuerdo en torno a lo que dicta el sentido común.

sábado, 21 de diciembre de 2024

La nochebuena de Encarnación Mendoza. Un trágico cuento del dominicano Juan Bosch

Con su sensible ojo de prófugo Encarnación Mendoza había distinguido el perfil de un árbol a veinte pasos, razón por la cual pensó que la noche iba a decaer. Anduvo acertado en su cálculo; donde empezó a equivocarse fue al sacar conclusiones de esa observación. Pues como el día se acercaba era de rigor buscar escondite, y él se preguntaba si debía internarse en los cerros que tenía a su derecha o en el cañaveral que le quedaba a la izquierda. Para su desgracia, escogió el cañaveral. Hora y media más tarde el sol del día 24 alumbraba los campos y calentaba ligeramente a Encarnación Mendoza, que yacía bocarriba tendido sobre hojas de caña.

A las siete de la mañana los hechos parecían estar sucediéndose tal como había pensado el fugitivo; nadie había pasado por las trochas cercanas. Por otra parte la brisa era fresca y tal vez llovería, como casi todos los años en Nochebuena. Y aunque no lloviera los hombres no saldrían de la bodega, donde estarían desde temprano consumiendo ron, hablando a gritos y tratando de alegrarse como lo mandaba la costumbre. En cambio, de haber tirado hacia los cerros no podría sentirse tan seguro. Él conocía bien el lugar; las familias que vivían en las hondonadas producían leña, yuca y algún maíz. Si cualquiera de los hombres que habitaban los bohíos de por allí bajaba aquel día para vender bastimentos en la bodega del batey y acertaba a verlo, estaba perdido. En leguas a la redonda no había quién se atreviera a silenciar el encuentro. Jamás sería perdonado el que encubriera a Encarnación Mendoza: y aunque no se hablaba del asunto todos los vecinos de la comarca sabían que aquel que le viera debía dar cuenta inmediata al puesto de guardia más cercano. 

Empezaba a sentirse tranquilo Encarnación Mendoza, porque tenía la seguridad de que había escogido el mejor lugar para esconderse durante el día, cuando comenzó el destino a jugar en su contra.

Pues a esa hora la madre de Mundito pensaba igual que el prófugo: nadie pasaría por las trochas en la mañana, y si Mundito apuraba el paso haría el viaje a la bodega antes de que comenzaran a transitar los caminos los habituales borrachos del día de Nochebuena. La madre de Mundito tenía unos cuantos centavos que había ido guardando de lo poco que cobraba lavando ropa y revendiendo gallinas en el cruce de la carretera, que le quedaba al poniente, a casi medio día de marcha. Con esos centavos podía mandar a Mundito a la bodega para que comprara harina, bacalao y algo de manteca. Aunque lo hiciera pobremente, quería celebrar la Nochebuena con sus seis pequeños hijos, siquiera fuera comiendo frituras de bacalao.CONTINUAR LEYENDO

viernes, 20 de diciembre de 2024

"NAVIDADES INFANTILES EN GALES". Un cuento de Dylan Thomas

Las Navidades eran tan parecidas unas a las otras, en aquellos años en torno a la esquina del pueblo junto al mar, de golpe despojado de toda sonoridad, excepto por las voces que hablaban a lo lejos y que oigo a veces un instante antes de quedarme dormido, que nunca consigo recordar si la nieve cayó durante seis días seguidos con sus noches cuando tenía doce años o si nevó sin parar durante doce días con sus noches cuando yo tenía seis.

Todas las Navidades bajan rodando hacia el mar de las dos lenguas como una luna fría que de cabeza diera tumbos por aquel cielo que era nuestra calle. Se detienen justo al borde de las olas heladas, llenas de peces congelados, y yo hundo las manos en la nieve y saco todo lo que pueda encontrar, lo que sea. Introduzco las manos en esa bola blanca como la nieve y con lengua de campana que son las vacaciones, descansando a la orilla del mar que entona villancicos, y salen la señora Prothero y los bomberos.

Fue la tarde del 24 de diciembre y yo estaba en el jardín de la señora Prothero, esperando a los gatos con su hijo Jim. Nevaba. Siempre nevaba por Navidad. Diciembre, en mi recuerdo, es tan blanco como Laponia, aunque no había renos. Sí que había gatos. Con paciencia, nos envolvimos las manos heladas y encallecidas en unos calcetines y esperamos para lanzar las bolas de nieve a los gatos. Felinos, alargados como los jaguares, con sus horribles bigotazos, babeantes y siseantes, se agazaparían y reptarían por el borde blanco de la tapia del jardín, y los cazadores de ojo de lince, Jim y yo, con gorras de piel y mocasines traídos de la bahía del Hudson, cerca del camino de los Murmullos, lanzaríamos nuestras mortíferas bolas de nieve al verde de sus ojos.

Los gatos sabios jamás se presentaron. Estábamos tan quietos, cazadores calzados como esquimales del Ártico, en el silencio mullido de la nieve eterna -eterna al menos desde el miércoles anterior-, que no acertamos a oír el primer grito de la señora Prothero desde su iglú, al fondo del jardín. Y si de hecho lo oímos, nos pareció que su grito fuera el reto lejano de nuestro enemigo y nuestra presa, el gato polar del vecino. «¡Fuego!», gritó la señora Prothero, y se puso a aporrear el gong con que nos llamaba a la hora de la cena.

Y fuimos corriendo por el jardín con las bolas de nieve sujetas entre los brazos, camino de la casa; y ciertamente salía humo por la ventana del comedor, y el gong resonaba como una bomba inagotable, y la señora Prothero anunciaba la ruina como si fuese uno de los voceros de Pompeya. Aquello resultó mucho mejor que todos los gatos de Gales puestos en fila encima de una tapia. Entramos a la casa de un salto, cargados con las bolas de nieve, y nos detuvimos en la puerta de la habitación repleta de humo.

Algo se estaba quemando, desde luego. Puede que fuese el señor Prothero, que siempre se quedaba dormido después de comer, con el periódico cubriéndole la cara. En cambio, estaba tan campante en medio de la sala. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 19 de diciembre de 2024

"BRUJAS LITERARIAS: 30 ESCRITORAS QUE CONJURARON LA MAGIA DE LA LITERATURA". Textos de Taisia Kitaiskaia. Ilustrado por Katy Horan

Brujas literarias es una reivindicación y celebración de las mujeres escritoras que a lo largo de la historia han sido ignoradas y  rechazadas, tal y como se hizo con las brujas. Así, las autoras han querido dignificar el término bruja usándolo para describir el talento de escritoras excepcionales que han sido además símbolo de fuerza, sabiduría y poder.

A través de sus hipnóticos textos y maravillosas ilustraciones, nos presentan a treinta autoras que han dejado escritas grandes páginas de narrativa y poesía.

Autoras de cualquier época, etnia, clase, sensibilidad o religión, desde figuras reconocidas como Toni Morrison, Emily Dickinson o Agatha Christie, hasta otras más desconocidas como Janet Frame o Yumiko Kurahashi.

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miércoles, 18 de diciembre de 2024

FELIZ NAVIDAD - MERRY CHRISTMAS - GABON ZORIONTSUAK - BON NADAL


Estimados amigos y amigas,

Me parece que fue ayer cuando publicaba la última entrada del blog de 2023; y resulta que si me descuido un poco más, se me hubiera ido el año sin esta despedida que pretende ser una reflexión compartida. Se va un año y nace otro: es el eterno ciclo de la vida. ¡Ay! A veces quisiera ser reloj para robar el tiempo y regalar la eternidad. Pero sé que sólo las palabras compartidas permanecen, se encadenan al alma y viajan para siempre por el universo. Pero añadamos a las palabras los silencios, en este caso también compartidos. Silencios compuestos de miradas, de caricias, de lágrimas, de sonrisas, de dudas, de ausencias y de presencias, de amor, de nubes, de estrellas, de poesía muda, de corazón, de ilusiones, ... Palabras y silencios que, llenos de esperanza, claman, desde la más profunda indignación, por la justicia, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Palabras y silencios que se rebelan ante el fatalismo y que siguen proclamando que, de la misma forma que hemos construido el mundo que tenemos, también podemos hacer otro totalmente distinto. ¡Sí! Como si fuera el ciclo de la vida: se va un mundo lleno de negrura para que nazca otro lleno de luz. Y ese es mi reconocimiento para todas las personas que os asomáis a este blog y que llenos de ciencia, ilusión y amor vais haciendo día a día que florezca otro mundo, otra vida. Gracias por estar ahí. Gracias por compartir vuestras palabras y silencios. Y ya para despedirme, un deseo y un mandato. El deseo es que, como dice la poeta, no muráis lentamente; y el mandato: ¡¡¡SED MODERADAMENTE FELICES!!!

Un fuerte e intenso abrazo para todas y todos.

Miguel

"MUERE LENTAMENTE". Martha Medeiros

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, 
repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.

Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!

martes, 17 de diciembre de 2024

"LA IGLESIA DEL DIABLO". Un cuento de J. M. Machado de Assis

Cuenta un viejo manuscrito benedictino que el Diablo, cierto día, tuvo la idea de fundar una iglesia. Si bien sus lucros eran  continuos y grandes, lo humillaba el papel suelto que ejercía desde hacía siglos, sin organización, sin reglas, sin cánones, sin ritual, sin nada. Vivía, por así decir, de los remanentes divinos, de los descuidos y obsequios humanos. Nada fijo, nada regular. ¿Por qué no podía tener él también su iglesia? Una iglesia del Diablo era el medio eficaz para combatir a las otras religiones y destruirlas de una buena vez.

−Construiré, pues, una iglesia−concluyó él−. Escritura contra Escritura, breviario contra breviario. Tendré mi misa, con vino y pan abundantes, mis prédicas, bulas, novenas y todo el aparato eclesiástico restante. Mi credo será el núcleo universal de los espíritus, mi iglesia una tienda de Abraham. Y, además, mientras las otras religiones se combaten y dividen, mi iglesia será única; no tendré frente a mí ni a Mahoma ni a Lutero. Hay muchos modos de afirmar; hay uno solo de negarlo todo.

Al decir esto, el Diablo sacudió la cabeza y extendió los brazos, con un gesto magnífico y varonil. Luego se acordó de ir a ver a Dios para comunicarle la idea y desafiarlo; alzó los ojos, encendidos de odio, ásperos de venganza y se dijo a sí mismo: “Vamos, ya es hora”. Y rápido, sacudiendo las alas, con tal estruendo que estremeció todas las provincias del abismo, arrancó de la sombra hacia el infinito azul. CONTINUAR LEYENDO



lunes, 16 de diciembre de 2024

"CARTA A LA MADRE". Un poema de Salvatore Quasimodo

A Salvatore Quasimodo, uno de los grandes poetas italianos del siglo XX, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura en 1959, según los miembros de la Academia Sueca “por sus poemas que con ardor clásico expresan el sentimiento de la vida de nuestro tiempo”. En sus palabras de aceptación, el poeta hizo una defensa del papel cívico del poeta frente a las estrategias subyugantes del poder político. El poema que hoy comparto se titula ‘Carta a la madre’ y lo escribe en Milán en 1948, lejos de su Sicilia natal. Ese sentimiento de aflicción por el distanciamiento, por el abandono de las cosas y los seres que ama, lo concreta en su madre lejana y enferma, a la que recuerda con dulzura, por la que siente desazón y pesadumbre, a la que ofrece un tierno testimonio de reconocimiento y gratitud. (Andrea Villarrubia Delgado)
CARTA A LA MADRE

«Mater dulcissima, ahora descienden las nieblas,
y el Naviglio embiste confuso contra los muelles,
los árboles se hinchan de agua, arden de nieve;
no estoy triste en el Norte: no estoy
en paz conmigo mismo, mas no espero
perdón de nadie, muchos me deben lágrimas
de hombre a hombre. Sé que no estás bien, que vives,
como todas las madres de los poetas, pobre
y con la justa medida de amor
a causa de tus hijos lejanos. Hoy soy yo
quien te escribe.» —Al fin, dirás, dos líneas
de aquel muchacho que huyó de noche con un abrigo corto
y algunos versos en el bolsillo. Pobre, tan generoso,
un día lo matarán en cualquier parte—.
«En verdad, lo recuerdo, fue en aquel gris andén
de trenes lentos que llevaban almendras y naranjas
a la desembocadura del Imera, el río lleno de urracas,
de sal, de eucaliptos. Mas ahora te agradezco,
así lo deseo, la ironía que has puesto
sobre mis labios, mansa como la tuya.
Esa sonrisa me ha salvado de llantos y dolores.
Y no me importa si ahora derramo lágrimas por ti,
por todos los que como tú esperan,
y no saben qué esperan. Ah, muerte amable,
no toques el reloj que en la cocina late sobre el muro,
toda mi infancia pasó sobre el esmalte
de su cuadrante, sobre sus flores pintadas:
no toques las manos, el corazón de los viejos.
Pero ¿acaso alguien responde? Oh piadosa muerte,
muerte honesta. Adiós, querida, adiós mi dulcissima mater.»

domingo, 15 de diciembre de 2024

"EL ALIENISTA". Un relato corto de J.M. Machado de Assis

 

Relato publicado en la revista A Estacão en 1882 y recogido ese año en el libro Papéis Avulsos, El alienista es uno de los mejores ejemplos del gran talento narrativo de Joaquim Maria Machado de Assis (Río de Janeiro, 1839-1908). Esta sutil ficción sobre la locura y el poder le habría bastado para pasar a la historia de la mejor literatura, porque "Machado de Assis reúne los requisitos para la genialidad: posee exuberancia, concisión y una visión irónica impar en el mundo", como subraya el crítico Harold Bloom.


sábado, 14 de diciembre de 2024

"CANCIÓN DE ANIVERSARIO". Un poema de Jaime Gil de Biedma

El libro ‘Las personas del verbo’ del poeta Jaime Gil de Biedma ha sido uno de los libros fundamentales en mi formación como lectora de poesía. Es uno de esos libros que se releen siempre como si lo acabaras de descubrir. Ya he traído aquí en alguna otra ocasión poemas suyos, pero me apetecía hoy regresar a ese libro y compartir uno de los más hermosos poemas de amor que contiene, ‘Canción de aniversario’, que expresa con singular emoción y belleza lo que todos en el fondo queremos: un amor que nos haga soñar una vida en común, sostener el deseo y la resolución “de ser feliz por encima de todo”, como declaró en otro conocido poema suyo. (Andrea Villarrubia Delgado)
CANCIÓN DE ANIVERSARIO

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!
Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.
El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?
La realidad -no demasiado hermosa-
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.
La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
-mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común-, estoy seguro
que no puede hacer daño.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

"LA SOMBRA". Un sobrecogedor cuento de Hans Christian Andersen

En los países cálidos, ¡allí sí que calienta el sol! La gente llega a parecer de caoba; tanto, que en los países tórridos se convierten en negros. Y precisamente a los países cálidos fue adonde marchó un sabio de los países fríos, creyendo que en ellos podía vagabundear, como hacía en su tierra, aunque pronto se acostumbró a lo contrario. Él y toda la gente sensata debían quedarse puertas adentro. Celosías y puertas se mantenían cerradas el día entero; parecía como si toda la casa durmiese o que no hubiera nadie en ella. Además, la callejuela con altas casas donde vivía estaba construida de tal forma que el sol no se movía de ella de la mañana a la noche; era, en realidad, algo inaguantable. Al sabio de los países fríos, que era joven e inteligente, le pareció que vivía en un horno candente, y le afectó tanto, que empezó a adelgazar. Incluso su sombra menguó y se hizo más pequeña que en su país; el sol también la debilitaba. Tanto uno como otra no comenzaban a vivir hasta la noche, cuando el sol se había puesto.

Era digno de verse. En cuanto entraba luz en el cuarto, la sombra se estiraba por toda la pared, incluso hasta el techo, tenía que hacerlo para recuperar su fuerza. El sabio salía al balcón, para desperezarse, y así que las estrellas asomaban en el maravilloso aire puro, era para él como volver a vivir. En todos los balcones de la calle -y en los países cálidos todos los huecos tienen balcones- había gente asomada, porque uno tiene que respirar, por muy acostumbrado que se esté a ser de caoba. Había gran animación, arriba y abajo. Los zapateros, los sastres, todo el mundo estaba en la calle, fuera estaban las mesas y las sillas, y brillaban las luces sí, más de mil había encendidas-. Uno hablaba y otro cantaba, y la gente paseaba y rodaban los coches, los asnos pasaban -¡tilín, tilín, tilín!- sonando los cascabeles. Había entierros y cantos fúnebres, los chicos disparaban cohetes y las campanas volteaban -sí, había una vida tremenda en la calle-. Sólo la casa frente a la del sabio extranjero estaba en silencio completo. Y, sin embargo, alguien vivía en ella, porque había flores en el balcón que crecían espléndidamente al calor del sol, para lo que necesitaban ser regadas -luego, alguien debía haber allí. La puerta del balcón aparecía también abierta por la tarde, pero el interior estaba en sombra, por lo menos en la habitación delantera. De dentro llegaba sonido de música. Al sabio extranjero le pareció extraordinaria la música, pero bien podía ser pura imaginación suya, porque todo lo encontraba extraordinario en los países cálidos -excepto lo referente al sol-. Su casero dijo que no sabía quién había alquilado la casa, no se veía a nadie, y en cuanto a la música se refería, creía que era horriblemente aburrida.

-Es como si alguien tratase de ensayar una pieza que no puede dominar, siempre la misma. «¡Pues lo tengo que sacar!», dice, pero no lo consigue por mucho que toque.

Una noche el extranjero despertó; dormía con la puerta del balcón abierta. La cortina se levantó con el viento, y le pareció que venía una luz fantástica del balcón de enfrente. Todas las flores resplandecían como llamas de los colores más espléndidos y en medio de las flores se encontraba una esbelta, atractiva doncella, que parecía también resplandecer. De tal forma lo deslumbró, que abrió los ojos desmesuradamente y se despertó del todo. De un salto estuvo en el suelo, muy despacio se acercó a la cortina pero la doncella había desaparecido, el resplandor se había apagado; las flores no brillaban, pero seguían siendo tan bonitas como siempre; la puerta estaba entornada y de las profundidades venía una música tan suave y encantadora, que inspiraba los más dulces pensamientos. Era, sin embargo, como cosa de magia -y ¿quién vivía allí? ¿Dónde estaba la verdadera entrada? Todo el piso bajo era una tienda tras otra y no era posible que la gente pasara por ellas. CONTINUAR LEYENDO

martes, 10 de diciembre de 2024

"DONDE HABITE EL OLVIDO". Un poema de Luis Cernuda

Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.

 Donde habite el olvido (Luis Cernuda / Enrique Morente / Isidro Muñoz)

lunes, 9 de diciembre de 2024

"‘STILLE NACHT (Noche de paz)" Un cuento de Navidad de Jorge Volpi

Una noche como otras, una noche como ninguna. Dos seres perdidos ante el teclado se encuentran sin buscarse. Una conversación virtual en un mundo cruelmente real. Recuerdos del pasado, quién sabe si del futuro. Navidad y final de año, campanadas y ausencia, ruido y soledad. Ya son las doce. Adiós.

¡Y esa fue la mejor!

¿Quieres la peor?

No me ganas.

¿Apostamos?

Dos categorías: niño y adulto.

A ver, empieza tú. De niño.

Simplemente, no hubo. Fin.

¿Cuántos años tenías?

Ocho.

Cuenta.

Mamá se la pasó todo el santo día en la cocina con el pavo y el relleno, los romeritos —horrorosos—, el bacalao, la ensalada de manzana, una enorme carlota de fresas, horas y horas sin parar. Sin detenerse ni un segundo, sudando, como si se le fuera la vida. Nos obligó a desempolvar la vajilla de la abuela, a limpiar los cubiertos con un líquido negruzco —se me revuelve el estómago—, a desempacar los adornos y a poner 15 lugares en la mesa. Vaya atracón, hacía mucho que no demostraba esa energía. Mi hermana y yo la contemplábamos sin adivinar quién iba a venir, desde que mi padre se largó apenas salía de casa, rara vez visitaba a sus amigas, y de pronto aquel banquete imprevisto. El arbolito atiborrado de esferas, muñecos y lucecitas, el pesebre en el hueco de la chimenea, dulces y turrones en cada esquina. Incluso compró una piñata de estrella y nos hizo llenarla con tejocotes, jícamas, caña de azúcar, colación y cacahuates.

¿De veras no llegó nadie?

¿Soy tan predecible? A las doce nos sentamos a la mesa y colocó la avalancha de platillos frente a nosotros. Nos dijo que debíamos esperar a los demás. Diez minutos, media hora. Una. Dos.

¿No protestaron?

Tendrías que haberle visto la cara.

¿Y ustedes qué hacían mientras?

Mirarnos en silencio.

¿Y luego?

Mi hermana se rio.

¿Es menor que tú?

Dos años. Era muy divertida, hace años que no sé de ella. No podía parar y me contagió. Los dos nos carcajeamos hasta que nos dolió la panza. Mi mamá se levantó y empezó a llevarse los platos sin decir ni una palabra.

¿No cenaron?

Nos mandó a la cama. A la mañana siguiente, no había ni restos de la algarabía. Ni pavo ni turrón, ni siquiera el nacimiento o el arbolito. Tampoco regalos, por supuesto. Nos sirvió el desayuno como en un día normal.

¿No le reclamaron?

Ahora vas tú.

domingo, 8 de diciembre de 2024

"CUENTOS POR SU CUENTA". Antología de cuentos ilustrados para niños, adolescentes y jóvenes. Adela Basch

Índice

  • ¡Adelante, adelante, valeroso navegante!
  • Se busca pirata
  • Un libro de ciencia fricción
  • Una asombrosa llama en el desierto
  • Una nave especial
  • Tal vez se acuerda
  • Caballito
  • Joaquín y las palabras
  • Calle Laserre
  • Jugar a la mancha
  • Por nada del mundo
  • Un viaje de película
  • Unas rimas que se arriman
  • En tren de descubrimiento

sábado, 7 de diciembre de 2024

"MARIANA". Un cuento de Inés Arredondo

Mariana vestía el uniforme azul marino y se sentaba en el pupitre al lado del mío. En la fila de adelante estaba Concha Zazueta. Mariana no atendía a la clase, entretenida en dibujar casitas con techos de dos aguas y árboles con figuras de nubes, y un camino que llevaba a la casa, y patos y pollos, todo igual a lo que hacen los niños de primer año. Estábamos en sexto. Hace calor, el sol de la tarde entra por las ventanas; la madre Paz, delante del pizarrón, se retarda explicando la guerra del Peloponeso. Nos habla del odio de todas las aristocracias griegas hacia la imponente democracia ateniense. Extraño. Justamente la única aristocracia verdadera, para mí, era la ateniense, y Pericles la imagen en el poder de esa aristocracia; incluso la peste sobre Atenas, que mata sin equivocarse a “la parte más escogida de la población” me parecía que subrayaba esa realidad. Todo esto era más una sensación que un pensamiento. La madre Paz, aunque no lo dice, está también del lado de los atenienses. Es hermoso verla explicar —reconstruyendo en el aire con sus manos finas los edificios que nunca ha visto— el esplendor de la ciudad condenada. Hay una necesidad amorosa de salvar a Atenas, pero la madre Paz siente también el extraño goce de saber que la ciudad perfecta perecerá, al parecer sin grandeza, tristemente; al parecer, en la historia, pero no en verdad. Mariana me dio un codazo: “¿Ves? Por este caminito va Fernando y yo ya estoy parada en la puerta, esperándolo”, y me señalaba muy ufana dos muñequitos, uno con sombrero y otro con cabellera igual a las nubes y a los árboles, tiesos y sin gracia en mitad del dibujo estúpido. “Están muy feos”, le dije para que me dejara tranquila, y ella contestó: “Los voy a hacer otra, vez”. Dio vuelta a la hoja de su cuaderno y se puso a dibujar con mucho cuidado un paisaje idéntico al anterior. Pericles ya había muerto, para estoy segura de que Mariana jamás oyó hablar de él.

Yo nunca la acompañé; era Concha Zazueta quien me lo contaba todo.

A la salida de la escuela, sentadas debajo de la palmera, nos dedicábamos a comer los dátiles agarrosos caídos sobre el pasto, mientras Concha me dejaba saber, poco a poco, a dónde habían ido en el coche que Fernando le robaba a su padre mientras éste lo tenía estacionado frente al Banco. En los algodonales, por las huertas, al lado del Puente Negro, por todas partes parecían brotar lugares maravillosos para correr en pareja, besarse y rodar abrazados sofocados de risa. Ni Concha ni yo habíamos sospechado nunca que a nuestro alrededor creciera algo muy parecido al paraíso terrenal. Concha decía “…y se le quedó mirando, mirando, derecho a los ojos, muy serio, como si estuviera enojado o muy triste y ella se reía sin ruido y echaba la cabeza para atrás y él se iba acercando, acercando, y la miraba. Él parecía como desesperado, pero de repente cerró los ojos y la besó; yo creí que no la iba a soltar nunca. Cuando los abrió, la luz del sol lo lastimó. Entonces le acarició una mano, como si estuviera avergonzado… Todo lo vi muy bien porque yo estaba en el asiento de atrás y ellos ni cuenta se daban”. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 6 de diciembre de 2024

"ADIÓS A LAS ARMAS". Un poema de José Emilio Pacheco

He comentado en alguna ocasión que admiro mucho la ironía y a quien la maneja con inteligencia, si bien no siempre es fácil encontrarla en la literatura en general y menos aún en la poesía. Hoy quiero compartir el poema ‘Adiós a las armas’ del poeta mexicano José Emilio Pacheco, quien desde el propio título nos anuncia el juego y el humor que se dispone a desplegar. En el poema, tan risueño, tan musical, José Emilio Pacheco transforma el título de la célebre novela de Ernest Hemingway en el reconocimiento no de una victoria sino de una derrota, de una decepción adolescente. (Andrea Villarrubia Delgado)

ADIÓS A LAS ARMAS
Una tarde llegaron de una ciudad del norte,
o acaso era del centro.
No puedo precisarlo
entre tantas mentiras de los años, la ficción
que llamamos memoria y es olvido que inventa.
María Elvira, Ana, Amalia: nombres del tiempo,
hermanas casi idénticas,
las tres bellísimas,
las tres el sueño
erótico y romántico de quienes
no éramos siquiera adolescentes.
Altivas por hermosas, quizá tímidas
por ser recién llegadas, no nos miraron.
Luchamos por llamarles la atención:
acrobacias en bicicleta, escalamientos y equilibrios
en barandales y cornisas,
juegos de mano, juegos de pelota, peleas de box:
todo inútil.
Perdida la esperanza, Marco Vargas
obtuvo no sé cómo su amistad.
Y una noche la madre de las hermanas Armas
nos invitó a su casa.
Sándwiches de paté, Sidral Mundet,
dos horas conversando en plena sala.
Marco y yo
salimos como nunca enamorados de Ana,
María Elvira, y Amalia.
Pero al día siguiente
las tres volvieron al lugar de origen:
su padre mató a alguien
o fue ascendido a un gran puesto.
Nunca más volvimos a verlas.
Aquella última noche fue el adiós a las Armas.

jueves, 5 de diciembre de 2024

"CUENTOS PARA UNA TERTULIA". Marian Calvo en su página de "Hautatzen" (https://hautatzen.net/). Un portafolio docente con recursos didácticos para ESO y Bachillerato sobre Lengua, Literatura y Tutoría.


Cuentos para una tertulia es una recopilación de relatos cortos para ser leídos o escuchados en clase con el fin de realizar a posteriori una tertulia literaria. Cada cuento presentado tanto en audio como en texto, contiene una guía orientativa que puede ayudar a reflexionar sobre emociones y valores. Además se añaden actividades para trabajar por escrito aspectos teóricos de la asignatura de lengua castellana (gramática, modalidad textual, la ortografía…)

Los relatos están ordenados alfabéticamente, pero no es necesario seguir un orden concreto. Algunos los he usado en 3º ESO y otros en 4ºESO en mis grupos de Diversificación Curricular. La lectura siempre se ha hecho en clase leída por mí, a veces por ellos y en otras ocasiones escuchándola de la grabación. En todas las opciones, siempre con el texto delante para que el alumno pueda trabajarlo.

Al final de la evaluación se propone una actividad de trabajo grupal relacionada con los cuentos leídos. El tipo de trabajo a realizar es consensuado por ellos a partir de un menú abierto de propuestas que puedes consultar en el banco de recursos.

En la imagen que aparece en "Cuentos para una Tertulia" tienes una serie de cuentos. Pinchando en cada uno aparecen, bien el texto del relato, así como su audio y distintas actividades. 





lunes, 2 de diciembre de 2024

"ESTIGMA". Un poema escrito ayer, 1 de Diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, para invitaros a reflexionar sobre el estigma que siguen soportando las personas con VIH y para que sigamos trabajando cada día hasta lograr un mundo con el que sueña su autora, Gurutze.

ESTIGMA 01/12/24

Hay un peso que no es del cuerpo,
una sombra encargada de permanecer.
No es el virus quien más hiere,
sino el juicio que lo acompaña,
las miradas que apartan,
las palabras que no se dicen,
los gestos que dicen todo,
las relaciones que se rompen o distancian,
los muros que se alzan en silencio,
ese silencio que lleva implícito la indiferencia.
El estigma es un veneno sutil,
un duelo que no se ve en la piel,
pero cala profundo en el alma,
desdibuja rostros, aislando historias dolorosas,
reduciendo a una etiqueta cruel,
la humanidad que somos.
¿Acaso no somos todxs vulnerables,
todxs frágiles, todxs valiosxs?
El miedo no justifica el descarte,
el desconocimiento no excusa el rechazo.
Cada ser merece dignidad,
cada vida merece respeto.
Romper el estigma es abrir los ojos,
es tender las manos, escuchar,
es educar al corazón a la inclusión social,
es entender que nadie es su diagnóstico,
que el amor siempre es más que el prejuicio.
Hoy alzo la voz por tdxs aquellxs
que llevan un conflicto doble:
la de cuidar su cuerpo, mente, espíritu
y la de sanar las heridas que deja el mundo.
Que el estigma se disuelva en conciencia,
que la empatía sea el puente,
que el VIH sea sólo un dato,
nunca una condena, nunca una separación,
nunca un rechazo.

Gurutze

domingo, 1 de diciembre de 2024

"EL INFANTE". Un poema de Fernando Pessoa

Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace.
Dios quiso que la tierra fuese una,
que el mar uniese, que ya no separase,
Te ungió y fuiste a desvendar la espuma,

y la orla blanca, de isla en continente,
clareó en su ida hasta el fin del mundo;
se vio la tierra entera, de repente,
surgir, redonda, del azul profundo.

Aquél que te ungiera, portugués te hizo.
Del mar y de nosotros en ti nos dio señal.
Cumplióse el Mar, y el Imperio se deshizo.
¡Aún falta que se cumpla, oh Señor, Portugal!