jueves, 30 de septiembre de 2021

Annabel Lee, un poema de Edgar Allan Poe

Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar, 
habitaba una doncella cuyo nombre os he de dar,
y el nombre que daros puedo es el de Annabel Lee,
quien vivía para amarme y ser amada por mí.
Yo era un niño y era ella una niña junto al mar,
en el reino prodigioso que os acabo de evocar.
Más nuestro amor fue tan grande cual jamás yo presentí,
más que el amor compartimos con mi bella Annabel 
Lee,
Y los nobles de su estirpe de abolengo señorial
los ángeles en el cielo envidiaban tal amor,
los alados serafines nos miraban con rencor.
Aquel fue el solo motivo, ¡hace tanto tiempo ya!,
por el cual, de los confines del océano y más allá,
un gélido viento vino de una nube y yo sentí
congelarse entre mis brazos a mi bella Annabel Lee. 
La llevaron de mi lado en solemne funeral.
A encerrarla la llevaron por la orilla de la mar
a un sepulcro en ese reino que se alza junto al mar, 
los arcángeles que no eran tan felices cual los dos, 
con envidia nos miraban desde el reino que es de 
Dios.
Ese fue el solo motivo, bien lo podéis preguntar,
pues lo saben los hidalgos de aquel reino junto al mar, 
por el cual un viento vino de una nube carmesí 
congelando una noche a mi bella Annabel Lee. 
Nuestro amor era tan grande y aún más firme en su 
candor
que aquel de nuestros mayores, más sabios en el 
amor.
Ni los ángeles que moran en su cielo tutelar,
ni los demonios que habitan negros abismos del mar 
podrán apartarme nunca del alma que mora en mí, 
espíritu luminoso de mi
hermosa Annabel Lee.
Pues los astros no se elevan sin traerme la mirada 
celestial que, yo adivino, son los ojos de mi amada. 
Y la luna vaporosa jamás brilla baladí
pues su fulgor es ensueño de mi bella Annabel Lee.

Yazgo al lado de mi amada, mi novia bien amada, 
mientras retumba en la playa la nocturna marejada, 
yazgo en su tumba labrada cerca del mar rumoroso, 
en su sepulcro a la orilla del océano proceloso.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

SOY LA MUERTE, un álbum ilustrado de Elisabeth Helland Larsen e ilustrado por Marine Schneider


Un delicado libro ilustrado sobre la inseparable unión entre vida y muerte. Una muerte representada en la figura de una joven mujer, con dulces rasgos, que visita a animales, ancianos, niños, aun aquellos que todavía no han nacido. Les guía en el viaje final y les habla de la vida, del amor y de la muerte.

Flores, brillantes insectos y juguetes acompañan a la muerte en sus visitas para contrarrestar la oscuridad con la que se suele representar. Un libro sobre la muerte, pero también un canto a la vida y al amor que todo lo puede transformar y que es parte de la vida como lo es de la muerte. La vida y yo habitamos juntas todos los cuerpos. La vida y yo estamos en todo lo que empieza y todo lo que se termina.

Soy la muerte aborda un tema, a veces, difícil de explicar, ¿por qué tenemos que morir?, con un lenguaje poético y sencillo, que ayuda a adultos y niños a afrontar el tema de la muerte o a superar la pérdida de un ser querido.



martes, 28 de septiembre de 2021

"Un Quijote vino a verme". Conferencia de Gonzalo Moure leída el 23 de julio de 2021 en el marco de la Feria Nacional del Libro de León, en Guanajuato, México.

Comienzo a escribir estas palabras con la misma idea con la que he escrito la mayoría de mis pequeños libros; es decir, con el compromiso conmigo mismo de no pronunciarla si al escribirla no descubro algo nuevo o, al menos, puedo intentar descubrirlo con todos ustedes. En otras palabras, no escribir por lo que ya sé, sino escribir para saber lo que aún no sé, o intuir algo que aún no sé; para que al menos intuyamos juntos, el oyente y yo, algo nuevo. Y si no lo consigo, si acabo de escribirla sin encontrar ese algo que me despierte, que nos despierte a todos, dejarla, incluso borrarla y volver a intentarlo, porque ¿qué aportaría entonces, si ya he ido contando en muchas ocasiones lo que ya sé y lo que otros saben, sin que a nadie pareciera importarle demasiado? ¿Para qué les haría perder cuarenta y cinco minutos a todos ustedes si yo fuera el primero en tener la sensación de irlos a perder, por no hablar del tiempo usado para escribirla, que es mucho más que una hora? Decía Isak Dinesen que escribía cada día sin esperanza, pero sin desesperanza. Yo matizaría su confesión; la matizo, y digo que escribo ahora desesperanzado y con esperanza. Desesperanzado porque lo que yo encuentre en este tiempo tampoco será importante. Poco o nada. Tomo una cita de T.S. Eliot usada por Carlo Frabetti en su libro El tigre de Tarzán: “No dejaremos de explorar y al final de nuestra búsqueda llegaremos al punto de partida y conoceremos el lugar por primera vez”. Pero esperanzado porque tal vez avance un centímetro, qué se yo, en un átomo de pensamiento nuevo. Como el preso que trata de limar los barrotes con un cepillo de dientes afilado sabiendo lo inútil de su empresa, pero con la esperanza de alcanzar algún día el horizonte, de salir de la celda. Un milímetro arrancado al hierro del barrote tras el que espera la libertad no es la libertad, hay que admitirlo, pero conduce hacia ella, por más despacio que sea. 

Eso, la libertad, me recuerda que contaba no hace mucho a un grupo de escolares españoles algo que se me ocurrió mientras hablaba con ellos de la importancia de la lectura para poder conocer al otro, para poder saber lo que hay en cada camino, tras cada puerta y cada ventana, porque no otra cosa son los libros: caminos, puertas y ventanas para “ser el otro”, aunque sea durante la lectura, y para, por fin, poder elegir el futuro y conquistar el presente: para ser libre. Era la historia de un potro que pasaba sus tristes días encerrado en una cuadra con otros caballos. Salía una hora o dos al día para obedecer a un tipo de dos pies que se montaba en él y le obligaba a hacer lo que él quería hacer. Que lo castigaba y golpeaba con una fusta y unas espuelas si no lo hacía, y si lo hacía también. Pero un día una puerta se quedó abierta y el potro salió de la cuadra al amanecer. Encontró un punto débil, o más bajo, en la valla que rodeaba las cuadras y la saltó sin dificultad. Probaba por primera vez en su vida algo parecido a la libertad, una sensación que dormía en el fondo de su memoria genética desde los tiempos en los que los caballos vivían en la Tierra sin más límite que la amenaza de los depredadores, antes de que apareciera el bípedo que lo domó y le privó de la libertad. El potro trotó por los campos cercanos hasta que encontró otro cercado en el que pastaba o dormitaba una yegua joven, una potrilla baya de aroma arrebatador. Se acercó a la valla y la llamó. Se olieron uno al otro, relincharon, hasta que el potro le enseñó a saltar la valla. La yegüita lo intentó varias veces, y al fin lo consiguió. Y entonces los dos, felices, sintiendo un millón de nuevas emociones, trotaron por los prados hasta llegar a una playa. En ella vivieron algo parecido a la aventura y al amor. Galoparon por la orilla, levantaron nubes de espuma con sus cascos, se rascaron mutuamente la cruz y el cuello con sus dientes, unieron sus ollares para exhalar y aspirar sus olores más profundos e íntimos. Fueron felices aquellas horas, hasta que llegaron los humanos buscándolos. Espantados, los caballos trataron de huir, pero fue inútil. Al final los acorralaron, los lazaron, los separaron, les gritaron, golpearon y castigaron, y los llevaron a cada uno de vuelta hasta su cercado, donde fueron atados, y de nuevo esclavizados.CONTINUAR LEYENDO

Fuente: Fundación Cuatrogatos


lunes, 27 de septiembre de 2021

AKIM CORRE, un álbum ilustrado de Claude K. Dubois

 

La artista belga Claude K. Dubois intenta hacer comprensibles a los niños las traumáticas vivencias de la guerra y de la huida de la misma, una realidad para muchas personas, tomando como ejemplo la suerte del pequeño Akim.

Como una catástrofe de la naturaleza, la guerra llega a la sencilla vida del chico. Akim se queda en medio de un paisaje de desolación hasta que alguien lo lleva de la mano y es arrastrado por los que huyen.



domingo, 26 de septiembre de 2021

Abrir o cerrar mundos: la elección de un canon. Cecilia Bajour



Una interesante reflexión de la autora acerca del canon en la literatura infantil. Un asunto estrechamente relacionado con la selección y elección de libros para estos destinatarios. Un problema que se plantea con harta frecuencia en las y los mediadores de lecturas: bibliotecarios, profesorado, familias... Cecilia Bajour profundiza en este entorno y hace propuestas para pensar y repensar el canon literario.


(a partir de la página 29)

sábado, 25 de septiembre de 2021

"LA VERDADERA HISTORIA DE LOS TRES CERDITOS", un álbum ilustrado de de Jon Scieszka y Lane Smith"

"Me tendieron una trampa", ha declarado el lobo Silvestre en exclusiva al Diario Lobo. En este escandaloso libro por fin se va a saber la verdad. a prensa se lo inventó todo, porque en realidad los tres cerditos son unos maleducados, y el lobo Silvestre solo quería azúcar para hacer un pastel a su abuelita. este álbum de 1989 constituye una de las primeras revisiones de un cuento infantil realizada con conciencia narrativa y mediante una fuerte propuesta visual perpetrada por dos autores notoriamente gamberros.

Muy interesante el artículo de Cecilia Bajour que se centra en este álbum: "¿Quién es el dueño de la verdad? Los problemas de la ficción en ¡La verdadera historia de los tres cerditos! de Jon Scieszka y Lane Smith" y que se puede leer en la revista Imaginaria