martes, 22 de septiembre de 2015

El discípulo. Oscar Wilde, Poemas en prosa.

Cuando Narciso murió, el río de sus delicias se transformó de una copa de agua dulce en una copa de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron llorando por los bosques a cantar junto al río y a consolarle.

Y cuando vieron que el río habíase convertido de copa de agua dulce en copa de lágrimas saladas deshicieron los bucles verdes en sus cabelleras y gritaban al río y le decían:

-No nos extraña que le llores así. ¿Cómo no ibas a amar a Narciso con lo bello que era?

-¿Pero Narciso era bello?

-¿Quién mejor que tú puede saberlo? -respondieron las Oréades- Nos despreciaba a nosotras, pero te cortejaba a ti, e inclinado sobre tus orillas, dejaba reposar sus ojos sobre ti, y contemplaba su belleza en el espejo de tus aguas.

Y el río contestó:

-Si amaba yo a Narciso, era porque, cuando inclinado en mis orillas, dejaba reposar sus ojos sobre mí, en el espejo de sus ojos veía reflejada yo mi propia belleza.


Fuente: Audiolibros (albalearning.com)

Nota: A través de la página de "Audiolibros" podemos escuchar este texto y otros muchos. La actividad de escuchar un texto teniéndolo escrito delante es una actividad que logra muy buenos resultados en el aprendizaje de la lectoescritura tanto en niños y niñas como en la alfabetización de personas adultas. Eso sí, la escucha ha de ser activa y complementada con el diálogo y otras subactividades.

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