Se cumplen 700 años de la publicación del 'Infierno', el primero de los tres cantos de la influyente 'Divina comedia' de Dante
Decía Platón que los seres se transforman unos en otros según ganen en
inteligencia o estupidez. Un hombre podía convertirse en planta por pura
pereza. A esa metamorfosis Dante añade el amor. Y concibe su inferno
como ese lugar, ese estado de ánimo, donde no cabe su acción
transformadora (del amor como actitud, pues el amor como sentimiento
también puede ser infernal). Un invierno eterno. El paraíso, su
contraparte, es la armonía de inteligencia y amor. Por la montaña
inversa del averno desciende Dante, guiado por Virgilio, hasta el noveno
círculo (el número de Beatriz), itinerario ineludible para llegar hasta
su difunta amada. Un viaje al interior que es también un viaje de
transformación.
Todo esto no era nuevo en la época del florentino, existían precedentes
antiguos del viaje a través de los mundos: el vuelo chamánico, el viaje
de Ulises al país de los cimerios, el descenso de Orfeo a los infiernos o
las incursiones de bodhisattvas en abismos budistas. Como
región simbólica, el infierno era etapa de un camino espiritual y
emblema de cierto grado de iniciación, lo que emparenta a Dante con la
cábala hebraica y el misticismo sufí. Y esa hermandad va mucho más allá
si consideramos que la Comedia, la gran joya del medioevo
cristiano, es una variación de ciertas leyendas islámicas, algo que
probó, hace ya casi un siglo, un estudioso español. Asín Palacios cotejó
el sacro poema con los hadices y la escatología musulmana,
concretamente con el viaje nocturno o isrá en el que Mahoma
visitó las mansiones infernales. La sorpresa fue que la arquitectura
infernal de Dante era trasunto de la de Ben Arabí, confirmando la
procedencia oriental de relatos que se creían de origen celta. Dante, al
que todo el mundo (incluso él mismo) consideraba aristotélico y
tomista, resultaba ser neoplatónico e islámico. Pero ello no fue
obstáculo para que Dante pudiera haber pertenecido a una orden de
filiación templaria, pues está bien documentada la conexión entre el
hermetismo y las órdenes de caballería, siempre proactivas en los
intercambios con Oriente. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: cultura.elpais.com
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