domingo, 8 de enero de 2017

Fábula sobre la felicidad.

Hace muchísimo tiempo, antes de los primeros días del mundo, cuando el hombre estaba  a punto de aparecer sobre la tierra, los dioses del Olimpo se reunieron en un acto solemne. En aquella reunión decidieron, de común acuerdo, crear a la mujer y al hombre. Y decidieron hacerlo a su imagen y semejanza. Pero un momento antes de darles la vida, un jovenzuelo dios dijo:
Si vamos a hacerlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una voluntad y una fuerza y una inteligencia iguales a las nuestras. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros; de lo contrario, estaríamos creando nuevos dioses. Por eso propongo que les quitemos algo. Pero ¿qué les podemos quitar?
Después de mucho pensar, uno de los dioses dijo:
Ya lo sé! Vamos a quitarles la felicidad y busquemos un sitio donde esconderla para que no la encuentren jamás.
Uno de los dioses propuso:
La esconderemos en la cima del monte más alto del mundo.
Inmediatamente replicó otro de los dioses:
No. Recuerda que les dimos voluntad. Algún día alguien escalará esa montaña y la encontrará. Y desde ese día todos sabrán dónde está.
Después de un rato de silencio otro propuso:
Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar.
Pero otro dios replicó:
Tampoco. Recuerda que les dimos fuerza. Alguna vez alguien construirá un barco para bajar al fondo del mar y entonces la encontrará.
Otro más dijo:
Entonces vamos a esconderla en un planeta lejano de la tierra.
Todos le dijeron:
No. Recuerda que les dimos inteligencia y un día alguien construirá una nave para poder viajar a otros planetas y la descubrirán. Y, ese día, ya todos tendrán la felicidad y serán iguales a nosotros.
El último en hablar fue el dios más anciano, que había escuchado atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses. Rompió el silencio y dijo:
Creo saber dónde poner la felicidad para que nunca la encuentren.
Todos se sorprendieron y le preguntaron:
¿Dónde?
Y contestó el dios más viejo: La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados y preocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Y así fue. Desde entonces, mujeres y hombres se pasan la vida buscando la felicidad sin saber que la llevan dentro.

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