Destacar la naturaleza social de la lectura, separándola del carácter básicamente escolar que se le asigna normalmente, es el objetivo del presente artículo. En él se critican algunas de las habituales prácticas académicas en torno a la lectura que tanto contribuyen a desvirtuar su sentido primigenio, que es conocer y reconocer el mundo social a través del mundo íntimo del escritor y a la vez hacer de los textos literarios y filosóficos una vía de comprensión de la propia vida de los lectores. Comprender un texto literario es siempre un intento de dar sentido a la propia existencia y, tal como ponen de manifiesto numerosos autores, esa búsqueda de significado a través de los textos se hace mejor mediante el diálogo, en compañía de otros lectores. Los grupos de lectura son manifestaciones del deseo de conocer y comprender en comunidad. El artículo pone de manifiesto asimismo el relevante papel social que, en circunstancias de catástrofe colectiva o aflicción individual, pueden jugar los libros, la lectura y las bibliotecas públicas.
-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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