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jueves, 29 de diciembre de 2022

Fuera de sí, un artículo de Juan Mata.

En las conclusiones de un ensayo sobre la educación literaria, una alumna me escribió hace algún tiempo lo siguiente: “Gracias por darme una razón para leer”. Esas palabras eran el resumen de sus reflexiones, pero valoraban a la vez el curso académico recién concluido. Me sentí feliz, pues pocas veces logramos ver condensado de un modo tan preciso el significado de nuestro trabajo. Porque, en efecto, de un modo tácito o manifiesto, mis ambiciones profesionales siguen siendo las de poder dar a mis alumnos algunas razones duraderas para estimar la lectura. El hecho de que una alumna hubiera advertido ese íntimo deseo me colmó de orgullo. 

Esa esperanza es primordial para cualquier profesor. Dar razones para leer, para reconocer el valor de los libros, que es un modo de reconocer el valor del conocimiento, debería ser siempre la prioridad de cualquier lector que ha encontrado sus motivos. Porque estar motivado para leer no significa otra cosa que haber descubierto algún motivo para hacerlo. Motivos que no siempre son previos. A menudo se encuentran al cabo de muchas lecturas. Porque no sólo los lectores o las circunstancias motivan a leer. Es frecuente que los propios libros proporcionen los porqués que nos faltaban antes de abrirlos. Sé, no obstante, que motivar no es fácil. La desidia, la impericia o el pudor dificultan a veces ese compromiso. Y no pienso únicamente en los profesores. Me disgusta pensar que la causa del desdén o la indiferencia de alguien hacia los libros pudiera ser la ausencia de motivos para llegar a ellos o no haber sido capaz siquiera de imaginarlos. Esos motivos son siempre individuales e imprevisibles, de modo que no hay hacia los libros una única disposición intelectual o afectiva. Cada cual lee de un modo que le es exclusivo, y lo hace movido por impulsos que sólo ese lector o aquella lectora conocen. Empeñarse en generalizar las razones, en uniformar el acercamiento a los libros, es un error. ¿Quién puede equiparar a otros sus recuerdos, sus deseos, sus experiencias, sus frustraciones, sus alegrías, sus días de colegio, sus hábitos familiares, sus entornos sociales, es decir, el bagaje vital que nos empuja a la lectura o nos aparta de ella? CONTINUAR LEYENDO


lunes, 10 de mayo de 2021

La memoria en las palabras, un interesante artículo de Juan Mata.


La memoria, la capacidad de recordar es exclusiva del ser humano. La memoria de la humanidad pervive en las palabras y se expresa mediante el lenguaje. Recor dar es una forma de abrir el presente al pasado. Recurrir a la memoria acumulada en las palabras, escuchar lo que nos dicen del pasado, tal vez podría ayudarnos a comprender mejor nuestro ahora.

... Somos herederos, en efecto, de un legado frágil e inestable, que nos ha llegado fragmentado y a menudo desarraigado, una circunstancia que nos plantea un dilema moral, no solo filológico o educativo: ¿qué hacer con esa inconmensurable heren cia: preservarla, dejarla extinguirse, embalsamarla? La decisión es compleja, pues afecta al significado y a la formación de una memoria que no nació con nosotros ni nos pertenece solo a nosotros, sino que comenzó muchas generaciones atrás y es ahora un patrimonio colectivo.

La memoria es una facultad admirable del cerebro humano. Gracias a la memo ria podemos retener el flujo huidizo de la existencia y modelar nuestra identidad, nuestro sentido del yo. Somos lo que hemos vivido, pero somos sobre todo lo que recordamos. O lo que podemos recordar. O lo que queremos recordar. Recordar, evocar episodios del pasado, revivir cuantas veces queramos experiencias de nuestra vida, puede decirse que es una capacidad exclusiva de los seres humanos. Somos una especie privilegiada en ese sentido. Podemos regresar al pasado a voluntad, recrearlo y observarlo con delectación, y, más asombroso aún, podemos contar a otros lo que nos pasó, lo que ya vivimos. Somos seres que viven, recuerdan y disfrutan narrando y compartiendo recuerdos, más afianzados cuanto más impacto emocional provocó un suceso en nuestra vida. Pocas cosas nos satisfacen más. Somos seres memoriosos, capaces no solo de recuperar una y otra vez nuestros recuerdos, sino de disfrutar escuchando y contando episodios, reales y ficticios, de los que no fuimos protagonistas, que les sucedieron a otros o los imaginaron otros, pero que están ya integrados en una memoria común, compartida. 

La expresión pública de la memoria compartida es el lenguaje. Las palabras condensan la experiencia vivida, la hacen reconocible, narrable, comprensible. Las palabras hacen que la memoria personal se expanda y se socialice. Podemos rememorar a solas, en silencio, de hecho lo hacemos continuamente, pero si queremos que la memoria personal se haga común, tenemos que narrarla. Y esa narración solo es posible a través del lenguaje, de las palabras, en las cuales se ha ido sedimentan do la historia de la humanidad. Rememorar en esos casos significa rescatar, aunque sea de modo leve y breve, lo que los seres humanos pensaron, sintieron, dijeron.


martes, 11 de agosto de 2020

LA EDUCACIÓN COMO LECTURA, un artículo de Juan Mata

Cualquier reflexión en torno a la educación y la lectura debería partir del hecho de que la lectura ha dejado de presentarse con la «L» mayúscula que la ha caracterizado prácticamente hasta la segunda mitad del siglo XX y se ofrece ahora con una modesta «l» minúscula que, no obstante, la ha hecho más accesible y plural. Más contradictoria también. Esa «minuscularidad» de la lectura tiene el inconveniente, o quizá la ventaja, de presentarla como una práctica cultural cada vez más compleja y más vulnerable. Por otra parte, la educación, tal como se ha venido entendiendo hasta nuestros días, se consideraba la puerta que permitía el acceso al caudal de los libros y, por tanto, de la gran cultura, cuyo fruto cierto era la emancipación individual y social. Educación y lectura constituían un emparejamiento indudable, prometedor. Ya no ocurre exactamente igual. Esa consideración humanista de la educación y la lectura ha perdido influencia. No constituye ya la principal referencia de los discursos pedagógicos o literarios, aunque sigue inspirando la actividad de miles de personas en todo el mundo. La cuestión ahora es dilucidar si la educación puede seguir haciendo algo por la lectura. Y en qué términos. Tratar de aclarar algunos de esos extremos, aquellos en los que están en juego el porvenir de una relación tenida hasta ahora como incuestionable, es el propósito de este artículo. ACCEDER AL ARTÍCULO


miércoles, 22 de julio de 2020

Lectura, Educación literaria y Ética Democrática, un artículo de Juan Mata. Universidad de Granada.



Explorar las estrechas relaciones entre ética y literatura es un reto que afecta tanto a la educación literaria como a la construcción de la ciudadanía. No debería confundirse esa relación con la extendida creencia de que la literatura «transmite» valores, un lugar común que minimiza y desvirtúa el vínculo entre ambas disciplinas. La deliberación ética que promueve la literatura es un recurso más complejo y más vigoroso para entender el mundo en el que vivimos y las decisiones que debemos tomar en cada momento.

¿Qué tienen en común unos niños que hablan sobre la generosidad después de que su maestra les haya leído El árbol generoso, de Shel Silverstein, un grupo de adolescentes que conversa en un aula sobre el sufrimiento que ocasionan las guerras y los desplazamientos forzados a partir del poema Refugiados , de Adam Zagajewski, un grupo de jóvenes que discute en una cafetería sobre la convivencia después de leer el libro Un mundo común, de Marina Garcés, y un grupo de adultos que reflexiona sobre la corrupción en un club de lectura a partir del libro Crematorio, de Rafael Chirbes?

Lo que los une es que todos ellos, de un modo u otro, participan en una deliberación ética. Hablan de conductas, actitudes, decisiones, experiencias y emociones humanas, y esos actos de lenguaje, de pensamientos y razonamientos compartidos, poseen un carácter ético, pues, de acuerdo con la concepción clásica, la ética es la parte de la filosofía que se encarga de discernir y enjuiciar los comportamientos morales de los seres humanos. La tradición de la filosofía moral occidental se fundamenta en la consideración de la ética como la vía que examina los medios que procuran el bien de los individuos y, más aún, el bien de la comunidad. La ética cívica aborda el significado del buen vivir, del vivir de acuerdo a normas o principios que hagan más llevadera la existencia de todos o, simplemente, la salvaguarden: la libertad, la igualdad, la compasión, la solidaridad, la inclusión, el diálogo, la justicia, la dignidad... Para Norbert Bilbeny (2003, p. 9) «la vida humana es inseparable de la ética, a condición de que no nos olvidemos de que la ética está hecha para la vida». No es posible separar la ética de las vicisitudes de la vida, de las opciones que debemos tomar en cada momento no solo en beneficio propio sino en beneficio de la humanidad en su conjunto y del planeta entero donde se
manifiesta la vida, no solo la humana. La ética es, pues, una filosofía práctica, tiende a la acción y demanda derechos, compromisos y opciones. Es una ayuda para andar por las calles, para relacionarse con los que caminan a nuestro lado.

Esa búsqueda del bien común, de una convivencia justa y pacífica, puede hacerse, entre otros medios, a través de la deliberación, concepto clave de la filosofía de Jürgen Habermas (1998), quien la considera el fundamento de una democracia basada en la participación permanente de los ciudadanos en la actividad política, la argumentación racional, el logro de acuerdos, la elección ecuánime de medios en relación con los fines, las consideraciones morales, las normas justas, la coherencia jurídica... La democracia deliberativa sería inseparable, pues, de la ética discursiva, la actividad comunicativa, el diálogo, el razonamiento. En definitiva, de la palabra. Aprender y practicar la deliberación debería ser un principio básico de la democracia. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 23 de septiembre de 2019

"Lo que vale una vida", un poema del poeta recientemente fallecido Rafael Juárez y un artículo a modo de epitafio de Juan Mata publicado en el diario "Granada Hoy".


"Lo que vale una vida"

Estoy en esa edad en la que un hombre quiere,
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.

Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje y la casa.

Hasta ahora he vivido perdido en el mañana
-seré, seré, decía- o en el pasado -he sido
o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba.

Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva.

Desde AQUÍ  puedes acceder al artículo que ha escrito Juan Mata en el periódico "Granada Hoy" acerca de este gran poeta y que ha titulado: "La sencilla hondura".

miércoles, 15 de mayo de 2019

Gritos, vejaciones, perdón, un artículo de Juan Mata publicado en CLIJ191.



He visto a niños de 2, 3, 4 años embelesados ante espectáculos de teatro y danza como Toc, Toc, Toc o Pedro y el lobo o I colo ri dell'acqua o Mua, mua; 'he visto a niños de 7 y 8 años silenciosos y felices ante obras de Alexander Calder o Joan Miró; he visto a niños de todas las edades intensamente atentos a la lectura, realizada por sí mismos o por adultos, de cuentos como No es fácil, pequeña ardilla, Elmer o El lugar más bonito del mundo. Son observaciones personales y por tanto no tienen valor demostrativo, pero han sido tan reveladoras e incontestables esas experiencias que me afirman en la convicción de que la acostumbrada muralla que elevamos entre el mundo adulto y el infantil, "eso no lo entienden los niños", tiene más que ver con los prejuicios y las perezas de los mayores que con las capacidades intelectuales y emotivas de la infancia. 

En el mundo de la vida, son precisamente las cosas que no entendemos del todo las que más nos subyugan, las que más nos incitan a preguntar e indagar. 

Y lo dañino de ese prejuicio son las oportunidades desaprovechadas, quizá para siempre, de ofrecer a los niños experiencias irrepetibles, motivos para poder pensar junto a los adultos sobre las cosas que importan y les importan. Porque con la misma frecuencia con que he escuchado esas prevenciones —"esto no es apropiado para los niños"—, he escuchado también las manifestaciones de incredulidad que siguen al júbilo de una representación, un concierto o una lectura: «ni por asomo podía imaginar que los niños reaccionarían así de bien». Pero ¿acaso qué tipo de resistencia esperaban de ellos? ¿Qué insensibilidad les presuponían? ¿Qué escasa inteligencia les asignaban?
A propósito de ciertos libros infantiles percibo idéntica desconfianza. Sus argumentos, su lenguaje o sus ilustraciones resucitan con frecuencia el consabido dictamen. Y cuanto más valiente es el libro, es decir, cuanto más delicada es la cuestión que aborda o más arriesgado es su planteamiento visual, más insistentes son esos comentarios. Lo cierto es que muchos álbumes y libros para niños evidencian una hondura y una ambición difíciles de encontrar en tantos libros escritos para los adultos. Dos de esos peliagudos asuntos, la humillación y el perdón, que bien podrían encuadrarse en la categoría de «impropio de niños», tienen, sin embargo, en la literatura infantil ejemplos admirables que hacen que las historias que cuentan puedan equipararse a la más grande literatura. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 21 de junio de 2017

Una aproximación a la Literatura Infantil desde las Neurociencias. Un magnífico artículo de Juan Mata (Universidad de Granada).

Introducción

[...] Uno de los campos científicos más relevantes de las últimas décadas es el relacionado con los estudios del cerebro y la mente. Las investigaciones de las neurociencias sobre el funcionamiento del cerebro están permitiendo conocer más a fondo al ser humano, lo que hace y por qué lo hace. Puede constituir un cambio profundo en la sociedad, pues esos conocimientos influirán de manera clara en la ecuación, la cultura, las relaciones personales, las leyes... Y en ese sentido está siendo muy interesante conocer poco a poco qué ocurre, por ejemplo, cuando leemos, qué áreas del cerebro se activan cuando escuchamos determinadas palabras, qué consecuencias tiene la lectura de textos de ficción. Es muy importante conocer qué nos dicen los descubrimientos de las neurociencias acerca de la lectura literaria, pues de ese modo evitaríamos incurrir en banalidades o tópicos al hablar del significado de las narraciones y la ficción. Y esos conocimientos podrían ser útiles asimismo para entender mejor el efecto de la lectura literaria en los niños, porque torpemente se piensa que esos descubrimientos incumben únicamente a los adultos, como si los mecanismos del cerebro y la mente funcionaran de modo radicalmente distinto en los niños y los adultos, como si la literatura infantil no estuviese constituida con los mismos elementos que la literatura par adultos, es decir, con palabras, historias, metáforas, imágenes... Establecer vínculos entre la literatura infantil y juvenil y los estudios científicos sobre el cerebro puede dar luz sobre aspectos ignorados de la lectura de ficción en la infancia.


lunes, 12 de junio de 2017

Neurociencia, lectura y literatura infantil. Un artículo de Juan Mata, Universidad de Granada.

Lamentablemente, la literatura infantil y juvenil navega aún entre el desconocimiento, la infravaloración y el uso pedagógico o moralista. El extraordinario patrimonio de libros escritos para niños y jóvenes está empequeñecido por consideraciones que poco tienen que ver con el valor literario, ético o psicológico de esos textos.

[...] El mundo académico no acaba de proyectar sobre la sociedad la imagen relevante que la literatura infantil y juvenil necesita y merece. Se la sigue juzgando aún con criterios obsoletos y a menudo incongruentes. Para avanzar, es necesario renovar métodos de análisis, objetivos y lenguajes, así como establecer lazos estrechos con otros campos de conocimiento, como la neurociencia, la psicología o la filosofía. La literatura infantil y juvenil no puede seguir siendo considerada un producto menor de la inteligencia y la creación humanas, como si su valor estuviese en proporción con la menor edad de sus destinatarios. Es preciso enaltecer su significado y, en ese sentido, las investigaciones provenientes del campo de la neurociencia pueden ser de gran ayuda.

En los últimos años se han realizado numerosas investigaciones que arrojan luz sobre aspectos de la lectura literaria que pueden servir para entender mejor qué ocurre en el cerebro humano cuando leemos y en qué medida las ficciones repercuten en los lectores, incluidos los más jóvenes.

[...] Estas evidencias muestran que la lectura de textos literarios activa numerosas áreas del cerebro y modifican significativamente su estructura, una cuestión nada banal, pues vendrían a señalar cómo los textos de ficción, también los destinados a la infancia, pueden influir en el pensamiento, las emociones y el comportamiento de los seres humanos. Y deberían servir asimismo para fecundar las reflexiones sobre la literatura infantil y juvenil, para hacernos considerar que, como ocurre con la literatura escrita para los adultos, la lectura de esos textos afecta al funcionamiento del cerebro de niños y jóvenes, que es como decir a la vida misma.

domingo, 2 de abril de 2017

Leer con otros. Un interesante artículo de Juan Mata (Universidad de Granada) en RESED (Revista de Estudios Socioeducativos).

Resumen:

Destacar la naturaleza social de la lectura, separándola del carácter básicamente escolar que se le asigna normalmente, es el objetivo del presente artículo. En él se critican algunas de las habituales prácticas académicas en torno a la lectura que tanto contribuyen a desvirtuar su sentido primigenio, que es conocer y reconocer el mundo social a través del mundo íntimo del escritor y a la vez hacer de los textos literarios y filosóficos una vía de comprensión de la propia vida de los lectores. Comprender un texto literario es siempre un intento de dar sentido a la propia existencia y, tal como ponen de manifiesto numerosos autores, esa búsqueda de significado a través de los textos se hace mejor mediante el diálogo, en compañía de otros lectores. Los grupos de lectura son manifestaciones del deseo de conocer y comprender en comunidad. El artículo pone de manifiesto asimismo el relevante papel social que, en circunstancias de catástrofe colectiva o aflicción individual, pueden jugar los libros, la lectura y las bibliotecas públicas.

domingo, 22 de febrero de 2015

Celebramos el II Encuentro de Clubes de Lectura y Tertulias Literarias Dialógicas de La Rioja

Este fin de semana asistí en Logroño al II Encuentro de Clubes de Lectura y Tertulias Literarias Dialógicas de La Rioja. Fueron unos días maravilloso impregnados por la ciencia. la  ilusión y el amor por la lectura de todas las personas que asistimos, más de 130. El viernes por la tarde Antonio Rodríguez Almodóvar, el tercer hermano Grimm, según Ana Mª Matute, además de contarnos varios cuentos populares, nos habló sobre: "La formación del oído lector a través de los cuentos". Fue precioso. El sábado lo iniciamos con una visita guiada a la Biblioteca de la Universidad de La Rioja para, a continuación, iniciar el Encuentro. A lo largo de la mañana, Juan Mata AnayaProfesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granad a, nos habló con esa sabiduría que le caracteriza sobre: "La dimensión social de la lectura". A continuación, Andrea Villarrubia Delgado, profesora de Lengua y Literatura y Cofundadora de la Asociación Entrelibros de Granada, nos emocionó contando vivencias de lectura en distintos sitios: "La lectura como alivio y aliento. la experiencia de la  Asociación Entrelibros en hospitales, cárceles y colegios". Finalmente, fui yo el que intervine con la ponencia: "Democratizar la lectura a través de la educación: el papel de la escuela, la familia y la comunidad". Ponencia que podéis descargar desde AQUÍ
Por la tarde, tras una comida de hermandad, nos juntamos para poner en común las aportaciones de los grupos de discusión y realizar la Tertulia Literaria con el texto de "El mercader de Venecia" de Shakespeare. Para finalizar, hicimos las conclusiones y volvimos a deleitarnos escuchado cuentos de la mano de Antonio R. Almodóvar. Todo salió a pedir de boca. Desde aquí, tan sólo me resta felicitar a las personas que organizaron este evento porque lo hicieron fenomenal. ¡¡¡ ENHORABUENA!!! Y HASTA LA PRÓXIMA.