Inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje, estimulación temprana, hemisferios cerebrales predominantes, tiempos de atención... Estas expresiones les suenan mucho a los padres que acaban de salir del tour de force de las visitas a guarderías, colegios e institutos, para preinscribir a sus hijos en su escuela preferida.
Hay escuelas que hacen bandera de fundamentar sus métodos en el funcionamiento del cerebro. Pero neurocientíficos y pedagogos llevan años alertando de que algunos de esos conceptos carecen de base científica. En algunos casos, los experimentos ya los han desmentido e incluso han apuntado a que pueden ser dañinos, si se toman demasiado al pie de la letra.
Hay escuelas que hacen bandera de fundamentar sus métodos en el funcionamiento del cerebro. Pero neurocientíficos y pedagogos llevan años alertando de que algunos de esos conceptos carecen de base científica. En algunos casos, los experimentos ya los han desmentido e incluso han apuntado a que pueden ser dañinos, si se toman demasiado al pie de la letra.
[...] «Los laboratorios son sencillos, porque podemos controlar todas las
variables, mientras que las clases son complejas», Daniel Willingham,
profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Virginia y asesor
de Obama.
[...] un estudio llevado a cabo en cinco países en el 2014 reveló que muchos
profesores siguen creyendo en ideas desacreditadas experimentalmente: el
49% creía que usamos solo el 10% de nuestro cerebro, el 77% que los
ejercicios de gimnasia cerebral mejoran el aprendizaje, el 80% que cada
alumno tiene un hemisferio cerebral dominante, y el 96% que se aprende
mejor si se recibe la información en el estilo de aprendizaje favorito
(visual, auditivo o cinestético).
[...] «Sería equivocado decir que las neurociencias no tienen nada que decirle
a la educación. Pero la mayoría de los hallazgos son preliminares»,
[...] En algunos casos, los neuromitos se acercan al esperpento. La gimnasia
cerebral consiste en una serie de movimentos (gateos, bostezos, maneras
especiales de beber el agua) que supuestamente activan y compensan los
hemisferios del cerebro. Tocarse la rodilla izquierda con el codo
derecho y viceversa influiría en la ortografía. Apoyarse la mejilla en
el hombro mientras se estira un brazo, por el contrario, influiría en
las matemáticas. Los promotores del programa emplean lenguaje
neurocientífico y citan estudios. Sin embargo, desde hace una década,
los estudios sistemáticos no han detectado ningún beneficio mesurable
importante. Es posible que los beneficios que algunos profesores asocian
al programa se deban al sencillo hecho de llevar a cabo actividad
física.
[...] «El efecto Mozart [la teoría según la cual se aprende más escuchando
cierta música] se propuso en 1993 en un experimento único, que nunca se
replicó. Pero a la gente le encanta pensar que la inteligencia se puede
aumentar con acciones sencillas»
[...] «La neurociencia nos demuestra que la inteligencia es flexible, como lo
son casi todas las habilidades de nuestro cerebro. El cerebro es como un
músculo: con práctica, se refuerza», «Las personas que creen que su
inteligencia es fija tienen miedo a fallar, porque demostrarían que no
son inteligentes. En cambio, las personas que estiman que sus
habilidades cognitivas se pueden mejorar con esfuerzo, se lanzan y
aprenden. Es la diferencia entre decir ‘yo no soy bueno en mates’ y ‘yo
no soy bueno en mates todavía’».
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