Emigración, exilio y literatura. Tres palabras unidas desde hace siglos. Caminos que llevan de Europa a América, de América a Europa, de África a Europa o América, de una parte de Europa a otra, de América del Sur a Norteamérica, etc. y que sirven, también, para abrir vasos comunicantes entre diferentes literaturas.
Sobran los motivos: académico-formativos, económicos, políticos... Autores de "familia bien" que a fines del XIX y comienzos de XX llegaban a Europa en viajes iniciáticos, autores que huyeron del terror (nazi, soviético, de las diferentes (o quizá son versiones de lo mismo) dictaduras latinoamericanas, de la represión franquista, etc), autores en busca de nuevas oportunidades, de nuevas experiencias o sencillamente de una vida mejor. Unos regresaron en loor de multitudes mientras que otros jamás regresaron. Algunos encontraron el éxito al tiempo que otros se contentaron con sobrevivir. Autores que encontraron la vida y autores que no pudieron huir de la muerte.
Martí, Zweig, Cortázar, Rubén Darío, Benedetti, Sarduy, Tsvetáyeva, Roth (Joseph), Kis, Assia Djebar, Kadaré, Conrad...Hay de todo, la verdad. Lo que personalmente más me interesa es la incidencia que la emigración o el exilio tienen en el autor y su obra. Para ello recurrimos a tres autores que residen fuera de su país de nacimiento y que continúan la "tradición" latinoamericana de emigración y exilio: Rodrigo Blanco Calderón (Venezuela), Edmundo Paz Soldán (Bolivia) y Gerardo Fernández Fe (Cuba). Mi agradecimiento a los 3 por su amabilidad y sus jugosas respuestas. Estas son: CONTINUAR LEYENDO
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