viernes, 21 de febrero de 2025

"EL ÚLTIMO ENCUENTRO". Una novela de Sándor Márai


En esta magistral novela, Sándor Márai plantea la búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte etico imprescindible para sobrellevar el peso de una vida. La exactitud de su prosa, unida a la vigencia de sus propuestas morales, lo sitúa entre los grandes escritores europeos del siglo XX.

Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron fastuosas veladas y la música de Chopin inundaba los elegantes salones decorados al estilo frances, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antaño se ha desvanecido, todo anuncia el final de una epoca.

En ese escenario cargado de vivencias, dos hombres se citan para cenar tras cuarenta años sin verse. De jóvenes habían sido amigos inseparables, pero luego sus caminos se bifurcaron: uno se marchó a Extremo Oriente y el otro, en cambio, permaneció hasta hoy en su propiedad. Sin embargo, ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.

jueves, 20 de febrero de 2025

"YO MISMA FUI MI RUTA". Un poema de Julia de Burgos seleccionado y comentado por Andrea Villarrubia Delgado

El poema que hoy comparto podría pasar por uno de nuestros días, pero fue publicado en 1938. Se titula ‘Yo misma fui mi ruta’ y está incluido en el libro ‘Poema en veinte surcos’ que la poeta puertorriqueña Julia de Burgos publicó ese año. Considerada en su momento ‘la más ultramoderna y de vanguardia entre las poetas de América’, su obra está impregnada de la lucha que mantuvo contra las normas sociales y los convencionalismos de su época. Sin estos datos sería fácil pensar que su autora podría ser contemporánea nuestra. Es el valor de las pioneras, de quienes pusieron palabras, versos, a un sentimiento, el de la emancipación de la mujer y la necesidad de ser dueñas de sus propias vidas, que ahora nos parece obvio, pero que no deja de estar cuestionado y atacado, como vemos cada día. Recordar a aquellas mujeres valientes y lúcidas nos da esperanza.

YO MISMA FUI MI RUTA

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
JULIA DE BURGOS

miércoles, 19 de febrero de 2025

"BERNARDINO", Un magnífico cuento de Ana Mª Matute, Premio Cervantes 2010

Siempre oímos decir en casa, al abuelo y a todas las personas mayores, que Bernardino era un niño mimado.

Bernardino vivía con sus hermanas mayores, Engracia, Felicidad y Herminia, en “Los Lúpulos”, una casa grande, rodeada de tierras de labranza y de un hermoso jardín, con árboles viejos agrupados formando un diminuto bosque, en la parte lindante con el río. La finca se hallaba en las afueras del pueblo y, como nuestra casa, cerca de los grandes bosques comunales. 

Alguna vez, el abuelo nos llevaba a “Los Lúpulos”, en la pequeña tartana, y, aunque el camino era bonito por la carretera antigua, entre castaños y álamos, bordeando el río, las tardes en aquella casa no nos atraían. Las hermanas de Bernardino eran unas mujeres altas, fuertes y muy morenas. Vestían a la moda antigua -habíamos visto mujeres vestidas como ellas en el álbum de fotografías del abuelo- y se peinaban con moños levantados, como roscas de azúcar, en lo alto de la cabeza. Nos parecía extraño que un niño de nuestra edad tuviera hermanas que parecían tías, por lo menos. El abuelo nos dijo: 

-Es que la madre de Bernardino no es la misma madre de sus hermanas. Él nació del segundo matrimonio de su padre, muchos años después. 

Esto nos armó aún más confusión. Bernardino, para nosotros, seguía siendo un ser extraño, distinto. Las tardes que nos llevaban a “Los Lúpulos” nos vestían incómodamente, casi como en la ciudad, y debíamos jugar a juegos necios y pesados, que no nos divertían en absoluto. Se nos prohibía bajar al río, descalzarnos y subir a los árboles. Todo esto parecía tener una sola explicación para nosotros: 

-Bernardino es un niño mimado -nos decíamos. Y no comentábamos nada más. CONTINUAR LEYENDO

martes, 18 de febrero de 2025

"Creer que la inteligencia innata determina el rendimiento educativo: la trampa que perjudica a muchos estudiantes". Ignacio Zafra, El País 08 FEB 2025

Atribuir mucha importancia al talento en detrimento de la dedicación y las técnicas de estudio no es coherente con lo que se sabe del funcionamiento del cerebro y limita el progreso de los alumnos

Camino del colegio, Mar, de 11 años, alumna de la enseñanza pública en Valencia, no se lo piensa mucho antes de responder a la pregunta de por qué cree que algunos de sus compañeros sacan buenas notas y otros malas. “Porque son más inteligentes”. Se trata de una opinión arraigada entre muchos chavales, sus familias y, en menor medida, algunos docentes, que autolimita el progreso académico de los estudiantes, influye en su motivación, y se manifiesta con frecuencia en materias concretas, con afirmaciones como “no valgo para las matemáticas” o “no se me dan bien las lenguas extranjeras”. Y que, a pesar de su extensión, no es muy coherente con lo que la ciencia ha mostrado hasta ahora sobre cómo aprende el cerebro.

“Las habilidades innatas pueden dar ciertas ventajas, pero a la hora de aprender resulta más importante la experiencia”, asegura el psicólogo cognitivo de la educación Héctor Ruiz Martín. Salvo casos especiales, como las personas con trastornos intelectuales graves, prosigue, cualquier alumno puede lograr niveles de competencia entre aceptables y excelentes en cualquier disciplina escolar. “Lo que más influye son otros factores, como la dedicación, las técnicas de estudio, la paciencia, los recursos didácticos y la perseverancia”.

Ruiz Martín, uno de los principales expertos españoles en prácticas de estudio ―investiga cuáles son más efectivas, como la técnica de la evocación, y cuáles aportan pocos beneficios, como releer los apuntes―, director de la International Science Teaching Foundation, y autor, entre otros libros, de Aprendiendo a aprender, matiza, sin embargo, que ello no significa que cualquiera pueda convertirse en el mejor del mundo en un campo simplemente a base de estudiar mucho. Pero sí que con la actitud y las estrategias adecuadas la inmensa mayoría de los estudiantes puede alcanzar resultados buenos o muy buenos, incluso si afrontan dificultades de partida, como la dislexia, que sí pueden requerir un esfuerzo mayor.

La argumentación de Ruiz Martín tiene, por un lado, una base biológica. El cerebro humano se modifica continuamente a partir de las experiencias que tenemos. Una propiedad, llamada neuroplasticidad, que constituye los cimientos del aprendizaje y nuestra principal facultad para adaptarnos al medio, explica. Las células cerebrales modifican continuamente sus conexiones ―llamadas sinapsis―. Y el aprendizaje se produce gracias a la creación de nuevas conexiones o mediante la modificación de las que ya tenemos.

La manera en que nuestro cerebro está, por decirlo así, cableado, en un momento dado, determina qué sabemos y qué podemos hacer, pero aprender consiste precisamente en modificar esos circuitos neuronales existentes, prosigue Ruiz Martín. El desempeño inicial de una persona en una disciplina concreta depende, por tanto, de cómo estén configurados de partida sus circuitos neuronales. “Pero con estudio, práctica y paciencia el cerebro se reconfigura para que seamos mejores en lo que tratamos de aprender”, asegura el psicólogo cognitivo. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 17 de febrero de 2025

El tiovivo, un cuento de Ana Mª Matute


EL TIOVIVO

El niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”. Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata; la mejor chapa de la mejor botella de cerveza que viera nunca. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo.

FIN

Los niños tontos (1956), Barcelona, Destino, 1978, págs. 53-54

"La “libertad radical” de Ana María Matute, una escritora siempre al lado de los débiles". Francisco Gámiz, elDiario.es 16 FEB 2025

Se cumplen 100 años de un referente de la literatura española que enfrentó la censura del franquismo e inventó un género que más tarde triunfaría en librerías

“El que no inventa no vive” fue el lema de vida de Ana María Matute (Barcelona, 1925 - 2014), una idea que define toda su obra y que representa la filosofía que siempre ha caracterizado a la escritora. La frase, sacada de un verso de San Juan de la Cruz que dice que “quien no ama está muerto”, la había adaptado porque, para ella, todo era invención y la literatura no solo era ficción, sino una manera de descubrirse a sí misma y de construir un mundo donde refugiarse. Ese mundo cumple 100 años este 2025 y recorre elementos mágicos, feminismo y mucha concienciación de clase.

Reconocida como una de las figuras más importantes de la literatura española, Ana María Matute ha dejado de legado una obra que sigue siendo tan relevante como en los años en que irrumpió con fuerza en el panorama literario. Su centenario es la oportunidad perfecta para reflexionar sobre una bibliografía marcada por la imaginación, la defensa de los marginados y una pluma profundamente trabajada. De ahí que la exposición sobre Matute llevada a cabo en el Instituto Cervantes de Madrid, y comisariada por la editora, filóloga y amiga de la autora María Paz Ortuño Ortín, haya supuesto un acercamiento nostálgico y también necesario a la “escritora más conocida de España en los 60”. Con más de 26.400 visitantes, se ha convertido en la muestra más vista desde 2010 en esa institución, lo que reafirma el interés y la vigencia de su obra.

Sin embargo, si algo impresiona sobre la fama y la aclamación que ha logrado labrarse Matute a través del tiempo es, precisamente, el haberlo conseguido pese a todos los prejuicios que giraban en torno a ella por ser mujer. Tal y como cuenta María Paz Ortuño a lo largo de una visita guiada de su exposición a la que ha podido acudir elDiario.es, la escritora tuvo que luchar durante gran parte de su trayectoria por el uso de la etiqueta de “literatura infantil” que ella no consideraba que fuera “infantil” en absoluto: “No es que escriba para niños, sino que los niños y los adolescentes son los que están en su obra”.

La etiqueta de literatura infantil es controvertida. No porque la literatura para niños y niñas sea menos literatura que la que se escribe para adultos, sino porque la inclusión de una obra en esa categoría cuando los personajes son de poca edad está relacionada en gran medida con que sea una mujer la autora de la obra. Como explica la escritora fantasista chilena Paula Rivera Donoso a Lee Mujeres, “el problema de la asociación inevitable entre escritura de mujeres y literatura juvenil tiene raíces sexistas”.

Esta etiquetación, que María Paz Ortuño confiesa que “cabreaba y volvía loca” a Matute, está llena de prejuicios porque relega a las mujeres a estar con los niños, a escribir para ellos por ser mujeres. De hecho, un análisis elaborado por Newtral revela que las librerías generalistas Fnac y La Casa del Libro priorizan a los hombres en las secciones de novela de fantasía mientras que a las autoras del género las relegan a las baldas de libros juveniles. Aunque Matute ha sido una autora que “ha escrito sobre niños”, la comisaria recalca que lo ha hecho “para un público completamente adulto”.

Tal fue el descontento de Ana María Matute con este asunto que, cuando publicó Los niños tontos (1956), se vio obligada a incluir una faja que advertía de que “este no es un libro para niños”. La obra es considerada como una de las más importantes de la escritora y recopila varios microrrelatos, pero no está dirigida a lectores jóvenes. Puesto que trataban de etiquetarla como una escritora para niños, Matute estaba convencida de que habría padres que querrían comprarle el libro a sus hijos, lo que “la preocupó” porque sabía que los niños no iban a “entender nada” y seguramente dejaran de leer si creían que “eso era la literatura”. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 16 de febrero de 2025

"VIDA GARFIO". Un poema de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou

Juana de Ibarbouro con Federico García Lorca
Amante: no me lleves, si muero al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente.

A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra,
donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.

A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.

Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas;
que siempre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.

Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por la parda escalera de las raíces vivas,
yo subiré a mirarte en los lirios morados!

sábado, 15 de febrero de 2025

"El charlestón", UN CUENTO del chileno José Donoso (1924-1997).

A veces pienso que la vida sería harto triste si uno no tuviera amigos con quienes divertirse y tomar juntos unos buenos tragos de vino de vez en cuando.

Pero en la vida suceden cosas muy raras, que nadie puede comprender. Hace poco tiempo pasé un par de semanas sin querer juntarme con Jaime ni con Memo, que son mis amigos, y sin que ellos quisieran juntarse conmigo ni entre ellos. No sé por qué. Son cosas que no tienen explicación. Pasé esos días muy amargado. Ni siquiera tenía ganas de poner la radio para escuchar el campeonato sudamericano de fútbol, y cuando en la pieza del lado, mis hermanos menores armaban una gritadera cada vez que se marcaba un tanto, a mí no me daba frío ni calor, nada más que porque no estaba con Memo y con Jaime y no podíamos celebrar con unos buenos vasos de vino tinto.

Pasamos trece días sin vernos, casi dos semanas. Lo curioso es que no peleamos ni discutimos, ni nos pusimos de acuerdo para no vernos. No teníamos ganas de estar juntos, nada más. Y parecía cosa de brujos, porque como vivimos en la misma cuadra, siempre nos estamos encontrando aunque no nos busquemos, pero durante esos días fue como si la tierra nos hubiera tragado. Con tocar el timbre en la casa de cualquiera de los otros, hubiera bastado para encontrarnos y deshacer ese silencio que nos separaba. Pero eso es lo más raro de todo: a pesar de que teníamos ganas de estar juntos —yo pensaba en mis amigos todo el tiempo, hasta en el trabajo—, no nos buscamos, porque era como si tuviéramos miedo… o repugnancia.

Bueno, como dije, Jaime, Memo y yo somos muy amigos. Nos conocemos desde chicos porque siempre hemos vivido en la misma cuadra. Pero yo conozco a muchas personas desde chico y no por eso somos amigos, por lo menos no como soy amigo de Jaime y Memo. Porque estoy convencido de que la amistad es algo más serio, más, ¿cómo dijera yo?… más espiritual que pararse a hablar en la calle con algún conocido. Por ejemplo, creo que es necesario tener las mismas aficiones. Como el fútbol, en el caso de nosotros tres. Yo no sé si alguien ha pensado en lo bueno que es el fútbol para hacer amigos —uno va a las partidas juntos, compra las revistas en que salen los jugadores, discute y tiene tema para muchas semanas. En realidad, llena la vida. A veces, cuando conozco a algún tipo que no le interesan las partidas, que no conoce a los jugadores y no sabe cómo van los equipos, bueno, se me ocurre que está medio tuerto o algo así. Es como un marciano, un tipo distinto que no habla el mismo idioma y no se entusiasma con las mismas cosas, y bueno, si alguien es capaz de no entusiasmarse con una partida de fútbol, es capaz de no entusiasmarse ni siquiera con una mujer desnuda, digo yo. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 14 de febrero de 2025

"LA EXPERIENCIA DE LEER A LOS NIÑOS". Un artículo de Yolanda Reyes

“La mejor voz es la de un cuerpo que canta: una voz amada que nombra y estrena el mundo."

Para leer un cuento se necesita casi lo mismo que para bailar la Bamba: “un poquito de gracia y otra cosita”. La gracia la aporta cada niño: sus oídos atentos a esa voz que inventa un mundo, sus ojos abiertos y asombrados que van y vienen, del libro al rostro adulto, y esa cercanía deliciosa que tienen los niños para buscar refugio en el calor de sus seres queridos. Las otras cositas las aportan los adultos: ese ritual que se repite cuando papá, mamá o cualquier cuidador amoroso deja su vida en suspenso para entregarles una historia.

Con las palabras mágicas del ”érase una vez” se erige un mundo imaginario, donde no caben el teléfono ni las urgencias del mundo real. “Que nadie interrumpa porque estoy leyendo un cuento”, dirá el adulto. Entonces los niños irán aprendiendo, piel a piel, que esa conversación sobre la vida que ocurre entre las líneas de un cuento da nombre a las emociones. Y aprenderán también a querer los libros porque les permiten conversar con sus seres queridos.

En esa coreografía que es como un baile y que amarra a una pareja lectora -niño y adulto- o que hace una rueda para convocar a todo un grupo, en el hogar, en una escuela, en el parque, en una biblioteca, está la esencia de la lectura y ustedes saben cómo crearla. ¿Acaso alguien podría enseñarles a bailar, a enamorarse o a arrullar a un bebé? Lo que sí puedo corroborar… es que los niños no llegan solos a la lectura y que para leer en la infancia, se necesitan los adultos: sus voces que suben y bajan, que exclaman, preguntan, cuentan y cantan son la partitura para aprender a hablar, a escuchar y a leer lenguajes diversos.

Ese triángulo amoroso que une tres vértices –libro, adulto y niño– se queda en la memoria profunda de los primeros lectores…

…un secreto que me han contado los niños: nadie lee mejor los cuentos que un papá, una mamá o un adulto amado por ellos.

… hay otra razón más poderosa para que sus niños los prefieran a ustedes y es que, mientras dura la historia, no se pueden escapar ni hacer nada distinto que estar ahí, de corazón y de viva voz. Y como a los niños les gusta tener cerquita a sus seres queridos, les pedirán un cuento y otro… y otro más. Porque los niños son hijos del “otra vez” y cuando descubren que las palabras son un conjuro para prolongar la presencia prefieren sus voces a las de cualquier aparato, así como un bebé prefiere un arrullo cantado en la voz de su madre o su padre a la voz del mejor cantante del mundo.

La voz, el libro, el abrazo. No creo que exista un “lugar” más exacto para situar el nacimiento de la literatura en la vida.”

Publicado en la revista colombiana Bienestar Colsanitas.

jueves, 13 de febrero de 2025

"LA RIVAL". Un poema de Syilvia Plath

Si la luna sonriese, se te parecería.
Das la misma impresión de ser algo hermoso.
Pero aniquilador. Las dos brilláis con una luz prestada.
Su boca en forma de O manifiesta su congoja
por el mundo, la tuya, tu indiferencia.

Y tu primer don es el de trocarlo todo en piedra.
De repente me percato de que me hallo en un mausoleo:
Ahí estás tú, tamborileando con los dedos en una mesa de mármol,
buscando cigarrillos, rencorosa como una mujer, aunque no tan nerviosa,
muriéndote por decir algo a lo que nadie rechiste.

También la luna doblega a sus súbditos,
pero a la luz del día resulta ridícula.
Por otro lado tus insatisfacciones llegan
a mi buzón con afectuosa regularidad,
blancas y anodinas, expansivas como el monóxido de carbono.

No hay día en que no tenga noticias tuyas,
mientras deambulas, quizás, por África, pero pensando en mi.

miércoles, 12 de febrero de 2025

«SUBASTA». Un estremecedor cuento de María Fernanda Ampuero

Una mujer toma un taxi y se queda dormida en el camino a su casa; al despertar se encuentra en medio de una subasta en la que se venden seres humanos y ella es la siguiente mercancía a ofrecer.

En algún lado hay gallos.

Aquí, de rodillas, con la cabeza gacha y cubierta con un trapo inmundo, me concentro en escuchar a los gallos, cuántos son, si están en jaula o en corral. Papá era gallero y, como no tenía con quién dejarme, me llevaba a las peleas. Las primeras veces lloraba al ver al gallito desbaratado sobre la arena y él se reía y me decía mujercita.

Por la noche, gallos gigantes, vampiros, devoraban mis tripas, gritaba y él venía a mi cama y me volvía a decir mujercita.

—Ya, no seas tan mujercita. Son gallos, carajo.

Después ya no lloraba al ver las tripas calientes del gallo perdedor mezclándose con el polvo. Yo era quien recogía esa bola de plumas y vísceras y la llevaba al contenedor de la basura. Yo les decía: adiós gallito, sé feliz en el cielo donde hay miles de gusanos y campo y maíz y familias que aman a los gallitos. De camino, siempre algún señor gallero me daba un caramelo o una moneda por tocarme o besarme o tocarlo y besarlo. Tenía miedo de que, si se lo decía a papá, volviera a llamarme mujercita.

—Ya, no seas tan mujercita. Son galleros, carajo.

Una noche, a un gallo le explotó la barriga mientras lo llevaba en mis brazos como a una muñeca y descubrí que a esos señores tan machos que gritaban y azuzaban para que un gallo abriera en canal a otro, les daba asco la caca y la sangre y las vísceras del gallo muerto. Así que me llenaba las manos, las rodillas y la cara con esa mezcla y ya no me jodían con besos ni pendejadas.

Le decían a mi papá:

—Tu hija es una monstrua.

Y él respondía que más monstruos eran ellos y después les chocaba los vasitos de licor.

—Más monstruo, vos. Salud.

El olor dentro de una gallera es asqueroso. A veces me quedaba dormida en una esquina, debajo de las graderías, y despertaba con algún hombre de esos mirándome la ropa interior por debajo del uniforme del colegio. Por eso, antes de quedarme dormida, me metía la cabeza de un gallo en medio de las piernas. Una o muchas. Un cinturón de cabezas de gallitos. Levantar una falda y encontrarse cabecitas arrancadas tampoco gustaba a los machos.

A veces, papá me despertaba para que tirara a la basura otro gallo despanzurrado. A veces, iba él mismo y los amigos le decían que para qué mierda tenía a la muchacha, que si era un maricón. Él se iba con el gallo descuajaringado chorreando sangre. Desde la puerta les tiraba un beso. Los amigos se reían.

Sé que aquí, en algún lado, hay gallos, porque reconocería ese olor a miles de kilómetros. El olor de mi vida, el olor de mi padre. Huele a sangre, a hombre, a caca, a licor barato, a sudor agrio y a grasa industrial. No hay que ser muy inteligente para saber que este es un sitio clandestino, un lugar refundido quién sabe dónde, y que estoy muy pero que muy jodida.

Habla un hombre. Tendrá unos cuarenta. Lo imagino gordo, calvo y sucio, con camiseta blanca sin mangas, short y chancletas plásticas, le imagino las uñas del meñique y del pulgar largas. Habla en plural. Aquí hay alguien más que yo. Aquí hay más gente de rodillas, con la cabeza gacha, cubierta por esta asquerosa tela oscura. CONTINUAR LEYENDO

martes, 11 de febrero de 2025

«VENDRÁN MÁS AÑOS MALOS…». Un poema de Rafael Sánchez Ferlosio

Rafael Sánchez Ferlosio


Vendrán más años malos
y nos harán más ciegos;
vendrán más años ciegos
y nos harán más malos.

Vendrán más años tristes
y nos harán más fríos
y nos harán más secos
y nos harán más torvos.

lunes, 10 de febrero de 2025

"LA PALABRA Y LA HONRA". Texto leído por Liliana Bodoc al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo.


Cuando pienso en sus orígenes no logro imaginarlas sino es a la par, la una por la otra. Erguirnos en dos piernas, acercarnos al cielo, balbucearlo. Balbucear el cielo, transformar una piedra en herramienta, nombrar el mundo. Erguirnos, nombrarnos, erguirnos.

El mundo de cada uno empieza y termina con su lenguaje. Sin embargo no creo que se trate solamente de la cantidad de palabras que manejemos, del número de vocablos que seamos capaces de utilizar con acierto. Creo que se trata también del uso que hagamos del lenguaje.

Porque nuestras palabras pueden denotar, aludir, adornar, pero pueden también obrar, ungir, transformar. Y entonces, no será tan solo la profusión sino también la cualidad sagrada y generadora que le otorguemos al lenguaje lo que va a constituir nuestros universos individuales y colectivos. En fin, el verdadero límite de nuestros mundos estará dado por la mayor o menor concentración simbólica, la mayor o menor intensidad sagrada que impregne nuestro lenguaje.

Si cada palabra porta conocimiento, la palabra literaria lo porta doblemente, porque no hay un solo sentido en ella sino muchos. Porque la condición poética no solo engrosa los significados sino que genera significados nuevos.

Allí donde la poesía posa sus ojos una palabra pasa de ser “una unidad léxica” a ser un misterio. Una oración pasa de ser “una unidad sintáctica de sentido completo” a ser una selva, una ventana, un campo de batalla, un abrazo.

He dedicado gran parte de mi trabajo a los niños y a los jóvenes. Y a ellos quiero referirme brevemente.

Es habitual afirmar que la ciencia, la técnica y la política necesitan afianzarse en las nuevas generaciones. La palabra poética lo necesita también. Y hay mucho por hacer en este sentido.

Con seguridad, aquellos que de un modo u otro mediamos entre la literatura y los niños, entre la literatura y los jóvenes, tenemos la necesidad de leer, de pensar estrategias de lectura, de construir y cocrear con los chicos un estante propio, un canon único. Pero creo que también nos hace falta pensar la palabra humana como un contacto privilegiado con el mundo.

Lo primero que debiéramos enseñarle a un niño es a honrar orgullosamente su lengua materna. Y cuando hablo de lengua materna no me refiero tan solo al español, al aimará, al quechua, al guaraní, al portugués… Nuestras lenguas maternas son nuestros linajes lingüísticos, la lengua hogareña, la lengua que se cocinó en la ollas de nuestras casas. Porque no hay una solo español ni un solo guaraní; porque cada casa, cada barrio, cada madre es un dialecto.

Es urgente desandar el autoritarismo a la hora de pensar el lenguaje en la educación.

Respetar la voz que el niño trae y enseñarle a que la ame es el primer paso para luego acrecentarla, desplegarla, hacerla lucir. No es mancillando la palabra que lo hizo crecer como vamos a unirlo al caudal del lenguaje. Es, en cambio, celebrando ese puñadito de conceptos que trae en el fondo del bolsillo como podemos otorgarle voz, y que su voz sea un camino.

El primer valor que rescato en el arte es su conexión con el etos de la sociedad donde se produce. No creo en el arte desarraigado, solitario, excéntrico… Creo en el arte como parte constitutiva y excelente de la cultura, el arte que contribuye a darle a la sociedad donde se produce una dirección sensible y una razón de ser.

Creo en el arte que concilia las exigencias de la estética con la muy justa aspiración de los pueblos a mantener su identidad profunda.

Espero que el arte sublime la cultura popular y no que la abandone como si se tratase de una pústula.

Supongo, entonces, que el principal valor que debe sostener el arte es su posibilidad de actuar sobre lo real para incrementar en lo real la densidad ética y la estética.

La literatura concebida y reinventada dentro del cauce social al que pertenece incrementa la densidad de significados. La palabra literaria es más potente si trabaja sobre la matriz simbólica de la sociedad a la que está sujeta puesto que dicha sociedad posee las claves profundas para interpretarla. Y poseer las claves profundas para comprender un hecho artístico es establecer con el arte una comunicación real y transformadora.

Las palabras, el silencio y los símbolos, sustento de la literatura, no son una construcción ilustrada, no son resultado de la erudición… Es la cultura toda la que bombea ese caudal. Entonces, no usemos la providencial agua de la poesía para regar la maceta privilegiada del balcón señorial sino para regar los sencillos y sedientos campos del Señor y del ser humano.

En su libro, el Primer Hombre, inconcluso porque lo sorprendió la muerte, Albert Camus dice que vivió en la pobreza como en una isla rodeada por un foso, afirma también que el único puente posible para atravesarlo fue la escuela.

Y ahora anda rondando una palabra peligrosa: meritocracia. Un concepto que puede transformarse, según se utilice y se aplique, una gran vergüenza.

¿Quién no merece recibir palabras?

¿Cuáles son los requisitos para merecer educación? La educación no se imparte, se devuelve, la educación no es un acto de generosidad sino de justicia. Nos educó la especie humana, su sangre está en nuestros libros, su sudor impregna nuestras sutilezas, su trabajo sostiene las más elaboradas teorías.

¡Qué poco y nada deben saber aquellos que proclaman sus méritos y enumeran sus virtudes para acceder a la dignidad! ¿Nadie les contó que sin la prodigiosa tarea de todos y del tiempo, que sin la existencia de cada ser sobre este mundo, no serían posibles sus credenciales, ni sus impuestos al día, ni sus empresas?

Dicen que tenemos muchos y buenos jugadores de futbol porque los pibes tienen potreros.

También tenemos muchos y grandes escritores porque tenemos educación pública.

Para terminar, quiero reponer todo mi agradecimiento para la facultad donde aprendí tanto, para sus autoridades. Y quiero extender este inmenso reconocimiento que hoy me hacen a mi familia, a todos los docentes de la provincia, a los escritores mendocinos, editados o no, a mis queridos amigos.

Y a alguien más, alguien que se quedó en mi alma y al que quizás nunca pueda escribirle.

Con mi mayor amor y respeto, entrego este momento a la memoria de Aylan Kurdi, aquel niño sirio de tres años, que murió en la playa, escapando de la inhumanidad.

Lo hago porque en él están todos los niños. Lo tengo presente cuando escribo, y debe estar presente en nuestras aulas. Hasta que la poesía lo regrese, hasta que alguien llame “Aylan Kurdi” Y una voz responda, “Presente, maestra”.

domingo, 9 de febrero de 2025

"PERO YA NO HAY LOCOS". Un poema de León Felipe

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos.
Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto
y ... ni en España hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.
Oíd ... esto,
historiadores ... filósofos ... loqueros ...Franco ...
el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos ...
El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios ...
y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo ...
¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:
No es verdad. Dios no ha puestoal hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo;
el hombre es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora ... ¿cuándo se pierde el juicio?
Respondedme loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y ... ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo! ...
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!
Este reloj ..., este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto ...,
perfecto, ¡perfecto!

PACO IBÁÑEZ

sábado, 8 de febrero de 2025

"VENTICINCO DE AGOSTO DE 1983". Un cuento de Jorge Luis Borges

Vi en el reloj de la pequeña estación que eran las once de la noche pasadas. Fui caminando hasta el hotel. Sentí, como otras veces, la resignación y el alivio que nos infunden los lugares muy conocidos. El ancho portón estaba abierto; la quinta, a oscuras. Entré en el vestíbulo, cuyos espejos pálidos repetían las plantas del salón. Curiosamente el dueño no me reconoció y me tendió el registro. Tomé la pluma que estaba sujeta al pupitre, la mojé en el tintero de bronce y al inclinarme sobre el libro abierto, ocurrió la primera sorpresa de las muchas que me depararía esa noche. Mi nombre, Jorge Luis Borges, ya estaba escrito y la tinta, todavía fresca.

El dueño me dijo: —Yo creí que usted ya había subido.

Luego me miró bien y se corrigió: —Disculpe, señor El otro se le parece tanto, pero, usted es más joven.

Le pregunté: —¿Qué habitación tiene?

—Pidió la pieza 19 —fue la respuesta.

Era lo que yo había temido.

Solté la pluma y subí corriendo las escaleras. La pieza 19 estaba en el segundo piso y daba a un pobre patio desmantelado en el que había una baranda y, lo recuerdo, un banco de plaza. Era el cuarto más alto del hotel. Abrí la puerta que cedió. No habían apagado la araña. Bajo la despiadada luz me reconocí. De espaldas en la angosta cama de fierro, más viejo, enflaquecido y muy pálido, estaba yo, los ojos perdidos en las altas molduras de yeso. Me llegó la voz. No era precisamente la mía; era la que suelo oír en mis grabaciones, ingrata y sin matices.

—Qué raro —decía— somos dos y somos el mismo. Pero nada es raro en los sueños.

Pregunté asustado: —Entonces, ¿todo esto es un sueño?

—Es, estoy seguro, mi último sueño.

Con la mano mostró el frasco vacío sobre el mármol de la mesa de luz.

—Vos tendrás mucho que soñar, sin embargo, antes de llegar a esta noche. ¿En qué fecha estás?

—No sé muy bien —le dije aturdido—. Pero ayer cumplí sesenta y un años.

—Cuando tu vigilia llegue a esta noche, habrás cumplido, ayer, ochenta y cuatro.

Hoy estamos a 25 de agosto de 1983.

—Tantos años habrá que esperar —murmuré.

—A mí ya no me está quedando nada —dijo con brusquedad.

—En cualquier momento puedo morir, puedo perderme en lo que no sé y sigo soñando con el doble. El fatigado tema que me dieron los espejos y Stevenson.

Sentí que la evocación de Stevenson era una despedida y no un rasgo pedante. Yo era él y comprendía. No bastan los momentos más dramáticos para ser Shakespeare y dar con frases memorables. Para distraerlo, le dije:

—Sabía que esto te iba a ocurrir. Aquí mismo hace años, en una de las piezas de abajo, iniciamos el borrador de la historia de este suicidio.

—Sí —me respondió lentamente, como si juntara recuerdos—. Pero no veo la relación. En aquel borrador yo había sacado un pasaje de ida para Adrogué, y ya en el hotel Las Delicias había subido a la pieza 19, la más apartada de todas. Ahí me había suicidado.

—Por eso estoy aquí —le dije.

—¿Aquí? Siempre estamos aquí. Aquí te estoy soñando en la casa de la calle Maipú. Aquí estoy yéndome, en el cuarto que fue de madre.

—Que fue de madre —repetí, sin querer entender—. Yo te sueño en la pieza 19, en el patio de arriba.

—¿Quién sueña a quién? Yo sé que te sueño, pero no sé si estás soñándome. El hotel de Adrogué fue demolido hace ya tantos años, veinte, acaso treinta. Quién sabe.

—El soñador soy yo —repliqué con cierto desafío.

—No te das cuenta que lo fundamental es averiguar si hay un solo hombre soñando o dos que se sueñan.

—Yo soy Borges, que vio tu nombre en el registro y subió.

—Borges soy yo, que estoy muriéndome en la calle Maipú. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 7 de febrero de 2025

"¿ENSEÑAR A LEER O ENSEÑAR A SER LECTOR? Kevin Baldrich y Carmen Pérez García. The Conversatio 6 enero 2025

¿Por qué todos sabemos leer, pero no todos disfrutamos de hacerlo?

Leer no es solo aprender a reconocer palabras y comprender su significado: es sobre todo descubrir el placer de aprender y reflexionar sobre el mundo y sobre nuestra naturaleza humana a través de la lectura. A esto, que denominamos “lectura literaria”, es a lo que necesitamos aspirar cuando enseñamos a leer en la escuela.

La lectura literaria es un tipo de lectura que moviliza nuestros conocimientos, experiencias y habilidades. Al fin y al cabo, la literatura, la buena literatura, representa la máxima potencialidad expresiva del lenguaje.

La lectura para conectar y entender el mundo

La lectura no debería limitarse a ser una tarea escolar. Cuando los estudiantes encuentran significado en lo que leen, conectan la experiencia lectora con su propia realidad, lo que fortalece su aprendizaje y desarrollo personal. Por eso, el objetivo no es solo enseñar a leer, sino formar lectores capaces de comprender, disfrutar y reflexionar sobre los textos, utilizando estas habilidades para interpretar su entorno.

Lograr esto requiere que los docentes seleccionen textos que sean relevantes y adecuados para cada etapa educativa, pero también que diseñen actividades que enriquezcan la experiencia lectora, como debates, dramatizaciones o escritura creativa.

Una educación literaria de calidad requiere propuestas que desarrollen las competencias necesarias para disfrutar de los textos literarios y que fomenten la participación del alumnado en su propio aprendizaje.

La cuestión del canon de lecturas

La selección de lecturas debería partir de los distintos propósitos de lectura: lectura por placer, por interés personal, por aprendizaje y por participación en la sociedad, como destaca el Estudio internacional de progreso en comprensión lectora. Los docentes, en su papel de mediadores de la lectura, deberían seleccionar textos teniendo en cuenta tanto las necesidades e intereses del alumnado como sus habilidades lectoras.

Numerosos especialistas han expuesto la importancia de incluir la literatura infantil y juvenil en el canon curricular, ya que estas obras ofrecen una oportunidad inestimable para acercar a los más jóvenes a la cultura literaria y desarrollar su hábito lector.

En este contexto, los álbumes ilustrados ofrecen la posibilidad de trabajar la lectura desde distintos enfoques: como tienen texto e imágenes, los estudiantes pueden desarrollar tanto la comprensión lectora como habilidades de interpretación visual. Esto es especialmente importante en la sociedad actual, donde aprender a “leer” imágenes supone una competencia esencial.

Además, los álbumes ilustrados permiten abordar temas complejos de manera accesible, desde las emociones hasta cuestiones culturales y éticas. Por tanto, se convierten en recursos versátiles que se adaptan a diversas edades y contextos educativos, ofreciendo a los estudiantes una experiencia lectora enriquecedora y significativa.

Formar a los docentes para formar lectores

La formación docente es clave para construir lectores críticos y reflexivos. Los futuros docentes y los docentes en activo necesitan aprender a seleccionar y trabajar con textos que sirvan para desarrollar la competencia literaria de sus estudiantes (es decir, que se conviertan en buenos lectores de literatura), pero también deben saber diseñar estrategias que transformen la lectura en una experiencia activa y conectada con su entorno.

Por otra parte, hay que tener en cuenta un aspecto esencial: para enseñar a leer y fomentar la lectura, los docentes deben ser lectores y tener los conocimientos pertinentes para desarrollar su labor de manera eficaz. Como explica el escritor español Vicente Luis Mora en su reciente ensayo Construir lectores, tanto la cultura como la lectura “funcionan por contagio”. En consecuencia, los docentes deben ser conscientes de su responsabilidad y de su papel como modelos lectores.
Hablar sobre literatura para aprender

La lectura no debería concebirse como una actividad solitaria e individual, sino como un hecho social. Por ello, hemos de incentivar el valor social de la lectura como una actividad compartida que sirve para interpretar las obras de una manera más completa y colaborativa.

Espacios como los clubes de lectura son ideales para este propósito. Estos encuentros permiten a los docentes profundizar en el análisis de textos, explorar su potencial pedagógico y compartir ideas sobre cómo llevarlos al aula. Asimismo, fomentan una mirada crítica hacia la enseñanza de la lectura y preparan a los docentes para ser mediadores entre los libros y sus estudiantes.

Enseñar a leer es, en esencia, enseñar a interpretar la vida. Es un desafío apasionante que requiere dedicación, estrategias y una profunda conexión con los estudiantes y con la lectura. Los maestros tienen en sus manos la oportunidad de formar lectores capaces de transformar el mundo. En este proceso, los libros y los espacios de aprendizaje compartido son indispensables.

jueves, 6 de febrero de 2025

"EN MOVIMIENTO". Un poema de Karin Boye seleccionado por Andrea Villarrubia Delgado

De muchas escritoras nacidas en los inicios del siglo XX en los países del Norte de Europa no ha habido hasta tiempos recientes traducciones a nuestra lengua. Afortunadamente esta situación está cambiando y ahora podemos conocer la obra tanto narrativa como poética de esas mujeres, unidas casi todas por una actitud transgresora y por haber sido pioneras en muchos campos sociales y culturales. En ese grupo estaría la poeta, novelista, traductora y feminista sueca Karin Boye. Se suicidó a los 41 años. He sentido un gran placer al leerla. Debo su conocimiento a la editorial ‘El desvelo’ que ha publicado su poesía completa en una magnífica edición. Mi agradecimiento lo hago extensivo a esas pequeñas editoriales fuera de las grandes ciudades que publican con esmero y con espléndidas traducciones a autores desconocidos y minoritarios. De Karin Boye he elegido el poema ‘En movimiento’ perteneciente a su libro ‘Los fogones’, publicado en 1927, que es una llamada a la acción, a la rebeldía, al coraje. (Andrea Villarrubia Delgado)

EN MOVIMIENTO

Los días de satisfacción no son nunca los más grandes.
El día mejor es un día de sed.
Hay una meta y un sentido en nuestro viaje;
pero es el camino el que merece la pena.
El mejor propósito es descansar durante toda la noche
donde el fuego se enciende y se parte el pan con premura.
Allí donde dormimos sólo una vez
el sueño es seguro y los sueños plenos de canciones.
¡Ponte en marcha, ponte en marcha! El nuevo día amanece.
Interminable es nuestra gran aventura.

KARIN BOYE
Traducción de Jesús García

miércoles, 5 de febrero de 2025

"PROFES: EL OBJETIVO PRINCIPAL DEL NUEVO FASCISMO". Antonio Maestre, elDiario.es 02/02/2025

Independientemente de quién gestione la educación en cada comunidad autónoma, la presión ejercida a través de la opinión pública, los alumnos ideologizados, influidos por familias reaccionarias y el contenido de redes sociales, y la presión de los partidos filofascistas hacen pensar que el tiempo que espera al personal docente será duro

No es un ejercicio retórico el que planteo. El profesorado, sobre todo de izquierdas, incluso aquel que sin sentirse de izquierdas cree en el respeto de los derechos humanos y se dedica solamente a enseñar lo que tiene que enseñar, está en peligro porque es uno de los principales objetivos de la contrarrevolución reaccionaria en la que nos vemos inmersos.

El vicepresidente de los EEUU, J.D. Vance, no disimuló al plantear sus objetivos cuando en una conferencia de los conservadores a nivel internacional lo expresó sin paños calientes: “Los profesores son nuestros enemigos”. El discurso versaba sobre cómo a su parecer en la academia predominaban las ideas liberales y progresistas que habría que combatir, y como ahora está haciendo Donald Trump, perseguirlas. Ha comenzado por los funcionarios de justicia que le juzgaron, pero no va a parar.

El nuevo macartismo que está llevando a cabo Donald Trump contra todo aquel que identifique con un fantasma llamado “woke”, que no es más que una manera de etiquetar a quien crea en la diversidad, la igualdad y la justicia social, tiene como objetivo una purga ideológica que le permita homogeneizar las administraciones para llevar a cabo su plan de desdemocratización. En ese plan la educación ocupa un lugar preeminente y para ello el profesorado es su primer dique a tumbar. No tardaremos en ver cómo esas persecuciones pasan de los discursos a los hechos instaurando el miedo y la autocensura para que a nadie se le ocurra enseñar valores de respeto al prójimo y que se le ocurra sancionar a estudiantes que insulten de manera homófoba o inculquen que las personas trans tienen derecho a existir y que su vida importa.

El fascismo nunca ha desaparecido, simplemente adopta máscaras que le permiten adaptarse a su tiempo y conseguir con sus nuevos ropajes introducirse en las mentes de quienes rechazarían sus formas antiguas. Pero las nuevas formas no cambian sus maneras de proceder y siempre elige los mismos objetivos, las mismas herramientas y el mismo modo de operar contra la alteridad y contra aquellos que señala como enemigos. Para lograr todos sus fines es imprescindible acotar la disidencia desde sus orígenes y por eso siempre la educación se encuentra entre sus obsesiones. No hay expresión nueva del fascismo que no señale al profesorado como un elemento a disciplinar.

En España es conocida la obsesión con lo que los fascistas llaman ideología de género, que según su enferma consideración es utilizada para adoctrinar a menores. El pin parental fue la clave de bóveda del principio de actuación de nuestros fascistas patrios para señalar que el profesorado estaba en cuestión y que era preciso establecer una tutela parental sobre el trabajo de los docentes para decirles qué pueden hacer y qué es inaceptable. Lógicamente esas campañas de acoso y derribo contra los docentes tienen concreciones aunque no sean capaces de llevar a cabo hasta el extremo sus políticas. Los alumnos se empapan de lo que ocurre y cualquier elemento que puedan usar para cuestionar la autoridad del profesorado lo usarán en su beneficio generando una sensación de incomodidad permanente en el personal docente que les llevará a la autocensura para no tener problemas en su desempeño laboral.

No va a mejorar la situación. Independientemente de quién gestione administrativamente la educación en cada comunidad autónoma, la presión ejercida a través de la opinión pública, los alumnos ideologizados, influidos por familias reaccionarias y el contenido de redes sociales, y la presión de los partidos filofascistas hacen pensar que el tiempo que espera al personal docente será duro. No podrán defenderse solos y necesitarán que quienes creen que la educación pública es el único camino efectivo para la libertad del individuo se sitúen a su lado y ejerzan sin miedo y con coraje de escudo contra quienes se fajan en solitario para defender desde la base nuestra democracia y los derechos humanos más elementales. Defender hoy al profesor de tus criaturas es asegurar que en el futuro sean independientes y libres, a salvo del odio y la discriminación.

lunes, 3 de febrero de 2025

"LOS LAIS DE MARÍA DE FRANCIA". Cuentos y leyendas

Los lais de María de Francia son doce bellísimas historias de amor que iniciaron un orden nuevo en la literatura, un espacio feminizado que trastocó para siempre la tradición de la épica imperante en el siglo XII.

En estos delicados relatos—los primeros cuentos de la literatura europea—las leyendas celtas se elevan a la categoría de mitos e inauguran las características aventuras fabulosas de los cuentos de hadas. 

Y así, la cierva blanca, el hombre lobo, el barco fantasma, el azor que se convirtió en caballero poblarán la imaginación de los lectores en los siglos venideros.

Se puede obtener y leer en el siguiente enlace:
https://drive.google.com/.../18wmtJ.../view...

domingo, 2 de febrero de 2025

"RÉQUIEM POR FEDERICO GARCÍA LORCA", de Rafael de León. Recitado por Lola Flores

Lo mataron en Granada,
una tarde de verano
y todo el cielo gitano
recibió la puñalada...

Sangre en verso derramada,
poesía dulce y roja
que toda la vega moja
en amargo desconsuelo
«sin paño de terciopelo
ni cáliz que la recoja».

(Por cielos de ceniza
se va el poeta;
la frente se le riza
como veleta.
Toda Granada
es una plazoleta
deshabitada)

«Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos».
En la plama de sus manos
como un niño lo traían...

Las mujeres se rompían
los volantes de la enagua,
y el Darro bailaba el agua
en un triste soniquete
que sonaba a martinete
y a cante grande de fragua...

(¡Encended los faroles;
romped el velo;
cantad por "caracoles",
que viene el duelo!
¡Como una espada,
llevadlo, así, entre "oles"
por su Granada)

No te vayas buen amigo
quédate aquí con nosotros;
están soltando los potros
junto a lo verde del trigo...

Están soñando contigo
temblando de calentura,
gitanas de piel oscura
y brillante cabellera
y hay una boca que espera
morderte labio y cintura...

(Desnúdate deprisa,
que vengo herido;
quédate con la risa
como vestido...
Quiero beberte
y que luego dormido
venga la muerte...)

«Rosa de los Camborios
gime sentada a la puerta»
medio viva y medio muerta
entre paños mortuorios.

A la luz de los velorios,
con pena de jazmín chico,
cual dos palomas sin pico
muestra sus pechos helados,
heridos y acuchillados
lo mismo que Federico.

(¡Que doble, bronce y plata,
la Vela, Vela,
que se ha muerto la nata
de la canela!
Mi bien amado
de limón y ciruela
va amortajado...)

«¡Hijo con un cuchillito
que apenas cabe en la mano»,
de tu romance gitano
cortaron la flor del grito!

¡Ay, qué dolor infinito
de pedernal y de rosa;
voy y vengo como loca
sin que consolarme pueda
porque ni un hijo me queda
para llevarme a la boca!

(Aquel traje de pana
que se ponía...
Aquella faja grana
que se ceñía...
¡Tanto cuidarlo,
y una flor de canana
para matarlo!).

(¡A la nana, mi niño,
que es madrugada...!
¡A la nana, cariño,
flor de Granada!
¡Si yo pudiera
quedarme embarazada
yo te pariera!)

«Antonio Torres Heredia
Camborio de dura crin»,
llora al filo de la media
noche por el Albaicín...

Suena la voz de un muecín
como una fuente delgada,
y desde Sierra Nevada,
una paloma doliente,
baja a besarle la frente
al poeta de Granada...

(¿A dónde vas, amigo,
con tu secreto?
Te llevarás conmigo
voz y soneto...
¡Cómo gemía
dentro de tu esqueleto
la poesía!)
(La versión de Lola difiere en algunos términos, así como es más breve que la elegía).


sábado, 1 de febrero de 2025

"CLEOPATRA". un cuento de Mario Benedetti.

El hecho de ser la única mujer entre seis hermanos me había mantenido siempre en un casillero especial de la familia. Mis hermanos me tenían (todavía me tienen) afecto, pero se ponían bastante pesados cuando me hacían bromas sobre la insularidad de mi condición femenina. Entre ellos se intercambiaban chistes, de los que por lo común yo era destinataria, pero pronto se arrepentían, especialmente cuando yo me echaba a llorar, impotente, y me acariciaban o me besaban o me decían: Pero, Mercedes, ¿nunca aprenderás a no tomarnos en serio? 

Mis hermanos tenían muchos amigos, entre ellos Dionisio y Juanjo, que eran simpáticos y me trataban con cariño, como si yo fuese una hermana menor. Pero también estaba Renato, que me molestaba todo lo que podía, pero sin llegar nunca al arrepentimiento final de mis hermanos. Yo lo odiaba, sin ningún descuento, y tenía conciencia de que mi odio era correspondido.

Cuando me convertí en una muchacha, mis padres me dejaban ir a fiestas y bailes, pero siempre y cuando me acompañaran mis hermanos. Ellos cumplían su misión cancerbera con liberalidad, ya que, una vez introducidos ellos y yo en el jolgorio, cada uno disfrutaba por su cuenta y sólo nos volvíamos a ver cuando venían a buscarme para la vuelta a casa.

Sus amigos a veces venían con nosotros, y también las muchachas con las que estaban más o menos enredados. Yo también tenía mis amigos, pero en el fondo habría preferido que Dionisio, y sobre todo Juanjo, que me parecía guapísimo, me sacaran a bailar y hasta me hicieran alguna “proposición deshonesta”. Sin embargo, para ellos yo seguía siendo la chiquilina de siempre, y eso a pesar de mis pechitos en alza y de mi cintura, que tal vez no era de avispa, pero sí de abeja reina. Renato concurría poco a esas reuniones, y, cuando lo hacía, ni nos mirábamos. La animadversión seguía siendo mutua.

En el carnaval de 1958 nos disfrazamos todos con esmero, gracias a la espontánea colaboración de mamá y sobre todo de la tía Ramona, que era modista. Así mis hermanos fueron, por orden de edades: un mosquetero, un pirata, un cura párroco, un marciano y un esgrimista. Yo era Cleopatra, y por si alguien no se daba cuenta, a primera vista, de a quién representaba, llevaba una serpiente de plástico que me rodeaba el cuello. Ya sé que la historia habla de un áspid, pero a falta de áspid, la serpiente de plástico era un buen sucedáneo. Mamá estaba un poco escandalizada porque se me veía el ombligo, pero uno de mis hermanos la tranquilizó: “No te preocupes, vieja, nadie se va a sentir tentado por ese ombliguito de recién nacido.”

A esa altura yo ya no lloraba con sus bromas, así que le di al descarado un puñetazo en pleno estómago, que le dejó sin habla por un buen rato. Rememorando viejos diálogos, le dije: “Disculpa, hermanito, pero no es para tanto”, ¿cuándo aprenderás a no tomar en serio mis golpes de kárate?

Nos pusimos caretas o antifaces. Yo llevaba un antifaz dorado para no desentonar con la pechera áurea de Cleopatra. Cuando ingresamos en el baile (era un club de Malvín) hubo murmullos de asombro, y hasta aplausos. Parecíamos un desfile de modelos. Como siempre nos separamos y yo me divertí de lo lindo. Bailé con un arlequín, un domador, un paje, un payaso y un marqués. De pronto, cuando estaba en plena rumba con un chimpancé, un cacique piel roja, de buena estampa, me arrancó de los peludos brazos del primate y ya no me dejó en toda la noche. Bailamos tangos, más rumbas, boleros, milongas, y fuimos sacudidos por el recién estrenado seísmo del rock-and-roll. Mi pareja llevaba una careta muy pintarrajeada, como correspondía a su apelativo de Cara Rayada.

Aunque forzaba una voz de máscara que evidentemente no era la suya, desde el primer momento estuve segura de que se trataba de Juanjo (entre otros indicios, me llamaba por mi nombre) y mi corazón empezó a saltar al compás de ritmos tan variados. En ese club nunca contrataban orquestas, pero tenían un estupendo equipo sonoro que iba alternando los géneros, a fin de (así lo habían advertido) conformar a todos. Como era de esperar, cada nueva pieza era recibida con aplausos y abucheos, pero en la siguiente era todo lo contrario: abucheos y aplausos. Cuando le llegó el turno al bolero, el cacique me dijo: Esto es muy cursi, me tomó de la mano y me llevó al jardín, a esa altura ya colmado de parejas, cada una en su rincón de sombra.

Creo que ya era hora de que nos encontráramos así, Mercedes, la verdad es que te has convertido en una mujercita. Me besó sin pedir permiso y a mí me pareció la gloria. Le devolví el beso con hambre atrasada. Me enlazó por la cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos de Cleopatra. Recuerdo que la serpiente me molestaba, así que la arranqué de un tirón y la dejé en un cantero, con la secreta esperanza de que asustara a alguien.

Nos besamos y nos besamos, y él murmuraba cosas lindas en mi oído. También me acariciaba de vez en cuando, y yo diría que con discreción, el ombligo de Cleopatra y tuve la impresión de que no le parecía el de un recién nacido. Ambos estábamos bastante excitados cuando escuché la voz de uno de mis hermanos: había llegado la hora del regreso. Mejor te hubieras disfrazado de Cenicienta, dijo Cara Rayada con un tonito de despecho, Cleopatra no regresaba a casa tan temprano. Lo dijo recuperando su verdadera voz y al mismo tiempo se quitó la careta.

Recuerdo ese momento como el más desgraciado de mi juventud. Tal vez ustedes lo hayan adivinado: no era Juanjo, sino Renato. Renato, que, despojado ya de su careta de fabuloso cacique, se había puesto la otra máscara, la de su rostro real, esa que yo siempre había odiado y seguí por mucho tiempo odiando. Todavía hoy, a treinta años de aquellos carnavales, siento que sobrevive en mí una casi imperceptible hebra de aquel odio. Todavía hoy, aunque Renato sea mi marido.

FIN

viernes, 31 de enero de 2025

"YO SOY UN HOMBRE SINCERO". Un poema de José Martí seleccionado por Andrea Villarrubia Delgado

La habréis escuchado muchas veces en la voz de Pablo Milanés, pero antes que canción fue poema, un hermoso poema de José Martí, uno de los escritores más originales en lengua española. Hijo de españoles, nació en 1853 en la Habana, cuando Cuba todavía era colonia española. Fue escritor, diplomático, ensayista y luchador por la independencia de Cuba. Murió en combate con soldados españoles en 1895. Su obra poética está entrelazada con la suerte de su país y con los problemas de su tiempo. Siempre dijo que la poesía debía hundir sus raíces en la tierra y estar al servicio de la libertad. ‘Yo soy un hombre sincero’, el poema que hoy comparto, es un reflejo de ese pensamiento. Pertenece a uno de sus libros más representativos ‘Versos sencillos’. (Andrea Villarrubia Delgado)

YO SOY UN HOMBRE SINCERO

Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, montes soy.

Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños
y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros
volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez, —en la reja,
a la entrada de la viña,—
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca: —cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.

Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, —es
que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó sobre mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto, —
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.

JOSÉ MARTÍ

jueves, 30 de enero de 2025

"Longjumeau". Un cuento de León Bloy

“El Postillón de Longjumeau” anunciaba ayer el deplorable fin de los Fourmi. Esta hoja tan recomendable por la abundancia y por la calidad de su información, se perdía en conjeturas sobre las misteriosas causas de la desesperación que había precipitado al suicidio a esta pareja, considerada tan feliz.

Casados muy jóvenes, y despertando cada día a una nueva luna de miel, no habían salido de la ciudad ni un solo día.

Aliviados por previsión paterna de las inquietudes pecuniarias que suelen envenenar la vida conyugal, ampliamente provistos, al contrario, de lo requerido para endulzar un género de unión legítima, sin duda, pero poco conforme a ese afán de vicisitudes amorosas que impulsa al versátil ser humano, realizaban, a los ojos del mundo, el milagro de la ternura a perpetuidad.

Una hermosa tarde de mayo, el día que siguió a la caída del señor Thiers, aparecieron en el tren de circunvalación con sus padres, venidos para instalarlos en la propiedad deliciosa que albergaría su dicha.

Los longjumelianos de corazón puro contemplaron con enternecimiento a esta linda pareja, que el veterinario comparó sin titubear a Pablo y Virginia. En efecto, ese día estaban muy bien y parecían niños pálidos de gran casa.

Maître Piécu, el notario más importante de la región, les había adquirido, en las puertas de la ciudad, un nido de verdura, que los muertos hubieran envidiado. Pues hay que convenir que el jardín hacía pensar en un cementerio abandonado. Este aspecto no debió desagradarles, pues no hicieron, en lo sucesivo, ningún cambio y dejaron que las plantas crecieran a su arbitrio.

Para servirme de una expresión profundamente original de Maître Piécu, vivieron en las nubes, sin ver casi a nadie, no por maldad o desprecio, sino, sencillamente, porque no se les ocurría.

Además, hubiera sido necesario soltarse por algunas horas o algunos minutos, interrumpir los éxtasis, y a fe mía, dada la brevedad de la vida, les faltaba el valor para ello.

Uno de los hombres más grandes de la Edad Media, el maestro Juan Tauler, cuenta la historia de un ermitaño a quien un visitante inoportuno pidió un objeto que estaba en su celda. El ermitaño tuvo que entrar a buscar el objeto. Pero al entrar olvidó cuál era, pues la imagen de las cosas exteriores no podía grabarse en su mente. Salió pues y rogó al visitante le repitiera lo que deseaba. Éste renovó el pedido. El solitario volvió a entrar, pero antes de tomar el objeto, ya había olvidado cuál era. Después de muchas tentativas, se vio obligado a decir al importuno.

—Entre y busque usted mismo lo que desea, pues yo no puedo conservar su imagen lo bastante para hacer lo que me pide.

Con frecuencia, el señor y la señora Fourmi me han hecho pensar en el ermitaño. Hubieran dado gustosos todo lo que se les pidiera si lo hubieran recordado un solo instante.

Sus distracciones eran célebres y se comentaban hasta en Corbeil. Sin embargo, esto no parecía afectarlos, y la funesta resolución que ha concluido con sus vidas tan generalmente envidiadas tiene que parecer inexplicable. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 29 de enero de 2025

"AUSCHWITZ". Salvatore Quasimodo. En el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y en memoria de todas ellas.

Allá abajo, amor, en Auschwitz, lejos
del Vístula, a lo largo de la llanura nórdica.
en un campo de muerte: fría, fúnebre,
la lluvia sobre la herrumbre de los postes
y los revoltijos de alambre de las cercas:
ni árboles ni pájaros en el aire gris
o en nuestro pensamiento, sino inercia
y dolor que la memoria abandona
a su silencio sin ironía o ira.

Tú no quieres elegías, lirismos: sólo
razones de nuestra suerte, aquí,
tú, tierna a los obstáculos de la mente,
insegura ante una presencia
clara de vida. Y la vida está aquí,
en cada negación que certeza parece:
aquí oiremos llorar al ángel, al monstruo,
nuestras horas futuras
golpear el más allá, que aquí está, eterno
y en movimiento, no en una imagen
ensoñada, de posible piedad.
Y aquí la metamorfosis, aquí los mitos.
Sin nombres de símbolos o de un dios,
son crónicas, lugares de la tierra,
son Auschwitz, amor. ¡De qué manera súbita
se mutaron en sombrío humo
los amados cuerpos de Alfeo y Aretusa!
De aquel infierno que se abría
con la blanca inscripción «El trabajo os hará libres»,
salió con continuidad el humo
de miles de mujeres empujadas afuera,
al alba de los tugurios contra el muro
del tiro al blanco o ahogadas gritando
misericordia al agua con sus bocas
de esqueleto bajo las lluvias de gas.
Tú las encontrarás, soldado, en tu
historia bajo formas de ríos, de animales,
¿o también eres tú ceniza de Auschwitz,
medalla de silencio?
Quedan largas trenzas encerradas en urnas
de cristal aún ceñidas por amuletos
e infinitas sombras de pequeños zapatos
y bufandas de hebreos, son reliquias
de un tiempo de sabiduría, de sapiencia
del hombre hecho a la medida de las armas,
son los mitos, nuestras metamorfosis.

Sobre los espacios en los que el amor y llanto
y piedad se marchitaron, bajo la lluvia,
allá abajo, se rebelaba un no dentro de nosotros,
un no a la muerte, muerta en Auschwitz,
para no repetirme desde aquella fosa
de cenizas, la muerte.

martes, 28 de enero de 2025

"LOS NUEVOS PURITANOS". Por Brian Patrick Eha, Letras Libres 1 abril 2020

 La atmósfera cultural de nuestra época exige que los artistas superen exámenes de ideología y de conducta moral. Sus impulsores, ayudados por las redes sociales, no parecen dispuestos a atemperar su fanatismo.

En octubre de 2019, la Academia Sueca anunció que le daba el Premio Nobel de Literatura al novelista y dramaturgo austriaco Peter Handke, una figura controvertida a causa de su aparente simpatía, expresada más de una década antes, por el fallecido dictador serbio Slobodan Milošević. La respuesta de los miembros bienpensantes del establishment literario fue el oprobio inmediato.

En una declaración de su presidenta, Jennifer Egan, el pen de Estados Unidos se mostró “atónito” por la noticia y dijo “lamentar profundamente” la elección del comité del Nobel. “Rechazamos la decisión de que un escritor que ha cuestionado persistentemente crímenes de guerra totalmente documentados sea celebrado por su ‘ingenio lingüístico’”, dijo Egan. “En un momento de nacionalismo creciente, liderazgo autocrático y desinformación extendida por todo el mundo, la comunidad literaria merece algo mejor que eso.”

La declaración era notable por su abierto rechazo a la primacía del arte. Las comillas de “ingenio lingüístico”, parte de la cita del Nobel para Handke, de quien John Updike escribió que era el mejor escritor en lengua alemana, parecen cuestionar el propio concepto, mientras que la presunción subyacente es que la bajeza moral del artista es por necesidad inherente a su obra. Al celebrar las novelas y obras teatrales de Handke, la Academia Sueca daba auxilio a los autócratas.

Se une a esta creencia la afirmación de Egan de que el mundo literario “merece algo mejor”, lo que, asumo, quiere decir un laureado que esté firmemente instalado en el lado correcto de la historia. Y si ese ejemplo pasado por alto poseía una identidad marginal a la moda, mejor. (Como era predecible, algunos críticos lamentaron que los dos galardones entregados en 2019 –el otro fue para la polaca Olga Tokarczuk– recayesen en autores europeos.)

Aquí vemos el contorno del nuevo moralismo que oscurece la creación cultural en Estados Unidos, como un gran mapa borgiano que se asienta opresivamente sobre el territorio que dice describir. Sus nociones gemelas –que el arte y el entretenimiento, así como quienes los producen, deberían estar sometidos a tests de pureza de ideología y comportamiento, y que los productos culturales y creadores que se consideran “problemáticos” deberían ser apartados en favor de material más edificante– ascienden, si no es que ya dominan.

El nuevo moralismo iliberal sostiene que debería darse preferencia en los programas educativos, en las páginas de reseñas y en las nominaciones para premios importantes a artistas cuyas opiniones políticas coincidan con las de los árbitros culturales y cuyas identidades se puedan celebrar sin peligro. El uso más elevado de las artes, desde este punto de vista, es consagrar una visión del mundo no tal como es sino como debería ser, en particular en asuntos de diversidad racial y de género y otras apreciadas causas progresistas.

Los libros y las películas de artistas problemáticos –y ser heterosexual, blanco y varón es ser tres veces problemático– en el mejor caso no ayudan y en el peor corrompen. Como me dijo un escritor, si quitas el centro de la frase, desvelas el problema actual de la literatura: “Rechazamos la decisión de que un escritor […] sea celebrado por su ingenio lingüístico.”

... “Muchos miembros del club de libros juveniles de Twitter se han convertido en policías culturales, controlan a sus pares en múltiples plataformas a la caza de violaciones”, escribió la autora de obras para jóvenes Kat Rosenfield. “El resultado es un batiburrillo donde se amontona y arrastra, se citan tuits y hacen capturas de pantalla, se coordina el voto y se entablan guerras simbólicas.”

En enero de 2019, la escritora debutante Amélie Wen Zhao se encontró sometida a unas críticas tan feroces –en buena medida por hacer de la esclavitud un elemento de su mundo ficcional– que retiró su novela juvenil de fantasía, Blood heir, el primer volumen de una supuesta trilogía para la que había recibido un anticipo de seis cifras. El mes siguiente, otro autor, Kosoko Jackson, retiró su primera novela después de que una turba tuitera la destruyese por presentar a protagonistas “privilegiados” y a un personaje musulmán como villano.