domingo, 10 de junio de 2018

El papel de la formación lectora en el contexto de la sociedad digital. Un artículo de Juan Mata publicado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

En las campañas de fomento de la lectura echo a menudo en falta la concreción del sentido de las acciones que se emprenden. Me parece que suele eludirse, quizá no deliberadamente, por qué es importante, y sobre todo por qué es necesario, promover que los ciudadanos lean. Se corre el riesgo, si esas preguntas se soslayan, de convertir el fomento de la lectura en un ritual preceptivo, rutinario e insustancial. 
¿Por qué insistimos tanto en que los ciudadanos, y sobre todo los niños y los adolescentes, lean? 

Las razones, cuando se manifiestan, suelen estar poco definidas y con frecuencia enredadas. Defender que es importante que los niños o los adolescentes lean es algo obvio, pero no lo es tanto determinar por qué deben hacerlo. Supongamos que se dice que es importante por sus beneficios cognitivos, lo cual es cierto. En ese caso, los textos que se manejaran así como el modo de leerlos o de hablar sobre lo leído deberían estar acordes con esa hipótesis. Supongamos asimismo que defendemos la lectura como un modo de desarrollar la empatía y la teoría de la mente o como un medio privilegiado de información y conocimiento o, simplemente, como una forma sobresaliente de diversión y entretenimiento. En tales casos los textos y las consiguientes prácticas de lectura no deberían ser iguales.

Sin embargo, cuando se habla de la necesidad de leer no suelen hacerse matices o distinciones. Y si bien los buenos lectores y las buenas lectoras leen textos de muy diversa índole -novelas, poemas, ensayos de filosofía, artículos de neurociencia, cómics…-, a la hora de defender las virtudes de la lectura conviene evitar confusiones y malentendidos. Cuando se proclama públicamente que es bueno leer no parece superfluo preguntar: ¿leer qué? ¿leer por qué? ¿leer para qué? Quienes confiamos en las bondades de la lectura, quienes participamos activamente en su defensa y extensión, quienes elaboramos argumentos en su favor, deberíamos prestar mucha atención a estas cuestiones, sobre todo cuando nos dirigimos a quienes no leen nada o apenas nada, a quienes nunca lo han hecho y no piensan hoy por hoy en esa posibilidad, a quienes mantienen una actitud de indiferencia o recelo o incluso quienes leen de un modo comedido o intermitente.

Considero que definir bien lo que queremos conseguir cuando invitamos o incitamos a otros a leer es fundamental, pues puede predecir éxitos o fracasos en nuestra tarea. Es primordial dar razones convincentes, evitar consignas gastadas o tópicas, establecer estrategias sólidas y viables. Los destinatarios de esos mensajes deben tomar conciencia de las múltiples dimensiones de la lectura –para saber, para emocionarse, para informarse, para pasar el rato, para reflexionar, para conversar...- y que todas ellas merecen ser tomadas en consideración. CONTINUAR LEYENDO

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