viernes, 11 de marzo de 2022

«EN EL LUGAR DEL ODIO». Un poema de Antonio Colinas ante el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid

Acaso lo más duro y lo más cruel
no sea el abrir violentamente
lo negro en lo blanco:
en la armonía el caos,
en ojos inocentes un cuchillo de ira,
en los labios más tiernos de juventud
la muerte.
Acaso lo más duro sea el odio:
ese odio que establece diferencias,
ese odio que se mama en pecho de odio,
ese odio que se enseña y que se aprende,
que enarbola banderas como pústulas
y que niega brutalmente el amor.
¿Hasta cuándo en el mundo la dualidad más cruel,
la ausencia de armonía?
No me interesa tu patria, dador de males,
eterno sembrador de odios diferentes.
Sabemos que, como primavera temprana,
como ojo inocente, como labio muy tierno,
nunca cesa la esperanza de germinar: lo hace
con mayor rapidez que las mareas de sangre.

Este jueves de marzo no llovía
lluvia de odio:
llovían manos mansas,
que a todo y hacia todos se tendían,
suavemente,
como marea de música,
sólo para sanar, para sanarnos.
Por nada cambiaremos esa lluvia de manos.
Eran manos de fuego de un amor
que no quema.
Eran manos que dan y nunca niegan
la palabra, la idea.
Marea del amor, más poderosa
que el odio que se mama y que se escupe,
que la sangre violada.

Muchacha muerta que en la fotografía
levantas dulcemente tu rostro hacia el cielo,
muchacho muerto que pones tu oído en la tierra
como para escuchar sólo música:
estáis, en realidad, durmiendo, durmiendo.
No turbéis más sueño.
No turbéis más sus sueños.

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