domingo, 25 de enero de 2015

CUENTOS PARA EL HOSPITAL

Unos días antes de la Navidad tuve la oportunidad de asistir a una sesión de CUENTOS PARA EL HOSPITAL celebrada en el Hospital Universitario de Alava, lo que en Vitoria conocemos como Txagorritxu. Este proyecto, iniciado por Ana García de Motiloa, profesora del aula hospitalaria, consiste en ir creando cuentos que ayuden a los niños y niñas que pasan por el hospital, bien por un ingreso y/o para hacerles determinadas pruebas, a comprender lo que allí les hacen, a quitar la ansiedad ante las dichas pruebas médicas y a familiarizarse con su enfermedad. El efecto terapéutico de los cuentos también se extiende a los familiares más cercanos como son padres, abuelos y hermanos. 

La sesión se dividió en tres partes. En la primera hablaron profesionales relacionados con los campos del proyecto: medicina, psicología y psicoterapia, trabajo social y educación. Fue francamente ilustrativo el ver a distintos profesionales converger en los efectos terapéuticos de los cuentos en general y en particular el de estos CUENTOS PARA EL HOSPITAL. En la segunda parte hablaron las familias: cuatro madres y un padre. Todas habían sufrido o sufrían en sus carnes la enfermedad de algún hijo o hija. Entre ellas, había una madre que cuya hija se había ido en agosto a recorrer la galaxia con El Principito. Fueron momentos realmente emotivos en los que uno se despierta del sueño en que vive y, de repente, se siente subido al pedestal del Príncipe Feliz y ve más allá de las murallas del Palacio de la Despreocupación. Es lo que el sociólogo Anthony Giddens califica como "experiencia secuestrada", es decir, aquello que la sociedad -esa "Sociedad del espectáculo" de la que nos habla Mario Vargas Llosa- nos oculta: hospitales, tanatorios, residencias de ancianos, etc. para que no veamos y así olvidar -¡oh ilusos- el sufrimiento. Las intervenciones de este padre y de estas madres tuvieron un denominador común. Por una parte nos relataron con mucho amor y mucha crudeza la situación de sus hijos y la de su entorno: por otra, hicieron ver a los médicos que en los pacientes que tienen delante han de ver enfermos y no enfermedades; y, finalmente, nos comentaron el efecto terapéutico que tuvieron los cuentos en sus hijos e hijas y en ellos mismos. 

La sesión terminó con la representación del último cuento realizado y cuya temática es la onocología infantil. Hoy en día, el proyecto de Ana es ya un quehacer colectivo que implica cada vez a más personas. Desde aquí les doy, además de un montón de gracias por lo que están haciendo, mi enhorabuena por esa iniciativa.

Los cuentos se pueden descargar desde el el blog que ha hecho Ana para los niños y niñas hospitalizados. BLOG HOSPITALANDIA

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