jueves, 14 de enero de 2016

Tertulia de Arte- Fotografía: “Madre migrante”, de Dorothea Lange (1936)

La composición de “Madre migrante” es comparada con frecuencia a la de las madonas renacentistas, aunque la propia autora desmintió en varias ocasiones que tuviera esa idea en la cabeza cuando la tomó: su objetivo se reducía a reflejar la realidad de la forma más estética posible, por lo que no hizo posar a los personajes. Esto queda demostrado al contrastar esta imagen con el resto de las fotografías de la sesión, en las que se ve claramente que los retratados continúan con su vida ―incluye incluso una escena de amamantamiento―, concediéndole al artista y a su cámara la misma atención que a un pájaro que anduviera picoteando por ahí. [...]

Uno de los logros más celebrados de esta fotografía es de la atemporalidad: la instantánea pudo haber sido tomada en cualquier lugar esta misma mañana y a nadie le extrañaría. El secreto de este efecto se halla en el encuadre, que hace inidentificable el fondo. Dicho encuadre no es casual, pero el resultado sí: la artista deseaba enmarcar la expresión derrotada de la protagonista, pero nunca imaginó que estaba creando una alegoría eterna de la pobreza y la injusticia social provocada por las crisis económicas. [...]

La retratada es una de esas “okies”. Se llamaba Florence Thompson, tenía siete hijos y efectivamente venía de Oklahoma, aunque el estado ni siquiera existía cuando ella nació: era considerado territorio cherokee, sin más. Lo más parecido a un techo que poseía en el momento en el que se tomó la fotografía era una especie de cobertizo de lona, levantado sobre palos sin labrar en un campamento para recolectores de guisantes de un lugar llamado Nipomo. Compartía ese asentamiento con otras dos mil quinientas personas, demasiadas para la peor cosecha de guisantes que se recordaba en California. Sabemos quién era porque Dorothea Lange se preocupó por facilitar todos los datos que conocía de sus retratados en el envés de sus impresiones, con el fin de recordarnos que nos encontrábamos ante personas con su nombre, su apellido y su historia particular, y así evitar que el golpe moral quedara atenuado en esa gigantesca nube de anestesia que es el anonimato. [...]

Fuente: lineassobrearte.com

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