Reproduzco una de las entradas: "Lectura: de la cultura al ocio. Las palabras no son neutras", del blog de Txetxu Barandiarán: "Cambiando de tercio" en el que hace unas reflexiones muy interesantes, y en el que nos remite a unas palabras de Antonio Basanta en la presentación del Plan de Lectura del País Vasco en la Comisión de Cultura del Parlamento Vasco.
Pensando de refilón en la jornada de Valencia de mañana y viendo algunos acentos que se ponen ahora y constatando también algunos silencios se me ocurre marcar algunas ‘líneas rojas’ de esas que ahora perecen estar tan de moda.
- Si pensamos que el competidor del libro es el Candy Crush no hablamos de libro como mediación cultural sino como un mero elemento evasivo y quizás alienante.
- Generar categorías de este pelo, Ocio, entradas, libros, música, restaurantes, para medir consumos en el ámbito digital vuelve a confundir las líneas.
- El hecho de ser librería y/o editorial no genera automáticamente una ‘patente cultural’.
- No es igual lo que se lea ni dónde se lea. La continua incidencia en leer más hace que olvidemos la calidad en los discursos convirtiéndolo de esta manera en un discurso viejo más cercano a los modelos de productividad industrial que de ‘simbólica digital’.
- Fomentar el libro puede llegar a no tener nada que ver con fomentar la lectura.
- La cadena de valor comercial no es a veces la mejor compañera para la elaboración de un plan lector cultural."
Leer es anterior a cualquier construcción cultural alfabetizadora. Leer es la expresión más genuina de nuestra condición de humanos. Toda nuestra vida no es sino el producto de un ejercicio permanente de lectura: leemos sensaciones, experiencias, sonidos, acontecimientos. Leemos desde la memoria y la anticipación. Leemos el tiempo y el espacio. El mundo de los objetos… y el de los sujetos. Porque leer supone la conjunción de un conjunto de acciones fundacionales. De verbos que constituyen lo que me atrevería a denominar el ADN de la lectura. Y esos verbos son:
- Toda lectura nace de la curiosidad, del interés o de la necesidad. Lectura e indiferencia, lectura y pasividad son términos felizmente incompatibles.
- No puede haber lectura que no implique un ejercicio crítico y de análisis. .
- Si este paso no se da, la lectura encalla. Seremos leedores, pero no lectores.
- Valorar, seleccionar, no en vano, el vocablo latino del que deriva la palabra leer, legere, del verbo lego, denomina tanto la acción de leer como la acción de elegir. Lectores para ser electores, siempre mucho más que votantes. Y también, en una anticipación que me resulta realmente asombrosa, navegar, como leemos en Ovidio, profeta de lo que leer supone hoy en los nuevos soportes tecnológicos.
- Leer es también transformar, modificar, recrear . Toda lectura es aportación y renovación. Incluso ante aquello que parece definitivamente establecido, como pudiera ser el propio texto. “El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector” sentencia Josep Conrad. Por eso no hay dos lecturas iguales, aun desde la misma persona. Ni dos lectores iguales. Como reza el viejo proverbio : “ Dos hombres en un jardín: dos jardines”.
- Leer es asimilar. Somos lo que leemos al tiempo que leemos lo que somos. La lectura nos abre a la realidad ajena mientras, gracias a ello, dibuja, edifica nuestro propio mundo interior. De cada lectura queda un poso imborrable. No somos iguales antes que después de leer. Y ese es uno de sus más fascinantes secretos.
- Y finalmente leer es compartir. No hay lectura sin ejercicio del diálogo, de la relación, del intercambio. El inicial que se establece entre la propuesta lectora y quien la lee. Y todos los que a partir de él surjan, pues sólo la lectura se completa cuando ayuda a consolidar nuestra relación con los demás. Leer nos introduce definitivamente en la corriente de la humanidad. Nos confirma que somos parte de la secuencia inacabada. Que ni somos los primeros, ni somos únicos. “ -¿ Por qué leemos?”, le pregunta en Oxford uno de sus alumnos al profesor Clive Staples Lewis, el célebre autor de las Crónicas de Narnia. Y Lewis le contestó: “ – Leemos para saber que no estamos solos…”
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