Más de tres siglos después de su primera publicación, Caperucita roja continúa siendo el cuento más enigmático de todos los cuentos. Por dondequiera que se le mire, su deslumbrante anécdota apenas nos deja barruntar algo acerca de su verdadera significación, al tiempo que atrae todas las miradas. Etnógrafos, psicoanalistas, semiólogos, antropólogos, y de las más variadas tendencias, se disputan tan suculento manjar. Pero no llegarán a hincarle el diente por completo, pues esta ambigua niña, acosada por un lobo multívoco, volverá a escurrirse una y otra vez por entre los árboles de un verdadero bosque de símbolos. Acaso el de la civilización occidental.
Todo empezó cuando Charles Perrault, un académico de la lengua francesa e Inspector de Obras de Luis XIV, tuvo la ocurrencia de adaptar literariamente algunos cuentos de tradición oral, para divertimento de cortesanos. 1697. Pero entre los verdaderos cuentos ("Cenicienta", "Barbazul", "Piel de asno", "La bella durmiente", etc.), se coló "Caperucita", que era más bien una leyenda de miedo (lo que los alemanes llamanSchreckmärchen), destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos, y cuyo ámbito territorial no iba más allá de la región del Loira, la mitad norte de los Alpes y el Tirol; nada, en comparación con los auténticos cuentos folclóricos, que cubren todo el ámbito indoeuropeo y sus zonas de influencia, incluida la América poscolombina. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: Fundación Cuatrogatos
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