lunes, 25 de enero de 2016

NADARIN de Leo Lionni. Un clásico de la literatura infantil y juvenil que todos los niños y niñas debieran conocer.



En un rincón cualquiera del mar vivía un banco de pececitos felices. Todos eran rojos menos uno, que era tan negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido que sus hermanos y hermanas. Se llamaba Nadarín. 

Un día, un feroz y hambriento atún se abrió paso velozmente entre las olas y de un solo bocado se tragó los pececitos rojos. Solo Nadarín escapó. 

Nadarín penetró en las profundidades del planeta acuático. Tenía miedo a se sentía solo y triste.

Pero el mar estaba lleno de maravillosas criaturas que encontraba a cada paso, y Nadarín halló de nuevo felicidad. Vio una medusa hecha de gelatina que lucía los colores del arco iris… 

una langosta que se movía al ritmo de las olas… 

unos peces extraños arrastrados por un hilo invisible… 

un bosque de algas que crecía entre rocas de azúcar cande… 

una anguila con una cola tan larga que casi nunca la recordaba… y anémonas de mar, semejantes a palmeras rojizas, meciéndose al compás de las corrientes.

De pronto, divisó un banco de pececitos iguales a él, escondidos bajo la sombra de un montón de rocas y algas. 
-Vamos a nadar, a jugar a ver cosas!- dijo feliz.
-Ni hablar-le contestaron los pececitos rojos-. El pez grande nos comería a todos.
-Pero no pueden quedarse aquí toda la vida-dijo Nadarín-. Tenemos que buscar una solución. 
Nadarín se puso a pensar y a pensar hasta que de repente dijo: 
-¡Ya sé! Vamos a nadar todos juntos como si fuéramos al pez más grande del mar. 
Les enseñó a nadar todos juntos, en formación, ocupando cada uno su lugar. 

Y cuando aprendieron a nadar como si fueran un pez gigante, Nadarín dijo: 
-Yo seré el ojo. 
Y nadaron en el agua fresca de la mañana y bajo el sol del mediodía, mientras los peces grandotes se alejaban asustados.


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