sábado, 31 de mayo de 2025

"NADIE QUIERE A LOS FILÓSOFOS". La sociedad debería convertir el pensamiento y la literatura en grandes aliados del progreso. Jordi Llovet. (El País 24 ABR 2016)

La crisis por la que atraviesan los estudios de humanidades no solo en España, sino en el mundo entero, era perfectamente previsible desde los albores de la revolución industrial. Lo que se fundó en la Grecia clásica —el amor por el saber— y se mantuvo en Roma —la alabanza del ocio y el menosprecio del negocio—; aquello que las órdenes monásticas conservaron durante la Edad Media; aquello que resurgió con una insólita pujanza durante el Renacimiento europeo, luego durante la Ilustración y en buena medida en las universidades del siglo XIX siguiendo el ejemplo de la reforma universitaria de Humboldt en Berlín, todo eso empezó a librar ya a mediados de ese mismo siglo una batalla muy dura contra un enemigo de potencia no solo no prevista, sino también incalculable. El hombre de estudio, la mujer de artes o letras, vieron, a lo largo del gran siglo de la burguesía y de todo el siglo XX cómo la legitimidad de su quehacer quedaba mermada y amenazada a causa del desarrollo de la ciencia, la industria, el comercio y la técnica.

En 1872, Flaubert lamentaba el desequilibrio que un nuevo plan de estudios para el bachillerato en Francia exhibía entre algo tan elemental como el deporte —que ya no tenía en Europa el destino agónico que había tenido en Grecia o Roma— y la enseñanza de la literatura, de la que apenas se hablaba. Con mayor énfasis, escribió lo siguiente sobre el mismo asunto: "Estoy asustado, aterrorizado, escandalizado por las gilipolleces cardinales que gobiernan a los seres humanos. Eso es algo nuevo; por lo menos en el grado en que se produce. Las ganas de alcanzar el éxito, la necesidad de triunfar a toda costa —debido al provecho económico que se obtiene— le ha minado a la literatura la moral hasta tal punto que la gente se está volviendo idiota".

Él, como tantos otros autores que empezaron entonces a reflexionar sobre el descrédito progresivo de las humanidades, no poseía distancia suficiente respecto a las causas de tal descalabro. Hoy sí la tenemos. Al auge del comercio, las ciencias, la industria y la técnica, hay que sumarle, en los últimos 30 años por lo menos, un nuevo factor, imprevisible hace un siglo y medio: el auge de las nuevas tecnologías. Los filósofos que heredaron la preocupación por este asunto a la sombra de Heidegger o de Jaspers no parecieron alarmarse cuando el fenómeno de esas brillantes tecnologías y los ingenios digitales irrumpieron progresivamente en la vida cotidiana de todo el orbe. La inocencia con la que se recibió ese alarde del progreso técnico-científico se ha transformado, ya en nuestros días, en una preocupación —solo para algunos, este es el problema—, sin que se atisbe la posibilidad de alcanzar alguna solución. Estamos ya, propiamente, en lo que ha venido en denominarse la era poshumana, en el bien entendido que nos hallamos en la era en la que el ente, el ser, no es más que un flatus vocis: una nadería nostálgica, un recuerdo de tiempos pasados en los que filosofía, religión, moral y estética otorgaban a esa palabra un valor casi tan alto como el que se otorgaba a Dios o a la muerte.

Esto nos lleva a analizar otros factores, no menudos, del descrédito de las humanidades en las universidades de España y de casi todo el mundo: la religión ha perdido adeptos en todas partes, y con ella han desaparecido los referentes trascendentales que actuaban, con sordina pero con eficacia, en todas las sociedades y sus cultos; los nuevos estilos musicales, de los que los jóvenes no pueden prescindir en sus momentos de ocio, han venido a suplantar el carácter órfico —y por ello, sagrado— de la mal denominada música clásica; el uso universal de los teléfonos llamados inteligentes rebajan sin pausa la inteligencia de aquellos que podrían dedicar su ocio a cualquier otro tipo de actividad y destierran la conversación, además de haber provocado la desaparición de las áreas de privacidad que tanto convienen al ser que piensa y actúa mediatamente; el subsiguiente descrédito de la lectura anula la posibilidad de que exista algo así como un imaginario subjetivo, en beneficio del llamado imaginario colectivo, que viene a ser lo mismo que la aceptación sumisa de la opinión común —todo lo contrario de la operación de discurrir en primera persona—, asumida esta sin el menor atisbo de crítica; el mercado laboral lo es de profesiones consideradas productivas y necesarias, y apenas de las profesiones en las que el saber humanístico podría multiplicarse y difundirse, como es el caso de la educación —hoy vencida y desarmada en España— a todos sus niveles.

No podemos tener la certeza de que tal estado de cosas vaya a cambiar en favor de un lugar honroso para las humanidades. Seguirá habiendo filólogos, artistas, historiadores y filósofos; seguirá habiendo escritores y lectores; algunos centros urbanos de difusión cultural seguirán abiertos y más o menos activos, pero todo lo que se relacione con el ser y sus problemas fundamentales parecerá superfluo, en estado de letargia y, en el mejor de los casos, será escenario de heroísmo para renitentes.

A esta cuestión queríamos llegar. Los planes de estudio de las facultades universitarias de humanidades irán a peor, en favor de las banalidades que ha generado la era de lo llamado políticamente correcto: una alquimia en la que se funden los feminismos y homosexualismos más insolventes con los estudios coloniales más improductivos y las ridiculeces más espantosas como métodos de análisis y crítica del saber humanístico heredado. Pero toda persona vinculada a la enseñanza de las humanidades puede, si no modificar esas tendencias disolventes de las litterae humaniores, sí otorgar a sus actividades un trasfondo y un alcance que minen hasta los cimientos esos falsos edificios del saber. A nuestro juicio, no hay más solución para las facultades humanísticas que implicarlas en la vida cotidiana de la polis, o sea, convertir las humanidades en la punta de lanza de una restauración de la política —que es como actuar en beneficio de la ciudadanía en aquello en lo que ni las ciencias ni las técnicas pueden hacer mucho—; transformar todas las escenas del saber humanístico en el gran aliado del progreso espiritual de una nación y de sus ciudadanos. Por ejemplo, enviar a los estudiantes de los últimos cursos a comentar las grandes o menos grandes obras de la literatura universal en las bibliotecas públicas; no obligar a los profesores a hacer gestión académica, algo que los convierte en burócratas, sino agitación cultural más allá de sus muros; convertir a profesores y alumnos avanzados en asesores de centros de creación y difusión de la cultura; mandar a todos ellos a los diarios del país para favorecer un periodismo de mayor alcance cultural; invitar a cualquier empresario del mundo de la técnica, la informática, los negocios, y lo que sea, a contratar antes a un graduado que, siéndolo en la profesión adecuada y pertinente, lo sea también en cualquier rama de las humanidades, como ya sucede en Estados Unidos, para satisfacción incluso del rendimiento de sus empresas. Porque no es factible suponer que unos buenos estudios de humanidades (como todavía pueden cursarse en escasos centros universitarios del mundo entero, pues casi todos han quedado arruinados por el efecto de metodologías "seculares") resulten suficientes para obtener legitimidad en las sociedades actuales si no salen de las cuatro paredes de los centros universitarios.

Su papel tendrá que ser, en el futuro, el de una rigurosa resistencia, el de un profundo conocimiento del pasado, el de la transmisión eficaz de ese saber antiguo en provecho del futuro antes de que todo el mundo caiga en la "amnesia institucionalizada" de que ha hablado George Steiner. Pero, sobre todo, si los profesionales de las humanidades quieren por una vez actuar con sentido común y eficacia, su papel habrá de ser el de garantes de la permeabilidad entre las instituciones sabias a las que pertenecen y el progreso de la sabiduría, la democracia y la dignidad del ser entre los ciudadanos de un país entero.

Jordi Llovet es catedrático de Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona.

viernes, 30 de mayo de 2025

"MÁS ALLÁ DE LA VIDA Y LA MUERTE". Un cuento de César Vallejo

Jarales estadizos de julio; viento amarrado a cada peciolo manco del mucho grano que en él gravita. Lujuria muerta sobre lomas onfalóideas de la sierra estival. Espera. No ha de ser. Otra vez cantemos. ¡Oh qué dulce sueño!

Por allí mi caballo avanzaba. A los once años de ausencia, acercábame por fin aquel día a Santiago, mi aldea natal. El pobre irracional avanzaba, y yo, desde lo más entero de mi ser hasta mis dedos trabajados, pasando quizá por las mismas riendas asidas, por las orejas atentas del cuadrúpedo y volviendo por el golpeteo de los cascos que fingían danzar en el mismo sitio, en misterioso escarceo tanteador de la ruta y lo desconocido, lloraba por mi madre que, muerta dos años antes, ya no habría de aguardar ahora el retorno del hijo descarriado y andariego. La comarca toda, el tiempo bueno, el color de cosechas de la tarde limón, y también alguna masada que por aquí reconocía mi alma, todo comenzaba a agitarme en nostálgicos éxtasis filiales, y casi podían ajárseme los labios para hozar el pezón eviterno, siempre lácteo de la madre; sí, siempre lácteo, hasta más allá de la muerte.

Con ella había pasado seguramente por allí de niño. Sí. En efecto. Pero no. No fue conmigo que ella viajó por esos campos. Yo era entonces muy pequeño. Fue con mi padre, ¡cuántos años haría de ello! Ufff… También fue en julio, cerca de la fiesta de Santiago. Padre y madre iban en sus cabalgaduras; él adelante. El camino real. De repente mi padre que acababa de esquivar un choque con repentino maguey de un meandro:

—Señora… ¡Cuidado!…

Y mi pobre madre ya no tuvo tiempo, y fue lanzada ¡ay!, del arzón a las piedras del sendero. Tornáronla en camilla al pueblo. Yo lloraba mucho por mi madre, y no me decían qué la había pasado. Sanó. La noche del alba de la fiesta, ella estaba ya alegre y reía. No estaba ya en cama, y todo era muy bonito. Yo tampoco lloraba ya por mi madre.

Pero ahora lloraba más, recordándola así, enferma, postrada, cuando me quería más y me hacía más cariño y también me daba más bizcochos de bajo de sus almohadones y del cajón del velador. Ahora lloraba más, acercándome a Santiago, donde ya solo la hallaría muerta, sepulta bajo las mostazas maduras y rumorosas de un pobre cementerio.

Mi madre había fallecido hacía dos años a la sazón. La primera noticia de su muerte recibila en Lima, donde supe también que papá y mis hermanos habían emprendido viaje a una hacienda lejana de propiedad de un tío nuestro, a efecto de atenuar en lo posible el dolor por tan horrible pérdida. El fundo se hallaba en remotísima región de la montaña, al otro lado del río Marañón. De Santiago pasaría yo hacia allá, devorando inacabables senderos de escarpadas punas y de selvas ardientes y desconocidas.

Mi animal resopló de pronto. Cabillo molido vino en abundancia sobre ligero vientecillo, cegándome casi. Una parva de cebada. Y después perspectivóse Santiago, en su escabrosa meseta, con sus tejados retintos al sol ya horizontal. Y todavía, hacia el lado de oriente, sobre la linde de un promontorio amarillo brasil, se veía el panteón retallado a esa hora por la sexta tintura postmeridiana; y yo ya no podía más, y atroz congoja arrecióme sin consuelo.

A la aldea llegué con la noche. Doblé la última esquina, y, al entrar a la calle en que estaba mi casa, alcancé a ver a una persona sentada a solas en el poyo de la puerta. Estaba sola. Muy sola. Tanto, que, ahogando el duelo místico de mi alma, me dio miedo. También sería por la paz casi inerte con que, engomada por la media fuerza de la penumbra, adosábase su silueta al encalado paramento del muro. Particular revuelo de nervios secó mis lagrimales. Avancé. Saltó del poyo mi hermano mayor, Ángel, y recibióme desvalido entre sus brazos. Pocos días hacía que había venido de la hacienda, por causa de negocios. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 29 de mayo de 2025

"TÚ, CUYA MANO..." de Agustín García Calvo, en Canciones y Soliloquios (Lucina, 1976)

Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.

Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.

Agustín García Calvo, en Canciones y Soliloquios (Lucina, 1976)

miércoles, 28 de mayo de 2025

Cynthia Rimsky: «No entiendo por qué pedirle a la literatura que tenga un mensaje». Mariana Toro Nader, Ethic, 4 MAR 2025

«Para alguien que aprecia el arte, la confusión no es alarmante». Hablemos de esa pulsión explicativa que hay muchas veces en las artes, no solo plásticas, sino también en la literatura, ese imperativo de que siempre hay que entender. Pero el protagonista dice que Clara, desde el primer día, le prohibió comprender sus obras…

Ha sido curioso porque todo lo que está en la novela es lo que ha pasado después con su recepción. Me ha impresionado mucho que a la gente le gusta la novela, pero la termina y se preguntan de qué se trata. El problema de los reseñistas es entender de qué se trata. Han empezado a decir que va del arte, del amor. Y la novela va ni del arte ni del amor. Yo trabajo con las formas, que creo que es el trabajo del arte: no qué contar, sino cómo contar. Y justamente lo que me interesaba era meterme en el tema que tú dices, en la tensión que hay de que hoy en día todo necesita tener explicación. Es impresionante: si no le buscas una explicación, no existe la novela. Y eso es lo que ha ido pasando con Clara y confusa, que, como no tiene explicación, se crea una gran confusión… Uno escribe como lee: yo leo totalmente metida en el libro, y cuando termino no me pregunto qué significado tiene el libro, simplemente lo siento, me pongo a pensar, me remueve. Los libros buenos me dejan pensando en la vida, no en el libro, no tratando de buscar cuál es el sentido. En este libro, mi idea formal era aprovechar la estructura clásica de las novelas, una cosa lineal, una historia que contar, pero explotarla por dentro, que nada de eso sirviera para encontrarle un sentido o una interpretación. Lo ideal sería que, en vez de seguir buscando explicaciones, la gente se rindiera a lo que sintió con la novela.

La filósofa Claire Marin dice que le gustaría que su libro tuviera una especie de acordeón con los apuntes sueltos que se le habían ocurrido anárquicamente y a los que luego se les dio un sentido lineal para que hicieran parte del libro. Porque ella afirma que el pensamiento se lleva mal con la linealidad. Y yo pensaba con Clara y confusa, y también con Poste restante, en esa desarticulación de la racionalidad, de que no necesariamente primero va esto y luego esto otro, y no por eso uno se está perdiendo algo…

Claro, claro. Es curioso cómo en la novela se ha anquilosado una forma de comprender lineal y lógica. Sin embargo, en el cine, gracias al montaje, tú aceptas que primero aparezca el ojo y después aparezca un cuchillo y lo demás te lo imaginas. Ahora tengo la sensación de que se quiere domesticar a la literatura. «Tráigala acá a un lugar seguro, la controlamos porque sabemos lo que dice, le decimos a usted lo que usted piensa». Pero, si uno piensa, el lenguaje todavía es un misterio; en el fondo, la literatura es algo indescifrable. Los cabalistas medievales dicen que la interpretación es un trabajo muy largo que va de arriba de lo más superficial a lo más hondo. El problema parte de la escuela, que te enseñan a leer con «identifique protagonista, antagonista, conflicto principal, conflicto secundario, líneas de motivación, personajes, características psicológicas»… Yo aprendí a leer así, es tremendo, y sufrí mucho. Pero el pensamiento no funciona así. Cuando uno está pensando, salta de una cosa a otra, no tiene algo lógico. Entonces, uno podría decir que es una novela hiperrealista [risas], porque en el fondo reproduce los mecanismos de cómo realmente pensamos y no cómo tratamos de domesticar lo que pensamos.

El narrador en un punto dice: «Estoy tan lejos de la fiesta del pastelito como de entender el comportamiento humano». Y sí, al final jamás se va a entender qué es exactamente el amor, ni vamos a tener nunca claro qué siente el otro por nosotros, porque es otro y no te le puedes meter en la cabeza. Y a lo mejor si pudieras tampoco estaría del todo claro…

Y además que tú tampoco estás clara cuando empiezas a entender al otro. Eso también te desfigura a ti. No hay ninguna posibilidad de ese rostro a rostro, solo de contacto. Desde El futuro es un lugar extraño, lo que me interesa es la idea del contacto, de llegar al momento de estar ahí, que tú sientas que él está en la fiesta, crear un mundo en el cual tú puedas vivir, crear un tiempo especial, que era como leía en la infancia… Yo leía básicamente para escaparme de mis padres, de sus ideas, de todo eso que tenían programado para que yo fuera. Pescaba un libro y era la forma de escapar. Vivía lo que vivía la heroína y a partir de ahí me contaba mi propia historia. Volvía a tomar el libro cuando necesitaba insumo para seguir imaginando. Los libros son como ventanas para mí, más que historias cerradas. Son como huecos por donde tú te puedes escapar.

Porque cuando todo es borroso, cuando algo no es nítido, da lugar para la imaginación. Cuando no queda todo a, b, c, d, sino que tienes que meterte y que tu propio pensamiento se vaya de forma anárquica a otros lugares…

Ah, ¿te pasó? Bueno, eso es. [Risas] No entiendo por qué pedirle a la literatura que tenga un mensaje. Creo que esto viene de una manera de leer de la academia norteamericana que es como encasillar. Raúl Ruiz habla de que el problema del cine es que estamos en una manera yanqui de ver los conflictos: siempre hay un personaje que quiere decidir entre el bien y el mal. Y en la literatura también estamos siendo bombardeados con un formateo que no quiere que nada ni nadie se les escape. CONTINUAR LEYENDO

martes, 27 de mayo de 2025

"EL NOMBRE MÁS CORTO". Un minicuento de Laura Devetach

Cierta vez, en cierto país, hubo un gran concurso. Consistía en premiar a la persona que tuviera el nombre más corto.

Se presentó muchísima gente. El que estaba a punto de ganar era un señor llamado O.

Todo el mundo ya empezaba a gritar ¡Viva, viva!, cuando todo quedó interrumpido porque se había presentado Casio reclamando el premio.

Él era Casi-o. 

Ya empezaban a gritar de nuevo ¡Viva, viva!, cuando llegó alguien que decía tener el nombre más corto que Casio.

Se llamaba Nicasio, o sea, ni-casi-o. Y ganó Nicasio.

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lunes, 26 de mayo de 2025

"LOS TRABAJOS SIN HÉRCULES: VII. LIMPIAR LOS ESTABLOS DE AUGÍAS. I". Un poema de Mayte Gómez Molina

I.

Todo el mundo que conozco
es alcohólico en distintos tiempos verbales

Es una posibilidad
ya agotada o futura

Tenemos que beber para soportar
hacer lo que no nos gusta
pero también
lo que nos gusta
Tenemos que beber
para volver al cuerpo
que sigue en el metro volviendo del trabajo,
atrapado en una de esas líneas circulares
donde la gente se duerme y no la despierta nadie

Castigo mitológico:
vas a beber y a no saciarte nunca
Porque eres un cántaro lleno de grietas
que intentas rellenar con evasiones aprendidas
en algunas películas
cuando todavía no sabías distinguir
la realidad de una fotografía


domingo, 25 de mayo de 2025

"EL CLUB DE LECTURA". Irene Vallejo, Milenio 21 MAY 2025

Los clubes de lectura resisten el vértigo digital, creando comunidad, reflexión y nuevas formas de imaginar el futuro

En nuestros tiempos acelerados, todavía sobreviven rituales lentos. Pienso en esa gente original que acaba sus tareas y se dedica a leer, prescindiendo del vértigo tentador de las redes sociales, la hipnosis de las pantallas, los anestesiantes píxeles de colores. Algunas de esas personas asombrosas encuentran a otros adictos a la imaginación y organizan juntos un club de lectura. Como ellos, en siglos de ritmo más pausado, al acabar el día, las familias buscaban la lumbre de las hogueras y de las historias.

Tenemos noticia de un club de lectura ya en el siglo XV. Lo cuenta una curiosa crónica titulada “El Evangelio de las Ruecas”. Describe seis veladas en las que varias vecinas de una localidad francesa se reúnen en un lugar y hora convenidos, equipadas con husos, lino y libros. Leen pasajes sobre amoríos, matrimonios y costumbres, y charlan con la picardía y los conocimientos ancestrales de los que se sienten depositarias. Mientras hablan y ríen, tejen con hábiles dedos, como si fueran conscientes de que todo texto es un tejido. Interrumpen, comentan, plantean objeciones, explican sus opiniones, imaginan una realidad distinta. También hoy, pequeños grupos de soñadores imaginan el futuro al calor de los libros, convirtiendo la literatura en conversación, amistad y hallazgo. Saben que, hablando sobre otros mundos posibles, comprendemos mejor el nuestro.

sábado, 24 de mayo de 2025

"LA FÁBULA DE HIGINIO: EL ORIGEN DEL SER HUMANO". Cayo Julio Higinio (Valencia, 64 a.C. - 17)


Cayo Julio Higinio (Valencia, 64 a.C. - 17) fué un famoso escritor hispano-latino. Nació esclavo, fué liberado por Augusto debido a su inteligencia y llegó a estar a cargo de la Biblioteca Palatina, en cuyas aulas enseñó Filosofía.
Es conocido por dos obras, una «Astronomía poética», en la que describe la mayoría de las grandes constelaciones, vistas como los animales y seres mitológicos que les dan los nombres con los que las conocemos aún hoy en día, tal y como se ve en la ilustración medieval de más arriba, y una colección de «Fábulas mitológicas». Una de esas fábulas, que impresionó especialmente a Heidegger, versa sobre el origen del ser humano.

EL ORIGEN DEL SER HUMANO

Estaba un día Cura (el cuidado) atravesando un río y al ver gran cantidad de arcilla, cogió una buena porción y distraídamente, comenzó a modelar una figura. Mientras pensaba para sí qué había hecho, se acercó Júpiter. Cura le pidió que infundiese espíritu al trozo de arcilla modelado y Júpiter le concedió ese deseo.

Pero al querer Cura ponerle nombre a su obra, Júpiter se lo prohibió, diciendo que debía ponerle nombre él que le había infundido vida. Mientras Cura y Júpiter discutían sobre quién debía ponerle nombre, se levantó la Tierra (Tellus) y dijo que solo a ella le correspondía darle nombre al nuevo ser, puesto que ella le había dado el cuerpo. La discusión se prolongó largo tiempo, hasta que los litigantes escogieron por juez a Saturno, el dios del tiempo, que dictó la siguiente sentencia:

Tú, Júpiter, por haber puesto el espíritu, lo recibirás a su muerte; tú, Tierra, por haber ofrecido el cuerpo, recibirás el cuerpo. Pero por haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, será quien lo posea mientras viva. Y en cuanto al litigio sobre el nombre, que se llame homo, puesto que está hecho de humus (tierra)

viernes, 23 de mayo de 2025

"CONTRA LA MUERTE". Un poema seleccionado y comentado por Andrea Villarrubia Delgado

Gonzalo Rojas
"Aposté a santo, a rey, y necesariamente perdí. Aposté a perdedor y se me dio la poesía”, afirmó en una ocasión el poeta chileno Gonzalo Rojas. Esa afirmación refleja muy bien su actitud ante la vida, su forma libre y singular de entender la poesía. Su confianza en el poder indagatorio y revelador de la palabra lo llevó a definirse como “vagamundo”, alguien que se enfrenta al misterio del mundo y el lenguaje sin complacencia ni rendición. Fue un poeta de una gran originalidad. Muchos de sus poemas abordaron el tema de la muerte. De hecho, uno de sus libros más renombrados se titula precisamente ‘Contra la muerte’ del que he extraído el que comparto este domingo, que bien podría llamarse en realidad ‘A favor de la vida’, que es el reverso de la conciencia del inevitable fin. (Andrea Villarrubia Delgado)

Contra la muerte

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y a siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, por no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

jueves, 22 de mayo de 2025

"MUJERES EN LA LITERATURA: ¿SER O NO SER (SOLTERA)? Carmen Gómez Galisteo, Profesora ayudante doctora del dto. de Filologías extranjeras y sus lingüísticas, UNED, theconversation.com - 20 mayo 2025

En ‘Mujercitas’, Jo se enfrenta a un dilema cuando
su mejor amigo, Laurie, le pide matrimonio.
El 11 de noviembre, por obra y gracia de una archiconocida plataforma de comercio online china, se ha convertido en el Día del Soltero. Se presenta como una alternativa a San Valentín para caer en una vorágine febril de compras antes de los descuentos del Black Friday y las compras navideñas.

Y es que la cifra de solteros no es baladí. En EE. UU. según datos de 2023, el 29 % de los hogares están compuestos por una sola persona. Más de la mitad de los de la Unión Europea son unipersonales, y en España, en 2024 uno de cada cuatro hogares pertenecía a solteros.

En 2015 Kate Bolick publicó el libro Solterona: la construcción de una vida propia. En él reivindicaba la opción de permanecer sin pareja buscando inspiración en las escritoras Charlotte Perkins Gilman (que se casó dos veces pero denunció las miserias del matrimonio en El papel pintado amarillo), Edna St. Vincent Millay (también casada durante 26 años, aunque ella y su marido tuvieron numerosas relaciones extramatrimoniales) y Edith Wharton (que se divorció tras 28 años de matrimonio).

Recientemente se han viralizado en TikTok vídeos de mujeres muy felices de estar casadas y ser esposas tradicionales. Esta corriente antifeminista parece declarar que la mejor manera de que una mujer se sienta realizada es dedicándose en cuerpo y alma a su marido (no sabemos qué hará él para autorrealizarse, pero no parece que sea atender hasta los más mínimos deseos de su esposa).

Como contrapeso, se han viralizado también defensas de la soltería.

Allá cada cual para elegir el estilo de vida que le haga más feliz. Pero este contexto sirve de excusa para volver la vista atrás, hacia Augusta Jane Evans, una escritora americana del siglo XIX que, aunque defendió la soltería en su novela Macaria (1864), refleja la complejidad del debate. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 21 de mayo de 2025

"Réquiem alemán / Deutsches Requiem". Un cuento de Jorge Luis Borges

Entre sus propias meditaciones sobre la guerra, Jorge Luis Borges escribió una pieza breve de ficción titulada “Réquiem alemán” (1946), sobre el subcomandante nazi de un campo de concentración al que se está juzgando en Núremberg, en la que desarrolla la tesis de que los nazis ganaron, a la postre, al convertir a las potencias aliadas en poderes tan crueles y despiadados como ella. La violencia, dicen los nazis en tono triunfal, “manda ahora” en el “nuevo orden”. (Pankaj Mishra (2025), “El mundo después de Gaza”, Barcelona. Galaxia Gutemberg, p. 206-207)

Mi nombre es Otto Dietrich zur Linde. Uno de mis antepasados, Christoph zur Linde, murió en la carga de caballería que decidió la victoria de Zorndorf. Mi bisabuelo materno, Ulrich Forkel, fue asesinado en la foresta de Marchenoir por francotiradores franceses, en los últimos días de 1870; el capitán Dietrich zur Linde, mi padre, se distinguió en el sitio de Namur, en 1914, y, dos años después, en la travesía del Danubio[1]. En cuanto a mí, seré fusilado por torturador y asesino. El tribunal ha procedido con rectitud; desde el principio, yo me he declarado culpable. Mañana, cuando el reloj de la prisión dé las nueve, yo habré entrado en la muerte; es natural que piense en mis mayores, ya que tan cerca estoy de su sombra, y a que de algún modo soy ellos.

Durante el juicio (que afortunadamente duró poco) no hablé; justificarme, entonces, hubiera entorpecido el dictamen y hubiera parecido una cobardía. Ahora las cosas han cambiado; en esta noche que precede a mi ejecución, puedo hablar sin temor. No pretendo ser perdonado, porque no hay culpa en mí, pero quiero ser comprendido. Quienes sepan oírme, comprenderán la historia de Alemania y la futura historia del mundo. Yo sé que casos como el mío, excepcionales y asombrosos ahora, serán muy en breve triviales. Mañana moriré, pero soy un símbolo de las generaciones del porvenir. CONTINUAR LEYENDO

martes, 20 de mayo de 2025

"EL VIAJE". Un poema de María Elena Walsh

 

El viaje

Solo quiero tu casa de ternura,
vivir en su calor.
Eres el mar y la orilla segura
porque el único viaje es el amor.

Reconocer tu alma, qué aventura
de mágico sabor.
Allí tendré profundidad y altura
porque el único viaje es el amor.

Besos desconocidos como puertos
esperan bajo un cielo de mirada.
-Lo demás es dolor.

Hoy vuelvo de países que están muertos,
después de un mar que no me dijo nada,
porque el único viaje es el amor.

lunes, 19 de mayo de 2025

"AMORES". Un cuento de Luis Mateo Díez

Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en casa de mi tía Eredia por espacio de tres meses.

El amor de Luisina un año más tarde vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue un tiempo corto, eso sí, de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Luisina de abandonar el mundo para profesar en las Esclavas me costó una úlcera de duodeno. A mi natural melancolía se unió esa tristeza sin fondo que ni los auxilios espirituales logran paliar.

Irene llegó a mi vida en un baile de verano al que mi amigo Aurelio me llevó como quien dice a punta de pistola. Que dos años más tarde aquella tierna seductora se fuese precisamente con Aurelio, yugulando a un tiempo amor y amistad, fue lo que provocó, en el abismo de la desgracia sentimental, mi hospitalización.

Antonia era una enfermera compadecida que me sacó a flote usando todos los atributos que una mujer puede poseer. El amor del enfermo es un amor sudoroso y lleno de pesares, más frágil que ninguno. Cuando una tarde vi a Antonia y al doctor Simarro besándose en el jardín me metí para el cuerpo un tubo de aspirinas. Gracias como siempre a mi tía Eredia, culminé tras la crisis la desolada convalecencia y, cuando definitivamente me sentí repuesto, comencé a considerar la posibilidad de retirarme del mundo, habida cuenta de que mis convicciones religiosas se habían fortalecido.

Fue entonces cuando me escribió Amparo reclamando mi perdón y reconociendo la interpretación errónea que había hecho de su amor por mí. Nos casamos en seguida y todo iba bien hasta que Luisina, que colgó los hábitos, volvió para recuperar mi amor e Irene y Antonia, bastante desgraciadas en sus respectivos derroteros sentimentales, regresaron para restablecer aquella fidelidad herida convencidas, cada una por razones distintas, de que el único amor verdadero era el mío.

Mi tía Eredia anda la mujer muy preocupada y yo, como dice mi amigo Gonzalo, sobrellevo con astucia y aplomo desconocidos mi destino, trabajando en tantos frentes a la vez. Y me voy convenciendo de que existe una rara justicia amorosa que nos hace cobrar los abandonos, aunque su aplicación puede acabar resultando perjudicial para la salud.

FIN

domingo, 18 de mayo de 2025

"POEMA SOBRE LA MUERTE". De la poeta Naja Marie Aidt

En marzo de 2015, el hijo de Naja Marie Aidt, Carl, murió en un trágico accidente, y de esa infinita conmoción nació este libro puro, hermoso y descarnado. Si la muerte te quita algo, devuélvelo es una obra sobre la muerte y el duelo, sobre la tensa y dolorosa pugna que Aidt, poeta, debe entablar con el lenguaje –ineficaz a la hora de expresar la desoladora nueva realidad– para afrontar esa implacable ausencia que se ha asentado intempestivamente en su vida, transformándolo todo.

Si la muerte te quita algo
devuélvelo
devuelve lo
que ese muerto te dio
cuando ese muerto estaba vivo
cuando era tu corazón
evuélveselo a una rosa
a un continente, a un día de invierno,
a un chiquillo que te observa
desde la noche de su capucha

si la muerte te quita algo
devuélvelo
devuelve lo
que ese muerto te dio
cuando estabais los dos bajo la lluvia en la nieve
al sol y ese muerto estaba vivo
y volvía a ti su rostro
queriendo preguntar algo
que no logras recordar y que él
también había olvidado y ya hace
una eternidad
una eternidad ya.

Palabras de la autora sobre el poema:

"Pero los poemas hablan también de devolver lo que los muertos nos dieron cuando vivían, de que el ser de los muertos, por así decirlo, sigue precisando un lugar en la vida, de que hay que hacer llegar a los demás el amor que ellos nos dieron. Ahí radica la esperanza. La esperanza de que aquello que me diste crezca en otros si me veo capaz de compartirlo. De que mi amor crecerá en fuerza y belleza porque ahora incluirá el tuyo. Eso no debe destruirlo la pena. El poema dice “devuélvelo”. Como si lo que se da pasase de un lado a otro constantemente. De los vivos a los vivos. De los muertos a los vivos. Y de los vivos a los muertos. un movimiento circular, no lineal". P.111

(Ambos, poema y palabras en: Naja Marie Aidt, “Si la muerte te quita algo, devuélvelo”, Madrid, Sexto Piso, , 2021)


jueves, 15 de mayo de 2025

"El cerebro de Velázquez. Del arte y de lo humano" por Nazareth Castellanos"

Conferencia "El cerebro de Velázquez. Del arte y de lo humano", impartida por Nazareth Castellanos (Nirakara Lab y Universidad Complutense de Madrid) el 23 de abril de 2025, en el marco del ciclo de conferencias "Retrato de un cerebro: los artistas. De las neuronas a la creatividad"

"El cerebro de Velázquez. Del arte y de lo humano" La creatividad es un complejo proceso que supone la capacidad de crear un nuevo concepto, rompiendo patrones establecidos. Veremos qué áreas del cerebro están involucradas en el proceso creativo, tanto artístico como de la vida cotidiana y qué factores favorecen la creatividad innovadora. Sin embargo, creatividad también es ver una misma realidad desde otra mirada. La creatividad de lo real. A través de diferentes retratos realizados por el pintor Diego Velázquez veremos cómo el cerebro procesa las caras, los gestos, la empatía con la emoción y personalidad del otro y cómo somos capaces de representar el retrato propio y del otro.
 

miércoles, 14 de mayo de 2025

"NAVIDAD". Un cuento de Vladimir Nabokov en el que el tema central es el recuerdo de un hijo que ha muerto.

Sleptsov regresó del pueblo caminando a través de las nieves que lo empañaban todo y, al llegar a su mansión campestre, se refugió en un rincón, sentado en una butaca de terciopelo que no recordaba haber utilizado con anterioridad. Es el tipo de cosa que sucede después de una gran calamidad. Y no es tu hermano, sino alguien a quien apenas conoces, un vecino que vive en la granja contigua y a quien nunca has concedido demasiada atención, alguien con quien habitualmente apenas intercambias una palabra, quien te conforta con sus palabras sabias y amables, y es él quien te alcanza el sombrero que se te ha caído una vez que ha terminado el funeral, y tú estás roto de dolor, con los dientes que te castañetean y los ojos cegados por el llanto. Lo mismo pasa con los objetos inanimados. Cualquier habitación, incluso la más absurdamente pequeña y acogedora, aquellos aposentos que nunca se habitan ni se utilizan en un ala perdida de la casa de campo, pueden albergar un rincón deshabitado. Y un rincón así era el que ahora albergaba a Sleptsov.
El ala se conectaba, a través de una terraza o galería de madera, obstruida ahora por la nieve acumulada de nuestra Rusia del norte, con la vivienda principal que sólo se utilizaba en verano. No había necesidad de despertarla, de calentarla: el amo había venido de San Petersburgo a pasar sólo un par de días y se había instalado en el anexo, donde bastaba con poner en marcha las estufas blancas de porcelana danesa.
El amo se quedó sentado en su rincón, en aquella butaca de terciopelo, como si estuviera en la sala de espera de la consulta de un médico. La habitación flotaba en la oscuridad; el denso azul de las primeras horas del crepúsculo se filtraba a través de las láminas de cristal de escarcha del paño de la ventana. Ivan, el criado silencioso y corpulento, que se había quitado el bigote no hacía mucho y que ahora se parecía bastante a su padre, el mayordomo de la familia, ya fallecido, trajo un quinqué de gas, dispuesto como es debido y rebosante de luz. Lo depositó en una mesa pequeña y silenciosamente lo introdujo en su pantalla de seda rosa. Un espejo ligeramente inclinado reflejó por un instante su cabello gris y el dorso de su cabeza. Luego se retiró y la puerta se cerró con un crujido suave.
Sleptsov alzó la mano, que tenía apoyada en la rodilla, y se dispuso a examinarla lentamente. La cera de la vela se había derramado y una gota se le había quedado pegada endurecida entre los pliegues de dos dedos. Extendió los dedos y la pequeña escama blanca se desprendió con un chasquido apagado. CONTINUAR LEYENDO

martes, 13 de mayo de 2025

"SI LOS CUENTOS NO CUENTAN" Un poema de Ana Rossetti

Si los cuentos no se cuentan
pronto se van olvidando,
palabras sobre la arena
que la marea ha borrado.

El olvido es como un virus
que el disco duro devora
y toda la información
en un instante se borra.

Si los cuentos no se cuentan
dejan de existir las hadas,
lo dragones y los vampiros,
los duendes y los piratas.

Y no hay pasajes secretos
ni cuevas maravillosas
ni castillos encantados
ni una isla misteriosa.

Si los cuentos no se cuentan
se destierra la poesía
el país de nuestra infancia
país de la fantasía.

Por favor, cuéntame un cuento,
y vuélvemelo a contar
no vaya a ser que se pierda
a la orillita del mar.

lunes, 12 de mayo de 2025

"LA ALFOMBRA ROJA". Una novela de la escritora argentina Marta Lynch

 

En esta novela, la agudeza de la observación de conductas, la sabia construcción narrativa, confieren a este retrato de un político cuya pasión absorbente es el poder y cuya conducta desprecia las más comunes nociones de lealtad y coherencia, una fascinación muy particular. La calculada utilización del hombre por el hombre, como principio de toda acción política y aun de la vida privada, define claramente una concepción del gobierno y de los valores humanos. “La alfombra roja” lo revela con firmeza y serenidad, con la helada precisión de un escalpelo.

domingo, 11 de mayo de 2025

"EL TAMBORILERO MÁGICO". Cuentos para jugar, Gianni Rodari

Erase una vez un tamborilero que volvía de la guerra. Era pobre, sólo tenía el tambor, pero a pesar de ello estaba contento porque volvía a casa después de tantos años. Se le oía tocar desde lejos: barabán, barabán, barabán...
Andando y andando encontró a una viejecita.
—Buen soldadito, ¿me das una moneda?
—Abuelita, si tuviese, te daría dos, incluso una docena. Pero no tengo.
—¿Estás seguro?
—He rebuscado en los bolsillos durante toda la mañana y no he encontrado nada.
—Mira otra vez, mira bien.
—¿En los bolsillos? Miraré para darte gusto. Pero estoy seguro de que... ¡Vaya! ¿Qué es esto?
—Una moneda. ¿Has visto cómo tenías?
—Te juro que no lo sabía. ¡Qué maravilla! Toma, te la doy de buena gana porque debes necesitarla más que yo.
—Gracias, soldadito —dijo la viejecita—, y yo te daré algo a cambio.
—¿En serio? Pero no quiero nada.
—Sí, quiero darte un pequeño encantamiento. Será éste: siempre que tu tambor redoble todos tendrán que bailar.
—Gracias, abuelita. Es un encantamiento verdaderamente maravilloso.
—Espera, no he terminado: todos bailarán y no podrán pararse si tu no dejas de tocar.
—¡Magnífico! Aún no sé lo que haré con este encantamiento pero me parece qué me será útil.
—Te será utilísimo.
—Adiós, soldadito.
—Adiós, abuelita.
Y el soldadito reemprendió el camino para regresar a casa. Andando y andando... De repente salieron tres bandidos del bosque.
—¡La bolsa o la vida!
—¡Por amor de Dios! ¡Adelante! Tomen la bolsa. ¡Pero les advierto que está vacía!
—¡Manos arriba o eres hombre muerto!
—Obedezco, obedezco, señores bandidos.
—¿Dónde tienes el dinero?
—Lo que es por mí, lo tendría hasta en el sombrero.
Los bandidos miran en el sombrero: no hay nada.
—Por mí lo tendría hasta en la oreja.
Miran en la oreja: nada de nada.
—Os digo que lo tendría incluso en la punta de la nariz, si tuviera.
Los bandidos miran, buscan, hurgan. Naturalmente no encuentran ni siquiera una moneda.
—Eres un desarrapado —dice el jefe de los bandidos—. Paciencia. Nos llevaremos el tambor para tocar un poco.
—Tomadlo —suspira el soldadito—; siento separarme de él porque me ha hecho compañía durante muchos años. Pero si realmente lo queréis...
—Lo queremos.
—¿Me dejaréis tocar un poquito antes de llevároslo? Así os enseño cómo se hace ¿eh?
—Pues claro, toca un poco.
—Eso, eso —dijo el tamborilero—, yo toco y vosotros (barabán, barabán, barabán) ¡y vosotros bailáis!
Y había que verlos bailar a esos tres tipejos. Parecían tres osos de feria.
Al principio se divertían, reían y bromeaban.
—¡Animo, tamborilero! ¡Dale al vals!
—¡Ahora la polka, tamborilero!
—¡Adelante con la mazurka!
Al cabo de un rato empiezan a resoplar. Intentan pararse y no lo consiguen. Están cansados, sofocados, les da vueltas la cabeza, pero el encantamiento del tambor les obliga a bailar, bailar, bailar...
—¡Socorro!
—¡Bailad!
—¡Piedad!
—¡Bailad!
—¡Misericordia!
—¡Bailad, bailad!
—¡Basta, basta!
—¿Puedo quedarme el tambor?
—Quédatelo... No queremos saber nada de brujerías...
—¿Me dejaréis en paz?
—Todo lo que quieras, basta con que dejes de tocar.
Pero el tamborilero, prudentemente, sólo paró cuando los vio derrumbarse en el suelo sin fuerzas y sin aliento.
—¡Eso es, así no podréis perseguirme!
Y él, a escape. De vez en cuando, por precaución, daba algún golpecillo al tambor. Y enseguida se ponían a bailar las liebres en sus madrigueras, las ardillas sobre las ramas, las lechuzas en los nidos, obligadas a despertarse en pleno día...
Y siempre adelante, el buen tamborilero caminaba y corría, para llegar a su casa...

Primer Final

Andando y andando el tamborilero empieza a pensar: «Este hechizo hará mi fortuna. En el fondo he sido estúpido con aquellos bandidos. Podía haber hecho que me entregaran su dinero. Casi casi, vuelvo a buscarlos...»
Y ya daba la vuelta para volver sobre sus pasos cuando vio aparecer una diligencia al final del sendero.
—He ahí algo que me viene bien.
Los caballos, al trotar, hacían tintinear los cascabeles. El cochero, en el pescante, silbaba alegremente una canción. Junto a él iba sentado un policía armado.
—Salud, tamborilero, ¿quieres subir?
—No, estoy bien aquí.
—Entonces apártate del camino porque tenemos que pasar.
—Un momento. Echad primero un bailecito.
Barabán, barabán... El tambor empieza a redoblar. Los caballos se ponen a bailar. El cochero se tira de un salto y se lanza a menear las piernas. Baila el policía, dejando caer el fusil. Bailan los pasajeros.
Hay que aclarar que aquella diligencia transportaba el oro de un banco. Tres cajas repletas de oro. Serían unos trescientos kilos. El tamborilero, mientras seguía tocando el tambor con una mano, con la otra hace caer las cajas en el sendero y las empuja tras un arbusto con los pies.
—¡Bailad! ¡Bailad!
—¡Basta ya! ¡No podemos más!
—Entonces marchaos a toda velocidad, y sin mirar hacia atrás...
La diligencia vuelve a ponerse en camino sin su preciosa carga. Y hete aquí al tamborilero millonario... Ahora puede construirse un chalet, vivir de las rentas, casarse con la hija de un comendador. Y cuando necesite dinero, no tiene que ir al banco: le basta su tambor.

Segundo Final

Andando y andando, el tamborilero ve a un cazador a punto de disparar a un tordo. Barabán, barabán... el cazador deja caer la carabina y empieza a bailar. El tordo escapa.
—¡Desgraciado! ¡Me las pagarás!
—Mientras tanto, baila. Y si quieres hacerme caso, no vuelvas a disparar a los pajaritos.
Andando y andando, ve a un campesino que golpea a su burro..
—¡Baila!
—¡Socorro!
—¡Baila! Solamente dejaré de tocar si me juras que nunca volverás a pegar a tu burro.
—¡Lo juro!
Andando y andando, el generoso soldadito echa mano de su tambor siempre que se trata de impedir un acto de prepotencia, una injusticia, un abuso. Y encuentra tantas arbitrariedades que nunca consigue llegar a casa. Pero de todas formas está contento y piensa: «Mi casa estará donde pueda hacer el bien con mi tambor».

Tercer Final

Andando y andando... Mientras anda, el tamborilero piensa: extraño encantamiento y extraño tambor. Me gustaría mucho saber cómo funciona el encantamiento.
Mira los palillos, los vuelve por todos lados: parecen dos palitos de madera normales.
—¡A lo mejor el secreto está dentro, bajo la piel del tambor!
El soldadito hace un agujerito en la piel con el cuchillo.
—Echaré un vistazo —dice. Dentro no hay nada de nada.
—Paciencia, me conformaré con el tambor como es.
Y reemprende su camino, batiendo alegremente los palillos. Pero ahora ya no bailan al son del tambor las liebres, las ardillas ni los pájaros en las ramas. Las lechuzas no se despiertan.
—Barabán, barabán...
El sonido parece el mismo, pero el hechizo ya no funciona.
¿Vais a creerlo? El tamborilero está más contento así.

sábado, 10 de mayo de 2025

"LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO". Un poema de Gabriel Celaya musicado por Paco Ibáñez

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya

martes, 6 de mayo de 2025

"LIBROS INFANTILES DEL PASADO PARA TRANSFORMAR EL PRESENTE". Gustavo Puerta Leisse (El Confidencial)

"Hasta la reciente publicación de 'Radio Benjamin', editada por Lecia Rosenthal, pocas personas sabían que el filosofo alemán Walter Benjamin escribió para el público infantil. Algunos pocos especialistas repararon en ello sin darle mayor importancia, se conformaban con argüir que se trataba un oficio alimenticio al cual tuvo que someterse el pensador judío en un período de especial instabilidad económica y personal. Pocos han sido capaces de relacionar los distintos escritos que dedicó a los juguetes, los libros para niños, el teatro infantil y sus reflexiones sobre sus primeros años de vida en Berlín como un aspecto constitutivo de su trayectoria intelectual."

[...] "Leer estos programas evidencia el rigor, respeto e imaginación de este pensador, de su estimación del niño como interlocutor y de la exigencia y satisfacción que esta actividad le suponía. Al terminar el volumen sentimos cierto desasosiego cuando contrastamos la actitud del filosofo berlinés con, por ejemplo, la condescendencia, facilismo y estupidez con la que los escritores (y algunos de ellos Académicos de la Lengua) Mario Vargas Llosa, Luis Mateo Díez, Javier Marías, Arturo Pérez Reverte, Almudena Grandes, Enrique Vila Matas y Juan Marsé acometieron el encargo de escribir cuentos infantiles para la editorial Alfaguara.

Lamentablemente, hoy en la producción de libros para niños en España prima ese actitud ramplona y mercantil en la que se valora al niño más como un consumidor pasivo que como un sujeto inteligente y sensible, y a la literatura infantil más como un regalo molón que como un género exigente y complejo capaz de nutrir la sensibilidad, curiosidad y forma de ver y estar en el mundo de la generación venidera."


Nota: El artículo trae también recomendaciones sobre libros

lunes, 5 de mayo de 2025

"PRIMAVERA". Un poema de Edna St. Vincent Millay seleccionado y comentado por Andrea Villarrubia Delgado

Hoy vuelvo de nuevo a la ‘Antología poética’ de Edna St. Vincent Millay, una de las grandes poetas del siglo XX en Estados Unidos. He manifestado en alguna otra ocasión mi admiración por su obra y por su actitud ante la vida. El poema que hoy he elegido se titula ‘Primavera’, cuyos versos interpelan al mes de abril, tan esplendoroso, tan perseverante a pesar del sufrimiento humano. El poema fue escrito en 1921, poco después del final de la Primera Guerra Mundial, una guerra que se cobró más vidas humanas que ninguna otra hasta entonces y que dejó un rastro doloroso de impotencia ante la barbarie, una sensación de derrota que cien años después se renueva en esta primavera tan majestuosa, de nuevo floreciente entre las guerras, las atrocidades y las amenazas actuales. (Andrea Villarrubia Delgado)

PRIMAVERA
¿Y para qué regresas, abril, un año más?
La belleza no basta.
Ya no puedes acallarme con el rojo
de las hojas que se abren pegajosas.
Sé lo que sé.
El sol me calienta la nuca mientras observo
las puntas del azafrán.
La tierra huele bien.
En apariencia no existe la muerte.
Pero ¿y qué importa eso?
No solo bajo tierra acaba el cerebro del hombre
comido por los gusanos.
La vida en sí
no es nada,
una taza vacía, un tramo de escaleras sin moqueta.
No basta que año tras año, por esta colina,
abril
baje como un idiota y, canturreando, desperdigue flores.

EDNA ST. VINCENT MILLAY
Traducción de Ana Mata Buil

SPRING
To what purpose, April, do you return again?
Beauty is not enough.
You can no longer quiet me with the redness
Of little leaves opening stickily.
I know what I know.
The sun is hot on my neck as I observe
The spikes of the crocus.
The smell of the earth is good.
It is apparent that there is no death.
But what does that signify?
Not only under ground are the brains of men
Eaten by maggots.
Life in itself
Is nothing,
An empty cup, a flight of uncarpeted stairs.
It is not enough that yearly, down this hill,
April
Comes like an idiot, babbling and strewing flowers.

domingo, 4 de mayo de 2025

"SIGNOS Y SÍMBOLOS". Un cuento de Vladimir Nabokov en el que refleja la enfermedad mental y su entorno.


"Por cuarta vez en cuatro años se enfrentaban al dilema de qué regalo de cumpleaños llevar a un joven de juicio incurablemente perturbado. No tenía deseos. Para él, los objetos manufacturados por el hombre eran o bien colmenas del mal, vibrantes de maléfica actividad que solo él era capaz de advertir, o vulgares consuelos sin utilidad alguna en el mundo de abstracción total en el que residía. Tras eliminar una serie de artículos que hubieran podido ofenderle o asustarle (cualquier cosa que se pareciera a un aparato, por ejemplo, la consideraba tabú), sus padres eligieron una fruslería delicada e inocente: una cesta con diez mermeladas diferentes en diez jarritas asimismo diferentes.

Cuando nació, llevaban ya casados un buen número de años; habían transcurridos veinte años desde entonces, y ahora eran ya bastante maduros. Con todo, ella había puesto todo cuidado en arreglarse su pelo cano. Llevaba siempre vestidos baratos, negros. A diferencia de otras mujeres de su edad (como la señora Sol, su vecina de al lado, cuyo rostro era una pura pintura rosa y malva, siempre protegido por un sombrero que era un racimo de flores silvestres), ella presentaba a la exigente luz de primavera un cutis blanco y completamente natural y un rostro absolutamente desnudo. Su marido, que en su país de origen había sido un hombre de negocios próspero, dependía ahora por completo de su hermano Isaac, un verdadero americano desde hacía cuarenta años. Lo veían muy poco y le habían bautizado con el apodo de El Príncipe.

Aquel viernes por la tarde todo resultó mal. Hubo un fallo en la corriente eléctrica del metro entre dos estaciones, y durante un cuarto de hora todo lo que oyeron los viajeros fue el sumiso latido de sus corazones y el crujido de las hojas de periódico. Luego tuvieron que esperar mucho tiempo al autobús que debía conducirles en la segunda etapa de su trayecto, y cuando por fin llegó, estaba atestado de escolares ruidosos. Llovía a cántaros por el camino pardo que hubieron de recorrer hasta llegar a la puerta del sanatorio. Al llegar allí tuvieron que esperar de nuevo; y finalmente, quien apareció ante su vista, en lugar de su hijo, como era costumbre, arrastrando lentamente los pies (con su pobre cara toda cubierta de acné, mal afeitado, taciturno y confuso ), fue una enfermera que ya conocían y por la que no sentían simpatía alguna, quien les explicó finalmente con todo lujo de detalles que su hijo había intentado quitarse de nuevo la vida. Ya se encontraba bien, dijo, pero una visita podría confundirle. El lugar tenía tan poco personal, las cosas se extraviaban o se traspapelaban tan fácilmente, que decidieron no dejar su regalo en la oficina sino llevárselo para traerlo consigo en la próxima visita. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 3 de mayo de 2025

LO QUE PUEDE EL DINERO. Un poema del Arcipreste de Hita (1283-1350)

Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar
al torpe hace discreto y hombre de respetar
hace correr al cojo y al mudo le hace hablar
el que no tiene mano bien lo quiere tomar

También al hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor
cuanto más rico es uno más grande es su valor
quien no tiene dinero no es de si señor

Y si tienes dinero tendrás consolación
placeres y alegrías y del Papa ración
comprarás paraíso, ganarás la salvación
donde hay mucho dinero hay mucha bendición

Yo vi en corte de Roma, donde está la santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias con gran solemnidad:
todos a él se humillan como a la majestad.

Él crea los priores, los obispos, los abades
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades
a los clérigos necios da muchas dignidades
de verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades

Él hace muchos clérigos y muchos ordenados
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados
el dinero les da por bien examinados
a los pobres les dice que no son ilustrados

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, presiones peligrosas;
al que no da dinero, le ponen las esposas:
hace por todo el mundo cosas maravillosas.

Yo he visto maravillas donde mucho se usaba:
al conde dada muerte, la vida le otorgaba;
a otros inocentes, muy pronto los mataba:
muchas almas perdía; muchas almas salvaba..

Yo he visto a muchos curas en sus predicaciones
despreciar al dinero, y a las sus tentaciones
pero al fin por dinero otorgan los perdones
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones

Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir
por quien ha de cogerlo empiezan a reñir

En resumen lo digo entiéndelo mejor;
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor,
toda cosa del siglo se hace por su amor.



viernes, 2 de mayo de 2025

"A LOS NIÑOS MUERTOS POR LA GUERRA " Un poema de Carmen Conde

¡No los deshojéis, cañones; no los tricéis, ametralladoras, bombas grandísimas que caéis del cielo hondo y que parecéis dones de las nubes anchas, no rompáis los cuerpecitos de los niños!

¿No siente el plomo piedad de estos hombros de leche rosada, de estas sangrecitas dulces, de estas pieles de labios? ¿Ningún aviador enemigo tiene niñitos que levanten sus manos al viento de las hélices?

No. El enemigo no parece padre, y acaso es huérfano también. Por eso los niños se quiebran en tajos humeantes, y hay por los jardines cabelleras de musgos, rodillas con seda rasgada; suelto todo entre los árboles quebrados, con duelo sostenido de gritos que ayer eran cometas y hoy son pobres encías partidas que ya no gustarán mazorcas ni pezones frescos de madres enamoradas...

jueves, 1 de mayo de 2025

"DISCURSO ÍNTEGRO DE ÁLVARO POMBO AL RECIBIR EL PREMIO CERVANTES 2024"

Este honor que hoy me concede el Gobierno de España y el Ministerio de Cultura en la Universidad de Alcalá es el más alto honor literario y social que me ha concedido nunca España o el mundo. Me siento altamente reconocido, aceptado y admirado mucho más de lo que merezco. Pero sobre todo me siento agradecido y pensando que «omne datum bonum et omne donum perfectum de sursum est descendens a Patre luminum» (de la 'Epístola de Santiago': «todo buen regalo y todo don perfecto desciende del Padre de las luces»).

He elegido este discurso, 'Una fenomenología de la fragilidad', hace muchos años para leerlo aquí, si acaso me caía del cielo este maravilloso premio -que me ha caído del cielo-, porque me parece que refleja y expresa toda una fenomenología de la fragilidad hispana y de la fragilidad del mundo y de la fragilidad mía también. Como ven, ni siquiera soy yo mismo quien lee este discurso, sino mi buen amigo Mario Crespo.

Pero una narrativa de la fragilidad no tiene por qué ser una narrativa fragilizada o rompible. Puede ser tan inquebrantable como el propio texto de 'Don Quijote de la Mancha', o, mejor aún, como el propio texto de 'El licenciado Vidriera'. La fragilidad inquebrantable del Quijote cuando se expresa así: «Dios lo remedie; que todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más». O cuando Sancho Panza le dice en el lecho de muerte: «No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía». La fragilidad inquebrantable de cuando Sancho llora al reencontrarse con su jumento. La fragilidad inquebrantable de Rocinante según nos lo describe Cervantes. O la fragilidad inquebrantable del licenciado convertido en vidrio. Podemos decir hoy que «Dios bendiga a Cervantes» y esta es una invocación religiosa, cristiana, para que Dios y el propio Cervantes nos bendigan en las múltiples fragilidades y tarumbancias de nuestro descabalado siglo XX y XXI. Pero atención ahora:

La mesa tenemos puesta
lo que se ha de cenar junto,
las tazas de vino a punto:
falta comenzar la fiesta...

Comience, pues, la fiesta de Cervantes con buen humor cervantino.

Vean la fragilidad del mundo expresada por Cervantes genéricamente en su soneto al túmulo de Felipe II en Sevilla, que no sólo es el mejor soneto de la literatura castellana, sino que es el anuncio de la caída del Imperio español:

«¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!
Porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
«Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
«Apostaré que el ánima del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
el cielo donde vive eternamente».
Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado,
y el que dijere lo contrario, miente«.
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

Una fenomenología de la fragilidad cervantina es el imperio entero de la fragilidad. ¿Qué más fragilidad que no haya nada, en un mundo lleno hasta los topes y vaciándose? Ex nihilo nihil. De la nada, la nada.

La fragilidad es el gran tema que va con nosotros en toda nuestra vida y en todo nuestro día a día. Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema: la fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas. La fragilidad del ser humano ante las más diversas instituciones que parece que no le amparan a uno, en una sociedad cada vez más ininteligible.

Una fenomenología de la fragilidad cervantina es el imperio entero de la fragilidad. ¿No es esto el absurdo? Yo estoy escribiendo ahora una novela sobre la liquidación del colonialismo español. La fragilidad de España nos lleva una vez más a levantar una capilla a Santiago Matamoros y luego los moros matan a los españoles de Santiago Matamoros: fue el desastre de Annual, la fragilidad de España. Ahora nadie se bate en duelo por su honor ni por el honor de España ni por el del tato. Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles. Y nosotros, los labriegos castellanos, los Pombo García de los Ríos, logramos hacer, en durísimos quince años de trabajos, la primera explotación agraria ejemplar de España, premiada por el Ministerio de Agricultura, entonces al mando del ministro azul Cavestany de Anduaga. Esa finca de La Dehesilla ha resistido sin nosotros hasta la fecha pero, en lo que a nosotros respecta, también fuese y no hubo nada, como el soneto de Cervantes.

Siempre pensé que, si algún día estaba en la situación en que estoy hoy, daría un discurso sobre 'El licenciado Vidriera', sobre el alegre, guapo y aplicado Tomás Rodaja, que empatizaba con sus coetáneos y a quienes sus coetáneos agasajaban y acomodaban porque les parecía prometedor. Y así fue durante unos años, durante los años de viajes por Europa de Tomás Rodaja. Luego llegó a Salamanca, donde estudió y se graduó en leyes. Pero cuenta Cervantes en su ejemplar novela:

«Sucedió que en este tiempo llegó a aquella ciudad una dama de todo rumbo y manejo. Acudieron luego a la añagaza y reclamo todos los pájaros del lugar, sin quedar vademécum que no la visitase. Dijéronle a Tomás que aquella dama decía que había estado en Italia y en Flandes, y, por ver si la conocía, fue a visitarla, de cuya visita y vista quedó ella enamorada de Tomás. (Reparen ustedes que hasta aquí Tomás estaba perfectamente cuerdo). Y él, sin echar de ver en ello, si no era por fuerza y llevado de otros, no quería entrar en su casa. (Es decir, le pareció una impostora, una 'influencer', una turulata). Finalmente, ella le descubrió su voluntad y le ofreció su hacienda. Pero, como él atendía más a sus libros que a otros pasatiempos, en ninguna manera respondía al gusto de la señora; la cual, viéndose desdeñada y, a su parecer, aborrecida y que por medios ordinarios y comunes no podía conquistar la roca de la voluntad de Tomás, acordó de buscar otros modos, a su parecer más eficaces y bastantes para salir con el cumplimiento de sus deseos. Y así, aconsejada de una morisca, en un membrillo toledano dio a Tomás unos destos que llaman hechizos, creyendo que le daba cosa que le forzase la voluntad a quererla (lo que le dio fue la viagra, que diríamos en nuestro tiempo): como si hubiese en el mundo yerbas, encantos ni palabras (o viagras) suficientes a forzar el libre albedrío; y así, las que dan estas bebidas o comidas amatorias se llaman veneficios (con uve)».

En fin, comió Tomás el membrillo y se sintió tan mal que estuvo en cama medio año nada menos. Continúa la narración de Cervantes:

«Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener turbados todos los sentidos. Y, aunque le hicieron los remedios posibles, sólo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no de lo del entendimiento, porque quedó sano, y loco de la más estraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto. Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación, cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces pidiendo y suplicando con palabras y razones concertadas que no se le acercasen, porque le quebrarían; que real y verdaderamente él no era como los otros hombres: que todo era de vidrio de pies a cabeza».

Elige Cervantes en 'El licenciado Vidriera' la imagen poética exacta: el vidrio. ¿Qué quiere decir el vidrio? El vidrio es lo rompible, lo frágil, lo opuesto al Escorial, lo opuesto a la victoria. ¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo, salir airosamente es todo. ¿Va a sobreponerse Tomás Rodaja a la vidriosidad que le ha inoculado la malhechora, la vidriosidad que le ha inoculado la existencia española?

Para sacarle de este estado de fragilidad, muchos le abrazan, pero los abrazos no sirven ya de nada porque los abrazos que abrazan al hombre de vidrio son vidriosos también. Ahora decía el licenciado que le hablasen desde lejos. Se había encerrado en Madrid, San Bernardo 83, quinto piso, y nunca salía. En esta situación respondía a todas las preguntas que le hacían con gran agudeza e ingenio, sorprendiendo a todos los profesores y médicos de la universidad. Vidriado tenía la lucidez del loco, que es, sigue siendo, locura. El hechizo le había desquiciado. Dos años o más le duró la enfermedad, hasta que le curó un monje jerónimo.

Veamos qué significa fisiológicamente lo que dice Cervantes. La situación clínica en los últimos años de vida de don Miguel es que se encuentra, lo primero, en una edad avanzada que le hace propenso a achaques de todo tipo y a un cansancio crónico y a unas deudas crónicas. A las deudas y al cansancio se añade lo que cuenta en el prólogo a 'Los trabajos de Persiles y Sigismunda', donde dice que en cierta ocasión, de camino de Esquivias a Toledo, se puso a hablar con un estudiante, y hablaron, entre otros temas, de la enfermedad. El admirado estudiante le había recomendado que no abandonase su alimentación, que su enfermedad era la hidropesía, que da una sed terrible que no se alivia ni aunque se beba todo el agua del océano. Tenía Cervantes quizá, según los médicos, arteriosclerosis o cirrosis hepática o diabetes o insuficiencia cardiaca. Con todo esto encima, con setenta años, don Miguel de Cervantes está llegando al final, ha escrito ya todo lo que tenía que escribir pero está llegando al final con un relativo y admirable buen humor.

Don Miguel de Cervantes fue un hombre profundo y pobre, al decir de Ortega y Gasset. Es muy posible que para alcanzar la grandeza en España, para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y a la pobreza. Ahí se desharán los encantamientos. Ahí se romperá por fin el cristal. Ahí se hará fuerte lo frágil. Y los héroes seguirán recorriendo el imperio de su palabra incesante.