"Me insultaban, no podía parar de trabajar y no me dejaban salir de casa", reconoce Nora, una niña criada, a EL MUNDO. Tiene 13 años y de mayor quiere ser profesora. Sin embargo, no sabe hablar francés como el resto de las niñas de su edad. Mientras las demás jugaban al 'pilla pilla', charlaban con sus amigas en el recreo, y hacían los deberes ; ella, con 8, ya lavaba la ropa de sus patrones, criaba a sus hijos, les hacía la comida y limpiaba hasta el último rincón de la casa de la familia que le explotaba. Todos los días de la semana, sin descanso, 17 horas sin parar, desde las 7 de la mañana hasta las 12 de la noche, la hora en la que dormía al último de los pequeños. De eso hace cinco años.
Su madre, Khoda, la vendió por 300 dirhams al mes, aproximadamente 30 euros, a una familia adinerada que, supuestamente, cuidaría de ella. Pero jamás imaginaría que iban a explotar, insultar y maltratar a su niña, de tan solo 8 años. "Cuando llamaba para preguntar por ella, me decían que no estaba por allí. No me dejaban hablar con mi hija", cuenta esta madre de familia numerosa desde Pirsdra, una aldea situada a 70 kilómetros de Benguerir, en el centro de Marruecos. Tiene dos niñas y un niño: Nora, la mayor, Khadiya, de ocho años, y el travieso Hamza, de cuatro. Nora se llevo la peor parte. No iba a la escuela y tanto su madre como ella pensaron que era buena idea que ayudara económicamente en casa, pero no en esas condiciones. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: Diario El Mundo
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