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domingo, 23 de octubre de 2022

Peter Pan y Wendy o el derecho a la ficción. MICHÈLE PETIT

Ilustración de Mabel Lucie Attwell 
para 'Peter Pan y Wendy'. 
Nueva York: Charles Scribner's Son, 1921.
No hemos nacido para permanecer en el suelo. Nacimos con alas para volar en muchas direcciones, a veces sin salir del lugar donde estamos". Según el ilustrador brasileño Daniel Munduruku, este descubrimiento él se lo debió a su abuelo y a su pueblo. En mi caso, se lo debo al personaje creado por James Barrie, que en un principio me llegó, como a muchos niños franceses, por medio del Journal de Mickey y de la película de Walt Disney. Decir que Peter Pan me gustaba, es poco. Cuando tenía siete años, literalmente me sostuvo, me liberó de los inviernos familiares, me abrió otro mundo que transfiguró lo cotidiano. Me dio ligereza y fuerza. Hay obras que despiertan las ganas de trepar a los árboles o de cruzar los mares. Peter Pan me animó a meterme de lleno en el espacio que me rodeaba para poner en escena mil fantasías renovadas día tras día.

Por esta razón, nunca he podido evitar cierta irritación al leer los juicios sobre alguien que tuvo en mí un efecto tan saludable: Peter Pan es un narcisista, un arrogante irresponsable, sin ninguna compasión, incapaz de amar; alguien con una negación feroz ante el paso del tiempo, ante nuestra finitud, ante la realidad toda; o un gran melancólico, un niño triste que trata de disimular su trágica historia detrás de su chispeante movilidad.
Quizás sí.

O más bien, no. Llegó la hora de defender al personaje que me brindó tanta felicidad y exaltación. De expresarle mi gratitud a James Barrie por haberlo inventado y desplegado la geografía de sus aventuras. Y a la empresa Disney, de la cual se han dicho horrores, pero que le dio la vitalidad, la gracia, la levedad de un Gene Kelly o de un Fred Astaire.

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Fuente: Fundación Cuatro Gatos

domingo, 19 de diciembre de 2021

"PETER PAN Y WENDY O EL DERECHO A LA FICCIÓN. Un artículo de MICHÈLE PETIT.

"No hemos nacido para permanecer en el suelo. Nacimos con alas para volar en muchas direcciones, a veces sin salir del lugar donde estamos". Según el ilustrador brasileño Daniel Munduruku, este descubrimiento él se lo debió a su abuelo y a su pueblo. En mi caso, se lo debo al personaje creado por James Barrie, que en un principio me llegó, como a muchos niños franceses, por medio del Journal de Mickey y de la película de Walt Disney. Decir que Peter Pan me gustaba, es poco. Cuando tenía siete años, literalmente me sostuvo, me liberó de los inviernos familiares, me abrió otro mundo que transfiguró lo cotidiano. Me dio ligereza y fuerza. Hay obras que despiertan las ganas de trepar a los árboles o de cruzar los mares. Peter Pan me animó a meterme de lleno en el espacio que me rodeaba para poner en escena mil fantasías renovadas día tras día."

Por esta razón, nunca he podido evitar cierta irritación al leer los juicios sobre alguien que tuvo en mí un efecto tan saludable: Peter Pan es un narcisista, un arrogante irresponsable, sin ninguna compasión, incapaz de amar; alguien con una negación feroz ante el paso del tiempo, ante nuestra finitud, ante la realidad toda; o un gran melancólico, un niño triste que trata de disimular su trágica historia detrás de su
chispeante movilidad.

Quizás sí.

O más bien, no. Llegó la hora de defender al personaje que me brindó tanta felicidad y exaltación. De expresarle mi gratitud a James Barrie por haberlo inventado y desplegado la geografía de sus aventuras.
Y a la empresa Disney, de la cual se han dicho horrores, pero que le dio la vitalidad, la gracia, la levedad de un Gene Kelly o de un Fred Astaire.

Por lo menos, así lo veía cuando era pequeña, y la fuerza del recuerdo es tal que me resulta difícil, muchos años después, al releer Peter Pan y Wendy en la versión de 1911, distinguir qué es lo que le debí a la obra de Barrie, qué a las adaptaciones que conocí de niña y qué a mí misma, pues mis juegos se inspiraron mucho en el periplo del chico que volaba. Pero ¿y eso, qué importancia tiene? No recuerdo quién dijo que, más que un libro, lo que importa es el recuerdo de un libro, cuando empezamos a cambiarlo, a modificarlo, a imaginarlo de otra manera. Cualquier narración continua se transforma, al paso de la lectura y del recuerdo, en fragmentos que adquieren vida propia. Tal vez, sobre todo, cuando se trata de un texto clásico que ha atravesado las épocas y se presta a todo tipo de apropiaciones, reinterpretaciones o asociaciones anacrónicas que son su vida misma. Hoy les daré libre curso. Una vez cerrado el libro, al cabo de unos días, ¿qué es lo que me queda? Veamos: un salto, la voluptuosidad del vuelo, espacios que encajan unos en otros, algunas escenas en la ventana y las voces que cuentan. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 11 de noviembre de 2019

La lectura, íntima y compartida, una conferencia de Michele Petit


... A juzgar por lo que me ha contado la gente que ha podido tener acceso a la lectura en un momento de su vida, un libro, una biblioteca, ayudan sobre todo a crear un espacio, y más aún, allí donde ningún margen de maniobra, ningún territorio personal parece ser permitido. Si hay mediadores que saben bregar para que los libros produzcan menos miedo, si saben lanzar un puente que vincule una biblioteca con un barrio, con un pueblo, los niños, los adolescentes, los adultos querrán agarrarse a alguna cosa. A palabras que uno les diga, a trozos de saber, a una historia que se les lea, o que van a descubrir por ellos mismos, si no les cuesta demasiado trabajo descifrarla. Y esto abrirá un espacio donde las relaciones serán menos salvajes como mitigadas, mediatizadas por la presencia de estos objetos culturales. En contextos violentos, una parte de ellos ya no será rehén, una parte de ellos escapará a la ley del lugar, a los conflictos cotidianos. Como para Rosalie: «La biblioteca, los libros, eran la mayor felicidad, el descubrimiento de que había otro lugar, un mundo, allá lejos, en el que podría vivir. En ocasiones hubo dinero en la casa, pero el mundo no existía. Lo más lejos que llegábamos era a la casa de mi abuelita, en vacaciones, en los límites del municipio. Sin la biblioteca me habría vuelto loca, con mi padre gritando, haciendo sufrir a mi madre. La biblioteca me permitía respirar; me salvó la vida».

Es como un espacio para tomar un nuevo aire, para reconstruirse, para rehacerse. Allí se perfila otra representación de sí mismo. Pero no es únicamente un escape o un lote de consolación para aquellas y aquellos que se sienten encerrados. Para cada uno de nosotros, este espacio creado por la lectura se aproxima a lo que los psicoanalistas llaman, según Winnicott, el área transicional, esa zona tranquila, sin conflictos, que se inaugura entre el niño y su madre, si el niño se siente en confianza; ese área de juego en la que el pequeño ser humano inicia su emancipación, comienza a construirse como sujeto, apropiándose de algo que su madre le propone –un objeto, una cancioncita, una historia. El objeto, el relato, la cancioncita, simbolizan la unión de los seres que en adelante estarán diferenciados, restablecen una especie de continuidad, permiten sobrellevar la angustia de separación. Fortalecido con la historia o la cancioncita incorporada, el niño puede alejarse un poco, comenzar a trazar su propio camino, a percibirse como separado, diferente, capaz de crear un pensamiento independiente. Puede elaborar su capacidad de estar solo en presencia del adulto, construir el espacio del secreto: algo se les va de las manos a los adultos, con estos primeros trazos de una interioridad, de una subjetividad; de una capacidad para simbolizar y entrar en relación con los otros, más allá de la unión primera, más allá de los brazos maternos.

Ahora bien, las experiencias culturales no son sino una extensión de estas primeras experiencias de juegos, de vida creadora, de emancipación. Y durante toda la vida, pueden ser vías privilegiadas para hacernos recuperar, tanto ese espacio apacible como la experiencia del niño que, a partir de ese espacio tranquilo, protector, estético, entre su madre y él, se rehace y se vuelve autónomo.


viernes, 19 de mayo de 2017

Compartir lecturas, conjugar culturas... Una conferencia de Michèle Petit.

Hoy quiero mencionar tres elementos que considero esenciales en la historia de jóvenes que han podido resistir mejor a los procesos de exclusión gracias a la lectura. Tres elementos que en la realidad están entrelazados y que forman una sola y única experiencia. El primer elemento consiste en partir de situaciones de intersubjetividad gratificante, que la escuela, la biblioteca u otro espacio, un centro cultural, una asociación, etcétera, hacen posible. Todo parte de encuentros personalizados, de una acogida cálida, de una hospitalidad.

A partir de ahí, el segundo aspecto tiene que ver con que la lectura abre paso a lugares y tiempos que permiten construir un país interior, un espacio psíquico donde la conjunción, el compartir universos culturales, podrán realizarse. La lectura hace posible la narración interior. Y ése es el tercer elemento. Leer permite desencadenar una actividad narrativa y construir puentes entre los eslabones de una historia y entre universos culturales diferentes.

Para los niños cuyos padres han sido estigmatizados, cobra suma importancia la hospitalidad, el ser reconocido en su singularidad, el ser llamado por su nombre, escuchado.Y además, que lo haga alguien que no es de la familia, que es de "otro mundo", y que considera al niño con otra mirada. Alguien que parece disponer de un conocimiento sobre el niño, que él mismo aún no posee.

Necesitamos al otro para revelar nuestra propia fotografía. Las primeras devoluciones que el niño tiene son fundamentales, pues de ellas dependerá, en gran medida, su desarrollo. Todos los especialistas reconocen el papel determinante del intercambio precoz de la madre, o de la persona que la sustituya, con su bebé, al regular la actividad psíquica del niño. De manera similar, los libros anticipan, devuelven un eco en forma articulada y estética de lo aún inefable. Sin el otro, no hay sujeto. Dicho de otro modo, la relación, el gesto de compartir, el intercambio, son la base misma de la cultura, constituyen el inicio mismo de la interioridad, que no es un pozo donde buceamos sino algo que se construye entre dos, a partir de un movimiento hacia el Otro. Constituyen el principio mismo de la identidad, que se crea en un movimiento hacia el Otro, en un salir de sí, una curiosidad. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 23 de diciembre de 2015

"Los libros en París, después de los atentados". Un artículo de Violaine Morin aparecido en el diario Le Monde (18/12/2015)

Este artículo forma parte de un dossier dedicado al papel que juegan los libros en la actualidad y a la forma en que mitigan nuestros problemas. En él aparece citada en varias ocasiones Michéle Petit, una persona a la que leo desde hace bastantes años y que ha sido un referente fundamental en mi tarea de compartir la lectura con otras personas. Esta antropóloga e investigadora de la lectura no ha sido traducida al inglés, por lo que para gran parte del mundo académico no existe. Y esto es una lástima y una injusticia. Una lástima, porque se pierden una de las mentes más claras en lo que hace referencia a la lectura; y una injusticia porque con esa postura de neocolonialismo académico impiden que muchas personas puedan acceder a parte del conocimiento. Me uno a Martha Nussbaum cuando ve como necesario para la convivencia en este mundo el que todas las personas aprendamos un segundo idioma, y cuando no se recata al decir que esto lo hace todavía más extensivo a su país, Estados Unidos, y adláteres. 

El libro, ese remedio soberano

Desde los atentados del 13 de noviembre, los franceses salen menos. Los comercios lo sufren, incluidas las librerías. Según el instituto de estudios GfK, el mercado del libro conoció de inmediato una baja sensible. En el mes de noviembre, la cantidad de libros vendidos y las ganancias del sector bajaron así el 6%.

Sin embargo, los libreros plantean para el período un cuadro más matizado; la frecuentación, efectivamente, ha disminuido, pero las ventas crecieron para los libros sobre el Islam, el Medio Oriente y la radicalización. En las librerías de París, pero también en Coiffard, de Nantes, en Mollat, de Burdeos, o incluso en Square, de Grenoble, se venden muchos ejemplares de la última obra de Jean-Pierre Filiu, Les Arabes, leur destin et le notre (La Découverte, 2015). "Como después del 7 de enero, dicen los libreros interrogados, los lectores piden principalmente Le Piege Daech, de Pierre-Jean Luizard (La Découverte, 2015), así como los trabajos de Gilles Kepel, el politólogo especialista en el Islam, o los de la antropóloga Dounia Bouzar".

En Divan, una librería del distrito 15 de Paris, Philippe Touron cuenta el día posterior a los atentados: "La gente estaba aturdida. Las personas querían hablar, en un espacio donde sabían que iban a encontrar la posibilidad de reflexión". Un entusiasmo ligado, según Touron, al "valor-refugio" que constituye el libro, pero también al espacio de la librería, un lugar al que "se entra, se recorre, en el que se discute, rodeado de objetos que, para nosotros, crean sentido".

¿Por qué volverse hacia los libros? ¿Tal vez porque la lectura nos ayuda con nuestras tristezas, nuestros traumatismos, individuales y colectivos? Michele Petit, antropóloga especializada en la lectura, recuerda, en su obra L'Art de lire, ou comment résister a l'adversité (Belin, 2007) que las librerías neoyorkinas tuvieron un pico de frecuentación después del 11 de septiembre de 2001. Invitada a comentar "el regreso a los libros" comprobado en Francia después de los atentados de enero, Michele Petit precisa: "La lectura no puede salvar" a los muy traumatizados, pero puede contribuir a su reconstrucción. "La idea de que hay que leer para 'reconstruirse' es demasiado esquemática. Por otra parte, reconstruirse quiere decir volver al estado precedente, al anterior a la herida, mientras que la lectura es una construcción en sí misma, una actividad transformadora"

Fuente. Club de Traductores Literarios de Buenos Aires


lunes, 28 de septiembre de 2015

Las bibliotecas, ¿laboratorios en los cuáles se inventan nuevas maneras de vivir juntos? Conferencia de Michéle Petit en la 47º Reunión Nacional de Bibliotecarios Buenos Aires, 21 de abril 2015.

"Mi placer ante la idea de estar aquí se ha mezclado con una cierta ansiedad porque hace mucho tiempo que no realizo investigaciones acerca de las bibliotecas, mientras que la revolución digital ha llevado a repensar completamente sus misiones. Si acepté el honor que me han hecho, es que este momento en que las bibliotecas se enfrentan a nuevos retos es muy interesante: al cabo de visitas que mantuve estos últimos años, al cabo de conversaciones que tuve con aquellas y aquellos que trabajan en ellas, comprendí que algunos de estos establecimientos son actualmente verdaderos laboratorios. Se inventan en ellos, a diario, nuevas maneras de vivir juntos, de hacer sociedad, donde cada uno tiene voz y voto. Se construyen en ellos relaciones entre los seres humanos, y entre ellos y el mundo que los rodea, un poco apaciguadas. Y en estos tiempos de gran brutalidad, sigue siendo notable.


Sin embargo estas experimentaciones son invisibles, no se escucha jamás hablar de ellas más allá de círculos especializados – y esto, no es nuevo: lo que se vive en las bibliotecas siempre ha sido ampliamente ignorado, sean cuales fueran las formas que ellas hayan tomado con el tiempo. Esto se podía explicar cuando lo que ocurría estaba fuera de la vista. Sin embargo, hoy en día, no es el caso en muchos lugares."


lunes, 14 de septiembre de 2015

La lectura, íntima y compartida. Una interesante conferencia de Michéle Petit que nos hará reflexionar sobre la lectura como medio para salir de la marginación.

En esta conferencia Michéle Petit (Antropóloga, Laboratorio LADYSS, Centre National de la Recherche Scientifique/Université Paris) nos hace ver la importancia de la lectura, es decir, de las bibliotecas y de las personas mediadoras, en la creación de nuevos espacios que ayuden a salir de la marginación. Veamos aquí alguno de los testimonios que aparecen en el texto y que son parte de las investigaciones llevadas a cabo por la autora; porque es a través de estos y otros testimonios como Michéle Petit va construyendo su discurso acerca de la lectura, algo que también podemos hacer nosotros.

Beatriz Helena Robledo comenta: «Una biblioteca o una colección de libros tiene mucho que hacer en una población marginada. (…) Muchísimo más que brindar información o apoyar la educación formal. Para ciudadanos en condiciones medianamente normales de desarrollo, un libro puede ser una puerta más que se abre, en cambio, para aquellos que por circunstancias de la vida han sido despojados de sus derechos fundamentales, o de sus mínimas condiciones humanas, un libro es quizás la única puerta que puede permitirles atravesar el umbral y saltar al otro lado.»

Se llama Daoud, es de origen senegalés, y tiene unos veinte años al momento de la entrevista: "Cuando se vive en los suburbios, está uno destinado a tener malos estudios, a tener un trabajo asqueroso. Hay un montón de cosas que te hacen ir en cierta dirección. Yo me pude zafar de eso, ser anticonformista, ir para otro lado, y ese es mi lugar... (Los “vagos”) hacen lo que la sociedad espera que hagan, y nada más. Son violentos, son vulgares, son incultos. Dicen: "Yo vivo en los suburbios, entonces yo soy así", y yo fuí como ellos. El hecho de tener bibliotecas como ésta

me permitió entrar, venir, encontrarme con otra gente. Una biblioteca sirve para eso... Yo elegí mi vida y ellos no."

Escuchemos otra vez a Daoud evocando la biblioteca de un gran museo de ciencias y técnicas:

«En la Ciudad de las Ciencias quitaron todos los libros de ciencia-ficción, los muy imbéciles, porque decían que no era científico. Es completamente aberrante, ¿ cómo quieren que los jóvenes se acostumbren a la imaginación científica, que quieran construir robots, si no tienen libros que les hablen de algo ficticio ? Estoy seguro de que hay obras como la de Jules Verne que han inspirado cientos de carreras científicas, o de ingeniería. Uno se hace a través del sueño, no es abriendo un libro de matemáticas con formulas científicas que se va a convertir en científico. No, es leyendo El gran capitán Nemo, su submarino luchando contra un platillo volante, eso es lo que hace que la imaginación se despierte. Y no suprimiéndolo porque dicen que no es científico o no es serio.»


O escuchemos a Ridha, otro chico encontrado en un barrio marginado: «Lo que a mí me gustaría, es que el bibliotecario tuviera tiempo para dedicarse a lo que es del orden de la vida, a todo lo que se refiere a la vida (…) Más que ser un guardián de libros, ser una especie de mago que nos llevara hasta los libros, que nos condujese a otros mundos… Enseñar al niño a sentir lo que puede encontrar de maravilloso en ese pequeño formato, ese pequeño volumen. Esas cosas tienen un vínculo profundo más tarde con su vida de adulto (…) Leer historias simplemente, mostrar que se puede soñar y que hay salidas, que no todo esta inmóvil. Que uno inventa su vida, que es posible inventarse la vida. Y que para inventar la vida tal vez debe tener antes materia propia, que sea necesario haber soñado para poder crear.».


viernes, 14 de agosto de 2015

EL ACTO DE LEER Y COMPARTIR.. La francesa Michèle Petit, especialista en la relación de los niños y jóvenes con los libros, reflexiona sobre el acto de leer en esta época turbulenta.

SOLO, el pequeño colibrí se ponía en movimiento, yendo a buscar algunas gotas con su pico para arrojarlas al fuego. Después de un momento el Tucán, fastidiado por esta agitación sin sentido, le dijo: "¡Colibrí! ¿Estás loco? ¿Crees que con esas gotas de agua apagarás el fuego?". Y el colibrí le respondió: "No, pero hago mi parte".
​ Leyenda Amerindia

AUNQUE los niños a los que ustedes leen historias no lleguen a ser lectores, ustedes no habrán perdido el tiempo. Les habrán llenado los bolsillos, colmado la maleta con un tesoro de palabras, relatos, imágenes, de las que podrán apropiarse para no sentirse desnudos, perdidos frente a lo que los rodea, o para enfrentar sus propios demonios. Los habrán ayudado a fabricar recuerdos a los que volverán mucho tiempo después. Habrán abierto espacios propicios al juego, al sueño, al pensamiento, a la exploración de sí y del mundo, a los intercambios, que son esenciales para su desarrollo psíquico, intelectual, estético. Habrán contribuido a presentarles el mundo, a hacerlo un poco más habitable. En estos tiempos de gran brutalidad, ustedes habrán preservado momentos de transmisión poética que escapan a la obsesión de la evaluación cuantitativa y al ruido ambiente. Por todo ello, y por muchas otras cosas todavía, habrán hecho una obra más que "útil".

Es también eso lo que aportan aquellas y aquellos que, por todas partes, inventan formas de intercambio alrededor de la literatura y las obras de arte, de manera muy viva, porque están convencidos de que no somos tan solo variables económicas. Por sus palabras, pero también por sus voces, su cuerpo, su encanto, su energía, hacen más deseable la apropiación de textos, de imágenes, de músicas, haciendo comprender a niños y adolescentes que, si lo desean, podrán abrevar todo lo que quieran en las obras en las que escritores o artistas han hablado de lo más profundo de la experiencia humana, de una forma estética. De ese modo se acercarán un poco más a eso que el mundo, y ellos mismos, tienen de desconocido.


viernes, 3 de julio de 2015

Michèle Petit: “Necesitamos sintonizar con lo que nos rodea de manera poética”

Con motivo de su libro Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural (Fondo de Cultura Económica, 2015) conversamos con Michèle Petit, antropóloga francesa y una de las investigadoras más importantes del campo de la lectura.

Más que una motivadora del gusto por la lectura es una de sus investigadoras contemporáneas más importantes. Michèle Petit es una antropóloga francesa, quien en la década del 80 estudió el fenómeno de las diásporas chinas y griegas para luego virar hacia la investigación que la ha llevado a publicar artículos y libros de gran utilidad para maestros y mediadores culturales. Su punto de referencia inicial fue la lectura y su relación en personas de ámbitos rurales y de barrios marginales. Cuando tenía 13 años vivió en Colombia y fue allí donde tuvo un primer contacto con el mundo del libro y las bibliotecas. A esto se debe también su familiaridad con la lengua española y sus visitas para dictar conferencias en Colombia, Argentina y México.

Michèle Petit acaba de publicar Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural (Fondo de Cultura Económica, 2015), un texto en el que nos muestra las claves de la lectura para comprender su importancia cultural en nuestra sociedad. 


martes, 16 de junio de 2015

Entrevista a Michele Petit. "Leer es clave para habitar el mundo". Sin relatos no se puede sobrevivir.

Para que el espacio sea representable y habitable, para que podamos inscribirnos en él, debe contar historias, tener todo un espesor simbólico, imaginario, legendario. Sin relatos –aunque más no sea una mitología familiar, algunos recuerdos–, el mundo permanecería allí, indiferenciado, no nos sería de ninguna ayuda para habitar los lugares en los que vivimos y construir nuestra morada interior”, resume la antropóloga francesa Michèle Petit, que desde hace 20 años estudia la relación de las personas con la lectura, los libros y las artes, en su ensayo Leer el mundo (Fondo de Cultura Económica), que presentó recientemente en la Feria del Libro y en el que reconoce la influencia directa de las argentinas Graciela Montes y Mirta Colángelo.

Para Petit acercar narraciones, rimas y canciones permite organizar la experiencia humana, originalmente caótica. De allí, la perpetua necesidad de relatos y ficciones que contrarresten la fragmentación de la lengua cotidiana y construyan un todo ordenado e inspirador.

lunes, 18 de mayo de 2015

Acerca de las humanidades y el mercado. Michele Petit

Hoy en día, la calibración monetaria ha alcanzado proporciones insensatas y no solo se alarman los escritores próximos al surrealismo. Drew Faust, la presidenta de Harvard, también se preocupa por la caída brutal del porcentaje de estudiantes que eligen las “artes liberales” y las ciencias como disciplina principal.

Recuerda que la apuesta de la enseñanza va mucho mas allá de una utilidad mensurable: “Los seres humanos necesitan sentido, comprensión, perspectiva tanto como trabajo. La cuestión no debería ser si podemos permitirnos creer en esos objetivos en los tiempos que corren, sino si podemos permitirnos no hacerlo”. 

No se le puede objetar que se ubique en posiciones románticas o pasadistas: la institución que preside esta a la cabeza del ranking mundial establecido por la Universidad Jiao Tong de Shanghai. Martha Nussbaum, profesora de la Law School de la University of Chicago, se inquieta, por su parte, con el hecho de que “en casi todos los países del mundo, las artes y las humanidades son amputadas a la vez en el ciclo primario, en el secundario y en la universidad. 

Los responsables políticos ven en ellas florituras inútiles en un momento en que los países deben sacarse de encima todos los elementos inútiles para seguir siendo competitivos en el mercado mundial”.

Sin embargo, de acuerdo con ella, solo una cierta practica de las artes y las humanidades estaría en condiciones de responder a preguntas muy actuales de las sociedades democráticas, en particular por el desarrollo de las capacidades emocionales, imaginativas y narrativas. Estas, precisa, deben cultivarse también en la familia, desde el comienzo de la vida.

lunes, 2 de febrero de 2015

Michele Petit: "La lectura construye a las personas, repara, pero no siempre es un placer"

El discurso sobre la lectura como un placer es complicado porque nació en reacción a otro que quizás era aún peor, el discurso de la obligación.

En medios en los cuales leer no siempre es un placer, ­porque es difícil, porque existen obstáculos como el alejamiento geográfico, dificultades económicas y prohibiciones culturales, o porque quizás la cultura escrita no estuvo presente­, la persona que no lo experimenta puede sentirse aún más excluida. En esas situaciones desfavorables, muchos logran leer gracias a los mediadores, al acompañamiento cálido de algún facilitador con gusto por los libros, que logra hacer deseable su apropiación". Reflexiva y polémica, con una trayectoria de 17 años en la investigación sobre la lectura, la socióloga y antropóloga francesa, Michele Petit, estuvo en la Argentina y dialogó con Clarín. Aquí presentó su libro "El arte de lectura en tiempos de crisis", editado por Océano. ACCEDER A LA ENTREVISTA
Fuente: edant.revistaenie.clarin.com/

viernes, 28 de noviembre de 2014

El arte de la lectura en tiempos de crisis. Un libro muy recomendable de Michèle Petit

"En contextos de crisis, la literatura nos da otro lugar, otro tiempo, otra lengua, una respiración. Se trata de la apertura de un espacio que permite la ensoñación, el pensamiento, y que da ilación a las experiencias. Una crisis es como una ruptura, un tiempo que reactiva todas las angustias de separación, de abandono, y produce la pérdida de ese sentimiento de la continuidad que es tan importante para el ser humano. Las narraciones, entre otras cosas, nos reactivan ese sentimiento, no sólo porque tienen un comienzo, un principio y un fin, sino también por el orden secreto que emana de la buena literatura. Es como si el caos interno se apaciguara, tomara forma." (El arte de la lectura en tiempos de crisis. Océano, México 2008).

jueves, 3 de julio de 2014

Entrevista a Michèle Petit

"En el primer encuentro con un libro cuyo recuerdo conservo, me parece que lo que me exaltó fue el descubrimiento de un otro espacio, una otra dimensión, a mi medida, donde podría encontrar un lugar. Era un placer muy parecido a aquel que sentimos en la infancia cuando acondicionamos chozas. Se trataba de un libro ilustrado y en relieve - lo que hoy en día llamamos un "pop-up"- pero no tengo ningún recuerdo de la historia o de las imágenes. Sólo de mi deslumbramiento y de esta sensación de encontrar un lugar para mí. Aparentemente, se trata de una experiencia bastante frecuente: mucha gente me ha contado recuerdos de infancia en los que el placer era muy físico y provenía de esta suerte de proximidad entre el libro y la choza, de este descubrimiento de un otro mundo que le permitía a uno construir un espacio para sí mismo. Algunos me han dicho: “siempre estoy en busca de eso mismo cuando leo”. Leer más

Fuente: http://lainfinitadesmesura.blogspot.com.ar/

martes, 17 de junio de 2014

Leer & liar. Lectura y familia. Michèle Petit


La monografía recoge dos conferencias de Michèle Petit. En el primer texto habla sobre cómo surge el gusto por la lectura en los niños en el seno de sus familias. El siguiente texto presenta una reflexión sobre la lectura en espacios de crisis. Comparte tres experiencias recogidas en su investigación sobre los efectos reparadores de la lectura.

Desde aquí podéis acceder a las dos conferencias



sábado, 1 de febrero de 2014

Reseñas del libro de Michèle Petit: El arte de la lectura en tiempos de crisis



Entrevista a Michèle Petit


Esta antropóloga francesa ha dedicado unos veinte años a estudiar las prácticas de lectura y la relación con la cultura escrita y la literatura, particularmente en lugares donde los libros no son fácilmente accesibles. Ha realizado su trabajo situándose del lado de los lectores, procurando estar atenta a sus experiencias, a sus maneras singulares de leer, de apropiarse, de representarse un libro, un texto. Los escuchó hablar durante entrevistas amplias, lo más abiertas y libres posible.


jueves, 9 de enero de 2014

La hospitalidad de La Odisea (sobre La Odisea de Homero). Michèle Petit


La Odisea habría que cantarla, bailarla, decirla con una voz bella. Tal como se hizo durante siglos, cuando aún no se transmitía en forma escrita. ¿Alguien me la contó? No tengo ningún recuerdo de ello. Seguramente en mi infancia leí algún libro ilustrado que narraba la epopeya de Ulises, porque recuerdo la imagen de Penélope deshaciendo su obra por las noches, mi asombro porque nadie sospechaba de su treta y mi temor a que fuera descubierta. Y luego ese arco que ninguno de los pretendientes lograba tensar, y mi preocupación ante la idea de que alguno de ellos pudiera hacerlo.

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