En 1948, Arturo Uslar Pietri consideraba el
cuento venezolano dominado por «una adivinación poética de la realidad, un
realismo mágico». En su
ensayo Letras y hombres de Venezuela aplicó
la expresión «realismo
mágico» a la
literatura de Latinoamérica.
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BARRABÁS
Su linaje venía de Bethábara, en el país de los Gadarenos.Tenía las barbas negras y pobladas como una lluvia, bajo unos ojos ingenuos de animal, y entre los nombres innumerables el suyo era Barrabás.
Conocía los libros sagrados, era caritativo y respetuoso, guardaba el sábado y sabía que Jehová era terrible y poseía una muchedumbre de manos y en la punta de cada dedo un castigo.
Era el mediodía. Un viento perezoso se derramaba sobre el patio y desbordaba entre las rejas del calabozo. El aire estaba aplastado de un olor indefinible y molesto.
Había allí gran cantidad de gentes hacinadas, ladrones, prostitutas, vagos, uno que otro perro de lanas lagañoso, y un soldado con armas que hacía la guardia caminando de un extremo a otro con rapidez, tal como si se propusiese dejar plegada una distancia muy larga.
En una vuelta lo enfocó con los ojos: entre las barbas le resaltaba la piel pálida como el agua sobre las piedras. A la mirada siguió la interrogación.
— ¿Yo? Barrabás…
— ¿Barrabás?… ¡Ah! Sí. El asesino. ¿Sabes? Te van a matar.
— Sí. Ya lo sé, respondió con indiferencia por decir algo, callando para contemplarse con abstraimiento las uñas largas y sucias. El guardia continuó su paseo. CONTINUAR LEYENDO
Esta bien este cuento
ResponderEliminarMamalo
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